tag:blogger.com,1999:blog-366758622024-03-17T21:45:07.507-03:00ESTACIÓN FINLANDIAJORGE AULICINO: LIBROS ON LINE/ REFERENCIAS CRITICAS / ENTREVISTAS / OBRA TRADUCIDA Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.comBlogger126125tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-88326691273575168132024-02-17T03:21:00.013-03:002024-03-17T21:44:35.840-03:00Entrevista / Conversaciones con Jorge Aulicino <div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3TBNBBr9gi6JOhPjshu2YbpwKpGpYYE2o5k5OlG0oJ_piNtqpy-nxQTgkFpPLqYkyq711v-r95xNB6P2Hyli8U-D22dDD7XrZNSR7j6XmYLbKvYJhDqvYBQZx5mR_TJOQzwmAyNtnHSzOLynX-mT-PqHhQwHprhFJW6CdUyltb3xuUeIIYOQApg/s3300/Jorge_Aulicino.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="2200" data-original-width="3300" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3TBNBBr9gi6JOhPjshu2YbpwKpGpYYE2o5k5OlG0oJ_piNtqpy-nxQTgkFpPLqYkyq711v-r95xNB6P2Hyli8U-D22dDD7XrZNSR7j6XmYLbKvYJhDqvYBQZx5mR_TJOQzwmAyNtnHSzOLynX-mT-PqHhQwHprhFJW6CdUyltb3xuUeIIYOQApg/w400-h266/Jorge_Aulicino.jpg" width="400" /></a></div><br />Flora Vronsky </div><div>para La Única -</div><div>Buenos Aires, 2013 -</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Luz Marus y yo nos encontramos con Jorge Aulicino (1949), periodista y siempre poeta, en uno de los bares más kitsch de Palermo. Todo es raro a nuestro alrededor y eso conspira, pero a favor. Este antiguo cronista policial, director del emblemático Diario de Poesía y subdirector de Ñ hasta hace poco es una de las voces poéticas más importantes de la actualidad, además de impulsor de autores desconocidos a través de su blog Otra Iglesia es Imposible. La poesía no ha muerto y él es vivo testigo de lo capital que es todavía la creación de poéticas propias y comunes en la construcción de subjetividades. Con más de quince poemarios publicados, su enorme traducción de Dante y su última obra, <i>Estación Finlandia</i>, Jorge hipnotiza con su razón discursiva y con su razón poética, haciendo de la experiencia un escenario que es siempre nuevo. Graba con nosotras la entrevista que, por fortuna, se prolonga lo suficiente como para que el dueño del bar que no entendemos nos invite a dejar la mesa porque la gente quiere cenar. Con Jorge, la poesía no ha muerto pero el tiempo sí. </div><div><br /></div><div><b>“Sólo confesaré bajo presión”. Esa es una declaración del Conde de Lezna, personaje bastante cínico que has creado casi exclusivamente para Facebook. Sus parlamentos son perlas, pero esta frase me exige preguntarte, ¿cuánto tiene la poesía de confesión en el sentido más clásico del género, más testimonial, tipo agustiniano?</b></div><div><br /></div><div>Creo que hay un engaño histórico a este respecto; engaño en el que me incluyo, claro, y que no pretendo develar. Pero sí, hemos creído que la poesía clásica, incluyendo al Romanticismo en esa categoría, como su otra cara, es una poesía testimonial, lírica, del yo que habla a través de determinados recursos. Y no creo que sea así por completo, porque siempre hay una construcción de un personaje. No hay un yo puro que se confiesa, desde el momento en que lo hace por escrito. Entonces no existe una confesión o un autotestimonio en estado puro, porque incluso la visión del mundo, la ideología si se quiere, está mediatizada por ese personaje que se crea casi automáticamente cuando uno empieza a escribir. Es como un mecanismo que estaba inmóvil y que apenas lo tocás empieza a funcionar, y no puede usarse para otro fin que no sea ese. Se auto-regenera para la propia ficción, en la que el artefacto verbal convierte el sentir en otra cosa, que es la que le llega al lector, completamente transformada. Sí existe una corriente de la poesía contemporánea que acentúa lo que la poesía tiene de ficcional e impersonal, le da un tono específico muy interesante en el que el yo es un gran personaje.</div><div><br /></div><div><b>Dijiste que en Rusia “el comunista de ayer es el mafioso de hoy”, haciendo referencia a la velocidad de la historia, a la moralidad que funciona casi como una calesita. Y <i>Estación Finlandia</i> tiene en efecto un hilo conductor que es eminentemente histórico-político y que se ubica en una tradición determinada. En este marco, ¿creés que es posible la existencia de una poesía no política?</b></div><div><br /></div><div>Te diría que todo es política pero es una respuesta que no satisface. La poesía no es política <i>per se</i>, tiene que haber una intención que la haga marcadamente política, que la posicione. Lo que sí creo es que cualquier manifestación literaria actual tiene un contenido político mucho más visible y que tiene que ver con la velocidad de la que me hablabas, que no es sólo velocidad sino también continuidad en el tiempo y en la historia. La simultaneidad del suceder y su inmediatez funcionan casi como esa presión que salió en la primera pregunta, como un caldo del que no podemos no beber ya, inescapable. La globalización de los hechos, de la acción, tiene una especie de efecto mariposa del que hoy somos más conscientes. Yo lo veo como una sopa de electrones de la cual tomamos todos. Es un vértigo que además involucra al lenguaje que también va perdiendo fronteras, porque ¿qué soy yo en definitiva? Soy todos los discursos posibles, soy esa Estación Finlandia a la que llega Vladimir Lenin, soy esos versos en los que hablo del barrio de Almagro sin mencionarlo, etc. Estamos hablando de una visión antropológica en la que nos vemos involucrados -aunque verse así es imposible- porque todo lo que producimos está impregnado y desestructurado por esta circulación vertiginosa. Y dentro de ese vértigo hay cosas que para mí, que soy un revolucionario victoriano [del siglo XIX], son incomprensibles todavía, como la caída de la URSS, o el papel de China o la imposibilidad de la revolución cubana hoy. Incluso los procesos mediante los cuales hubo que ajustar la subjetividad y adaptar el propio discurso -imagino el caso de un oficial de la KGB, por ejemplo- que son movidos por la aceleración civilizatoria impulsada por la expansión del capitalismo que termina arrollando todo. </div><div><br /></div><div><b>A este camino de ajuste constructivo de la propia subjetividad que describís, quiero traer dos versos tuyos: “Hay una potencia excepcional de logos”. “Creer que al fin el cuerpo es pensamiento, ardiendo en el arco, crucificado”. El encastre o relación entre pensamiento, logos, cuerpo también construye la subjetividad especialmente en la poesía, en cuyo alrededor siempre está vigente el debate acerca de si el poeta pone en su obra más o menos el cuerpo que en otros géneros. En tu proceso de escritura, ¿cómo balanceás esa relación con la corporalidad desde el logos, es una preocupación?</b></div><div><br /></div><div>En realidad no aparece como preocupación. Básicamente yo no creo en el cuerpo porque es inasible. En esa velocidad de la que hablábamos el cuerpo tiende a fundirse con lo dicho, ya no hay frontera entre la palabra y lo físico. Se informan mutuamente. ¿Quién pondría más el cuerpo que otro? No lo sé. Lo que sí es cierto es que la escritura deja una huella, una marca que se verifica en el cuerpo, porque es un exceso que intenta encontrar tanto su forma literaria como física. Esto es una exigencia, una presión como la de la confesión que mencionábamos antes. La relación entre lo material y lo espiritual es innegable. Las palabras son cuerpo y provocan una relación de la que no se puede salir ileso, no es un proceso inocuo. Incluso desde un punto de vista pragmático: los poetas se enferman, se ulceran, se lastiman. Si pudiésemos mirar un cuerpo en toda su dimensión veríamos esas huellas, esas secuelas que son inevitables. </div><div><br /></div><div><b>Tradujiste a Keats, a Wilcock, a Dante. Como traductor de este último, formás parte de un club más que selecto de escritores argentinos que han traducido la Comedia. Hay en tu obra y en tu historia una relación muy estrecha con la acción de traducir. ¿Cómo es esa relación? </b></div><div><br /></div><div>No tenía como objetivo convertirme en traductor en absoluto, hasta principio de los años '90 cuando escribí una nota en Diario de Poesía en la que defendía al traductor en contra de las voces que postulan que sólo se puede leer poesía en lengua original. En mi casa estaba la traducción de la Divina Comedia de Mitre, la cual leía mucho, y, mientras, me acercaba al italiano como podía. Cuando me animé, traduje algunos poemas de Wilcock de quien yo pensaba que había escrito en italiano pero era en argentino, lo podría haber escrito en español. Todo un problema casi de doble traducción, como de abordaje hacia dos yo líricos. En cuanto a Keats, mi propósito era hacer una reescritura de las traducciones que se habían hecho, que habían llegado hasta mí al menos y darle una sonoridad particular a través de esa mediación. </div><div><br /></div><div>Así, las dos primeras experiencias que tuve con la traducción fueron casi un juego programático. Desde ahí me concentré en otros autores italianos, aunque la <i>Comedia</i> siempre formó parte de mi vida y siempre la vi como la base de la literatura moderna, en la que hay una visión sobrenatural y cosmogónica pero nunca desligada de la historia y de la realidad más concreta, más llana. La figura de Satanás es la que él imaginó, hasta hoy, es una imagen de videojuego. Las comparaciones y alegorías con hechos reales y específicos de la vida le dan entidad concreta a todas las figuras. En ese sentido, el infierno de Dante es de hoy, no es sólo su infierno personal lleno de personajes de su tiempo, es el nuestro. La traducción trae al hoy, a mi hoy, aquello que me exige. Y este proceso duró cuarenta años, creo que necesité ese tiempo para armar la obra en mi cabeza y traerla a mi mundo. Una de las grandes figuras establecidas en nuestra cultura es la del “infierno dantesco”. Esa potencia semántica que traspasa los siglos es lo que nos permite entrar al proceso de traducción y de trasposición. </div><div><br /></div><div><b>La cultura italiana está presente en tu vida de manera eminente. No sólo por Dante, sino también por Guido Cavalcanti, Pasolini, Pavese, Ungaretti, Montale. Estas manifestaciones de la poesía que parecerían extemporáneas históricamente forman una línea cuyos puntos en algún momento se unen dentro de tu desarrollo vital, tienen un sentido de conjunto. Habláme de esto. </b></div><div><br /></div><div>Si, todos esos poetas, esa historia de la poesía, se me presenta como un conjunto cultural. Me fui interesando por ellos en diferentes momentos de mi vida y todos fueron decisivos, si bien no los leí porque fueran italianos sino porque me atrajo la palabra de Montale, de Pavese, de algunas poéticas que no eran tan leídas en Buenos Aires. Por otra parte, muchos de ellos eran traductores de poetas anglosajones -Pavese traducía del inglés, Montale tradujo a Eliot, Pasolini era un lector de Ezra Pound- y para mí eso estableció una relación muy importante con mi propio desarrollo como traductor. En ellos reconocí la herencia directa de mis abuelos pero también la herencia cultural más ancestral, latina, que llega por medio del italiano como lengua y de la poesía como expresión de esa relación con una determinada tradición. La cultura es como unas ruinas que se van desenterrando de a poco, es eso con lo que uno se va encontrando. Yo llego a estos poetas por atracción personal, pero también a través de toda una tradición histórico-cultural que estaba presente en mayor o menor medida en mi casa. Y aquí la lengua es fundamental. Mi padre aprendió italiano solo, de grande, pero porque esa lengua lo llamaba desde su historia. Y lo mismo ocurre con el toscano de Dante, es decir, hay una lengua que exige estar presente para comunicar algo y eso es tanto un proceso tanto histórico como personal, vivo. </div><div><b><br /></b></div><div><b>Te traigo más acá. Me interesa saber cómo ves la tríada Giannuzzi-Girri-Gelman. ¿Te sentís heredero de ellos?</b></div><div><br /></div><div>Girri y Giannuzzi son enormes influencias que me abren una perspectiva completamente diferente a la de Gelman que es el poeta a quien leí primero. Salirse de su influencia era casi imposible, no podías escapar de la succión de su tono, de su lenguaje. La atracción era total pero yo me encontraba con una limitación: sentía lo afectivo como muy jugado, veía dicotomías que se me hacían insuficientes. En un punto sentí que tenía que sacudirme a Gelman. Entonces Giannuzzi y Girri me mostraron ese otro lenguaje, menos seductor que el de la sentimentalidad, más arduo y duro pero que por eso mismo es quizás más real, más genuino, por la dureza misma de la lengua. Esa textura le quita abstracción a la poesía. Son dos registros diferentes pero más limpios, sin golpes bajos y con un melodramatismo más medido, que no llega a ser trágico podría decirse. En ese sentido, si bien los tres son indispensables para mí creo que cada uno me ha dejado más despojado en mi propio proceso de escritura, me han servido de espejo para buscar esa realidad de lo real que es lo que me interesa. No podría llamarme heredero de ninguno pero sí reconocerlos como enormes influencias para generaciones enteras. </div><div><br /></div><div><b>Para terminar con un verso del gran poema Rosebud que dice, “Tengo la potestad de irme de las palabras”. ¿De las palabras me puedo ir o de ellas no se vuelve?</b></div><div><br /></div><div>No creo que haya una dicotomía entre ambas posibilidades. El poema habla de un yo como ser individual que tiene ese poder de movimiento, de irse. Pero si me voy no sería nada, sería sólo la escena que representé. Una vez que estás dentro no te podés ir porque si te vas no queda nada de vos. Me puedo ir si quiero, pero si lo hago, ¿qué pasa? Goethe decía nadie pasa impunemente bajo la sombra de una palmera. En este sentido el lenguaje es constitutivo, hay tanto cuerpo en el lenguaje como lenguaje en el cuerpo, como decíamos. En realidad, siempre me voy sin irme. </div><div><br /></div><div>---</div><div>Foto: Feria del Libro de Buenos Aires, 2015 <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aulicino#/media/Archivo:Jorge_Aulicino.jpg" target="_blank">Antonio Nava / Secretaria de Cultura Ciudad de México / Wikimedia Commons.</a></div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-17324569881752599802023-12-07T01:27:00.009-03:002023-12-07T01:37:00.420-03:00Texto completo / Máquina de faro<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitRyjjVhyDu4UmDqeu-D7qW7fAGgFnpaEBXktspZuWK9S4E6VWEMEpM2KPojxeMCJEzS255GYKZlzoR06807xntQnvBbSqnTgnky8urK4_GidAGb3EYN0wNIw8rAqLefPy3RLo8qvyteT5JV1uTHrnPOj4JItuefgukMpDYk_5efuaorpo9ojfxw/s500/D_NQ_NP_668761-MLA50133289205_052022-O.webp" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="334" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitRyjjVhyDu4UmDqeu-D7qW7fAGgFnpaEBXktspZuWK9S4E6VWEMEpM2KPojxeMCJEzS255GYKZlzoR06807xntQnvBbSqnTgnky8urK4_GidAGb3EYN0wNIw8rAqLefPy3RLo8qvyteT5JV1uTHrnPOj4JItuefgukMpDYk_5efuaorpo9ojfxw/w268-h400/D_NQ_NP_668761-MLA50133289205_052022-O.webp" width="268" /></a></div></div><div><b>Máquina de faro</b></div><div>(Texto completo publicado en 2006</div><div>por Ediciones del Dock)</div><div><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div><b><span style="font-size: large;">1</span></b></div><div><br /></div><div><b>Nota: Aulicino</b></div><div><br /></div><div>Folletería del viaje sobre la mesa</div><div>Porque ya sabés si vas a un viaje </div><div>Volvés con anotadores, folletos y lapiceras</div><div>Que por un tiempo descansan sobre una mesa</div><div>Junto a los antiácidos, una llave y las aspirinas.</div><div>Has dicho palabras formales e informales</div><div>En los encuentros de turismo cultural.</div><div>Pero, como sabés, tu trabajo consiste en</div><div>Acechar el destino del grillo que cayó</div><div>Sobre tu toalla y saltó detrás del canasto de mimbre.</div><div>Por este trabajo te obsequian viajes, blocs y </div><div>Direcciones de correo electrónico.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: S. Hawking</b></div><div><br /></div><div>¿Sabe algo en realidad sobre la disolución?</div><div>El comienzo y el fin los veo como explosiones</div><div>en la mente, cuyos restos organizamos</div><div>en el tiempo lineal que duran nuestras vidas.</div><div>En ciertas ocasiones sostenemos los tiempos simultáneos</div><div>de un objeto intelectual.</div><div>La mayor parte de las veces</div><div>solo logramos que existan en dos tiempos</div><div>una taza o un bolígrafo accidental.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: Adúriz</b></div><div><br /></div><div>Habrás visto a Kitano como samurai ciego.</div><div>Te recomiendo la escena del combate final.</div><div>El Apocalipsis sustituido por la quietud.</div><div>Porque ya sabés, entre los grandes guerreros</div><div>el combate es una eterna asechanza.</div><div>Ninguno es capaz de prever completamente</div><div>el movimiento del otro, que será mortal, </div><div>y por eso esperan, el sable detenido</div><div>en medio de una figura imaginaria.</div><div>¿El universo nos ofrece, entonces, esto, querido Javier?</div><div>¿Una única oportunidad y una larga reflexión?</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: Para S.</b></div><div><br /></div><div>Que te vea yo, oscuro hijo de Leo,</div><div>rodeada de águilas dóciles</div><div>y de dinteles elevados, no es paño </div><div>tejido por la facilidad de palabra.</div><div>Aporto al Olimpo de dragones, fiesta</div><div>de rayos y diosas de cuidado,</div><div>la figura que creó la luz escasa</div><div>cuando tu mano de Atenea</div><div>se recortaba en la oscura sábana.</div><div>Era tu silueta lo que quisiera,</div><div>o era la mujer que en la medianoche</div><div>posaba su sien en las nieves de aquel arropado monte.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Teliká</b></div><div><br /></div><div>1</div><div>En un sueño, ponías junto a una ventana</div><div>rosas cantábricas; tal vez rosas tártaras.</div><div>Digo que eran cantábricas,</div><div>pero podría decir tártaras o abisinias.</div><div>Eran simultáneamente rosas rojas y rosas amarillas,</div><div>y eran rosas o palabras. </div><div>Con tu gesto, todo tenía calidad de rosa.</div><div>La perceptible certeza del mundo se alejaba.</div><div>Ponías las rosas como una mirada.</div><div><br /></div><div>2</div><div>He visto al dios de los perros,</div><div>y en general canté las pupilas, nos los párpados.</div><div>De esta pobreza de verdad recuerdo</div><div>cómo estallaban los malecones,</div><div>y toda avanzadilla o espiga sobre el mar.</div><div><br /></div><div>3</div><div>Aguas de azotea. Cuando el pique en el cielo</div><div>abunda, la caña resulta indiferente.</div><div>Reinan los arpones de la lluvia. Espero en</div><div>el cielo ver el cielo, aguadas entre peñas</div><div>gris ahumado o violetas.</div><div>Qué radiante distancia. Qué otra cosa.</div><div>Esa esfera de objetos que el ojo intenta componer</div><div>es el círculo de tu majestad. Y salta el pez.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Hay tórtolas...</b></div><div><br /></div><div>Hay tórtolas en los senderos de las hijas,</div><div>todo aquello que era una bonita encrucijada para vos.</div><div>Un camino bajo un cielo borrascoso,</div><div>emociones con que un dios amable y rengo les habla.</div><div>No saben, tal vez, lo que sueñan o las aterroriza</div><div>en el movimiento de los helechos o en una canción.</div><div>También para ellas la tormenta trae sombras</div><div>pero trenzan resoluciones distintas.</div><div>No vivís sus mundos aunque quieras,</div><div>ni los de muchos otros que a su vez ven tu máquina de faro</div><div>gastarse, sin lubricante, loca,</div><div>como quien decide que el rayo que arroja</div><div>escribe una realidad tangible, áurea,</div><div>donde hay liebres rosas, </div><div>moluscos dorados.</div><div>No podrán enseñarte aquello que no saben,</div><div>lo único que debería poder enseñarse.</div><div>Ellas llenan la noche,</div><div>el tejido transparente del cielo vibra</div><div>en la ventana, delante de tu máquina.</div><div>Hay astillas de vidrio en la pantalla</div><div>donde querrías escribir un artefacto plausible,</div><div>un relato donde se arme con precisión</div><div>aquello que no pudiste decir,</div><div>que, suponés, otros no pudieron,</div><div>y de lo que dan pobres señales las palabras,</div><div>los ojos, </div><div>aun los hechos, duros.</div><div><br /></div><div><b><br /></b></div><div><b>Nota: Flores</b></div><div><br /></div><div>Presento las flores en el balcón;</div><div>tienen una orgiástica misión privada.</div><div>Con habilidad miro las flores</div><div>y de ellas el sentimiento</div><div>no lograría captar en años</div><div>de escritura sinuosa y delgada.</div><div>Diría que se han abierto a la lluvia y a los truenos</div><div>y mucho de todas maneras se me escapa.</div><div>Más allá de las analogías humanas,</div><div>y ocupada la mente en llamadas</div><div>que haré después,</div><div>miro las corolas rojas</div><div>desde algo parecido al zen.</div><div>Era lo que decías, esperar, con la mirada acá</div><div>y la cabeza en un nirvana de ocupaciones varias.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El coro inventa a su director</b></div><div><br /></div><div>A la edad que tiene el director del coro,</div><div>Alejandro de Macedonia llevaba siete años en su tumba, </div><div>y él quizá lo sabe.</div><div>Sin embargo, es el coro su obra mayor,</div><div>comprende en algún momento en la profundidad </div><div>del Magnificat Anima Mea</div><div>-en un golpe de voces que jamás se repetirá-,</div><div>cuán cerca está de descender hacia el Punjab</div><div>en medio de radiantes armaduras</div><div>y cómo </div><div>en ese ajuste perfecto de sonidos humanos</div><div>y un "algo más" que escapa al programa,</div><div>se unen el cielo con la tierra</div><div>como no sucedía en los confines del mundo</div><div>según creían los anhelantes soldados del Magno.</div><div>Desconocieron la equivocación;</div><div>en todo caso la porción de gloria</div><div>de cada uno no se modifica,</div><div>pero la del director es sólida:</div><div>no teme lo que está más allá,</div><div>al alcance de la mano, lejos.</div><div>Querría entrar allí y su cuerpo se tensa </div><div>en los momentos más altos del oratorio</div><div>en una parroquia provincial.</div><div>Después se olvidará, lo sabrá distraídamente.</div><div>Quizá uno que consigue algo así</div><div>debería recluirse para siempre</div><div>En la puerta de la parroquia le dan flores</div><div>y aumenta la confusión.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: El Teuco lee a un poeta irlandés</b></div><div><br /></div><div>Desde arriba hace dos o tres mil años,</div><div>esta planicie plagada de pensamientos </div><div>se vería como una prístina heredad.</div><div>El que ahora es Río de la Plata</div><div>haría sonar su campana seca.</div><div><br /></div><div>Cómo funciona el pensamiento </div><div>aquí puede verse,</div><div>en la vibración de los vidrios</div><div>por el tráfico,</div><div>en las páginas abandonadas</div><div>sobre los muebles.</div><div>No cantes hermano;</div><div>ha de haber una simetría entre</div><div>la áspera respiración de la cultura</div><div>y nuestras almas que en este instante</div><div>dan vueltas sin encontrar apoyo</div><div>aun cuando a su disposición tienen el perchero</div><div>y otras líneas salientes de la habitación;</div><div>como</div><div>si ellas vieran una realidad distinta</div><div>o la ausencia de realidad absoluta.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: El sereno del garaje nocturno</b></div><div><br /></div><div>Los que saben hablar no tienen tu oficio.</div><div>Las mandíbulas apretadas no son tu dote,</div><div>son la mordida sobre las palabras</div><div>que siempre saldrían equivocadas de tu boca,</div><div>llegado el caso.</div><div>No tenés oficina confortable.</div><div>Pasás las horas en tu redil,</div><div>rodeado de precarios objetos industriales.</div><div>Un lenguaje el calentador eléctrico,</div><div>el televisor con nevisca eterna,</div><div>dos páginas de un diario de ayer.</div><div>Y el silencio de la máquina tickeadora</div><div>que diría lo único que de vos se espera.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El condenado</b></div><div><br /></div><div>Quisiera hacer un experimento conmigo mismo,</div><div>dijo el viejo farsante.</div><div>-Todo experimento será nulo, porque te has dedicado</div><div>a mentirte con empeño.</div><div>Todo experimento será de resultados falsos,</div><div>montado como estará sobre falsas premisas.</div><div>dije, y miré sus ojos de ensoñación.</div><div>-Tengo derecho a decir, dijo después de un rato,</div><div>que comí una vez junto a un piano desvencijado</div><div>y vi en la ranura entre la tapa y el borde del piano</div><div>una pequeña virgen fulgurante, como un hada</div><div>pequeña, una visión, digo,</div><div>y cierta vez pude ver una especie de pájaro</div><div>graznando y aleteando en círculos sobre unos galpones,</div><div>iba y venía desde los galpones a un descampado,</div><div>inquieto, en la paz oxidada de esa siesta,</div><div>como si quisiese dar aviso a alguien sobre algo</div><div>que yo no alcanzaba a percibir en toda su extensión.</div><div>Tengo derecho a decir que comí en un restaurante decadente,</div><div>bajo grandes cirios, melancólico y sabio,</div><div>aunque mi amiga era una cajera de supermercado</div><div>que, creo, entendió el guiño.</div><div>Esta es la música de cada uno</div><div>en su horrible falsedad.</div><div>Mi experimento consiste en negarlo</div><div>y aparentar que vivo sin música ni enigma.</div><div>-El resultado evidente será otra mentira, dije.</div><div>Como una especie de pájaro que quisiera dar aviso de algo</div><div>cuya extensión se me escapaba,</div><div>chillaron sus ojos atrapados en el teorema mortal.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: El viejo</b></div><div><br /></div><div>En su vejez piensa</div><div>el narrador</div><div>cuando se dice que sus hijos</div><div>se perderán en un mundo muelle,</div><div>no conmovido por el estupor de la letra,</div><div>arrastrado por el agua de las lluvias</div><div>que nada significarán para ellos,</div><div>como para él la lluvia sobre Filadelfia "significa".</div><div>Preocupado por el corazón de su descendencia,</div><div>que yacerá, oscuro, en un cántaro arruinado,</div><div>y por las maquinarias poderosas que barrerán</div><div>en el centro comercial vestigios de aquellos latidos,</div><div>oscurecido él, prematuramente, por hijos que no tuvo,</div><div>piensa sólo en él, y a quien no sabrá leerlo</div><div>condena de antemano.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Nota: Casas de verano</b></div><div><br /></div><div>La casa en aquella vuelta del camino,</div><div>las paredes ahumadas aunque no había</div><div>hogar ni estufa a leña, y aquel</div><div>gorgoteo que escuchamos toda la noche</div><div>pese a que el depósito del baño,</div><div>cuya tapa yacía en el suelo polvoriento,</div><div>estaba seco y vacío, atravesado</div><div>por telarañas, y la bomba de agua</div><div>a motor estaba demasiado lejos</div><div>y el motor estaba oxidado.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El legado de los maestros</b></div><div><br /></div><div>Ese es tu reino; está después de aquel jardín</div><div>con lamparitas eléctricas de colores; después del Bósforo,</div><div>más allá de ese Chaco de auroras calientes en el que vuelan</div><div>en torno a los mosquiteros grandes polillas nocturnas.</div><div>Ese es tu reino. Los construiste sin soñarlo. En los</div><div>restaurantes que frecuentabas con amigos, en las tardes</div><div>de la más triste desolación, cuando abandonabas tus</div><div>trajes viejos usados, tus camisas raídas; cuando veías</div><div>el cielo lavado, sin bandadas; cuando pasabas a toda prisa</div><div>detrás de la iglesia, cuando olvidabas. Es tu reino,</div><div>el de las cosas que se acercan como mangostas,</div><div>se refriegan contra tus pantorrillas y trasmiten</div><div>la quietud de Esparta abandonada por su ejército.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El canto de las arañas de cristal</b></div><div><br /></div><div>El único silencio en todo ese salón era</div><div>el de las arañas de cristal.</div><div>El viento se filtraba por una ventana entornada</div><div>y movía apenas los caireles.</div><div>En las paredes atronaban las escenas de cacería.</div><div>La mesa, congelada en un corcovo, expulsaba</div><div>libros, plumas, un abrigo de paño grueso.</div><div>Las sillas oraban. El armario se hinchaba como el mar.</div><div>Rugían la cristalería y los reflejos del agua.</div><div>Aullaba como un condenado el candelabro.</div><div>El único silencio musical </div><div>era el del movimiento sin esperanza</div><div>de las arañas de cristal.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Pasa el heraldo del amor</b></div><div><br /></div><div>Se ha perdido quién sabe qué cosas.</div><div>Todo en él fue ingobernable.</div><div>El pozo simple, la polea, el engranaje,</div><div>las hendiduras de su espalda eran un paisaje</div><div>más extraño que Madagascar o el Ponto rojo</div><div>lejanos en el espacio y en el tiempo, </div><div>pero nunca como el otro lado de su cuerpo.</div><div>Reconstruyó la leyenda muchas veces,</div><div>frecuentemente desencantado, con ojeras pálidas;</div><div>consciente de su fracaso. Sin ilusión volvía</div><div>a la intemperie, a la tempestad de la que renacía</div><div>como de íntimas sábanas revueltas. </div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>La presencia física</b></div><div><br /></div><div>Está cantando, pero hay que decirle </div><div>que la medición del tiempo es imposible.</div><div>Ha huido de los segundos y las horas</div><div>en un acto erróneo que puede costarle caro.</div><div>Que mire la calle cuando sale,</div><div>que crea en el milagro de ese instante</div><div>que es puro azar: se debe a cierta benevolencia</div><div>del clima que podría destruir los objetos grises,</div><div>el perro echado en la puerta del taller mecánico.</div><div>Que mire su reloj: no mide el día,</div><div>no mide ese edificio, el árbol ralo.</div><div>Mide una ignota circunstancia que no puede llegar,</div><div>que está ocurriendo, que golpea en su esfera,</div><div>como barcos que se estrellan en los acantilados.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El zumbido del ángel</b></div><div><br /></div><div>Era inútil que recorriera los museos, las muertes</div><div>vestidas de mujer, sus vestimentas grises</div><div>y el graznido aprendido en las rocas del Hades,</div><div>aquel país donde el cielo poblado de ruidos</div><div>les enseñaba desde temprano a graznar.</div><div>Pues, ¿qué podían saber aquellas mujeres</div><div>sino anunciar el fiero pasaje con gritos?</div><div>Y el Sacrificio, una y otra vez,</div><div>Pedro, Esteban, Santiago, Prometeo,</div><div>como si el error o el exceso no fueran</div><div>las grietas adecuadas para descender al Río Tormentoso.</div><div>¿Habría de aprender a graznar? ¿Habría de entrenar</div><div>el espanto y entregar su óbolo de sangre?</div><div>¿No había dios en él? ¿No había mapa</div><div>dibujado en las maderas de las naves que se hundieron</div><div>en el deslinde entre el mundo de la calle y el torbellino?</div><div>Búscalo más allá, en las manadas, en los estallidos:</div><div>la voz resonaba en el laberinto de imágenes de mortificada carne.</div><div>Y vio las cigüeñas sobre los techos, y el agua</div><div>que se arrojaba a los cauces de la montaña,</div><div>y en el delirio de las rutas y las autopistas,</div><div>y en la estela de humo de los aviones, y en los hornos</div><div>y la soldadura eléctrica descifró un mensaje que calló con él.</div><div>Otros los habían escrito con inconscientes abismos;</div><div>habían doblado el hierro y alzado el cemento, aplastado ortigas,</div><div>galopado contra los ponientes sin propósitos plásticos;</div><div>sonámbulos que reían o eran avasallados en el desayuno</div><div>por el inconmensurable presente; los que trabajaban sin ideas</div><div>precisas, componiendo el estruendoso hoy, siguiendo</div><div>planes, ejecutando órdenes, holgazaneando, muriendo.</div><div>Mírate en su obra, dijo la voz en los pasillos.</div><div>Mírate en el confuso mapa de la obra. Ignoran</div><div>si iluminan el plan de Dios o sólo elaboran confort</div><div>y cuevas y rutas de caza, y si sobreviven o reinan,</div><div>si son unos o todos, si el libro los escribe o es escrito,</div><div>si se externan y exilian o avanzan hacia ellos; si vencen</div><div>el tiempo que han creado para medir su propia angustia,</div><div>si es trabajo lo que hacen o es la vida, lo que llaman vida</div><div>y su tejido profundo en el que suenan otras botas,</div><div>otras pisadas afelpadas, otros zumbidos</div><div>y construcciones, y donde otros trabajan de modo semejante,</div><div>pero con un sentido inequívoco, pues sobre su altares</div><div>vuelan criaturas de carne y hueso y de ojos certeros. </div><div><br /></div><div><br /></div><div><b><span style="font-size: large;">2</span></b></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>La Ciudad de los Estoicos</b></div><div><br /></div><div>1</div><div>Queridos demonios. Alejados a la riba por el verano.</div><div>Vuelven entre las nubes pero no se encuentran</div><div>a gusto en las calles destempladas. </div><div>Exiliados demonios en diálogo lacónico con Dios.</div><div>Han pactado dejarnos en paz, </div><div>en una luz eléctrica </div><div>que se confunde con resplandor.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>2</div><div>¿Qué? Antes me perdía en el matorral de las palabras.</div><div>El haiku era tu llegada.</div><div>Ahora miro la impenetrable lucidez de las cosas.</div><div>Hablarán siempre ese idioma de ellas.</div><div>Y serás siempre el colofón.</div><div>El pájaro que vuela. El cartel arrancado.</div><div>Golpearán las ramas los postigos en los cuentos.</div><div>El solitario volverá de las llanuras.</div><div>Las ciudades se hundirán en la falla</div><div>de espanto y de miseria.</div><div>Y la caballería retumbará en el desfiladero.</div><div>Porque habrá ecos de no sé qué humanidad</div><div>y te habré amado, el día de fuego de los ángeles</div><div>reducidores.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>3</div><div>Tokio: Abdías</div><div>Luces blancas y celestes en pasillos de espejos</div><div>con el sonido de bucles y chicharras de las máquinas electrónicas.</div><div>Ciudad tenue y aguda donde habita el espíritu</div><div>que ha perdido el pensamiento.</div><div>Pequeño entre las naciones porque he vivido en rocas hendidas,</div><div>hologramas me llevaron adonde había zumbidos y monedas.</div><div>¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! </div><div>Sus tesoros escondidos fueron buscados. </div><div>En los burgers comen y leen diarios y cotorrean.</div><div>Y nadie entiende las noticias que repiten el crimen</div><div>multiplicándose en pantallas infinitas.</div><div>Todos pueden entrar y salir.</div><div>El odio acabará con algunos y les tomará fotos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>4</div><div>En los labios se gasta la palabra amor.</div><div>Los televisores repiten la palabra en silencio.</div><div>La civilización ha encontrado la eternidad.</div><div>Televisores y objetos metálicos, puertas y vidrieras</div><div>Repiten la imagen de millones de labios que dicen amor.</div><div>Cantan los equipos de refrigeración, los pasos</div><div>en una escalera, un reloj, la caída de un vaso </div><div>descartable. En el silencio de Elba la mente imperial</div><div>ha hecho contactos cerebrales, dos, tres, cuatro.</div><div>Ha organizado la aritmética de una gesta.</div><div>Y de eso se olvidaron los que almuerzan, eructan,</div><div>y miran desde edificios de vidrio los barrios arruinados.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>5</div><div><b>Samurai</b></div><div>Te pido me perdones, porque he ido y venido</div><div>De los cables al paredón, como la mosca,</div><div>En una epopeya maniática.</div><div>La humanidad que parece un vasto programa</div><div>Me extravió en sus circuitos repetitivos.</div><div>Rindo el sable a tus pies.</div><div>Su filo ha podido cortar tu chal en el aire.</div><div>Me entrego a tu vastedad.</div><div>Y no he podido comprender.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>6</div><div><b>Abdías : 6</b></div><div>El silbido de la épica en el mingitorio.</div><div>Las cañerías que cantan la dicha suprema</div><div>de medir palmo a palmo el silencio</div><div>y ponerle suturas maestras al Espíritu Tormentoso.</div><div>Atrapado en la red de sus cañerías, el viento</div><div>no alivia ya la ciudad de los macaneos.</div><div>Ante sus puertas, sus enemigos la entregan a las habladurías.</div><div>Y vos estás entre ellos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>7</div><div>Lavada el aura de todas las rendijas.</div><div>Ni el fantasma del humo, ni huella en esta pulcritud.</div><div>Falsas las señales, pero honestas, pues proclaman</div><div>“por aquí no se va”: en el habla, ni huella del trabajo </div><div>ni del sudor de la salvación.</div><div>Demonios de abstracciones sintéticas </div><div>no atraparán el alma</div><div>de los que se pierden: </div><div>el alma los entretiene.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>8</div><div>Será que la vacuidad los retuerce, pero hablan.</div><div>En esos bares vidriados y en un hall de invernadero.</div><div>Cada día dicen lo que han dicho.</div><div>No construyen pagodas como hechos psicológicos</div><div>sino el abracadabra de los contactos esporádicos.</div><div>“Me lo dijiste ayer”. “¿Te lo había dicho?</div><div>“Me gusta que la gente se enamore y tenga hijos.”</div><div>“La crisis de la pareja, ya hablamos de eso.”</div><div>“En tanto se resuelva, me gusta que la gente...”</div><div>“Ya hablamos de eso.”</div><div>Trasbordo. Tomo el tren eléctrico. No veo hoy</div><div>la sombra del milano, ni mañana la veré;</div><div>la raya atareada en su aleteo entre los manglares</div><div>no percibe que la trompa está a punto de sonar</div><div>y que el ángel liberará el sello; siempre a punto</div><div>de sonar, mientras las señales electromagnéticas </div><div>perforan nubes y ciudades, rebotan, repican, crean</div><div>el universo sustituto, para cuando no estés tú, ni yo, ni aquellos,</div><div>y una almería seca, ritual, sea recorrida por alelados.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>9</div><div> “... <i>y en el centro de la ira</i></div><div><i> está fuera de peligro</i>.”</div><div> W. H. Auden</div><div><br /></div><div>Tienen el poder abstracto grabado </div><div>en su lenguaje rápido.</div><div>Mas aquello es el poder, </div><div>y esto la difusa evocación de la cocina</div><div>en las que éramos rey.</div><div>En la lapa de las palabras estancadas </div><div>nuestro reino cabe,</div><div>con piel de cabra y con palo armado.</div><div>Ellos no disputan esta llave </div><div>que cuidamos con espanto,</div><div>pues nada abre.</div><div>Saqueada fue la ciencia </div><div>y el secreto destazado.</div><div><br /></div><div>Las ocultas claves, </div><div>los nichos de la sabiduría, el jardín cerrado,</div><div>la relación entre el impulso íntimo y el álgebra divina</div><div>contada en mosaicos y catedrales;</div><div>el insistente círculo, las arquitecturas;</div><div>el que indicaba con dedo luminoso</div><div>los arcos en los que debíamos perdernos:</div><div>todo ello es vendimia pisoteada</div><div>y la cólera del rayo no destilan</div><div>nuestras gotas de sudor perdido</div><div>en el afán con que nos movemos</div><div>para lograr cambios de ideas,</div><div>mientras razonamos y cambiamos</div><div>nuestras ideas acerca de lo que debería cambiar.</div><div><br /></div><div>Sucios beduinos, carne de derruido hospital.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>10</div><div>Como si miraras tanques de petróleo</div><div>que un ángel lelo y laborioso esparció</div><div>sobre arenales y pedregosos terrenos,</div><div>así esta Babilonia tiznada y refractaria</div><div>mirarás cada mañana, asediada</div><div>por su propia extensión, rodeada</div><div>de casamatas y campanarios,</div><div>atravesada por maquinaria rodante,</div><div>autopistas y vientos, atoradas</div><div>las alcantarillas, sucio y roto el pavimento.</div><div>La abrupta interrupción de una idea,</div><div>el ataque caníbal a los dioses meditativos</div><div>se repite en el inalcanzable escenario.</div><div>¡Por Dios, no arrojes al barro tibio de la indecisión</div><div>la espada que brilló en el sueño!</div><div><br /></div><div>Una construcción nunca terminada,</div><div>cuyo esqueleto en invierno ennegrece</div><div>ocupa la ventana de la fonda en la que almorzás</div><div>pan, vino, carne de un desmesurado sacrificio.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>© Jorge Aulicino</div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-17061009622263981522023-09-29T11:38:00.005-03:002024-02-09T05:03:53.676-03:00Entrevista / La idiosincrasia del idioma<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2CF1xuoJ7jnBg-9nkn33cQaFhvENPLllvPe6526-834J2O1dKJa4jaTukacDYtsJmtULBsNOv78nRVzgqbKDMCvVhLrj4e8LTpyz7tbIcitxx5G6Adr1iYipntVXsTI84fRRNwL9w8TtGfaP2XMCqaFGO4P40fjc5PamVXEnEJdai5bKu8mroQQ/s969/Aulicino_elegida13220_1200w.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="593" data-original-width="969" height="245" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2CF1xuoJ7jnBg-9nkn33cQaFhvENPLllvPe6526-834J2O1dKJa4jaTukacDYtsJmtULBsNOv78nRVzgqbKDMCvVhLrj4e8LTpyz7tbIcitxx5G6Adr1iYipntVXsTI84fRRNwL9w8TtGfaP2XMCqaFGO4P40fjc5PamVXEnEJdai5bKu8mroQQ/w400-h245/Aulicino_elegida13220_1200w.jpg" width="400" /></a></div><br /><div>Martín Bentancor - <a href="https://ladiaria.com.uy/libros/articulo/2023/9/la-idiosincrasia-del-idioma-con-el-poeta-jorge-aulicino/" target="_blank">La Diaria, Uruguay</a> - 15 de septiembre de 2023 -</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Cuando joven, Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949) se formó como poeta –signifique esto lo que signifique– en el Taller Literario Mario Jorge de Lellis, espacio al que también asistían otros escritores en ciernes como Irene Gruss, Marcelo Cohen y Daniel Freidemberg. Cuando joven, también, se propuso entender lo que decían los poetas italianos en su propio idioma, iniciándose así su derrotero como traductor que, con los años, lo llevó a verter al español a Cesare Pavese, Eugenio Montale, Pier Paolo Pasolini y Luciano Erba, entre otros, además de publicar, en 2015, su impresionante versión en tres tomos de la Divina Comedia.</div><div><br /></div><div>Como periodista, durante décadas fue un animal de redacciones en agencias, revistas, diarios y suplementos, y en 2015 recibió el Premio Nacional de Poesía. Desde hace 17 años administra el blog Otra iglesia es imposible, que se actualiza a diario con poemas de autores que conforman una lista kilométrica, volviendo al sitio un espacio de lectura y consulta obligada.</div><div><br /></div><div>A primera hora de una tarde del otoño tardío y en un pequeño café sobre la avenida Rivadavia, en Buenos Aires, transcurrió la conversación con este escritor nocturno que, como poeta o traductor, persiste en escudriñar el sentido que se esconde en el revés de las palabras.</div><div><br /></div><div><b>Lectura cruzada</b></div><div><b><br /></b></div><div><b>Siendo un muy joven poeta, le enviaste tu primer libro –hoy desaparecido de tu bibliografía– a Raúl Gustavo Aguirre, reconocido bardo y traductor de Rimbaud y Apollinaire. ¿Qué te respondió?</b></div><div>Lamentablemente ya no tengo la carta, que estaba escrita a máquina y firmada a mano, pero lo que recuerdo es que me daba como una pequeña palmada tolerante, diciendo que se notaba la influencia de grandes maestros, que ese era un buen camino y que por ese camino tendría más logros. En una palabra: evitaba hacer una crítica, pero lo que me estaba diciendo era la verdad, que se trataba de un librito lleno de imitaciones, de influencias muy cruzadas.</div><div><br /></div><div><b>¿Qué edad tenías en ese momento?</b></div><div>18 o 19 años. Cuando salió el libro tenía 20, pero los poemas los escribí en los años anteriores. Era un momento en el que estaba leyendo de todo y donde se mezclaba todo, por adición. Estaba muy influido por Mayakovski, Walt Whitman, Raúl González Tuñón, una mezcla que al fin y al cabo es muy de acá: una mezcla de influencias de grandes poetas europeos con una especie de porteñismo, con una mirada hacia la ciudad muy intensa. Pero en ese entonces, en mi caso, todo eso estaba muy mal asimilado.</div><div><br /></div><div><b>¿Cómo operó en tu escritura y en tu propia percepción del hecho literario la asistencia al Taller Literario Mario Jorge de Lellis?</b></div><div>Ahí continuó la lectura cruzada, sobre todo porque comenzaron a intervenir otros poetas en ciernes que influyen, en el sentido que influye lo que ellos estaban leyendo. En el taller había un intercambio de libros y lecturas muy intenso, y en ese sentido me influyó muchísimo. Comencé a leer a poetas que nunca había leído. Ahí, justamente, empecé a leer a los poetas italianos más a fondo, y a tratar de leerlos en su idioma. En aquel momento, la segunda mujer de mi padre, mi madrastra, era profesora de italiano, por lo que yo leía los poemas de Ungaretti o Pavese con ella para tratar de entenderlos, y de esa manera aprendí el idioma. Esa fue la experiencia del De Lellis, taller al que le pusimos ese nombre como una especie de marca muy porteña, porque De Lellis era un poeta del tango, no un letrista, sino un poeta en quien estaba muy presente el tango en el sentido de la ciudad, el café y la melancolía. Era, a la vez, un poeta muy influenciado por Neruda, una especie de cruce de Neruda con Vallejo.</div><div><br /></div><div><b>Oficio de poeta</b></div><div><b><br /></b></div><div><b>¿Cuál fue el poema que escribiste en aquellos años que podés considerar como el punto de arranque de tu obra?</b></div><div>Para mí el comienzo estuvo mucho después de aquellos libros iniciales, durante la dictadura, con un librito muy pequeño que edité en 1983,<i> La caída de los cuerpos</i>, cuando terminó el ciclo militar nefasto, con poemas muy breves, como frases o pantallazos, y con un lenguaje mucho más ajustado, realista, menos sentimental. No te podría decir uno en particular, pero creo que ese conjunto de poemas marca el comienzo.</div><div><br /></div><div><b>Tenías 25 años cuando publicaste <i>Vuelo bajo</i>, el que sería tu primer libro de poesía oficial, ya que los dos primeros se perdieron...</b></div><div>... en la bruma de los tiempos, sí. En <i>Vuelo bajo</i> empieza a haber un ajuste del lenguaje, donde comienza a funcionar la influencia del taller y a sentirse otras influencias, como la lectura de Montale, Pessoa y otros poetas más magros en la expresión, menos efusivos. Si bien todo empieza en <i>Vuelo bajo</i>, yo creo que el primer escalón para los libros que vinieron después fue <i>La caída de los cuerpos</i>.</div><div><br /></div><div><b>Cuando en 2012 publicaste<i> Estación Finlandia</i>. <i>Poesía reunida</i>, optaste por dejar fuera algunos de los poemas de <i>Vuelo bajo</i>. ¿Algunos poemas desfallecen con el paso del tiempo, o la mirada del poeta cambia de tal forma que ya no los siente como suyos?</b></div><div>En el caso de esa poesía reunida hubo un proceso de descarte, de dejar afuera lo que me parecía que tenía que ver con lo anterior, de lo que en términos generales llamo sentimentalismo, una efusividad afectiva muy grande. El proceso fue el de ir tomando distancia, no sólo de ese libro en particular sino de las cosas; una actitud más fría, despersonalizada, que a mí me ayudó mucho ante lo que también era producto de la época. O sea, si queremos poner las cosas en términos sociales, ante una desgracia como la que se vivía acá, con la dictadura, uno tiene dos formas de reaccionar: llora o se endurece. Y a mí me parece que en mi generación hubo una especie de endurecimiento, como una reacción ante la generación anterior a la nuestra, que era mucho más tanguera, más llorona.</div><div><br /></div><div><b>El poema que abre <i>Estación Finlandia</i> es “Saludo a Bret Harte”, que proviene de <i>Vuelo baj</i>o. Bret Harte, más que como poeta, por estas latitudes es conocido como un escritor costumbrista, aunque es verdad que ocupa un papel algo extraño dentro del panorama de las letras estadounidenses. ¿Leías entonces a Bret Harte? ¿Lo leés ahora? ¿Gravita de alguna forma en tu escritura?</b></div><div>A Bret Harte lo leí durante mucho tiempo. Es una herencia de González Tuñón. Él lo apreciaba mucho a Harte y lo mencionaba, así como mencionaba a otros escritores y libros que ahora tampoco son canónicos, como <i>El gran Meaulnes</i> [de Alain-Fournier]. Ahora bien, el punto de vista en aquel momento no era lo pintoresco sino la cuestión legendaria, lo que en el caso de Harte era el paisaje del lejano oeste visto de una manera llamémosle mágica, más que épica o costumbrista. Esa era un poco la visión que tenía Raúl y que, de alguna forma, nos trasladó a los lectores más jóvenes. Varios de mi generación leíamos a los autores que él nombraba, y siempre se trataba de autores que no eran del canon, menos frecuentados, a los que él rodeaba de un halo mágico y legendario. A Bret Harte lo leí en ese sentido, y creo que el poema traduce un poco esa lectura. Habla del cruce entre el sueño y la vigilia, y el punto en el que encuentro a Harte es ese, donde se cruza la realidad con la fantasía. Es un autor novelesco, en el antiguo sentido del término. Además, curiosamente, uno de los cuentos de Bret Harte impresionó mucho a Borges, cuando escribió el prólogo a una selección de relatos. Me refiero a “Los desterrados de Poker Flat”, en el que por una cuestión moralista unos personajes son expulsados de un pueblo, salen en una diligencia y quedan atrapados en la nieve. Y acá va un spoiler: mueren todos. A Borges le impresionó mucho la última escena, en la que el personaje del jugador se sienta para morir recostado a un árbol y con un cuchillo clava un naipe con su epitafio.</div><div><br /></div><div><b>La interna del poema</b></div><div><br /></div><div><b>En 2020 apareció <i>Poesía reunida</i>, una suerte de actualización de <i>Estación Finlandia</i>, pero ahí el orden de los libros es al revés, o sea, desde el más reciente hacia los primeros. ¿Por qué optaste por ese criterio?</b></div><div>La idea fue del editor Javier Cófreces, de Ediciones en Danza, y aunque al principio me pareció rara, después me dije por qué no, si al fin y al cabo yo cuando tengo en mis manos la obra reunida de un poeta primero voy al final, donde está lo más reciente, para ver el punto de llegada y no el de partida.</div><div><br /></div><div><b>No sólo has escrito poesía sino que, además, has reflexionado largamente sobre el género. En ese sentido, tu libro <i>Poesía y política</i> (Ediciones del Dock, 2021) reúne tus columnas para el Periódico de Poesía, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Más allá de todas esas máximas que rodean a la poesía –que se lee poco, que a los poetas los leen otros poetas, que editorialmente no es redituable, etcétera–, ¿qué desafíos enfrenta la poesía en estos tiempos de inmediatez, de emoticones que sustituyen palabras y ante el avance de la inteligencia artificial?</b></div><div>A partir del siglo XX siempre hubo una relación conflictiva entre la poesía y la tecnología. La tecnología a lo largo de todo el siglo XX representó mayor velocidad en la transmisión, al punto de que llevó a Marshall McLuhan a decir aquella frase célebre de que “el medio es el mensaje”. O sea que, más que el hecho en sí, importaba la velocidad a la que se lo transmitía. De todo eso fui testigo como periodista: salías corriendo con cualquier noticia que estabas cubriendo, en una época en la que no había celulares, para comunicarla por teléfono. Por ejemplo, un político hacía un anuncio y los periodistas salían corriendo hacia los teléfonos que estaban cerca, que eran pocos, para comunicarla. Era una pelea. De algún modo, esa pelea por el teléfono condicionó a la poesía siempre. Los futuristas italianos, por ejemplo, enfrentaron la situación haciendo una especie de elogio de la velocidad, o del modernismo. Marinetti es eso. Y esto se fue acentuando en este siglo con una especie de transmisión que casi desplaza al transmisor, porque lo que interesa es lo que vemos en la pantalla. Es un proceso en el que vamos perdiendo el cuerpo. Me sorprende cuando me encuentro con gente que conozco “de internet” y es muy diferente a lo que uno supone, porque lo que se ve en la pantalla es como un fantasma, que borra la dimensión física del mundo. Me parece que la poesía todavía está un poco atónita ante esta realidad; no veo cuál puede ser la reacción interna, digamos. La reacción externa hacia afuera, desde el punto de vista de la difusión, las ventas, siempre es la misma: estamos en un margen muy lejano del mundo editorial y hay que asumir eso como una forma de ser de la poesía. A esta altura no podemos pretender que todo se trata de una conspiración contra la poesía, simplemente que funciona o no funciona de esa manera.</div><div><br /></div><div><b>En otro idioma</b></div><div><br /></div><div><b>Desde la infancia, en tu casa paterna tuviste contacto con el italiano, pero te convertiste en traductor en la “edad adulta”. ¿Cómo fue el proceso que te llevó a convertirte en traductor?</b></div><div>Me parece que todos los traductores lo que tratan de hacer es que el autor al que traducen suene en su propia lengua, lograr el equivalente, digámosle así. Se trata de una meta imposible porque no hay equivalente perfecto. Sí hay palabras que de un idioma al otro es indudable que significan lo mismo, pero aun así suenan de otra manera, y ya eso marca una diferencia y tiene una importancia en el resto del discurso que no es secundaria, porque el modo en que suena también es importante. No es lo mismo decir “agua” que “acqua”, como dicen los italianos. Todas esas cuestiones tienen que ver con el hecho de que, para traducir, primero se debe conocer la idiosincrasia del idioma y luego hay que encontrarle una forma en tu idioma. Uno no hace esto como una vocación de servicio, bah, no en mi caso al menos, en el caso de los traductores vocacionales como soy yo, que en cierto modo soy un aficionado, que no trabajo de esto y muy pocas veces me pagaron por mi trabajo. El tema es preguntarse si yo entiendo esto en el mundo del idioma original, cómo sonaría en el mundo de mi lenguaje, pero manteniendo a la vez, y esto es importante, la distancia, porque no puedo meterlo en mi mundo totalmente. Hay un atajo tonto que consiste en, por ejemplo, si uno traduce a un poeta italiano al porteño, usa el voseo y las palabras cotidianas de un argentino de Buenos Aires para acercarlo más. Y eso lo destruye. Me parece que el secreto está en mantener un juego de distancia y acercamiento; que se entienda en mi idioma pero que se mantenga cierto extrañamiento.</div><div><br /></div><div><b>¿Cuándo leías a Pavese en la traducción de Rodolfo Alonso pensabas que en un momento lo traducirías?</b></div><div>No, ni se me ocurría. Yo leía a Pavese con 20 años, y lo traduje a los 50.</div><div><br /></div><div><b>Me suena que en tu caso fue muy natural, por decirlo de alguna manera, cómo se fue dando ese proceso de traducción en tu propia formación de lector y escritor...</b></div><div>Fue un proceso de maduración y de conocimiento de la lengua extranjera. No es lo mismo lo que yo entendía del italiano a los 20 años que lo que entendía a los 50. Se dio naturalmente porque uno siempre elige cosas afines y porque siempre hay, como muchas veces nos reprochan a los traductores, algo de uno mismo que pone en la traducción, eso que hace que digan “todos los poetas que traduce Fulano se parecen entre sí y a lo que él escribe”.</div><div><br /></div><div><b>¿Y cómo se hace, al ser poeta, para traducir la poesía de otro autor sin que se evidencie la propia poética?</b></div><div>Se evidencia. Eso es inevitable. Yo no busco que se evidencie nada, al contrario, trato de recrear lo que entiendo que es el tono y el mundo verbal del autor que estoy traduciendo. Siempre se cuela algo porque, por ejemplo, si uno lee a los traductores argentinos ve cierta tendencia a transformarlo en un autor propio. Esto se lo reprochaban a Alberto Girri, que fue uno de los primeros que acá tradujeron poesía norteamericana contemporánea. Los críticos decían que todos los poetas que traducía Girri se parecían a lo que Girri escribía. A mí no me parece, porque he leído mucho las traducciones de Girri y veo que él buscaba la diferencia, aunque se nota cierta sequedad o austeridad, que era muy propia de la poesía que él escribía. Y cuando tenía que tomar determinada decisión, siempre elegía la más prudente, digamos, no la más exagerada.</div><div><br /></div><div><b>Dante y su tiempo</b></div><div><br /></div><div><b>¿Cómo fue el proceso de trabajo en tu traducción de la Divina Comed</b>ia?</div><div>Estuve muchísimos años para decidirme a hacer la traducción. Todas las decisiones generales fueron improvisadas, porque al principio lo que pensaba era hacer el Infierno, con el Purgatorio vamos a ver qué pasa y, cuando lo traduje, me dije que ahora debía culminar con el Paraíso. Ahí fue donde más vacilé, porque cuando lo comencé a traducir pensé que no podría terminarlo. Yo había venido traduciendo a lo largo de los años algunos cantos del Infierno, ya sea porque leía citas de esos cantos o porque en una lectura en prosa que había hecho de la obra, cuando era muy joven, determinados cantos me atraían especialmente. Hasta que un día me planteé por qué no intentar traducir todo el Infierno y recién ahí empecé a darme cuenta de cuál era el proyecto de Dante. A nosotros nos llegaba siempre la Divina Comedia a través de citas aisladas y nos parecía, al menos a mí, que todo eran fragmentos, que lo que podía salvarse de toda la obra eran pedazos, como cuando se hace una excavación arqueológica y se van rescatando ciertas piezas. En un momento descubrí que la obra en general es un proyecto increíble, y que Dante lo haya ejecutado es aún más increíble. De todo esto, claro está, me iba dando cuenta a medida que lo traducía. El método no fue otro que poner el libro adelante, empezar a traducir y confrontar –como la Divina Comedia tiene una historia de traducciones muy larga– con otras versiones.</div><div><br /></div><div><b>¿Con cuáles en particular?</b></div><div>La de Bartolomé Mitre, la de Ángel Battistessa, de la década del 60 del pasado siglo, y la de Luis Martínez de Merlo, que es más cercana en el tiempo. Traducía un canto y lo confrontaba con esas tres traducciones. Esa comparación te lleva a corregir cosas o a investigarlas más, sobre todo cuando encontrás muchas diferencias. Ese fue el método. Trabajé canto por canto y palabra por palabra, todos los días, y dedicándole alrededor de un año a cada libro.</div><div><br /></div><div><b>¿Cómo hiciste para aprehender o mantener esa actualidad que tiene la Divina Comedia, en el sentido de que Dante escribía su obra e incorporaba a personas que estaban vivas en ese momento? Tenías el recurso de la nota al pie, claro, pero voy más allá de eso, hacia el interior profundo del texto...</b></div><div>Yo busqué que las notas al pie fueran las menos posibles. El primer secreto es que se pueda leer fluidamente, lo que significa todo un problema cuando, como les ocurrió a muchos traductores, se intenta respetar el terceto endecasílabo y rimado. Eso es una limitación en el sentido de la fluidez y es lo que provocó que mucha gente se haya alejado de la obra, o que no haya querido o podido entrar. Creo que lo que hace que uno pueda mantener la lectura de la Divina Comedia, aunque no sepa exactamente quién es cada quién, es que una idea general de la época hay que tener, de los personajes con los que trataba Dante. A partir de ahí, lo que hace que los personajes vivan es que el relato sea fluido, legible, sin llegar a la pavada, como a porteñizar o lunfardizar la Comedia. No es algo difícil, porque fuera de algunos momentos en los que Dante complica un poco la sintaxis, es un autor bastante fluido. Logró que un italiano que hablaba el pueblo, que todavía no era el italiano sino el idioma de la Toscana, funcionara literariamente. Ese es su gran mérito lingüístico. Gracias a eso el toscano se convierte en el proto italiano.</div><div>---</div><div>Foto: Gabriela Salomone</div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-37372115125444510552023-07-06T00:10:00.013-03:002024-02-08T22:11:34.897-03:00Texto completo / Un poeta griego huye de Londres<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSjlq3Y7cHW0DH622Zt61BGQ6_n0zG0W3x3cJRoLLlupaTd1j4u9COrW5JyjKT7ZBPn9pIPDQobpDQMuUw3_z4lM98ztUC5v9G9hoWpy7BPwbLjIj7H2304Z1GwKPrwO8adojPTNrOEk7RtL0z60cDXoZMf8vYnhOGCOs2w51FG2oWea8YyNUNIQ/s1228/AULICINO%20tapa%20Poeta%20griego.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1228" data-original-width="826" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSjlq3Y7cHW0DH622Zt61BGQ6_n0zG0W3x3cJRoLLlupaTd1j4u9COrW5JyjKT7ZBPn9pIPDQobpDQMuUw3_z4lM98ztUC5v9G9hoWpy7BPwbLjIj7H2304Z1GwKPrwO8adojPTNrOEk7RtL0z60cDXoZMf8vYnhOGCOs2w51FG2oWea8YyNUNIQ/s320/AULICINO%20tapa%20Poeta%20griego.jpg" width="215" /></a></div><div><b>Un poeta griego huye de Londres</b></div><div><br /></div><div>(Texto completo publicado en 2018</div></div><div>por Griselda García Editora)</div><div><br /></div><div><b><br /></b></div><div><b>El poeta extranjero ensaya el idioma local </b></div><div><b>para hablar de su maestra</b></div><div><br /></div><div>Tú, que me diste el regocijo</div><div>de mis últimas horas en torno</div><div>al antiguo río de muselina,</div><div>que me amaste como a un vencejo</div><div>cuando vuela en picada hacia la</div><div>campiña de Macedonia;</div><div>mejor dicho, no vuela,</div><div>sino que cae</div><div>irremediablemente,</div><div>su pequeño cuerpo que resiste</div><div>mil atmósferas</div><div>se estrellará en una piedra,</div><div>en el capó de un auto alemán</div><div>o en la superficie de un charco.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El poeta griego huye de Londres</b></div><div><br /></div><div>Como a los ingleses, </div><div>me gustaban los viejos perfumes,</div><div>los empapelados y la ropa usada,</div><div>pero mi jardín interior decadente </div><div>se deshojó cuando las escuadras </div><div>clavaron sus bombas en los barrios </div><div>obreros o en Holland Park.</div><div>Desde las colinas vi la niebla oscura</div><div>pegada a las ondas del Támesis, </div><div>a los canales y a los setos. </div><div>Me dije:</div><div>¿cómo la especie logra ensamblar</div><div>la pesadilla en lo concreto?</div><div>¿Cómo es que ama las trompas </div><div>de los bombarderos, las bombas, </div><div>lo mismo que la cereza material, </div><div>la pelambre del ganado caprino,</div><div>la canaleta oxidada, </div><div>el musgo de la Navidad?</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>La prostituta eslava escribe su epitafio</b></div><div><br /></div><div>No fui yo la que narré mi cuerpo </div><div>sino el tonto galán que me compraba helados</div><div>y me supuso vestida con el manto de la Virgen</div><div>en el pueblo estólido donde nací.</div><div>También lo narraron otros amantes que se lavaban</div><div>el prepucio cuando de mi candidez hice negocio.</div><div>Viví expoliándolos hasta una edad avanzada </div><div>para mi época y mi oficio,</div><div>y morí sin demasiado esfuerzo, salvo</div><div>la maldita tos seca. ¡Bendita decadencia! </div><div>¡Olor de perfumes y exudaciones en los pasillos! </div><div>¡Lejana Alaska en la mirada </div><div>del recién llegado al puerto!</div><div>Floté en la cicatriz remota de su cara, </div><div>cambiante como las nubes,</div><div>que desprendía humo ácido.</div><div>Nubes de mi alma, desgarradas en los abedules. </div><div> Y me movía</div><div>en una complicidad con la muerte</div><div>que nunca pensé que podría yo tener</div><div>mientras rodaban calle abajo carros en la madrugada,</div><div>y eran rojos, amarillos, naranja los rayos de la aurora</div><div>que esperaba toda la noche, entre vino </div><div>con canela y viejos cuya sangre apenas latía,</div><div>pero aún reían, hasta cantaban,</div><div>tosían también, se agitaban como bebés</div><div>entre las sábanas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un poeta ruso medita frente a un viejo lavarropas</b></div><div><b>en el XVIII <i>arrondissement</i> de Paris</b></div><div><br /></div><div>Conservás tu poder intacto, aunque amarillea</div><div>tu pintura y el óxido ha cometido ataques notables en tu carcaza</div><div>bajo la que habrá charcos empozados de hace ¿cuánto?</div><div>¿Siglos?</div><div>Traquetea todo el piso de madera dura y vieja</div><div>y se oye tu poder centrífugo en toda esta casa,</div><div>preparada para habitar malamente</div><div>y adoptar como estética costras de sal que el clima deja </div><div> en la cornisas.</div><div>Tu poder está casi intacto,</div><div>apenas una tos cada tanto </div><div>entre las ruedas feroces en las que galopa el Apocalipsis.</div><div>Y es como el trueno tu voz que solo tiene una nota.</div><div>Y es gris como el cielo eterno del Norte o</div><div>como las lluvias del Canal o como los bosques desnudos</div><div>tu promesa de paraíso recuperado.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>En su exilio en europeo un intelectual chino</b></div><div><b>desiste de entender la Gran Guerra</b></div><div><br /></div><div>Fui amable con los grandes abanicos, me hinqué ante </div><div>la grulla y el tirano, porque todo en el mundo debía ser.</div><div>Un plan es un plan, y si no conocemos las entretelas</div><div>y son tétricos los días resonantes de tambores,</div><div>callar sin orar, mirar el horizonte o la zarza</div><div>que contienen la verdad en la misma proporción es la única chance.</div><div>Pero renuncio a tal gracia. Desespero.</div><div>Nada de lo ocurrido me es ajeno </div><div> y sin embargo</div><div>todo es inadmisible para la metafísica oriental</div><div>y la occidental y aun para quien niega a Dios.</div><div>Ahora escucho voces en el sistema de ventilación,</div><div>vuelan pájaros de papel en la noche de pizarra</div><div>y una lagartija en el alféizar parece extática.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un poeta nórdico evoca a Friedrich </b></div><div><b>Hölderlin en un hotel alemán</b></div><div><br /></div><div>Esa nieve cenicienta sobre</div><div>los techos y al costado del camino que vemos con aburrida frecuencia</div><div>podría ser tu fantasma, </div><div>y de hecho es mi pensamiento.</div><div>Aquí los siglos se acumulan como armas capturadas </div><div>y herrumbradas junto a un altar de pino.</div><div>Todo en vos tenía un aura eterna,</div><div>sin historia propiamente. Era todo</div><div> <i> sturm und drang</i>,</div><div>y un rábano por cena.</div><div>Desde entonces para nosotros no hay otro mundo</div><div>que el de las cosas que junto a los caminos </div><div> se hacen oscuras, </div><div>marca de locura</div><div>que nos hace vacilar sobre la racionalidad </div><div>del desayuno en un hotel internacional.</div><div>Es todo funcional, </div><div>casi trivial: </div><div>la máquina de café, el taxi que vendrá en un momento.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Romanza del viejo a quien solo </b></div><div><b>visita el delivery en </b><b>Lodz</b></div><div><br /></div><div>¿Qué sería de mi vida si esta noche</div><div>no sonara el llamador del portero eléctrico</div><div>y no oyera una voz que dijese "delivery"?</div><div>Y detrás de ella el rumor ya casi apagado de la calle,</div><div>y más allá intuyese mi mente </div><div>el temblor de unos árboles desplumados</div><div>o se engañaran mis oídos</div><div>creyendo oír las voces de los albañiles,</div><div>ya muertos, </div><div>que alzaron esta ciudad,</div><div>riendo o maldiciendo</div><div>bajo el sol,</div><div>y creyera oír, asimismo, el traqueteo de la maquinaria</div><div>en los abandonados galpones de la industria textil.</div><div>Porque todo eso escucho en la voz que dice delivery</div><div>aunque cuando baje solo vea a una niña con casco de ciclista</div><div>o los ojos brillantes de un motociclista</div><div>ensombrecidos por el casco que no se quita</div><div> como si fuera un antiguo soldado del Reich.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Iván Serguevich Turguénev se asombra de la</div><div>intrincada cultura europea</div><div><br /></div><div>Aquí están tan en contacto el piano</div><div>y el árbol, los crepúsculos y los </div><div>viejos souvenirs de bronce que, comparado con esto,</div><div>la epifanía en mis bosques y charcos </div><div>es cebolla y pan. Siervos y nobles </div><div>pasaban frente a ello sin otra conmoción</div><div>que el latido de su sangre, la que palpita </div><div>en las viejas catedrales,</div><div>las cúpulas, los árboles y los caminos</div><div>y los disuelve, así como este solitario en la </div><div>taberna, al este -creo- de París, mueve su tableta</div><div>efervescente en el agua de un vaso</div><div>después de la borrachera,</div><div>mientras miro las vetas de la madera en mi mesa</div><div>sobre la que he esparcido sin quererlo algo de sal.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un formalista ruso lee a Rubén Darío</b></div><div><br /></div><div> <i>cuando quiero llorar no lloro</i></div><div><br /></div><div>He visto cómo del marco nacen reflejos que hieren</div><div>el sentido final;</div><div>he visto cómo la estructura llamada básica se</div><div>convierte en el contenido de la forma;</div><div>cómo la ventana es el todo y la nada;</div><div>el flanco de una mujer, el absoluto.</div><div>Sobre mi mente volaron a menudo el yin y el yang </div><div>interrelacionados en conflicto, alejándose</div><div>como cuervos oscuros de sí mismos</div><div>acercándose silenciosos como anémonas.</div><div>En el fondo del acuario el pez muerto</div><div>me produce una piedad que me hace sentir falso</div><div>y desata mi llanto, aunque no quiera y me repito:</div><div>"no es por el pez que lloro,</div><div>no es por él, no es por</div><div>el pez".</div><div>Y no sé por qué lloro.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El doctor Watson anota un ejemplar de</b></div><div><b><i>Estudio en escarlata</i></b></div><div><br /></div><div>¿Qué tiene que ver un aneurisma en la aorta</div><div>con la ejecución matemática de una venganza?</div><div>O más precisamente con el rayo de sol</div><div>que cayó sobre las grupas del ganado</div><div>en un pueblo puritano de América.</div><div>El detalle trivial no interesaba a Holmes.</div><div>Sólo datos, si podían relacionarse,</div><div>como mi herida en Afganistán y mi apostura</div><div>que incuestionablemente, para su punto de vista,</div><div>daban por resultado un médico militar. </div><div>Supe de la existencia real del crimen </div><div>cuando sentí en la palma de mi mano</div><div>el corazón del asesino, que retumbaba</div><div>como un motor en un sótano decrépito.</div><div>Aquello se llamaba aneurisma,</div><div>y el hecho de que hubiera precipitado tres muertes</div><div>apenas era relevante para Sherlock. Un motivo lateral</div><div>que aceleró la venganza.</div><div>Dejó de ser relevante para mí, en cambio, </div><div>que me haya encaminado al bar Criterion</div><div>en un estado de ánimo solitario: bendije el encuentro</div><div>que me reveló la máquina inclemente,</div><div>confusamente escondida,</div><div>del Mal en la caja toráxica del mundo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Desde París, un corresponsal criollo escribe al </b></div><div><b>general Mitre</b></div><div><br /></div><div>Ahora los figurines y las revistas</div><div>de moda imitan a los trabajadores que comen</div><div>su asado en el delta del Danubio, en la vieja</div><div>Dacia, los altos botines clavados en el barro,</div><div>las botamangas arremangadas, el pulgar</div><div>en un bolsillo del chaleco.</div><div>Ese paisaje los reconcilia con la lucha</div><div>de clases y andan por Viena y Estrasburgo,</div><div>se los ve en los salones de pintura,</div><div>vestidos de esta suerte, quizá</div><div>al modo también de un pintor holandés</div><div>que se fue a vivir al sur de aquí</div><div>para pintar rústicamente girasoles y cabañas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Charles Dickens se detiene un momento </b></div><div><b>en la calle Mill</b></div><div><br /></div><div>Una caja de cartón, atrás de la pizzería, entretiene</div><div>mi desasosiego. Una caja inútil y por eso</div><div>quizá inocente, jocosa.</div><div>Pero la luz de arco eléctrico</div><div>la ilumina como en un campo industrial,</div><div>como en los alrededores de prisiones futuristas.</div><div>Aun así, el hombre de chaqué encontrará</div><div>fuerza en el verde desleído de la tela, </div><div>manufacturada en Manchester. La fe en la fuerza no decae.</div><div><br /></div><div>Ese alemán que pasaba el día en la biblioteca pública</div><div>leyendo libros de Adam Smith presentía un nuevo adviento</div><div>después de la tormenta. En Londres no hay huracanes.</div><div>Puede llover, en todo caso.</div><div>Yo veo cada puerta remachada con clavos de ataúd.</div><div>Y quizá sea bueno, al fin y al cabo: silencio</div><div>y piedad para este mundo tal como fue.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Filippo Tommaso Marinetti palidece </b></div><div><b>ante la caída de Italia</b></div><div><br /></div><div>Caro Giorgio de Chirico, reconocerás que al menos en un</div><div>punto tuve razón: la máquina haría al fin su trabajo.</div><div>Ahora que miro las montañas de nuevo, aún excitado</div><div>por el formidable derrumbe de la Línea Maginot, que</div><div>simbolizaba la vieja Europa, percibo que no podíamos, </div><div>no debíamos estar a la altura de las exigencias de la hora, </div><div>este austríaco rodeado de ingenieros mecánicos, poleas, </div><div>cohetes y máquinas blindadas, así como de</div><div>capataces de mecánicas fábricas de muerte, </div><div>de lanzas y calaveras rodeado;</div><div>un pobre loco que sin embargo condujo</div><div>nuestra inteligencia hasta que se cumplió el veredicto</div><div>que hace mucho te dije: se borraría a sí mismo</div><div>el hombre, y con él la naturaleza,</div><div>al punto de hacerse el mundo abstracto, lleno de rugidos</div><div> y silbidos.</div><div>Desde esta terraza italiana amarronada por el agua,</div><div>miro el lago, aquella vela, nuestras cumbres.</div><div>El aire penetra por mis poros, hay unas gotas</div><div> sobre el dorso de mi mano,</div><div>todo estará aún, después de que yo muera, </div><div>ahora, en un momento, en un soplo, llevado por mi corazón </div><div>traicionero</div><div> a toda velocidad a través </div><div>de un mundo mecánico de afiches en blanco y negro </div><div>y sangre</div><div>hacia donde las olas reales se movían apenas como agua en un cántaro</div><div>por la rotación de los días.</div><div> Bellagio, 1944</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El conde Vlad medita entre las ruinas </b></div><div><b>de un bombardeo</b></div><div><br /></div><div>Un joven inglés, Harker, lanzó sobre mí</div><div>la infamia de que caminaba sobre las paredes</div><div>como una lagartija y era el amo de las ratas.</div><div>No tuve que ver con ratas y sólo moví lobos y tormentas</div><div>pero no contra el decrépito Imperio que agoniza,</div><div>severamente erguido entre sus ruinas.</div><div>Antes de que Londres se llenara de afganos y de indios</div><div>taladré esa madriguera con hambre de otra cosa.</div><div>Terminé confundido con los zombis grotescos</div><div> que devoran cerebros.</div><div>Pues soy el que viví un solo amor</div><div>y construí en la eternidad la casa de mi verano.</div><div>He sido, lo saben, un exiliado </div><div> de sótanos Industriales </div><div>y de vuestros bastones con mango de hueso.</div><div>Me odiaron porque amé el rojo crepúsculo</div><div>que circulaba por la venas de un cuerpo irrepetible.</div><div>Ustedes, que hicieron correr sangre como agua servida</div><div>desde el Báltico al Mediterráneo</div><div>en la peor guerra que la humanidad haya visto.</div><div>Que jamás amaron el líquido rubí, sus palpitaciones,</div><div>el pulso de un cuello suave,</div><div>el horizonte inflamado de cruces y de lanzas.</div><div>¿Cómo habrían de amar la miel de Cristo?</div><div>El bramido debajo de la capa.</div><div>La tormenta que llegará y limará las rocas,</div><div> las casitas que delimitan </div><div>las playas grises de Whitby</div><div>y el alto cementerio sin héroes ni bandidos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Lord Byron se duerme en el subte</b></div><div><b>a Wimbledon</b></div><div><br /></div><div>Si el vecino de abajo</div><div>me oye en el baño cuando canto o murmuro para mí,</div><div>debe imaginar una vida hecha de pedazos</div><div>y sonidos dispersos,</div><div>como efectivamente es la mía.</div><div>Y así son estas imágenes recortadas nítidamente</div><div>ante mi vista pero que sobreviven instantes:</div><div>el tatuaje de una espada y una rosa, una</div><div>mujer que se sienta con las piernas separadas,</div><div>una gorra roja, </div><div>unas manos que rompen un envase</div><div>de plástico y obtienen un sándwich de pollo,</div><div>una cabeza con auriculares, </div><div>un turbante percudido,</div><div>un adolescente de mirada bovina,</div><div>dos lunares, uñas que emergen en un par de sandalias,</div><div>un kimono.</div><div>¡Ah eternas ciénagas de Missolonghi! ¡Campamento* de rufianes</div><div>y gritones de taberna,</div><div>tan inútiles,</div><div>pequeños y patriotas!</div><div>Has sido, para mí, un buen sepulcro.</div><div>Esta ciudad tiene solo mi esqueleto vacío:</div><div>mi corazón se secó entre los bárbaros.</div><div><i>The land of honourable death</i>, finalmente.</div><div>Y mi cuerpo en este vagón que lleva a los confines,</div><div>igual que un catafalco.</div><div><br /></div><div>* <i><span>George Gordon, sexto lord de Byron y una de las figuras más notorias del romanticismo inglés, murió en 1824 en la ciudad de Missolonghi, a la que había llevado dinero de un comité pro-financiamiento de la causa griega contra los turcos. El aire malsano de los pantanos circundantes lo derribó en poco tiempo y vio frustrado, por la incompetencia y la corrupción de sus adeptos, el intento de formar un regimiento de artillería que asaltara Lepanto.</span> </i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Una ex catequista se lamenta en un pub de Coventry</b></div><div><br /></div><div>No es incongruente que esté ahora sentada</div><div>en un alto banquito redondo frente a un mostrador</div><div>atestado de botellas que contienen líquidos de distintos colores:</div><div>azul incluso, o verde, entre los fantasmas y las ruinas</div><div> del bombardeo masivo de 1940.</div><div>Veo en esas botellas el siglo venidero</div><div>y el resultado de que los hombres se hayan alejado cada vez más de Dios.</div><div>Esta tierra será sin duda más agradable por eso,</div><div>una sombra se habrá perdido entre las sombras:</div><div>la Sombra terrible y amorosa del Señor,</div><div>que tanto cuestionaba nuestros pasos.</div><div>No bailará tampoco el demonio entre ruinas, como ahora,</div><div>patrón del fuego y la tierra. O bailará, pero lejos de las </div><div> grandes ciudades</div><div>financieras, portuarias, comerciales o</div><div>industriales, como esta, donde la clase alta</div><div>y la clase media y la clase obrera, si la hubiera,</div><div>no me escucharon cuando predicaba de puerta en puerta.</div><div>Me he entregado a la bebida </div><div>y a la dulce prostitución</div><div>porque todo está perdido</div><div>y ya no existe el turismo verdadero.</div><div>Nada es extraño, todo es presente y la guerra está lejos de casa.</div><div>A veces, y solo a veces, arde en nuestras ventanas.</div><div>Pero son estallidos dispersos, pesadillas, vaguedad.</div><div>Y yo soy como los ruidos confusos en un teléfono con baja señal.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Confesión de Ed Thatch, Barbanegra</b></div><div><br /></div><div>Presentí la revolución </div><div>y sus fastos</div><div>antes de ceñirme cada pistola sobre la casaca púrpura</div><div>y encender los fuegos de San Juan</div><div>de mi cabeza.</div><div>Era el final de una larga travesía, llena de sirenas</div><div>y bombazos</div><div>asaltos en alta mar y muertos en los manglares</div><div>cañoneos a ciudades fortificadas</div><div>y extravíos en la selva,</div><div>mulatas de pupilas brillantes,</div><div>el tabaco del trance,</div><div>la oscuridad que nos portaba a todos como los huracanes</div><div>sobre esos océanos de luz.</div><div>Debían hacer lo que hicieron: despedazarme antes</div><div>de que las colonias cayeran,</div><div>clavar mi cabeza como trofeo de una nueva aurora </div><div>sobre territorios de piedra,</div><div>a los que llevarán máquinas. Mas no ustedes:</div><div>ellos,</div><div>hijos expulsados,</div><div>nunca regresados, chicos perdidos en la isla de Pan,</div><div>chiflados, reformistas, horda de puritanos y masones.</div><div>¿Qué es esa mancha negra sobre el mar, Vane *?</div><div><br /></div><div>* <span><i>Charles Vane (1680-1721), pirata a quien se hizo fama de inusualmente cruel, defendió con audacia el abandonado puerto de Nassau en el que había prosperado una “república” de piratas. Pudo escapar del asedio inglés hundiendo varios barcos. No logró convencer a Ed Thatch, -entonces instalado como pirata y traficante en las colonias de Norteamérica- de recuperar la plaza. Lo intentó solo y terminó capturado y ahorcado.</i></span></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un inglés cosmopolita se asombra en</b></div><div><b>los Museos Capitolinos</b></div><div><br /></div><div>No sé si eras un dios o un patricio entregado</div><div>al vino y el clavo de olor, Marforio. Tu imagen </div><div>en el Palazzo dei Conservatori</div><div>es incierta. Tal vez representaste el Tíber</div><div>tal vez el mismísimo Oceano,</div><div>al que la posteridad condenó a sostener </div><div>papeles de protesta, proclamas, epigramas... </div><div>Al fin y al cabo, es el destino de los grandes ríos</div><div>el arrastrar voces hacia donde se pierde todo.</div><div>Mas, verás, cerca de ti, estatua, hay pies, manos,</div><div>cabezas, todas encontradas en la excavaciones </div><div>en ciudades que fueron tapándose unas a otras,</div><div>y un pie, por ejemplo - ¿de un dios, de un mortal que casi </div><div>fue divino? - mide cuatro pies, al menos, de alto</div><div>-incluyendo un fragmento de tobillo-; de suerte </div><div>que toda tu civilización fue acaso de cíclopes, </div><div>y contempló el desmembramiento con menos aprensión </div><div>que actualmente. ¿Restos fueron, pies y manos, </div><div>de las matanzas del Coliseo? Qué sé yo, Marforio. </div><div>Mi mundo se compone de fragmentos que un visitante </div><div>llegado de otro planeta no sabría recomponer:</div><div>la selva amazónica preservada</div><div>y reservas naturales;</div><div>mares estragados por el petróleo,</div><div>pedazos de templos que fueron arrasados</div><div>en el Medio Oriente y el Asia,</div><div>leopardos en libertad,</div><div>ciudades compartimentadas -salas de tortura </div><div>subterráneas cercanas a restaurantes, </div><div>gimnasios baratos parecidos a tus baños romanos, </div><div>oficinas con poltronas y reflejos</div><div>de cristal y de ámbar-,</div><div>y el eco, si no del Coliseo, </div><div>de idiotas en la cancha.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Leonardo de Pisa, <i>Fibonacci</i>,</b></div><div><b>padece un ligero trastorno estomacal</b></div><div><br /></div><div>¿Cuántos no se quedarán aún extasiados por las dársenas?</div><div>Sin embargo el río que se tendía hacia occidente se retrae,</div><div>la marejada es insultante, las piedras</div><div>de las escolleras están más carcomidas por la </div><div> petroquímica que por la sal.</div><div>Con todo, ah la estúpida especie indoeuropea,</div><div>diferenciada ya por razas y por clases </div><div>buscará la diferencia por sexos,</div><div>incluso tal vez por edades por defectos de la piel</div><div>o por las nubes en el fondo de los ojos.</div><div>Y luego creerán recuperar el orden sagrado</div><div>al leer en una enciclopedia digital </div><div>sobre mi secuencia matemática, que se repite,</div><div>dicen, en tallos florales, peristilos, cáscaras de moluscos,</div><div>genealogía del macho de la colmena,</div><div>la flor de la alcachofa, la</div><div>forma de las galaxias.</div><div>Qué idiotas, querida. Tus secuencias, </div><div> que son muchas, </div><div>me interesan más que ese dios pagano,</div><div>la máxima alquimia a la que puede aspirar un siglo</div><div>de eunucos, fanáticos, vividores, escoria.</div><div><br /></div><div>A medida que desaparecen, corroen la mayor religión</div><div>de la historia, </div><div>la reemplazan por misterios</div><div>de orden científico, desanudadas </div><div>conclusiones, disparates gnoseológicos. Amor</div><div>al vacío que repica en los números nunca</div><div>tuvieron.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Emilio Salgari descubre una </b></div><div><b>inscripción </b><b>en Cádiz</b></div><div><br /></div><div>“<i>De los 265 tripulantes que al mando de Fernando Magallanes salieron de este puerto de Sanlúcar de Barrameda el día 20 de septiembre de 1.519 para dar, por primera vez, la vuelta al mundo, solamente volvieron a este mismo lugar de partida, en 6 de septiembre de 1.522, </i></div><div><i>los 18 navegantes que se citan a continuación: </i></div><div><i>Juan Sebastián Elcano, de Guetaria</i></div><div><i>Francisco Albo, de Axio</i></div><div><i>Miguel de Rodas, de Rodas</i></div><div><i>Juan de Acurio, de Bermeo</i></div><div><i>Martín de Yudicibus, de Saona</i></div><div><i>Hernando de Bustamante, de Mérida</i></div><div><i>Hans, de Agan</i></div><div><i>Diego Gallego, de Bayona del Myor (Galicia)</i></div><div><i>Nicolás de Nápoles, de Napol de Romania</i></div><div><i>Miguel Sánchez de Rodas, de Rodas</i></div><div><i>Francisco Rodríguez, de Sevilla</i></div><div><i>Juan Rodríguez, de Huelva</i></div><div><i>Antonio Hernández, de Huelva </i></div><div><i>Juan de Arratia, de Bilbao</i></div><div><i>Juan de Santander, de Cueto</i></div><div><i>Vasco Gómez Gallego, de Bayona de Galicia</i></div><div><i>Juan de Zubileta, de Baracaldo, y</i></div><div><i>Antonio Lombardo (Pigafetta), natural de Bizancio, en Lombardía</i>. “ *</div><div><br /></div><div> Llevaron, además de sus huesos,</div><div>la lengua, la peor peste,</div><div>fuera de la violencia por la tierra, el cultivo y el oro.</div><div>Si uno lo mira ahora,</div><div>creo que no comprenderían, ni ahora mismo lo comprenden los </div><div> que habitan tales lejanías,</div><div>el inmenso y sonoro oceano</div><div><br /></div><div>que retumba en el decir<i> Santiago de Chile, El Callao, Buenos Aires, Portobelo, Medellín, Asunción, Zacatecas, La Habana, Guayaquil, Piura, El Rosario, Barranquillas, Santa Cruz de la Sierra, Iberá, el Neuquén, Maracaibo, Chuy, Cali, Cartago, Matagalpa, Veracruz, Cartagena, Paso del Rey, Duggan, Puerto Príncipe.</i></div><div><i><br /></i></div><div>Una tierra resonante que explota de ciudades y matanzas</div><div>y en la que circulan las palabras siempre parecidas</div><div>como bandas de gorriones, loros o piratas</div><div>que intercambian estupor sin reclamar </div><div>esos horizontes rojos</div><div>de lava, o azules de océanos,</div><div>ni las constelaciones oceánicas de las ciudades</div><div>en las altas noches,</div><div>ni sus cloacas o puertos, montes, calles, usinas, prostíbulos</div><div>todo lleno de grandor y candor,</div><div>para sí, para su intimidad, sus historias.</div><div>Absolutamente inconscientes del poder que tienen sus palabras</div><div>para los que miramos el mar en las antiguas pinturas.</div><div><br /></div><div>* <span style="font-size: x-small;">Cerámica conmemorativa en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1956</span></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Simón Bolívar escribe a un secreto </b></div><div><b>corresponsal europeo</b></div><div><br /></div><div>Tardé en comprender a la resonante Europa,</div><div>donde las herraduras retumban sobre empedrados ancestrales</div><div>y en las calles de barro no se cocina un mundo esperanzado</div><div>sino llagas...</div><div>Cuando arrastraba el ala a la dama </div><div>en París no supe ver que del tumulto de ejércitos,</div><div>alianzas hechas y deshechas, cañonazos </div><div>en las colinas, muertos en los sembrados, </div><div>fastos y rigodones, iba a surgir un continente plácido, </div><div>satisfecho de sí, escrupuloso, al que llegan de nuevo</div><div>las hordas, desarmadas, bíblicas, orantes,</div><div>mientras este mundo mío en el que impera aún la selva</div><div>y el oro hecho trigo o petróleo</div><div>flota como un cetáceo en aguas pobladas </div><div>de espectros con espadas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un pensador hegeliano se sienta a contemplar </b></div><div><br /></div><div>¿Cuál fue la reacción de occidente ante la caída?</div><div><i>Venid a ver la sangre por las calles</i>.*</div><div>Saltad ríos y montes, uníos con la bestias acosadas,</div><div>convocad a la mangosta y al martín pescador,</div><div>haced girar en el aire el Martillo, incluso los grilletes:</div><div>liberad los sótanos, cread acero y montes de puñales,</div><div>levantad Sherwood y las cordilleras,</div><div>los colores en las acequias cuando cae el sol,</div><div>todo lo que fuisteis y lo que sois, o pensáis que sois.</div><div>Madres: madre Inglaterra, madre Rusia, madres sufrientes de Italia,</div><div>o personeros de Stalin, guerrilleros de estafetas y andenes,</div><div>partidos, iglesias y clases.</div><div><br /></div><div>Todo está ahora olvidado.</div><div>La gran contradicción señera. El</div><div>filo de la Idea alcanzada. La historia a la vez propia y ajena.</div><div>La comprensión del Plan que nos involucra.</div><div><br /></div><div>Los ríos se tiñen aún de rojo en guerras de baja intensidad.</div><div>Amanece sobre los techos como hace doscientos, mil años.</div><div>Todo está bien así. Todo, de distintos modos, es Roma </div><div>y su eterno regreso.</div><div><br /></div><div>*<span style="font-size: x-small;"> Pablo Neruda</span></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Alguien en medio de la </b></div><div><b>noche berlinesa</b></div><div><br /></div><div>Duerme con el traje puesto</div><div>sobre el acolchado, una pistola</div><div>sobre la despojada mesa de luz.</div><div>La historia converge sobre él</div><div>y solo sabe que no podrá desentrañar</div><div>cuánto en él pertenece a la historia </div><div>y cuánto a esa noche cualquiera. </div><div>O cuánto es en él reflejo de antiguos bronces</div><div>y cuánto un cuarto vacío.</div><div>O máquinas dirigidas a la guerra,</div><div>y un hombre llamado Otto o Franz.</div><div>La única certeza está en los pliegues de la gran ciudad,</div><div>sobre todo en los baños públicos</div><div>y su insistente murmullo de agua atormentada.</div><div>Y en ciertos detalles de la mano de un hombre </div><div>que empuña un viejo paraguas </div><div>en el subte hacia Alexanderplatz.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un comunista, exiliado en Estambul, medita</b></div><div><b>sobre el inminente futuro</b></div><div><br /></div><div> <i>A Pedro Ignacio Vicuña</i></div><div><br /></div><div>De ningún modo creo que de Escila caeremos en un Caribdis, mas,</div><div>si no el caos, ¿qué otra cosa puede reemplazar esta</div><div>repetición de cosas? Mitos que nos forjan, cíclopes que se alzan</div><div>en forma de tiranos, revoluciones reducidas a cenizas...</div><div>Ah, pero lo que presiento acaso nos libere...</div><div>El preciso francotirador de Stalingrado, ciudad demolida a cañonazos,</div><div>cuyo nombre detesto, pero en la que se erige lo nuevo, el</div><div>fusil de la resistencia en alto.</div><div>En cuanto a mí... Acaso los sueños resuelvan </div><div>nuestro problema y nuestra angustia.</div><div>Nos liberaremos de las formas.</div><div>Y otro arte entreveo, de figuras superpuestas en un orden</div><div>aplanado, enormes frisos sobre templos aztecas,</div><div>una creación, esto es, un caos de nacimiento,</div><div>como los confusos movimientos de una criatura recién parida.</div><div>Y desde allí, y desde allí... ¡nacerán de nuevo formas, universos!</div><div>¡Malditas, repetidas, incansables formas!</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Un arquitecto vienés repara en los alcances</b></div><div><b>de la reciente guerra</b></div><div><br /></div><div>Sobre esta mesa de mármol veo aún destellos de los bombardeos</div><div>y huelo pólvora, hollín, trapos quemados, sobre el café.</div><div>Todo lo invadió la guerra, los campos, las aldeas,</div><div>la ciudad, su entraña metódica, pacífica.</div><div>Se valió del telégrafo, del radio, del motor a explosión. </div><div>Levantamos ahora monumentos a los monumentos caídos,</div><div>homenajes y edificios rápidos. Pero las torres de cristal se llenarán de luz.</div><div>En un futuro no muy lejano las veo parpadear sobre el horizonte.</div><div><br /></div><div>Alguien nos condenó a comer carne animal.</div><div>Todas nuestras cosas son una maldición y un don.</div><div>La aliteración, el ascensor, </div><div>los campos de Francia.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Alguien en el Puente de la Torre</b></div><div><br /></div><div>Imaginemos una flor más grande que las de Van Gogh</div><div>-más absurda, si cabe, que la rueda de Londres-,</div><div>que con el borde de uno de su pétalos escriba en el cielo.</div><div>¿Qué escribiría el que pasa concentrado en su celular</div><div>el que pondrá una bomba con la que volarán diversas personas</div><div>que son y seguirían siendo indiferentes para mí, los arrecifes de la isla de Man </div><div>y para el pobre aguinaldo de aquella mucama?</div><div>¿Qué escribirán?</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Johann Christian Friedrich Hölderlin mira, </b></div><div><b>él también, </b><b>las aguas sangrientas</b></div><div><br /></div><div>Si no hubiera una cierta alegría en el disolverse del mundo</div><div>como la de una buena guitarra que hace brillantes fragmentos</div><div> de sus cuerdas y de su música,</div><div>ninguna pregunta sería coherente en sí misma.</div><div>¿Puede haber poesía en Alemania?</div><div>Este pájaro o zorzal que eleva su trino en la breve colina</div><div>responde por mí, si uno es propenso</div><div>a darle a la realidad valor simbólico,</div><div>como el agrio poeta francés.</div><div>Mas no es mi caso, y de esta suerte alemán o francés</div><div>son adjetivos sueltos en el espacio,</div><div>como -y haré una analogía-</div><div>las briznas del cardo.</div><div>En nuestra pasión debían habitar los dioses.</div><div>Pero no hubo pasión sino científica matanza.</div><div>Irracional positivismo, odio frío.</div><div>Qué tonta respuesta a los ecos profundos del valle y</div><div>a la entonación del crepúsculo por Odín.</div><div><i>Vivir un solo día, eso basta. Pero vivir. *</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>* </i>Hölderlin<span style="font-size: x-small;">.</span></div><div><span style="font-size: x-small;"><br /></span></div><div><span style="font-size: x-small;">---</span></div><div><span face="Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif" style="background-color: #fcfbf8; color: #222222;"><span style="font-size: x-small;">© Jorge Aulicino</span></span></div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-8390582038411202023-07-01T03:35:00.009-03:002024-02-08T22:11:12.888-03:00Texto Completo / Cierta dureza en la sintaxis<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEharSnJdPaTlWdJRCT2-ld9YkeLycGIC5hCD9anTKIA7OVgQAm9EQMoCEb6Ox4UTyluwMlowNywCnUS-yTlK49uapqHYxTh1sKy8VGluTni7L7YLImrCB3qhf0J4rVQthljJlbU6juLcaIXYG_ooMQAGChHKQY7eLE1kYQyEqJMeQSDiADS-lL8SA/s512/CIERTA%20DUREZA.JPG" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="347" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEharSnJdPaTlWdJRCT2-ld9YkeLycGIC5hCD9anTKIA7OVgQAm9EQMoCEb6Ox4UTyluwMlowNywCnUS-yTlK49uapqHYxTh1sKy8VGluTni7L7YLImrCB3qhf0J4rVQthljJlbU6juLcaIXYG_ooMQAGChHKQY7eLE1kYQyEqJMeQSDiADS-lL8SA/s320/CIERTA%20DUREZA.JPG" width="217" /></a></div><br /></div><div><b>Cierta dureza en la sintaxis</b></div><div><br /></div><div>(Texto completo publicado en 2008</div><div>por Selecciones de Amadeo Mandarino)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>1</div><div>Cierta dureza en la sintaxis indicaba la poca versatilidad </div><div>de aquellos cadáveres; el betún cuarteado de las botas </div><div>y ese decir desligado del verbo; verbos auxiliares, </div><div>modos verbales elegantemente suspendidos, elididos, </div><div>en la sabia equitación de una vieja práctica.</div><div>¿De qué hablás, de qué hablás? Pero si fue ayer...</div><div>Fue ayer... Estabas frente al lago de ese río: </div><div>qué lejana esa costa, qué neblinosa y mañanera. </div><div>Lo tenías todo, no te habías arrastrado en la escoria </div><div>de las batallas perdidas antes de empezadas,</div><div>no andabas en el orín de estos muertos...</div><div>Lo comprendo, no era el Danubio, era el Paraná</div><div>que marea porque viene del cielo cerebral, pero aun así...</div><div>¿Se justifica la alegre inacción, el pensamiento venteado?</div><div>Abeja: la más pequeña de las aves, nace de la carne del buey.</div><div>Araña: gusano que se alimenta del aire. Calandria: la que </div><div>canta la enfermedad y puede curarla. Perdiz: ave embustera.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>2</div><div>Es buena esta ciudad. Podrías amarla. Cuando </div><div>el tictac de la ortografía, el trabajo incesante en la inflexión,</div><div>te permite respirar, la mirás. Lo saben tus vecinos:</div><div>salís al balcón en paños menores y miras el perfil industrial</div><div>de la vereda de enfrente, orlado por fresnos secos, </div><div>el polvo aceitoso pegado a los flancos de la estrategia. </div><div>Mapas mohosos en los revoques de este mundo de tres lados.</div><div>Euclides derrotado. </div><div>El blanco mediterráneo,</div><div>al fin, con la historia que tan bien conoces; quiero decir,</div><div>los edificios de los 60 ahora antiguos, viran todos al pardo,</div><div>al color gastado de las mismas palabras, frases sobre frases</div><div>en los talleres mecánicos, </div><div>en la arquitectura demolida,</div><div>en los huecos zaguanes que dan a los fragmentos:</div><div>sonidos fantasmales. Sabemos adonde van los muertos,</div><div>pero ¿adónde van las voces? </div><div>Esta ciudad no deja de hacer ruido, </div><div>es el sonido </div><div>el que muele el pavimento. </div><div><br /></div><div><br /></div><div>3</div><div>Me dijiste la otra noche que las grandes cosmogonías</div><div>no tienen dioses creadores. Casi siempre el mundo</div><div>ha nacido de la propia destrucción de los primeros titanes.</div><div>Y esto es que las rocas son los huesos de un gigante</div><div>o que los hombres gotearon de sus venas abiertas</div><div>o que el mar y los ríos son lo que queda de su disolución.</div><div>En esta transformación de los grandiosos cadáveres</div><div>reina casi siempre una pandilla con la que conviene aliarse.</div><div>No entienden la plegaria. Hay que hablarles claro.</div><div>Sobre todo, nos ayudan o desgracian según sea</div><div>la simpatía espontánea que inspiramos en sus raras cabezas.</div><div>Y la tarde es un león embalsamado. Y los semáforos,</div><div>huesos de enormes crustáceos macerados.</div><div>Y Odín nos acompaña en estos campamentos oxidados.</div><div>Y Zeus mira de costado; el más obtuso y el más sabio.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>4</div><div>La comadreja representa a quienes estuvieron deseosos</div><div>de la palabra divina, pero que nada hacen con ella </div><div>cuando la han recibido. Y crían en las orejas.</div><div>La comadreja representa a quienes quisieron la gracia</div><div>y la gracia les fue dada, para nada.</div><div>No te muevas si encontrás a la comadreja</div><div>en la escalera o en el asiento de un taxi.</div><div>Reptará su pensamiento hacia lugares hollados,</div><div>porque, segura de la gracia y la palabra,</div><div>no se le ocurre qué hacer sino vagar</div><div>por donde hubo ciudades que los ejércitos</div><div>aplastaron con botas y llenaron de condones.</div><div>Más bien continúa construyendo el merecimiento</div><div>para que descienda la luz blanca o celeste sobre vos,</div><div>cuando realmente te distraigas en tu trabajo de desollar,</div><div>carpir, doblar, aventar, guardar o sacudir.</div><div>Aunque andes descalzo por los muelles ásperos</div><div>de tu propio pensamiento, habrás de distraerte profundamente</div><div>para no recibir en vano la amistad del reino,</div><div>para no deambular con la comadreja</div><div><br /></div><div>5</div><div>Es cierto que entre las aves medievales el árbol es libre.</div><div>Y aún hoy es libre entre la folletería de la abundancia.</div><div>Y es libre entre las piedras que suben y bajan a su alrededor.</div><div>Y libre entre las orlas de edificios que suben y bajan.</div><div>Y lo ves libre en los patios de los hospitales</div><div>y de los hospicios y tras los galpones y entre los techos.</div><div>A él va el gato. Astuto. Tenue. Y la musaraña va al árbol.</div><div>Y la hormiga. Y la tormenta y la luz que se esconde.</div><div>En el árbol hay trampas y gatos y botellas perdidas.</div><div>El árbol es amigo del bisel y de la penumbra. </div><div>Es más libre que el corsario. </div><div><br /></div><div>El árbol </div><div>conserva la forma</div><div>tenuemente, sin rigidez. </div><div>Cada ciprés es un ciprés.</div><div>Y los miles de fresnos no son el fresno.</div><div>Si hubo dioses, amaron el árbol.</div><div>O combatieron por el árbol,</div><div>pero nunca gobernaron el árbol y nunca lo dijeron.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>6</div><div>No diste baptisterio a la paz interior, y por un plazo</div><div>de difícil mensura pagarás en piezas de a cinco.</div><div><br /></div><div>Todo el tiempo, mientras ibas de la misa a la armería</div><div>se sucedieron las operaciones bursátiles y anduvo</div><div>todo a su debida máquina, arrojando aceite</div><div>por las juntas, dando a cima el verso;</div><div>se llenaron de aguas de drenaje </div><div>las cuencas marítimas; trepidó el garaje, </div><div>se liquidaron honorarios; tuvieron</div><div>su tiempo el nacimiento, el crematorio.</div><div>¿A qué la prisa? Usa sabiamente el tiempo del pago.</div><div>Coloca vientre de sapo sobre el hematoma.</div><div>Siéntate en tu lugar, cala tus gafas, di que el arte</div><div>estatuario es simple y canta la verdad de los otros.</div><div>Te reconocerán por el carmesí de tus acentos.</div><div>Porque has usado verde y rosa, tilo y cortadera</div><div>para decir tu labia aprendida en el silencio.</div><div>Eres el que, débil y cansino, en el escudo lleva la hercinia,</div><div>ave cuyo plumaje produce efectos de luz en la sombra.</div><div>Es de tus antepasados su poder </div><div>que ha juntado fulgor alrededor de lodazales, </div><div>el lugar del que extrajeron el punto asertivo.</div><div>Haz valer, desde ya, tu organizada ignorancia.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>7</div><div>No te traiciones, no dejes de hacer lo que dijiste.</div><div>Allí está el camino que lleva a los oficios</div><div>aprendidos hace mucho; te agachabas y te saltaban;</div><div>se agachaban y saltabas sobre ellos.</div><div>Pasaste a gatas por entre las hendidas noches de luna.</div><div>Supuraste, sangraste por un corte ínfimo, sin dolor.</div><div>Aludiste al cóndor con el macabro juego de asociaciones.</div><div>Pero si era eso. Lanzarote el que aprendió a matar erinias.</div><div>Allá estaba la cordillera, y allá fuiste, entre viento y roca,</div><div><br /></div><div>y cuando estabas perdido no supiste aprender nada. </div><div>Pero qué linda lejanía, aun cuando cada hora y tanto</div><div>pasaran un auto o dos, un camión petrolero.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>8</div><div>Debería ser posible caminar por allá.</div><div>Pero encontrarías los edificios de un suburbio</div><div>y no el camino hacia los árboles y el rancho aquel, </div><div>hosco, bajo la arboleda tormentosa.</div><div>Aburridos, amarillos, grises, llovidos.</div><div>No encontrarías la tarde de verano </div><div>y los tordos, usurpadores de aquel nido. </div><div>La ciudad fue mal usada. Es usada. </div><div>En un mediodía de llovizna los edificios, </div><div>las persianas cuya pintura envejeció,</div><div>parecen resignados a su perplejidad.</div><div>Verte frente a un mar no virgen, sino desechado.</div><div>Como tordos en los nidos de otros, abandonados.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>9</div><div>Fleta el barco, di las oraciones nonas, date al oleaje.</div><div>Los viste, los caminos son huellas polvorosas,</div><div>a qué negarse; navega sobre el mar que huele a fuel.</div><div>Ves que está lejano como siempre y oleoso:</div><div>conduce a la National Geographic, a los tomos</div><div>que recorriste con el esfuerzo de un grumete.</div><div>En un reumatismo que da sesgo a los gestos,</div><div>ora la túnica, ora la bota, navega y galopa</div><div>hacia los mundos artificiales sobre los que se yerguen</div><div>edificios de 300 a 400 nudos que expanden luces, </div><div>y también rejones, sobre desconocidas calas.</div><div>Hong Kong o lo que fuera; Sumatra.</div><div>Ve cómo amontonan en el negocio de pieles.</div><div>Los puertos atiborrados de contenedores rojos.</div><div>La hiperproducción de asuntos y chips,</div><div>el silencio de los aparatos, los dormidos programas.</div><div><br /></div><div>Lavarropas en el sudeste asiático. Embalajes </div><div>entre los que se arrastran lagartijas; ligeros</div><div>latiguillos de los dioses del mar que insisten.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>10</div><div>Te bastaba una ciudad coloreada por el guiño</div><div>de la tormenta, el recuerdo del abrojo,</div><div>de la flor de cardo que caía en el bochorno</div><div>como un solcito blanco, despreocupado.</div><div>Ahora intentás pactar.</div><div>Mirás a través del vidrio opaco del pensamiento</div><div>cómo flotan hebras del paraíso </div><div>de la verdad.</div><div>Bajo la lámpara difusa en la trastienda de un taller,</div><div>tendido en el catre quebrado, hacés cuentas,</div><div>utilizás números fríos, solo sentís</div><div>la noche pulida que respira en la playa de estacionamiento;</div><div>y sin embargo te preguntás cómo decir:</div><div>cómo decir con sintaxis de varias manos</div><div>lo que ha captado el cuadro, o lo que ha el cuadro</div><div>construido; si no es una, a la vez sencilla y compleja,</div><div>razón de Estado: todo lo que está allí es otra parte:</div><div>las telas de los sillones, el empapelado, el abandono</div><div>y la atención simultánea del personaje recostado.</div><div>Esplendor y crepúsculo en este cuadro del final</div><div>del diecinueve que por razones desconocidas</div><div>ocupa tu mente a las altas horas.</div><div><br /></div><div>El lomo de un animal marítimo traza un arco fluido</div><div>en el lejano fondo de otro cuadro; hay papeles arrugados</div><div>en el piso de otro; hay sonidos en el pasillo de otro más.</div><div>La pintura ha capturado o promueve un sinfín de cosas</div><div>cuya causa de ser no es ninguna. Qué trivialidad del arte.</div><div>Como si dijera: restos que te dejan frío, o aleatorias</div><div>circunstancias. No dicen nada, nada, los pasos en la noche.</div><div><br /></div><div>Te bastaba una ciudad coloreada por el guiño de la tormenta.</div><div>Ahora intentás pactar. Pero no hay con qué quedarse.</div><div>Entregarás un alma que no le sirve a nadie. </div><div><br /></div><div><br /></div><div>11</div><div>El centurión silencioso en la batalla</div><div>quiere convencer a los campos que combate</div><div>por ampliar el radio de su entendimiento.</div><div>Un rayo lo ciega y piensa</div><div>que pelea en verdad por monedas.</div><div>Y que es más suyo el trigo de su tierra</div><div>que la victoria en los confines.</div><div><br /></div><div>Puede alimentar su granja</div><div>entregando al César</div><div>el universo repetitivo: bárbaros y selvas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>12</div><div>Es un gran pintor Ezra, dijo el tío, sólo</div><div>que cuando el pincel está ya sin pintura</div><div>no vuelve a la paleta, lo aplica seco,</div><div>pincelada tras pincelada, seco como el río</div><div>de sus sueños, como la saturnal Castilla</div><div>que no era el planeta de sus antepasados.</div><div>De manera que no es un cuadro vacío</div><div>sino seco, sobre el que pinta todo aquello que brota</div><div>en el campo que es fantasma de su memoria, a</div><div>veces con secas pinceladas, a veces con el color</div><div>vivo de lo que ha sido vivo, ha tenido estatuto y códice. </div><div><br /></div><div>… y el sistema de cultivo</div><div>se parecía a las leyes escritas por las que el hombre</div><div>se regía: cortaba las espadañas, cegaba al que no veía,</div><div>arrojaba a la zanja el estiércol de la palabra vana.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>13</div><div>Cuando las persianas están bajas, usted no está.</div><div>Cuando las persianas están levantadas, está.</div><div>No, no se guíe por esto. A veces dejo las persianas</div><div>abiertas con la esperanza de que una tormenta</div><div>deje un charco en el estar. A veces cierro</div><div>las persianas porque se me de la gana.</div><div>No lo hago para burlarme de usted ni de su lógica</div><div>sencilla. Es por estos irresueltos asuntos de la mente.</div><div>Porque pienso a veces que la luz que toman las ventanas,</div><div>de noche o de día debe concentrarse, hacerse cada vez más</div><div>densa, crear un campo gravitatorio en el que yo no pueda</div><div>entrar, sino a costa de perder resistencia, contemporaneidad.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>14</div><div>Era cacería del merodeador y ocaso de la filosofía.</div><div>Qué corno (inglés) sonaba entre los silos.</div><div>Los paisanos salían en la calesa con escopetas de caza.</div><div>Turbio, el poniente, hacía piedras oscuras y</div><div>cielos de cigüeña, mas no interesaban en el cielo</div><div>despeñaderos de lejanas épicas a los alabarderos</div><div>criollos en busca del bandido de pobre filo, ladrón </div><div>de tejas y bandolero de lavadero de lana.</div><div>Mi palabra en vano incoaba a Platón en la galería.</div><div>Era su amor el camino del guindo solitario,</div><div>larga trocha, pedregal y vuelo de tero. Aun así</div><div>hablaba diciéndole: los cipreses no son sino</div><div>longilíneos señaladores en el libro de Dios, que,</div><div>como no ignora usted, no hemos leído por las nuestras:</div><div>apenas si sus ojos, los de usted, los de tantas,</div><div>han permitido que veamos la esterilidad de sus páginas,</div><div>y, de un modo u otro, al fin y al cabo, cantáramos</div><div>precisamente los cipreses como notas exactas.</div><div>¿Entiende? ¡Lo han arruinado todo! </div><div>¡Nos han hecho platónicos!</div><div>Y ella sonreía, estrictamente en su función, </div><div>en ese escenario de ejército y gesta degradados.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>15</div><div>¡Ah, orante! ¿Qué rezos? El jilguero abandonó su trono</div><div>en el árbol de trozadas ramas. Fondo de paredones</div><div>y de claraboyas industriales, donde, lo ves, también </div><div>perduran escorzos de tejados y plantas antiguas.</div><div><br /></div><div>Todo lo que existía antes de tu nacimiento era</div><div>arcano: asimismo esas plantas, quinotos, nísperos,</div><div>el panal que escande los iluminados alejandrinos.</div><div><br /></div><div>Recordarás a la abuela si silencio de peñas</div><div>invade esta furia que no produce nada. Malas</div><div>noches, muchos cigarrillos, tontas discusiones</div><div>sobre la trivialidad y la patria. </div><div><br /></div><div>También la patria, Borges, carajo. El puente,</div><div>el olor de otros rellanos, de pasillos; oscura</div><div>tozudez de los días, taciturna decisión de Borbones,</div><div>de primeros ministros, de Corte y bodegón.</div><div><br /></div><div>Días de lejía y gato acurrucado. Sinrazón de proseguir.</div><div>Pues están, fugitivos, días aplazados: mantener</div><div>la construcción del pasado, lo que debe hacerse;</div><div>el nivel de embutidos, café con coñac, el gesto.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>16</div><div>Si pudiera, sería lo último que haría:</div><div>pararme en el secadero de los sueños,</div><div><br /></div><div>admirar lo que el mundo dejó junto al embarcadero,</div><div>lo que nos dio, lo verdadero.</div><div><br /></div><div>Si pudiera sería lo último.</div><div>Despojado incluso de tu mirada.</div><div>Mirando lo que fuera que el mundo</div><div>hubiera depositado allí.</div><div><br /></div><div>Pero lo último que haremos, ni eso</div><div>está en nuestras manos</div><div>y tal vez no esté en el corazón del mundo</div><div>la decisión de nada, ni el carozo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>17</div><div>No pinten poesía </div><div>en las paredes, </div><div>no hagan poesía </div><div>en los papeles.</div><div>El dueño del bar </div><div>no hace reverencias</div><div>de criado.</div><div>Sabe que la cortesía</div><div>no llena su caja. </div><div>Cree en la poesía.</div><div>Tratos nerviosos</div><div>en la proximidad o en la lejanía,</div><div>la Bolsa o la estadística</div><div>deciden su negocio.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>18</div><div>Cementerio de la Chacarita de los Colegiales.</div><div>Entre las tumbas hay grupos de personas.</div><div>Desentierran. De lejos son como buscadores de almejas </div><div>en el borde baboso del mar.</div><div>Uno sostiene la bolsa de plástico y el otro la llena de huesos.</div><div>Y es como el fin de las batallas.</div><div>Cuando caminan los vivos entre muertos.</div><div>Reconociendo, rematando.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>19</div><div>Aun cuando había guerra de extermino,</div><div>Bertolt estaba seguro.</div><div>Si resultaba el cálculo, la dictadura del Partido</div><div>acabaría con el fruto agusanado de la hora.</div><div>Por eso no se paraba a mirar los abedules.</div><div>Tenía con los árboles una comunión indiferente.</div><div>Las ciudades le habían dado el sentido.</div><div>Se sentía cómodo entre pistolas y otomanas,</div><div>civilización y vanguardia, </div><div>parques y abrigos, clavos y nevisca.</div><div>En el baúl llevaba pipas y máscaras.</div><div>Sabía de qué se trataba.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>20</div><div>La etimología responde a la contemplatio.</div><div>Pues debe haber un rastro que una el espíritu con la cosa.</div><div>He hallado los cuadernos de observaciones del maestre.</div><div>Anotaba según el nombre que los nativos daban.</div><div>De manera que descubría en el comercio de trueque</div><div>un modo de a la vez reconocer sus acuerdos secretos</div><div>y de instilarles respeto por la zoología europea.</div><div>Y sus derivados: la botánica, las onomatopeyas, </div><div>la anáfora, las formaciones de la Copa del Mundo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>21</div><div>El núcleo proletario, integrado por tejedores</div><div>y pequeños burgueses, razas inferiores</div><div>de índole industrial y comercial, pacifistas</div><div>mujeriles para, digamos, el Kaiser,</div><div>también se hizo cargo de las armas</div><div>y aprendió a manejarlas virilmente.</div><div>Así que cuando Stalin mandó dispararle un tiro</div><div>en la nuca a Zinoviev, sus oficiales y suboficiales</div><div>tenían un trato austero con las culatas.</div><div>Sus ejércitos y tiradores podían plantarse con solvencia</div><div>ante las tropas de alemanes y esgrimistas de raza.</div><div>Como una estirpe ante otra.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>21</div><div>Es indiferente que con alegría campesina</div><div>los rojos dispararan el “órgano de Stalin”.</div><div>La cuestión de que un obrero de base</div><div>haya diseñado el mejor fusil de las futuras guerras</div><div>es también un hecho menor.</div><div>Cuando se paraban frente a la mesa de arena</div><div>o cuando manejaban el plomo y el abastecimiento</div><div>en el terreno de las operaciones,</div><div>los generales del Partido eran eficientes y célebres.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>22</div><div>Si he de morir, que calce los zapatos de tu abuelo.</div><div>No vi mejor diseño en mucho tiempo. Finos y lúgubres.</div><div>Los tenés bajo la mesa de vidrio del living </div><div>con otros remanentes, como cajas, pinceles chinos.</div><div>También tenés un cuchillo de artillero.</div><div>Pero esto no ha terminado.</div><div>Porque me gustaría enjugar con la manga </div><div>el vapor pegado al vidrio, mirar la calle antes de salir,</div><div>con el gesto de un personaje de Dickens</div><div>que se mueve en una ciudad poderosa.</div><div>“Yo mismo estoy de capa caída en este momento,</div><div>pero puedo invitarlo con un plato de comida”.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>23</div><div>Los esclavos huían por las estepas acribilladas</div><div>con el quizás y la vida, aunque en despojos.</div><div>Sintieron el pánico ante los Panzer</div><div>y el olor de la sangre.</div><div>En un segundo ponían en la balanza</div><div>la duda en el triunfo final</div><div>y el estar en el hospital canalizados y oyendo</div><div>los quejidos de los camaradas </div><div>y la voz del comisario político, una certeza.</div><div>O muertos, carroña indiferente a la victoria.</div><div>Así, retrocedieron, pero no entregaron sus ciudades.</div><div>La aldea sí, la égloga, Esenin, el fuego y la piara.</div><div>Su origen y sus madres. No el Kremlin. </div><div>No las pútridas cañerías de Stalingrado.</div><div>Resistieron como ratas, con el culo expuesto a sus generales</div><div>y el disparo de los propios que seguía a los desertores.</div><div>Avanzaron con el invierno entre cadáveres y trazadoras.</div><div>Y entre dientes decían que la huída es vaguedad.</div><div>El que escapa de verdad deja su cuerpo</div><div>a los cuervos y al juicio del Partido.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>24</div><div>Durante las noches no fuiste acechado.</div><div>Estabas entre la suma restricción de los forzados.</div><div>Cada uno de los que dormían en sus departamentos</div><div>veía sombras o fuego en sueños o despertaba</div><div>mirando sus manos, su cuerpo, como vos,</div><div>iluminados por la lamparita tenue, el sudor amarillo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>25</div><div>Lo que condenan a tu alrededor es la muerte joven.</div><div>Con malicia has preguntado si a la muerte o al que muere.</div><div>¿Es honorable llegar a viejo y hartarse de comida?</div><div>¿No es honorable fumar y enfermarse de gripe española?</div><div>A mis setenta años seguiré haciendo muecas.</div><div>Pues las palabras son equívocas</div><div>cuando el anochecer se levanta.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>26</div><div>Sí, es pertinente sentarse con el saco puesto.</div><div>Primero en el living amplio en el que se habla,</div><div>aún con cierto embarazo, de la noticia del día</div><div>(en el campo literario, pues de esto se trata,</div><div>es noticia el desplante de una viuda).</div><div>Después en el antiguo comedor se discute a fondo</div><div>el estado real del imperio; si declina,</div><div>si todavía la fuerza lo asiste.</div><div>Con el café, nuevamente en el living,</div><div>se comentan poemarios y citas recién adquiridas.</div><div>Seguimos con el saco puesto, las piernas cruzadas.</div><div>La calidad del vino se menciona de paso</div><div>y el anfitrión, como se debe, agradece ligeramente.</div><div>Tres de los comensales sabían manejar los cubiertos.</div><div>El cuarto, lo hacía con aceptable habilidad,</div><div>excepto cuando lo turbaba la idea de que era</div><div>el único con relaciones en la CIA y, tal vez,</div><div>el único que conocía a fondo la batalla de Stalingrado.</div><div>El quinto, adinerado, hundía el cuchillo en la presa</div><div>con el ahínco de las chabolas y los campamentos.</div><div>Si tienes fuerzas por detrás de los sitiadores,</div><div>resiste, pues la victoria será tuya. No puedes,</div><div>dijo Saladino, iniciar un sitio con fuerzas a tu espaldas.</div><div>El cerrojo se cerró sobre Von Paulus. </div><div>Es producto de esta civilización el cultivo de la vid,</div><div>aquel tapado de armiño y la forma de recordarte.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>27</div><div>El chirrido de una jauría debió decirles de la noche</div><div>más dobleces que los círculos concéntricos de los sistemas visibles.</div><div>Pues no era signo el cielo estrellado, sino la pura plenitud.</div><div>En cambio, el lejano ladrido penetrante fue la mezcla </div><div>de un metal impalpable deducido en el infierno.</div><div><br /></div><div>Con las mismas nociones se pertrecharon los nómades,</div><div>y el asedio de chacal de sus cimeras</div><div>reducía las variables a esta monotemática cuestión:</div><div>la inteligencia no dará cuenta de los significados</div><div>sino de las plantas viciosas trepadas a los últimos farallones.</div><div><br /></div><div>Dicho de otro modo, el planeta es sencillo,</div><div>plano; la piel extendida de un cadáver o el vellocino</div><div>en cuyo envés se escribió el mapa de la Quimera.</div><div><br /></div><div>Lo ven cuando observan desde las altas islas de un feriado.</div><div>Con el faltante vinieron los malos sueños</div><div>y el quizá seguro detrás de cualquier puerta.</div><div>Había signos en las miradas de los depósitos</div><div>y en el modo en que caían en el mar los restos desde los trinquetes.</div><div>Basura de intelecto.</div><div>Incluso, las frías invasiones, el invierno en las correderas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>28</div><div>Puso el pie entre el caniche y una mujer</div><div>para bajar el escalón hacia la calle</div><div>cuando pasó ante sus ojos ese rostro joven desfigurado</div><div>por un lampazo de rápidas galaxias.</div><div><br /></div><div>Suele hablarse de las pinturas fáciles con gramática compleja.</div><div>A este Bacon que se interpuso entre el perro trivial</div><div>y la imagen de la vacua vereda de enfrente</div><div>nada es posible agregar.</div><div><br /></div><div>En los ojos no había desesperación </div><div>y la mandíbula se iba hacia el Oriente</div><div>mientras pasaba oteando el mundo de los otros</div><div>aquella figura concebida con apuro por el dolor indiferente</div><div><br /></div><div>--vencido por las sociales cuestiones de una Cartago</div><div>en llamas, abrumado por la clásica escultura</div><div>de un Prometeo entregado a los buitres, conmovido</div><div>por la furia de los pobres, el pintor estaba ausente.</div><div>Solo Bacon pudo haber dicho: ella está en el orden</div><div>de los planetas que os abandonan.</div><div><br /></div><div>29</div><div>Un sonido convierte a la ciudad en maderamen</div><div>Así es como resiste el bien los ataques del desierto.</div><div>En las dunas se inclina ante un hoyo provisorio</div><div>quien sabe que el viento es su padre madre</div><div>y su legítimo hermano.</div><div><br /></div><div>Cuando huye la ciudad como una nave</div><div>en su lugar resisten los acantilados</div><div>de los antiguos muertos provisorios.</div><div><br /></div><div>Pero una vez más mira al nómada rodeado</div><div>del halcón y el hipogrifo, de parcas y racimos.</div><div>Este es el que ahora hablará y preguntará los motivos</div><div>por los que incesantemente construyen y demuelen</div><div>troyas, babilonias, tebas, establos y mercados</div><div>--tu propio fantasma se sentará a tu mesa otra vez; insistirá:</div><div>no escribas.</div><div><br /></div><div>30</div><div>Soy el escriba del Partido y de los documentos desclasificados.</div><div>Escuchad los que no han podido hablar.</div><div>Con sangre de mongoles, de ucranios y de eslavos suicidas</div><div>se alzaron las columnas de humo del triunfo vuestro.</div><div>De los campos de la horda salió el acero que permite</div><div>la victoria de los burgers, el relativismo y el ocio.</div><div>Antes del día D estuvieron los días Z del Frente Oriental.</div><div>Allá se amasó en sangre y pantanos nevados este día hueco.</div><div>Con un viva Stalin en la boca se iban los muertos.</div><div>Habéis visto películas de la sangre y el miedo</div><div>pero poco supisteis del Frente Oriental.</div><div>Antes que la carnicería del Canal estuvieron</div><div>los millones de muertos del Frente Oriental.</div><div>Honor, camaradas de estiércol, </div><div>a los muertos del Frente Oriental.</div><div>Cada bocado y risa y zumbido de autopista</div><div>se lo debéis a los camaradas del Frente Oriental.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>31</div><div>Hablo de los tiempos del conquistador y de los veranos perdidos.</div><div>Pueden creer que esto es poco para oda, porque necesito el okay</div><div>de un lenguaje fluido.</div><div><br /></div><div>Comieron cuero y ratas para fundar almacenes y curtiembres.</div><div>Engendraron para traer revoluciones de pacotilla.</div><div>Y sin embargo, ejércitos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>32</div><div>Ningún eldorado. Sólo las olas y la baba de los muertos.</div><div>Ningún latido de plata ni de oro. Sólo monedas opacas.</div><div>Ah, sí, imposible de creer. Meses de navegación oleosa,</div><div>no por un sueño, pues aquellos cráneos no soñaban.</div><div>Buscaban la lavada claridad de las cosas.</div><div>Rezaban al cañón y morían en los pastos.</div><div><br /></div><div>¿Lo veis? El pájaro volando en círculos sobre la loma.</div><div>Imposible llamar a eso collado. Aquí, sin cesar,</div><div>y en cada minuto, cambian las palabras.</div><div>Al norte, llamarán aquestas “cuchillas”</div><div>y, al pájaro, garza mora o gallareta.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>33</div><div>Alzaga, que sería almacenero, el boticario Arriola,</div><div>el herrero de Cádiz, el lector de sentencias,</div><div>el alabardero que fue mozo de cuadra,</div><div>el gitano devenido artillero,</div><div>el cazador de liebres hecho capitán,</div><div>el fontanero cubierto de armaduras,</div><div>el que portaba cinco o más muertes a navaja.</div><div>el sacristán, el que arropaba perros.</div><div><br /></div><div>¿Arte aquí? ¿A quién le cuadra?</div><div>Ni gloria ni imperio.</div><div>A crear chabolas y aldeas en damero.</div><div>Humo de velas y olor de grasa.</div><div>Y sin embargo, ejércitos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>34</div><div>Bien, fue vuestra hora, lo digo en nombre de los míos.</div><div>Ellos vinieron después con olor a cuerpo.</div><div>Lo digo por mi abuela contemplando la nevada de 1918,</div><div>por Lucania y los trojes de Castilla la vieja.</div><div>Habéis esparcido la gangrena y el trigo, de carambola</div><div>llenasteis de vacas un desierto. </div><div>Padres de cabeza de ajo:</div><div>toda esta navegación por un huerto.</div><div>Un continente en el que cagar y sembrar.</div><div>Lo hicisteis por las razones de Castilla y Aragón,</div><div>que se reducen a manteca y atavíos.</div><div>Pero fue vuestra la hora.</div><div><br /></div><div>Y sin embargo, ejércitos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>35</div><div>Esta tierra no es la tierra de mis muertos.</div><div>Ellos lo fueron bajo las botas de sicarios.</div><div>Cayeron bajo la alambrada cuando los tártaros.</div><div>Vendedores de autos usados y comedores de crustáceos</div><div>son ahora la estirpe que me ofrecéis elegir.</div><div>Decid: ¿cómo unos conspiradores de botica</div><div>me han dado ardor y recuerdo de arado?</div><div>-y sin embargo, ejércitos-</div><div>El coselete, el peto, el espaldar,</div><div>rápido ennegrecen, y un campo de duros y sofaifas</div><div>presiona sobre los conjurados.</div><div>Pedradas, módico clamoreo, cuestión de cabildo y corte.</div><div>Y más tarde,</div><div>ejércitos.</div><div><br /></div><div>Ahí tenéis por fin el dorado y el azul. La cabeza cetrina</div><div>se ha iluminado frente a las armas de un auténtico genio.</div><div>Ahora, si me lo permitís, el himno.</div><div>Románticos han desenterrado Grecia.</div><div>Por fin, ejércitos.</div><div>A lomo de mula bajo la grandeza del cóndor funebrero.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>36</div><div>La luz grisácea los acompañó y no ignoraron </div><div>que vendría, con las armas y el pendón,</div><div>el descubrimiento.</div><div><br /></div><div>Un sabio se inclinó sobre el paisaje.</div><div>Esto, musitó, no se llama América.</div><div>Esto se llama el río, el perro empiojado.</div><div>Esto se llama arreo y luces gordas.</div><div>Esto se llama la pampa, el galopito,</div><div>el corral, el vino áspero, la tuna.</div><div><br /></div><div>Esto se llama entubamiento.</div><div>El agua del arroyo cae en la cloaca pulposa.</div><div>Aquí nací. Allá estaba la fábrica amarilla.</div><div>Aquí el árbol aquel, y allá la laguna.</div><div>Tuve una anguila en una bolsa.</div><div>Tuve un rancho. Balas de avión de 1955.</div><div>Las lluvias del sudeste a veces inclinadas.</div><div>Entonces las claraboyas se pusieron negras.</div><div>En el suburbio un chevrolet pausado</div><div>respiraba de tarde en tarde, acatarrado.</div><div>Y un tipo salía de la sombra</div><div>con sonrisa de muerto.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>37</div><div>Permitidme: no olvidé nada.</div><div>Pero nada recuerdo.</div><div>El crepúsculo recuerdo.</div><div>Las casas con letrinas.</div><div>Hilos delgados de araña o de sótano o pintura</div><div>o de luz de clavos o de la palabra nieto </div><div>o de rosales grises o de árboles cariados. </div><div>O de gotas pesadas o de sol en un alfeizar </div><div>o de gallinas o de un halcón de campo;</div><div><br /></div><div>hilos de cosas y sustancias </div><div>y de últimas horas en invierno</div><div>tejieron algo más que recuerdo:</div><div>tendones en el movimiento casual, </div><div>pulmones en los que suenan las palabras.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>38</div><div>Soy el que aprendió gramática</div><div>para leer las etiquetas de los frascos.</div><div>Yodo, árnica, azogue, benceno.</div><div>Un hombre de cincuenta y tantos al sol.</div><div>La muerte era nuestra profesión;</div><div>la decisión, el libro dócil.</div><div><br /></div><div>Supieron aquella tradición:</div><div>almuerzos en el Almirantazgo,</div><div>mensajes de Bombay,</div><div>el trazado de la batalla sobre el mantel.</div><div>La sobremesa sin migas ni máculas.</div><div><br /></div><div>Miré en los arrugados rostros de los generales rojos</div><div>y la revelación sobrevino y regresó a sus fueros.</div><div>Tronó la frontera como una tormenta.</div><div>Lejos. Lejos de sus decisiones.</div><div>Lejos de los labios tensos y de las medallas.</div><div>Y de la helada sintaxis de la pólvora.</div><div><br /></div><div>Penetró su insistencia la arquitectura de Dios.</div><div>Pero no salieron indemnes de allí.</div><div>La situación los hizo para sí mismos incomprensibles.</div><div>Ganaron la guerra y perdieron las ciudades.</div><div>Se cubrió de pústulas el contorno de la conquista.</div><div><br /></div><div>Autos detenidos frente al Estado Mayor.</div><div>Las gaviotas suspendidas sobre el río congelado.</div><div>El ordenanza comiendo a hurtadillas el sándwich de paté. </div><div><br /></div><div><br /></div><div>39</div><div>Ha perdido la flor de la mirada y su hacienda.</div><div>Cholo de ojos ingenuos y chaleco de alpaca</div><div>apoyado en su bastón, comprende su desamparo.</div><div>La deriva de las cosas lo trajo al barrio.</div><div>Mueve entre sus dedos llaves ennegrecidas</div><div>“He sido príncipe del carrascal.</div><div>Removí tierra y guano, mis cuentas</div><div>bancarias alimentan polillas. Llegué</div><div>en un Packard azul a las puertas de Lima.</div><div>Sonaron cuernos y bailé en la enramada.</div><div>Miré mis zapatos amarillos: no obran milagro.</div><div>Perplejo en el garaje espero en vano.”</div><div><br /></div><div>De su simpleza sale rodeado de luz untosa, digno.</div><div>Pero en momento alguno tuvo un sueño, </div><div>un final, un objetivo, un soplo, una trascendencia.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>40</div><div>Enfundados en criterios infalibles,</div><div>los tanquistas, los fusileros, los sin grietas,</div><div>en realidad peleaban por la imaginación,</div><div>devenir del piélago de ambiciones machacadas</div><div>en el entrenamiento, jugo, sustancia</div><div>que hacía una cuestión concreta</div><div>de todo aquello que se llamaba Algo:</div><div>si existe el concepto de Patria, hay Patria;</div><div>si existe el concepto de Dios, hay Dios.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>41</div><div>Los mataron y mataron.</div><div>Deben saber que el que pierde la vida,</div><div>pierde cualquier cosa vacía,</div><div>desde todo punto de vista amada,</div><div>mantenida con fuego de ramas</div><div>y con negruras rebañadas </div><div>de utensilios de caza.</div><div>Pierde el estar, la terminal nerviosa</div><div>en la que se enciende lo que quiere</div><div>encenderse: el filo de una visera,</div><div>ribetes de un sillón, una estridente risa,</div><div>el trabajo de unas raíces en el fondo de la vereda.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>42</div><div>Sí, el pensamiento es el centro del infierno.</div><div>Rey en una ciudad de color de bronce,</div><div>con costras de basura en las calles.</div><div>Multitud y tránsito de chatarra, urinarios podridos,</div><div>cementerios removidos, aullidos de despeñados.</div><div><br /></div><div>“Soy el iluminado por la luz de las llagas</div><div>y mi energía proviene de la ciudad asfixiada</div><div>y de los estertores entre sábanas que nadie cambia”.</div><div>“Me han ungido el Partido, el Derecho Civil</div><div>y la voluntad de Baal, que destroza a los caídos”.</div><div>“La organización en torno el versículo primero”.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>43</div><div>¿Cómo mantener el dominio del mar?</div><div>Lleno al fin de negros y mercaderes,</div><div>por siglos barrenado, navegado, instilado de sangre.</div><div>Sin embargo, aún carcome las ideas de poder</div><div>junto con los desperdicios y los naufragios.</div><div><br /></div><div>Mi reino ha caído en una isla de excrementos.</div><div>He plantado mi torreón y cubrí la espada</div><div>con matas secas, con plumas y vísceras.</div><div>Con eficacia, construí un observatorio.</div><div>Vigilo los movimientos cíclicos en un radio de 20 estadios.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>44</div><div>Ordenes del Servicio Secreto de la Corona:</div><div>ceder dos palmos, un topo, cuatro maravedíes.</div><div>Retroceder en orden hasta el Libro Cuarto.</div><div>Armar el pináculo de la gloria.</div><div>Aguardar el chaparrón. Cubrirse de lapas.</div><div>En el fango hasta la cintura probar la resistencia imperial.</div><div>Dar al romanticismo la cerca de cañas</div><div>y los caminos que llevan a los nidos y las habichuelas.</div><div>No será dicho el día. No habrá señales.</div><div>No abandonen el terreno, la zona del dolor.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>45</div><div>Resumen Quinto: volvimos al río por cangrejos.</div><div>Sopas de noche y friegas por la mañana.</div><div>Dominio absoluto de la autopista.</div><div>Dos baterías sobre el puente y provisiones de boca.</div><div>Venta de mobiliario y equipo gastronómico.</div><div>Deserciones intelectuales sin consecuencias.</div><div><br /></div><div>“He tenido un día satisfactorio. Controlo cierta región.</div><div>Duermo con una certeza. Me despierto a las nueve.</div><div>Tengo café y manteca.</div><div>Pero debo dar un paso más, Watson.</div><div>Es innecesario, totalmente presuntuoso. </div><div>Encuentro un desajuste entre la vida y lo vivo.</div><div>Debería ser capaz de fumar y andar en bata</div><div>en esta cima de la propiedad, de la construcción.</div><div>No hay, fíjese, ruidos en el desván</div><div>y en Londres los diagramas están activos.</div><div>La guerra ha sido siempre auxiliar para nosotros.</div><div>La frenología nos ofrece un prospecto suficiente”.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>46</div><div>“Evitad a la prensa. En el gas de las tormentas</div><div>escribid.</div><div>“Marciales, honrosos, venid a por la paga</div><div>con vuestro cráneo en la mano.</div><div>“No sois nada, nadie.</div><div>“Debéis no serlo.</div><div>“Esta es la voz del estadio inundado.</div><div>“Aquí alzáis el trofeo, fantasmas, </div><div>y la porcelana de vuestros dientes,</div><div>la ajustada sincronización de vuestros organismos,</div><div>esa repetida maravilla,</div><div>fue un don que debía extinguirse.</div><div>“Lo usasteis en el amartillar de los máuser</div><div>y en el ágil desplazamiento por zanjas </div><div>y campos roturados por los morteros.</div><div>“Esta es, aunque no parezca, la gloria del soldado.</div><div>“No la ebanistería de los ministerios</div><div>ni las salvas entre lápidas y vuelo de tordos.”</div><div><br /></div><div>Esas luces allá, detrás del humo aquel,</div><div>¿son la ciudad?</div><div>¿Éste es el Velódromo, aquél </div><div>el tanque de gas;</div><div>éste, el distribuidor de la autopista?</div><div><br /></div><div><br /></div><div>47</div><div>Resumen Sexto: Catedrático en la mesa de cocina,</div><div>frente al pingüe regalo de una ventana y el fresco.</div><div>Más tarde, en la calle, detenido por el semáforo</div><div>mira el árbol de corteza oscura que se abisma en su color.</div><div>En tal profundidad suenan lanzas, </div><div>la pampa se mueve hacia Carhué.</div><div>Y no es todo, hay tropas con mantos cenicientos</div><div>bajo nevisca en los pantanos de un reino bárbaro.</div><div>Y no es todo.</div><div><br /></div><div>Este reino fue comadreja y voladera.</div><div>La balanza del buhonero y el remington.</div><div>Ese árbol, devorado en un segundo por el olvido,</div><div>no fue plantado aquí, creció entre grietas y abadías,</div><div>solitario, en peñascos y apartado del bosque junto a un camino.</div><div>Pero en este y en otros tiempos.</div><div>Y hoy alguien se detuvo ante él.</div><div>Expuso haber leído que tal vez estamos presos en un nudo de tiempo.</div><div>¿Y cómo lo sabrá si ha perdido ese árbol?</div><div><br /></div><div><br /></div><div>48</div><div>Las trabajosas migraciones, no el malón.</div><div>El horizonte, de pastos infestado.</div><div>Los que llegaron solos, ilegales.</div><div>Sus huesos blanqueando en los pantanos</div><div>o los ojos con que miran desde los rellanos</div><div>de edificios públicos.</div><div><br /></div><div>Así, el imperio fue minado.</div><div>No por la incursión de la horda:</div><div>por su propio fulgor</div><div>que atrajo desterrados,</div><div>sombras desde los osarios</div><div>creados por las centurias en terrenos bárbaros.</div><div><br /></div><div>Bajo las arcadas, entre las achuras del circo</div><div>el nubarrón de sueño y pesadilla</div><div>se alzó hasta las estatuas y el Senado.</div><div>Roma, Washington, la central Europa</div><div>cayeron, caen, mueren entre heces y pocilgas.</div><div><br /></div><div>Aun así, las cosas. Paredes de rojo calamar.</div><div>La esquina y las persianas que se levantan</div><div>y caen con regularidad mecánica.</div><div>Los días del calendario, la tarde del sábado.</div><div>La música que se oye en el traspatio.</div><div>Tipos con herramientas en los techos.</div><div>Mantenimiento, partes meteorológicos, zapatos.</div><div>La hora del gato; la hora del mono; </div><div>medianoche: la hora de la rata.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>49</div><div>Ah la torre de los albigenses en el barranco del despeñadero.</div><div>De ella parten aún tiros de gracia que no hallarán destino.</div><div>Rodeada de desiertos pintados o corredores humosos, el gris</div><div>domina su semblante en el que a veces destella una esmeralda.</div><div><br /></div><div>Saluda al entregar el diario fragante, las hojas </div><div>que se marchitarán en el baño:</div><div>la ofrenda del vendedor de periódicos </div><div>como la verdad y su rápida disolución.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>50</div><div>Poderoso es el designio. Cada vez que se atisbe la verdad</div><div>se multiplicarán los floreros, las candelas, las fiestas,</div><div>la relatividad del confort o de las penurias sufridas</div><div>por la familia, la estirpe, la raza, el partido.</div><div>Atila, en su Porsche, recorre la ciudad que insiste en aniquilarse.</div><div>Ha salido indemne de los quejidos del vencido y del remordimiento.</div><div>El estado de eterna destrucción es su certeza. No hay fin.</div><div>Nunca morirán del todo los otros, ni él, ni sus cortejos.</div><div>Ha leído los signos en el mismo fondo de tormenta,</div><div>siglo tras siglo y masacre tras masacre.</div><div>Se ha retirado, impotente y colérico, pues</div><div>nada en la historia dependió de su poder sangriento.</div><div>La máquina hubiese funcionado de todos modos.</div><div>El auto se pierde en la niebla ojerosa de la autopista.</div><div>Su gesta son escenas de una película mal copiada.</div><div>Su rostro decae en el bien escaso, se inflama en la sombra.</div><div>Y no es suyo, es el del asesino en el diario, el del tunante,</div><div>el del florista o el del héroe circunstancial del balompié.</div><div><br /></div><div><span face="abril-text, serif" style="background-color: #fcfbf8; color: #222222; font-size: 18.2px;">© Jorge Aulicino</span></div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-45264959287113604132023-06-13T20:37:00.004-03:002024-02-09T05:05:14.377-03:00 Comentario / "El río y otros poemas"<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGe9BEAxuECpyPIp90jkb8A_rWgZNhRC8vRSJI-vG3rKO5zcnp0ZEeuKcgakKVyFK287Ds4Q438SfKHDBzcv6Ri-vNStb8e0Fw4TJdKdYY5Gphylaoh3gwDL5AR61GzgzJEHP256qaHeHdhvOEc6q6d7qAVO7zMgUx2JBuVWdki5jTuAP5APU/s1497/page_1.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1497" data-original-width="1055" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGe9BEAxuECpyPIp90jkb8A_rWgZNhRC8vRSJI-vG3rKO5zcnp0ZEeuKcgakKVyFK287Ds4Q438SfKHDBzcv6Ri-vNStb8e0Fw4TJdKdYY5Gphylaoh3gwDL5AR61GzgzJEHP256qaHeHdhvOEc6q6d7qAVO7zMgUx2JBuVWdki5jTuAP5APU/s320/page_1.jpg" width="226" /></a></div><p>Diego L. García - <a href="https://fervor.com.ar/los-diez-libros-recomendados-de-noviembre-libros-con-descarga-gratuita/" target="_blank">Fervor. Cultura de Buenos Aires,</a> <a href="https://fervor.com.ar/los-diez-libros-recomendados-de-noviembre-libros-con-descarga-gratuita/" target="_blank">10 noviembre de 2020</a></p><p></p><p><i>El río y otros poemas</i> explora las posibilidades de una poesía de personajes. Sarmiento, Agamenón, Quevedo, Teresa de Ávila, Belgrano y otros interpelan el discurso historicista y las “verdades” de esos relatos (“<i>Nada de un mísero instante puede ser narrado</i>” dice con acierto un de los versos). La representación de estos sujetos implica ciertos puntos pensables desde la poética: a) que el texto puede articularse como impresión de la vida (y no expresión); b) que el “<i>mundo de afuera</i>” (cito del poema 13) pertenece también a las palabras; c) que las imágenes de la poesía son una sola (parafraseando a Octavio Paz), por más que se enfoque el ataque del almirante Brown o la lluvia sobre viejos adoquines. Pienso en las persistencias que se abren cuando una escritura se ha convertido en obra, en los modos que ese tapiz encuentra para seguir desplegándose; hay algunas definiciones que uno debe conceder, mecanismos que atraviesan y trascienden al mismo tiempo el trabajo escurridizo de la poesía. De alguna manera esa estructura es la que sostiene un algo más que las imágenes y sus caminos de pensamiento.</p><p>AULICINO, Jorge. <i>El río y otros poemas</i>, Buenos Aires, Barnacle, 2019.</p>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-80469850214939705852023-01-21T01:45:00.002-03:002024-02-09T05:06:21.886-03:00Comentario / La única política válida<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgal1WVXW6aQimPi1r_R8tmBLATUZsmjjUjlc3YOrB5TcluSBI7zXWNSQvb52HhZm9_pVHqO52kTxYhtvX_M605-PAY7QtScZlR6PSmNweqBo7yuhgYkVNxTopqbKek8bSv4R22jsURxdIoGerR0JIXhY3I7IkwVpQcnkV4Ucmzf8a5WYgxxjI/s268/descarga.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="268" data-original-width="188" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgal1WVXW6aQimPi1r_R8tmBLATUZsmjjUjlc3YOrB5TcluSBI7zXWNSQvb52HhZm9_pVHqO52kTxYhtvX_M605-PAY7QtScZlR6PSmNweqBo7yuhgYkVNxTopqbKek8bSv4R22jsURxdIoGerR0JIXhY3I7IkwVpQcnkV4Ucmzf8a5WYgxxjI/s1600/descarga.png" width="188" /></a></div><i><div><span style="font-style: normal;">Miguel Gaya - "Los libros del año" - </span><a href="https://www.clarin.com/revista-enie/mejores-mariana-enriquez-claudia-pineiro-miguel-gaya_0_DPmPYl4IuF.html" style="font-style: normal;" target="_blank">Revista Ñ</a> _<span style="font-style: normal;"> Buenos Aires, 24 de diciembre de 2022</span></div><div><i><br /></i></div><div><i><br /></i></div>Poesía y política</i>, de Jorge Aulicino (Ediciones del Dock), reúne dos docenas de pequeños ensayos, publicados en el Periódico de Poesía de la UNAM entre 2015 y 2018. En poco más de cien páginas, se mete con cuanta vanguardia ha sido y da cuenta del estado de la poesía en nuestros días.</div><div><br /></div><div>Ya no hay preceptiva, ni reglas, manifiestos o programas. "Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado". Lo que Marx decía de la política, dice Aulicino de la poesía: la única política válida para la poesía es una ética.</div><div><br /></div><div><br /></div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-64601234746112283472022-08-24T00:25:00.012-03:002024-02-09T05:07:20.360-03:00Comentario / El que espera lo peor<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHhw5O5idyReJgaIhKI6h6F6wpDKOwjAjo-piTsfDouceGOShPVdrOZVmX1TTXzaVZGwDPQtsMnv9hgC4NaqzTTkmsIMzTSNYjxW5Q21uDHdB00VqIiROnEGemiR6N4SJPvYPFR4_Xt4dy6ES5C_eoviWBxwFWc-USLRIo2HaHh3MUYhkDALQ/s268/descarga.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="268" data-original-width="188" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHhw5O5idyReJgaIhKI6h6F6wpDKOwjAjo-piTsfDouceGOShPVdrOZVmX1TTXzaVZGwDPQtsMnv9hgC4NaqzTTkmsIMzTSNYjxW5Q21uDHdB00VqIiROnEGemiR6N4SJPvYPFR4_Xt4dy6ES5C_eoviWBxwFWc-USLRIo2HaHh3MUYhkDALQ/s1600/descarga.png" width="188" /></a></div> Rubén Ríos - <a href="https://www.pressreader.com/argentina/perfil-cordoba/20220424/283377655518462" target="_blank">Perfil</a> - Buenos Aires, 24 de abril de 2022<p></p><p><b style="font-size: large;"><br /></b></p><p><b style="font-size: large;">La “política” adopta una suerte de posición de repliegue y despliegue hacia el poema mismo como respuesta o resistencia ante aquello que amenaza con destruirla o reducirla a los lenguajes mainstream del consumo de masas</b></p><p><br /></p><p></p>Poeta de renombre y traductor, miembro del comité de dirección del Diario de Poesía, subdirector de la revista cultural Ñ hasta 2012, administrador del blog de poesía en castellano Otra Iglesia es Imposible, Primer Premio Nacional de Poesía en 2015, Jorge Aulicino, además, escribe ensayos y no fáciles de clasificar en el ya de por sí incierto y vago género ensayístico. La mayoría de los textos, o de los artículos al menos, que componen <i>Poesía y política</i> fueron publicados en la edición digital del Periódico de Poesía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre 2015 y 2018 y, aparte de la brevedad, se caracterizan por tratar de temas “poéticos” (el entrecomillado alude a la polisemia del adjetivo) en constante tensión con la política, el mercado literario, las redes sociales, la cultura de masas, los poetas y la biografía del propio Aulicino. Más que otra cosa, si se quiere entender algo de estos reflexivos escritos, hay que sostener (y quizá contra el propio autor) que este libro presenta, en realidad, una “política de la poesía”.<p></p><p> Estas nuevas comillas se dirigen poner en guardia respecto de que Aulicino no dice nunca eso, pero demasiadas veces lo hace o hace algo muy parecido, incluso cuando se refiere a películas, obras de arte, el comunismo soviético o la época en el que el poeta argentino y traductor Raúl Gustavo Aguirre (fundador de revista Poesía Buenos Aires) trabajaba en la Caja Nacional de Ahorro. Todo sucede como si, en un haz muy rápido de sentido, Aulicino tomara como pretextos los motivos tradicionales de la crítica cultural (la vanguardia artística y política, las estéticas mediáticas, el ocaso del teatro o la ópera, la emoción poética, la imagen visual y literaria) para -y en buena medida, metafóricamente- introducir de modo abierto o escondido, la poesía, mejor dicho, el acto poético, el poema y su forma de aparición, de circulación, de desaparición y olvido. Allí, en esa fenomenidad inexplicable o explicable a medias, es donde Aulicino esboza una relación compleja entre el poeta y la <i>polis</i> que bien puede llamarse “política de la poesía”.</p><p> Ésta, por un lado, aspira a resumirse (es dudoso que lo logre) en una poética de lo sagrado y la epifanía, de lo inefable y lo milagroso, del mostrar más que del decir, del misterio más que de la revelación. Por el otro, y la asiste la historia de la poesía moderna, esta “política” adopta una suerte de posición de repliegue y despliegue hacia el poema mismo como respuesta o resistencia ante aquello que amenaza con destruirla o reducirla a los lenguajes <i>mainstream</i> del consumo de masas. Esto, además, en una época donde la poesía no alcanza el estatuto de producto comercial y se lee cada vez menos o en círculos minoritarios. El autor no lo ignora y tiende a exponerlo con el realismo de alguien que espera lo peor. Así y todo, ante este crepúsculo sin pena ni gloria se diría que invita (no más que eso) a doblar la apuesta por una poética que defienda a la poesía -citando la cita a W. H. Auden de Aulicino- “de la trivialidad decadente”. </p><p> <i>Poesía y política</i> / Género: ensayo / Ediciones Del Dock, 2021</p>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-75357166964349365402022-07-16T18:22:00.029-03:002023-09-22T16:38:04.875-03:00Texto completo / El camino imperial. Escolios<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY-VRMuW2GvhI9fRDEzc7xco3FXVYAQhSuy1h9sRyleHuZmw15Q2CZYTtd7Mpcyslt6NyT8_9jZ3849Aij2DKXJB41YU74xV2YQhWEmPbpL5lCMWKW4WpdsVVt7yWJ5egRkPEbj4RPrddnLA70q4A--cSWg8J0FUgEUn51goMKxhZ2TV7suOA/s1244/invita%20presentacion%20libro.JPG" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1244" data-original-width="778" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY-VRMuW2GvhI9fRDEzc7xco3FXVYAQhSuy1h9sRyleHuZmw15Q2CZYTtd7Mpcyslt6NyT8_9jZ3849Aij2DKXJB41YU74xV2YQhWEmPbpL5lCMWKW4WpdsVVt7yWJ5egRkPEbj4RPrddnLA70q4A--cSWg8J0FUgEUn51goMKxhZ2TV7suOA/s320/invita%20presentacion%20libro.JPG" width="200" /></a></div><br />(Texto completo. Publicado en 2012 por <a href="https://www.ruinascirculares.com/catalogo/?autor=30" target="_blank">Ruinas Circulares</a>)<span style="font-family: inherit;"> </span></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"> </blockquote><div><i>Que les tables mémoriales se jumellent</i></div><div><div><i>comme les tours de veille au long de la voie d'Empire, </i></div><div><span style="font-family: inherit;"><i>de cinq mille en cinq mille pas.</i> </span></div><div><span style="font-family: inherit;"> Victor Segalen</span></div></div><div><br /></div><div><b><br /></b></div><div><b>La discusión bizantina</b></div><div> </div><div>Fijaos en qué consiste el detalle,</div><div>vosotros y todos, especialmente aquéllos,</div><div>los que dijisteis: no del hijo, asimismo,</div><div>sólo del Padre, y fuera de dividir el imperio </div><div>del espíritu, creasteis un esférico misterio</div><div>que provee dones y abismos.</div><div>Nosotros a las orillas del Mediterráneo</div><div>recreábamos, aún creamos, una y otra vez al hijo,</div><div>en numerosos cuadros, en demasiados cuadros,</div><div>abierto como una res,</div><div>y propagándose por los caminos del mundo viejo y del nuevo,</div><div>por la tierra apisonada y la tierra no labrada,</div><div>por el estiércol, por los hermanos y las madres,</div><div>por la guerras y los despeñaderos.</div><div> </div><div> </div><div><b>Dinastía Han, 194 d.C.</b></div><div> </div><div>Bien lo dices: "Qué clase de emperador</div><div>soy que no tiene morada y habita un país en ruinas";</div><div>el entendimiento en ruinas, asimismo.</div><div>Hice dádivas,</div><div>mientras tallaba mi palacio en oro.</div><div>¿Los que invaden mi reino son pueblos justos?</div><div>¿Todos beben según su necesidad en los ásperos campamentos?</div><div>¿El líder es probo?</div><div>De nada te sirven estas preguntas.</div><div>Planta tú mismo el arroz devastado.</div><div>Únete a tu pueblo.</div><div> </div><div>Naufragará en el Yang Tzé el pensamiento único.</div><div>En cada uno de los Tres Reinos</div><div>habrá una semilla de verdad.</div><div> </div><div>La espada tiene término.</div><div>Donde quiera, el Espíritu soplará.</div><div>Y dirá incluso Cao Cao el poderoso:</div><div>"Aun las serpientes aladas</div><div>se convierten en polvo".</div><div> </div><div> </div><div><b>Analectas</b></div><div> </div><div>Mis dos amigos discutieron </div><div>con la mayor seriedad -si puede considerarse</div><div>seria la pasión de la ebriedad- </div><div>hasta que amaneció en el patio. </div><div>Discutieron si es correcto </div><div>que el hombre orine bajo la ducha.</div><div>La intensa batalla verbal enfrentó a Kant </div><div>con Spinoza, pero ambos lo ignoraban.</div><div>Cuando amaneció, el perro ladraba al gato </div><div>que intentaba vanamente enterrar</div><div>sus excrementos bajo un naranjo.</div><div>Oh qué modelo, habría dicho el sabio, </div><div>de correcto proceder, en la aún no regada </div><div>porción de naturaleza junto al patio </div><div>en el que la civilización divagaba.</div><div> </div><div> </div><div><b>Edward Hopper, <i>People in the Sun</i></b></div><div> </div><div>La vida detrás de las paredes</div><div>y en los antiguos hoteles que frecuenta</div><div>la clase media alta</div><div>está llena de una violencia que festejan las aves</div><div>detrás de las ventanas</div><div>como un movimiento de la naturaleza</div><div> </div><div> </div><div><b>Vejez imaginaria de Celestino, Papa</b></div><div> </div><div>Ahora yo soy el fuerte, ahora</div><div>el pájaro, el <i>nipote</i>, se acurrucan </div><div>en mi regazo. ¡Guíanos!</div><div>Yo que no supe reinar, que era tan puro o tan blando</div><div>que no supe, no pude,</div><div>que para siempre quiso Dante dejarme</div><div>en la antesala del Infierno.</div><div>¡Guíanos! Te ves tan fuerte...</div><div>Guíanos al centro, en donde</div><div>dejamos de ser hombres para ser hombres.</div><div>A la Historia, en la que se disuelve el aura terrenal</div><div>y se adquiere el aura celestial.</div><div>Guíanos al centro de la muerte.</div><div> </div><div>La Historia, de pigmentos, de terribles fragancias.</div><div>La Historia, impersonal.</div><div> </div><div> </div><div><b>Vejez imaginaria de Pavese</b></div><div> </div><div>Ahora yo soy el fuerte, yo</div><div>el que veía a los hombres como dioses</div><div>e ignoraba su crepitantes derrumbes.</div><div>El mecánico, el labrador, el piamontés de tierra.</div><div>Yo, que pensé que nunca podría hablarles,</div><div>y uno se ahogó en vino blanco, </div><div>el otro se arrodilló ante el tirano.</div><div> </div><div>Ahora he crecido, y otro chico, tras la ventana,</div><div>mira el viñedo y dice: "Mi primo, aquél, me enseñará</div><div>cómo callar, ser fuerte, seguro, titánico, solvente".</div><div>¿En todos pone el cielo un ascua de héroe?</div><div> </div><div> </div><div><b>Aqueronte</b></div><div> </div><div>(Nota a <i>Transhumanar y organizar</i> de Pier Paolo Pasolini)</div><div> </div><div>Organización,</div><div><i>that is</i>,</div><div>el problema,</div><div>porque si querés</div><div>una iglesia,</div><div>si querés lo alto y lo bajo,</div><div>lo alto en lo bajo,</div><div>y no lo bajo en lo alto,</div><div>y a cada quien según,</div><div>y la palabra que va y viene,</div><div>cargada de estupor, verdad y desierto,</div><div>transparencia de copas </div><div>y opacidad de cocinas,</div><div>y que el espíritu no se empantane</div><div>y la incertidumbre y la certeza sean colectivas,</div><div>entonces</div><div>caminemos hacia el agua,</div><div>te mostraré...</div><div> </div><div> </div><div><b>Dante, <i>post scriptum</i></b></div><div> </div><div>El porqué -no fue casualidad- que puso en mi senda</div><div>a Estacio, de manera que viera su rostro sonriente</div><div>en el esmalte del paraíso terrenal junto al</div><div>del venerado Virgilio, nadie podrá explicármelo.</div><div> </div><div>Él, Estacio, que quedó junto a mí</div><div>cuando Virgilio se fue sin aviso;</div><div>el irresoluto Estacio,</div><div>que ocultó su conversión</div><div>y siguió diciendo no al Cristo</div><div>mientras lo veneraba en su intimidad</div><div>plagada de los sonidos de Tebas;</div><div>Estacio, que de hecho vagó quinientos</div><div>y cuatrocientos y trescientos años</div><div>purgando su prodigalidad y el tiempo</div><div>en que vivió sin el dios verdadero,</div><div>fue conmigo hasta los pies de quien, creí,</div><div>había dotado mi vida de sentido.</div><div>Nunca, lo sé, las aventuras del espíritu</div><div>concluyen en la compañía de los más luminosos,</div><div>y tal como el Virgilio volvió al limbo sus pasos,</div><div>volví a una ciudad a la que ya no amaba</div><div>y traté de cosas sobrenaturales</div><div>ante los más vulgares</div><div>poderosos; me exilaron;</div><div>la fiebre me dio en</div><div>las marismas; aguardo el bote</div><div>que me llevará a la colina</div><div>que subí una vez, maravillado.</div><div>Ya no me importa. El sol </div><div>que me fue destinado brilló </div><div>en la tierra y en el cielo</div><div>y he sido como el náufrago</div><div>de una inútil revelación. El limbo</div><div>es mi lugar, mas soy cristiano,</div><div>tanto o más que Estacio, el casual.</div><div> </div><div> </div><div>"..<b><i>.ed ecco il loco</i></b>"</div><div> </div><div>… y cómo de repentino azar se hace el infierno.</div><div>Y también de azahares. El que encontraste al pie</div><div>del monte, la cabeza entre las piernas,</div><div>la que apenas giró para mirarte por sobre</div><div>su muslo y te dijo: ahora prueba subir tú.</div><div>Y aquel otro, el que te dijo: hay mejores que yo</div><div>en el arte de la iluminación; y sobre todo</div><div>el que en el fuego</div><div>te señaló con el dedo</div><div>al que iba delante:</div><div>ése fue el mejor herrero.</div><div> </div><div>Como si en el infierno y el purgatorio</div><div>todos asumieran su cruel y pura verdad,</div><div>aun vos, </div><div>diciéndote "canta", te eligieron</div><div>no te ungieron ni te destinaron, no eres Eneas</div><div>ni Pablo,</div><div>sino el que ha escuchado el rumor de voces</div><div>en la vida de arriba, y ha hallado</div><div>su sentido de turbulenta sinfonía abajo</div><div>y en las duras laderas del monte </div><div>de los aún no salvados.</div><div>Los que lloraban por amor más que por los tormentos;</div><div>los que acallaron la autoconmiseración,</div><div>los que dijeron: de corazón he pecado,</div><div>entre ellos, reinando,</div><div>el que imitaba la voz de Zeus </div><div>pidiendo ayuda a Vulcano,</div><div>el que se burlaba de los de Siena,</div><div>el que se acomodaba a hablar con nostalgia </div><div>de Cerdeña junto a su paisano.</div><div>¿Somos esa morcilla de voces que arde</div><div>sobre un asador atizado por diablos de sindicato?</div><div> </div><div>La zarza arde en la boca del subte.</div><div>Gotea en las cloacas un Aqueronte.</div><div>Como recintos de frío carbón apagado oscurecen</div><div>los edificios.</div><div>Y el fuego precede las obras del ingenio.</div><div>Excepto la indiferencia, todo estaba </div><div>en el infierno y en el purgatorio.</div><div>Excepto la natural desnaturalización </div><div>de lo sobrenatural,</div><div>todo estuvo previsto, para el Decamerón, </div><div>para el noticiero.</div><div>Excepto la idea vacía de idea </div><div>con que alguien se sienta</div><div>en este momento a la mesa de al lado. </div><div>Excepto la estúpida vida,</div><div>la vida en soledad, la vida no colectiva, </div><div>la vida no actual.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>En el medio del camino</i></b></div><div> </div><div>Caigo entre símbolos, y a quién esto pueda importarle:</div><div>la selva es asimismo mi mirada</div><div>cuando se perdía en los ojos de la cristiandad:</div><div>observen que me refiero a la selva cerrada</div><div>de mi comprensión, y no a la diáfana</div><div>pureza con que las cosas se despliegan</div><div>a la orilla de los ojos,</div><div>en el orillo,</div><div>en el dobladillo</div><div>de nuestro mirar dentro y afuera.</div><div> </div><div> </div><div><b>Tièpolo, <i>Guarigione dell' ossesso</i></b></div><div> </div><div>C'è quattro guise:</div><div>l'una lunga, l'altra bisettrice.</div><div> </div><div> </div><div><b>La importancia de llamarse Severo</b></div><div> </div><div>Mi vida está llena de sombra, mi querido.</div><div>Dejo los zapatos debajo de la cama.</div><div> </div><div> </div><div><b>Isaías</b></div><div> </div><div>El trueno aún tiene su significado,</div><div>según yo lo comprendo, pues,</div><div>reducida Babilonia, pobladas ahora sus casas de masajes</div><div>de los gritos de gatos cervales,</div><div>con la roca hendida, diabólicas hormigas,</div><div>un aguilucho comiendo de un arbusto seco,</div><div>y las colonias de murciélagos apoderándose de sus palacios</div><div>-con asimismo la hiena, y el simún que todo barre-,</div><div>el árabe puso la planta allí de nuevo, hizo tiendas</div><div>en donde hubo residencias de placer.</div><div>Qué queréis... Ese trueno en el fondo del desierto...</div><div>El demonio de algún modo hace nueva interpretación del Muro</div><div>derrumbado por la piqueta de Dios, de los pueblos.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>Kritik der politischen Ökonomie</i></b></div><div> </div><div>Debo agradecer - dijo el poeta Fergusson</div><div>O'Connell - a todos estos señores</div><div>-años de Oxford detrás de sus palabras-.</div><div>Los árboles de la calle frente a su ventana </div><div>en Equis Street -Gordon Street digamos- </div><div>tal vez eran plumas, fueron plumas</div><div>para las mentes dispuestas, ágiles y sinceras </div><div>de los románticos. No para él. Para él sólidos eran. </div><div>Su movimiento, visible. Sólidos, y se preguntaba </div><div>por las arenas de las grandes fosas</div><div>marinas. A nueve a diez kilómetros de profundidad.</div><div>¿Ligeras? Se preguntaba por todo el contorno:</div><div>el martillo del herrero su padre resonaba en su cabeza.</div><div>Oh luchó en las garras del capital -Debo</div><div>agradecer a todo estos señores -dijo-.</div><div>Pues comprendía, pues luchó en las garras.</div><div>Conoció el chasquido del panfleto y la resonancia de los bosques.</div><div>A todo esos señores, en las garras.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>El olor del pez alejó al demonio</i>, Tobías, 8:3</b></div><div><b> </b></div><div>Decís vos: mirá los vendedores de pescado...</div><div>Suponemos ambos que vemos lo visto,</div><div>el determinado</div><div>significado </div><div>que se ajusta, detalle más o menos,</div><div>a lo que físicamente vemos en este momento exacto.</div><div>¿Vendedores de pescado, Pablo?</div><div>Esos hombres, si son hombres, no venden pescado.</div><div>No tenemos prueba alguna.</div><div>Esos hombres no tienen pescado.</div><div>Esas son figuras con canastos.</div><div>Esas son figuras con objetos pardos.</div><div>Esas quizá son figuras.</div><div>O son los apóstoles, Pablo.</div><div>O son una masa articulada de modo que ni vos ni yo</div><div>podemos describir, porque su aparición en la línea</div><div>de lo que convenimos real, no los hace, per se, reales</div><div>vendedores, ni hombres, ni sombras, ni objetos, Pablo</div><div>-en sentido intelectual-. </div><div>Apenas nuestro lenguaje, con propiedad, podría decir: aquello.</div><div>Sólo lo indeterminado.</div><div>Y aun en ese caso, no sería correcto nuestro hablar,</div><div>no se adaptaría a trasmitir siquiera una palabra del 'campo' de lo 'real'.</div><div>Como si dijeras: 'el pespunte se viste del inolvidable albur'.</div><div>Como si fuera natural que alguien amanezca con una maza en la mano.</div><div>Como si cada detalle de los infinitos detalles de esta calle que baja</div><div>al río fuese natural, se pudiera mencionar, incluso, </div><div>cada detalle oliendo a víscera de pescado.</div><div> </div><div> </div><div><b>Crepúsculo</b></div><div> </div><div>Se resiste a la tragedia el tiempo</div><div>a pesar de la ceniza volcánica que cubre</div><div>suburbios de esta ciudad y ciudades enteras.</div><div>Si miro los árboles, no sangran en una selva dantesca:</div><div>tienen un aspecto más bien indiferente y</div><div>fríamente taciturno;</div><div>en lugar de brasas, los números luminosos </div><div>del transporte colectivo parecen caramelos </div><div>en vidrieras heladas.</div><div>No nos atrape este Vesubio en extrañas</div><div>contorsiones en las casas no santas,</div><div>dice mi amigo, pues sería una forma trivial</div><div>de que el futuro nos recuerde. Queden</div><div>sólo números encendidos y raras sagas</div><div>de vampiros hemofílicos como pregunta</div><div>sobre esta enigmática superficialidad.</div><div> </div><div> </div><div><b>Van Gogh, <i>Zapatos</i></b></div><div> </div><div>Qué sino pintar, </div><div>que</div><div>no es</div><div>atrapar, sino</div><div>la incontenible necesidad</div><div>de poner bajo un horizonte</div><div>las infinitas cosas desapercibidas</div><div>pues</div><div>de otra forma no serían percibidas</div><div>pero además</div><div>trazarían puntos de fuga infinitos,</div><div>y entonces</div><div>¿hacia dónde, hacia dónde?</div><div>Hacia dónde decir que tiende la mirada.</div><div>Otra cosa veo, Teo,</div><div>la infinita </div><div>materialidad de la materia:</div><div>mirá estos zapatos, la silla, el sombrero,</div><div>no hablar ya del girasol,</div><div>de los girasoles,</div><div>de los campos, de los estibadores,</div><div>del azul material del cielo,</div><div>y del color que fueran los ojos</div><div>tuyos, del doctor, los míos.</div><div>Densidad, diafanidad, infinitos puntos de fuga</div><div>que insisten en que la materia no es forma,</div><div>¡no es forma!</div><div>No hay abstracción que la capture</div><div>ni gruesa pincelada que convierta una galaxia</div><div>o el resplandor de una galaxia en la siempre</div><div>inacabable rugosidad, </div><div>en la siempre</div><div>inacabable</div><div>materialidad</div><div>de una colcha.</div><div>Analogías, hermano: ¿qué analogías?</div><div> </div><div> </div><div><b><i>Quaderni del carcere</i></b></div><div> </div><div>Porque tiene algo agradable la voz</div><div>de los altoparlantes,</div><div>creemos en ellos.</div><div>Si no hubiera al menos un poco</div><div>de arte,</div><div>no habría explotación del hombre</div><div>por el hombre.</div><div>Así acaricia tu placer la Virgen de las Rocas,</div><div>así lo acarician las noches de Goya;</div><div>la sombra y el silencio</div><div>en la Quinta del Sordo.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>Las nieves del Killimanjaro</i></b></div><div> </div><div>Gris es toda teoría y gris el árbol y el desierto de la vida.</div><div>A sólo un par de kilómetros de aquí, mientras los héroes </div><div>de nuestro tiempo cazan leones en el zoo,</div><div>los aviones levantan vuelo desde el desierto.</div><div>Siento el rugido animal de los motores como el bramido más salvaje</div><div>que el mundo puede lanzar en estos días.</div><div>Vibran los vidrios y balbucean los muertos.</div><div>He enterrado la espada bajo el árbol, Ginebra.</div><div>¿Qué mal podría reportarme ver el avance de la podredumbre </div><div>hasta su límite, o hasta lo ilimitado?</div><div>¿Alcanzará nuestros días de abril, de aquel abril, o de aquel marzo?</div><div>O los días de otoño de cualquier pobre suburbio,</div><div>o las largas contemplaciones de una laguna artificial.</div><div>Eso quiero decir: "nuestros", como si valiera algo.</div><div>¿Has visto, Ginebra, los cuerpos volar por una explosión de obús?</div><div>¿Cuántos cuerpos? Todos vuelan y "sus" días no son nada.</div><div>Millones de muertos en una guerra civil que empezó cuando...</div><div> </div><div>¿Qué son los hombres? ¿Qué son "sus" otoños o su pasearse o su sufrir?</div><div>¿Qué es un imperio bajo el suave agitarse de los arbustos en la ventana,</div><div>pues llega el aliento puro, no de este otoño,</div><div>no de otro, sino de un otoño con el frío de un campo</div><div>minado, cuando nadie se mueve en él, cuando se prueba con el bastón</div><div>el camino, pues la luna se ha ocultado incluso para el ciego samurái?</div><div>Y no alcanza el bastón, pues el suelo estalla, y conviene estarse</div><div>quieto, juntando la energía restante, aspirando el viento,</div><div>latiendo y viviendo en una atenta inmovilidad...</div><div>hasta que llegue el momento, o no llegue el momento.</div><div><br /></div><div>Bebiendo el agua de una tormenta nueva, como lo son todas las tormentas.</div><div>El agua que fluye sobre los pómulos y los labios.</div><div> </div><div> </div><div><b>Olímpicas 1</b></div><div> </div><div>He de ser duro, Ganimedes, tú que te regocijabas</div><div>en la virilidad, así se cumpla tu deseo</div><div>He de ser duro y pactar</div><div>Mira los montes cubiertos de huesos y de hierba</div><div>Mira sonar el sonajero de las mil tentaciones</div><div>Y como has andado entre las piernas de los dioses</div><div>y sabes a cuánta miseria se entregan, a qué dividendos,</div><div>dirás cómo hacernos fuertes y despertar cuando los siglos</div><div>hayan hecho su trabajo de pulir y dispersar</div><div>Y si hemos descubierto el vellocino en los laboratorios</div><div>Y si es de Dios la matemáticas y qué tiene que ver Dios</div><div>con los reglamentos de tránsito</div><div> </div><div> </div><div><b>Olímpicas 2</b></div><div> </div><div>Prometeo liberado de sus cadenas</div><div>va con ellas</div><div>por la calle golpeando a los falsos ciegos,</div><div>a los inválidos,</div><div>a los menesterosos,</div><div>como si todos ellos</div><div>fueran mercaderes en el templo.</div><div>He ahí</div><div>dice Zeus,</div><div>el resultado </div><div>de condonar, compadecer, indultar</div><div>y, por así decirlo,</div><div>el resultado general de la piedad.</div><div> </div><div><br /></div><div><b>Olímpicas 3, Efesto</b></div><div> </div><div>Estemos o no en el ojo de un gigante,</div><div>las colonias se multiplican.</div><div>Crecen con inusitada avidez.</div><div>Igual, las hormigas, el muérdago.</div><div>A golpes nos multiplicamos, </div><div>dañamos la visión de Hiperión,</div><div>la nuestra propia, el alimento.</div><div> </div><div> </div><div><b>Materialidad de la enseña (Hastings, o Vilcapugio)</b></div><div> </div><div>El hecho es que las banderas</div><div>han sido hechas para flamear altivas</div><div>o caer en el barro, acribilladas,</div><div>y aun volver a flamear con agujero y triza,</div><div>y son símbolo coloro y arrestable</div><div>y augusta realidad de una idea.</div><div>Y no dejan de ser banderas,</div><div>aun a trapos reducidas.</div><div> </div><div> </div><div><b>Da Messina: San Jerónimo</b></div><div> </div><div>Que la arquitectura lleve a uvas.</div><div>Que los pasillos abovedados sugieran parras</div><div>y, las cúpulas, celestes siestas.</div><div>Que el pájaro vuele a través de estancias</div><div>rematadas por altas ventanas y vislumbres</div><div>de piedras esmaltadas que evocan las orillas</div><div>del mar. Que haya en el pavimento sutiles pisadas.</div><div>Que el hombre escriba en medio de una habitación</div><div>sin fronteras, que la cueva sea mundo abierto</div><div>capturado en su estar y su fluir, su imantar y su quedar.</div><div>Que Dios sea el eco, y que la línea lejana del horizonte</div><div>súbitamente sea atravesada por la lanza del abismo.</div><div>Que en la campiña se detenga el herrero y vea que el acero</div><div>está en el golfo de la mirada, tenue, como la nube,</div><div>duro, como la maza.</div><div>Y que en la alta construcción que cobija y da entrada,</div><div>se oiga que unos a otros los versículos se llaman.</div><div> </div><div> </div><div><b>Guillermo Enrique Hudson</b></div><div> </div><div>Lo que no había percibido es el polvo.</div><div>El polvo de desierto. El que el viento</div><div>arroja sobre los cardos y los zapatos.</div><div>No había aventurado el auto</div><div>que se refleja en los círculos concéntricos</div><div>del agua, desde donde acaba de volar un pato.</div><div>Lo que no percibí fue el trabajo.</div><div>La producción en masa. El altercado</div><div>convertido en noticia policial.</div><div>La épica de la tierra hecha "sociedad".</div><div>Lo que no vaticiné -pues no vaticiné-</div><div>fue la alta máquina en el campo.</div><div>El fuel, el almuerzo del peón, la peladura, el lento o rápido</div><div>trabajo de la contaminación donde acaba </div><div>¿o empieza?</div><div>lo sagrado.</div><div> </div><div> </div><div><b>Rimbaud en el exilio</b></div><div> </div><div>Aun en el desierto:</div><div>todo lo que era tu diáfana vida,</div><div>aquello que aun así era una parte de la vida, apenas</div><div>la organización de la caravana, el filo del arma,</div><div>las aventuras que leíste, las calles de El Cairo,</div><div>París trepidando lejos, el sol abrumador, un escorpión,</div><div>el papiro, café, un inglés, la oración, almuerzos,</div><div>habitaciones de hotel, pantallas, cabos de vela o,</div><div>exactamente, un cabo de vela; una amargura:</div><div>todo eso te sostuvo en vida como un plasma tuyo y ajeno:</div><div>aquello y más fue necesario para que tu máquina viviera, </div><div>sólo para que vivieras vos, una delicada construcción:</div><div>toda esa vida quedaba fuera de tus fugaces galaxias,</div><div>mientras escribías en aquella ciudad del Occidente,</div><div>cuando escribías,</div><div>todavía</div><div>lejos de África:</div><div><i>A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu</i>:</div><div> </div><div> </div><div><b>Filosofía de la historia</b></div><div> </div><div>Por un momento el paje de cara de niña</div><div>se borró de la historia</div><div>pues apuñalamientos y decapitaciones</div><div>abonaron la escena. Pero no</div><div>se comprobó que la historia hegelianamente excluía</div><div>conos de sombra profunda.</div><div>Apareció el paje en la cama de la reina.</div><div> </div><div><br /></div><div><b><i>Etica Nicomáquea</i></b></div><div> </div><div>Gracias</div><div>a lo que ha golpeado en plena caridad,</div><div><i>nel'altro</i></div><div>que a su vez es uno,</div><div>pues como Larkin ha dicho el dos</div><div>es difícil de llenar</div><div>-si no es de tres, cuatro, cientos, digo-,</div><div>gracias</div><div>a que el <i>altro</i> es el mismo</div><div>uno</div><div>y apenas hay un desliz, una ínfima parte de centésimo</div><div>de milímetro</div><div>en el que uno es <i>altro</i>;</div><div>gracias a las rosas en tazas de té,</div><div>a un viejo juego de lapiceras,</div><div>a las casas de los amigos,</div><div>a las reuniones en altas horas</div><div>y en altas, antiguas, moradas</div><div>que esparcen luz tenue sobre nada,</div><div>y a lo que se piensa al quitarse los zapatos,</div><div>y gracias a los valores morales</div><div>de unos gestos en el garaje,</div><div>a un gesto imprevisto, como decir "la he recordado",</div><div>gracias a estas y otras obras que una veta</div><div>en nos de la Gracia</div><div>promueve, </div><div>puedo, puedes, </div><div>podemos,</div><div>armar cada día la barca,</div><div>mirar de frente la ciudad, sumergirnos en el <i>shopping</i></div><div>brillante y vacío</div><div>Donde el viento de los ángeles</div><div>te grita en los oídos:</div><div>"la multitud se esfuma y tú; </div><div>y tú tienes el campo expedito".</div><div> </div><div> </div><div><b>El Evangelio. Pascua</b></div><div><b> </b></div><div>Caminaba a lo largo de avenidas vacías,</div><div>y, desde los más altos estamentos de vacíos edificios,</div><div>decían: morirás en nombre de nosotros.</div><div>Aullaba un perro al que sus amos </div><div>dejaron solo en los vacíos edificios.</div><div>Fue no obstante necesaria Roma para decidir:</div><div>está, este hombre, en la más completa </div><div>posesión de sus facultades mentales.</div><div>Y el sacerdote que en resguardo del erario espiritual</div><div>lo viera peligroso. Y una Pascua y un cordero,</div><div>pues el setenta y cinco por ciento de la capacidad</div><div>hotelera estaba completo.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>Paradise Lost</i></b></div><div> </div><div>Porque cuando te mira fijo, es</div><div>absolutamente, absolutamente,</div><div>Dios. Lo mirás con la maza y las escamas</div><div>de las que lo ha dotado el buen cine industrial.</div><div>Creen engañarte</div><div>-recuerda el viejo corriendo las lagartijas entre los tomates:</div><div>diablos menores entre latas de tierra y abandonados manubrios-,</div><div>y te dicen la diabólica verdad.</div><div>Es una guerra de titanes, de músculos y ángeles.</div><div>Una guerra, ah, decírtelo: de hermanos. Cielo de los reptiles,</div><div>tierra de los charcos con miradas de querubes.</div><div>Rasgada la túnica, Miguel muestra bíceps de gimnasio,</div><div>entrenado cuerpo, batiente tórax, pelos bestiales.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>Requiem, Confutatis</i></b></div><div><b><i> </i></b></div><div>En cuanto al bisbisear de los abismos:</div><div>nada de esto decidiste incluir entre los sonidos.</div><div>Asterisco de luz, derrotado antes de presentar los debidos</div><div> respetos.</div><div>Pocos años te bastaron para levantar el templo,</div><div>el mejor edificio </div><div>que un sajón pudiese construir para el sacrificio,</div><div>la más heroica canción </div><div>católica.</div><div>Construida por un masón.</div><div> </div><div> </div><div><b>Ezequiel, 11:16</b></div><div> </div><div>Si, perdido en cierto éxtasis,</div><div>te gobierna la calle,</div><div>habrás visto la certeza del dicho</div><div>"donde estés, está su morada".</div><div>A la vez el desierto y todos</div><div>es el que cruza ahora la ancha avenida</div><div>regulada por semáforos</div><div>cuya eficiencia en ese trance da por hecha</div><div>de una vez y para siempre, y por hecho da</div><div>que nunca falla.</div><div> </div><div> </div><div><b><i>La evolución de las especies</i></b></div><div> </div><div>La risa de las mujeres</div><div>plena</div><div>en la siesta,</div><div>lavada de trémolos histéricos o inciertos </div><div>cuando los hombres no estaban,</div><div>ha resonado en la teoría general </div><div>de las especies liberadas</div><div>del rígido determinismo</div><div>secular,</div><div>pues estaba presente cuando he dicho:</div><div>algo más allá de nuestro dominio</div><div>y de los gorjeos adaptativos</div><div>quiere el cielo. Y es</div><div>-ah, al escribirlo tiemblo-</div><div>un cielo de júbilo sensual.</div><div><br /></div><div> </div><div><b>A <i>El cuervo</i>, de Poe </b></div><div><br /></div><div>Así pues, toda la cultura, los extraños conocimientos</div><div>y las brasas que arrojaban luz y sombra </div><div>a los pies, diríamos,</div><div>de un águila de piedra; la intrincada industria de la alfombra,</div><div>los cortinados de telas polvorientas:</div><div>¿lóbrega la distancia,</div><div>y plutoniana,</div><div>o lóbrega la estancia?</div><div>que se precipitaba en cavernas de ignorancia,</div><div>en tanto era más íntima y cercana</div><div>la conquista civilizatoria...</div><div>Libros, chimenea, bibliotecas, terciopelos.</div><div>Pero las incontables grietas del cuarto ¿qué?</div><div>Allí donde las arañas, nacidas al parecer para los cuartos y</div><div> gavetas, tejen su arcana tela</div><div>donde corren ínfimas sombras,</div><div>suciedad que de noche no llamamos suciedad, pues se borra</div><div> el insípido contorno. </div><div>El extraño silencio de los objetos suntuarios...</div><div><br /></div><div> </div><div><b>La leyenda del hielo. Jack London</b></div><div> </div><div>Cuanto más difusa la necesidad en la escena interna,</div><div>más precisa la confusión externa del huracán.</div><div>Necesitábamos solo una reserva de leña, </div><div>alcohol, carne y tabaco para afrontarlo todo </div><div>por un tiempo. ¿Y qué más necesitábamos? ¿la que era flotante ausencia</div><div>en la cabaña? Luminosa ausencia. La ausencia de la divinidad.</div><div>Pero ella estaba creando los hielos y su apretada morsa.</div><div>Ella no quería ruego, sino persistencia. </div><div>No habríamos osado leer la Escritura: por mandato de Dios.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>El fracaso de Holmes en el natatorio</b></div><div>(<i>Sherlock</i>, primera temporada, capítulo 3, BBC)</div><div><br /></div><div>Un tipo abandona el paraninfo del natatorio hablando por su celular</div><div>con el traje gris correctamente abotonado.</div><div>Y como por acto de magia las acciones se suspenden.</div><div>La mira laser que buscaba tu garganta se apaga.</div><div>Bajás una pistola -una Glock de nueve milímetros quizá,</div><div>extrañamente precisa, moderna y austera para tu exquisita mente</div><div>barroca, talmúdica, contrarreformista-.</div><div>Tus ojos corren por los balcones de la piscina nocturna </div><div>e incluyen las estrellas. Estás auténticamente desconcertado.</div><div>En tus ojos late la idea, late y late la idea.</div><div>Ah este momento en el que nacen los teoremas, las caricias.</div><div>Comprendés, al bajar tu arma matemática -la que siempre</div><div>fue más razonamiento que arma para vos-,</div><div>que el misterio de cada época hace<i> mutis</i> de modo diferente.</div><div>Ahora debés encontrar resuello, una lógica fortuita</div><div>que se prende y se apaga. Ningún crimen está resuelto.</div><div>En estos tiempos se incrementa</div><div>la multiplicación especular. Las probabilidades se reparten</div><div>con la obsesión del sofisma de la liebre que no adelanta nunca a la tortuga.</div><div>Y es esto Dios: una cuestión de dimensión, de multiplicaciones,</div><div>de velocidad. </div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Socialist site</b></div><div><br /></div><div>En el sitio socialista, como matorrales entre las vías,</div><div>rojos</div><div>de tiempo y</div><div>de deseo político,</div><div>crecen, fermentan, se pudren y huelen</div><div>la rosas de la madera, las rosas del fierro,</div><div>las rosas del pensamiento</div><div>los pétalos robustos, con sus bordes carcomidos,</div><div>pues algo de madera y de hierro sirve aún en el mundo</div><div>a la obra material, a la obra cívica,</div><div>a la obra íntima.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><span face="Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px;">© Jorge Aulicino</span></div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-37018826576630220912022-06-02T00:59:00.013-03:002024-02-09T05:08:01.713-03:00Entrevista/ La poesía, según Jorge Aulicino: <p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNCYWMFFABpP1YZnSZJvJEreXmBzH-1q17EF4NI9XVsmQo6OTDmRQV9WkLih9k2tdhrHBkqF5EcieXLX78o-LK9AEoZsvmjevTrq2O4NjlKq2FLksDmW4kdZYaHRYQslU4-zfT4W8g82crNOjrXXNzlcgVyKiImnXuHYcsim7UyJrUiHXm2Xw/s558/TWLDO7CQ6ZCETH3DNXNTNJRF7E.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="558" data-original-width="384" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNCYWMFFABpP1YZnSZJvJEreXmBzH-1q17EF4NI9XVsmQo6OTDmRQV9WkLih9k2tdhrHBkqF5EcieXLX78o-LK9AEoZsvmjevTrq2O4NjlKq2FLksDmW4kdZYaHRYQslU4-zfT4W8g82crNOjrXXNzlcgVyKiImnXuHYcsim7UyJrUiHXm2Xw/s320/TWLDO7CQ6ZCETH3DNXNTNJRF7E.png" width="220" /></a></div><p>Diego Rojas - <a href="https://www.infobae.com/cultura/2021/10/08/la-poesia-segun-jorge-aulicino-su-pasado-popular-su-caracter-antipolitico-y-por-que-no-ofrece-ninguna-certeza/" target="_blank">Infobae</a> - 8 de octubre de 2021</p><p>Si la poesía es el acto último de la lengua, aquel que se parece a la música por fraternidad debido a la experiencia íntima que generan, ¿cómo escribir sobre ella y aportar elementos a esa experiencia, sobre todo cuando se escribe sobre el carácter político de la poesía? Jorge Aulicino lo logra y aporta variaciones sobre el tema, a través de sus columnas escritas en el Periódico de Poesía, de la Universidad Autónoma de México y ahora reunidas en un libro.</p><p></p><p>Jorge Aulicino es poeta y editor, además periodista. Publicó <i>Poesía y política</i> en Ediciones del Dock, una editorial de referencia para el género en el país. Conversó con Infobae Cultura sobre algunas cuestiones que atañen a una forma de la poesía o una esencia suya: su carácter político.</p><p>—<b>No conocía sus columnas en Periódico de Poesía, de México. Son muy buenas. Ahora, usted sabe que la poesía es un género poco leído.</b></p><p>—En general todos los libros de poesía venden poquísimo. Sin embargo, una serie de poemas puede ser percibida como popular. Por otro lado, la poesía es un género muy sofisticado, en el sentido de que es el uso último de la palabra. La percepción popular de la poesía viene de siglos atrás. Hasta el siglo XIX se consideraba que la poesía se podía recitar en una reunión en un fogón, en un lugar donde hubiera mucha gente como parte de una fiesta, como parte de una tertulia. Esto es una tradición de donde yo creo viene la sensación o el sentimiento de que la poesía es popular y que se puede interpretar o recordar en cualquier momento y no hace falta comprarla ni hay que pagar por ella.</p><p>—<b>¿Y la poesía contemporánea?</b></p><p>—El problema con la poesía moderna es que la mayor parte de los lectores, incluso aquellos de narrativa y ensayos, consideran que es abstrusa, que no se entiende, que no se sabe qué es lo que quiere. Bueno, ahí sí hay una desconfianza hacia el género y en realidad hay que tener cierto entrenamiento para leerla, o cierto gusto. Es como la música, hay gente a la que le gusta la música clásica y otra que no la puede escuchar. Sucede hoy que la gente que lee o está preparada o tiene una inclinación a leer poesía moderna, también considera que debe llenar de felicitaciones al autor pero no compra un libro.</p><p>—<b>Tal vez pase que se conciba a la poesía como a la música, total y por eso inasible, aunque Adorno quiso encontrar un significado en la música.</b></p><p>—La música se percibe como la poesía en tanto es un todo. Pero en definitiva es un fenómeno que se produce y que vive en el momento en que se conecta alguien con el texto. Alguien al que el texto le produce esta especie de deslumbramiento y, al mismo tiempo, de alejamiento o extrañamiento.</p><p>—<b>¿Y qué sería la poesía para usted?</b></p><p>—Para mí el valor poético se mediría en cuánto de sugestivo, de metafórico, de alcance tiene desde el punto de vista significativo. Que la poesía cree incertidumbre es lo peor para la política, porque en tanto incierta, la política de la poesía es en definitiva la anti-política. No ofrece ninguna certeza. Si la poesía es perseguida en épocas de represión o de dictadura es porque el nombre del autor significa algo políticamente, pero rara vez por lo que ha escrito. Y siempre ha habido utilización política de la poesía. El problema no es su utilización, sino que pasa a ser un instrumento político y esto ha dado resultados casi siempre malos para el autor pero también para la calidad del género.</p><p>—<b>Pero Pasolini escribió como un gesto político de reivindicación de una lengua acallada, el friulano. Se dice que una lengua tiene un ejército por delante, que un dialecto no.</b></p><p>—Yo creo que escribió en friulano una sola vez y cuando era muy joven, me parece que su lucha fue en el idioma italiano y optó finalmente por la lengua coloquial. Pero fue una figura que se construyó desde otro lugar, el cine generó su figura pública. Esa figura escribió aquel poema famoso donde dice que, en un enfrentamiento entre universitarios y policías, se daba la lucha de clases, y en la lucha de clases ganaba clase obrera porque los policías eran los pobres o hijos de los pobres. El poema se titulaba 'El Partido Comunista para los jóvenes'. lo publicó en un diario, por supuesto causó una discusión, porque en aquel momento de enfrentamientos él decía que los estudiantes que le tiraban piedras a los policías en realidad eran hijos de la burguesía. Era cierto objetivamente, lo que pasa es que los policías estaban cumpliendo distintas funciones en ese momento, y todo esto fue una provocación en un sentido. Yo no creo que la poesía dependa de que el autor tenga tal o cual conducta. Y a la inversa, la conducta no depende de la poesía. A las dictaduras les interesa mayormente la conducta. He tenido compañeros que desaparecieron y no creo que los hayan perseguido por su poesía, porque entendieron su poesía, sino porque estaban militando en la organizaciones guerrilleras en organizaciones políticas consideradas extremistas por los militares.</p><p>—<b>También pienso en Leónidas Lamborghini, cuya poesía era hiperpolítica pero eso no lo podías llevar a las masas, no como como elementos de agitación o lo que sea.</b></p><p>—Pero llevaba la marca de poeta político, Leónidas, ¿no? Sin embargo, no creo que “Eva Perón en la hoguera” lo hayan entendido, salvo en el título. Ni los militares ni los militantes. No era un poema fácil.</p><p>—<b>¿Y hoy? En Estados Unidos sobre todo existe esta poesía performativa, recitada.</b></p><p>—Y acá en la Argentina también, o en Buenos Aires en particular. Son una prótesis en el sentido que reemplazan al libro. Para mí la poesía moderna se escribe sobre todo para el papel porque más que nada en el escenario la velocidad de precipitado es otra, distinta a la de la lectura, en la que se puede ir y volver sobre un verso. En el recital, lo que no escuchaste, que además está mediatizado por el tono de voz, se pierde.</p><p>En este tipo de disquisiciones, autores y poemas transcurren los ensayos de un libro que seguramente todo lector de poesía apreciará leer. Hablar sobre poesía es un acto que procede de ella o que la precede. A esto se dedica bien Aulicino en su conjunto de textos sobre un género que crea, según sus palabras, “incertidumbre”.</p>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-5229439697072299682022-01-28T23:11:00.009-03:002024-02-09T05:08:55.928-03:00Entrevista / "El poeta es un nómade en su poema"<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhEqKi8QAHgClB8UiQ0qj7UpQCKdnxAv6msUrcPbOHqTf7x4hHYGY7j7kYA0UjUnbo7hP6PZeF1TNm7_9_PVQFzbluOw_V9sxdnnuwhW0rFkHrm91cuBgZA1iN3gQlZZ5PCI210HyEXQArAYCE8_7qQuEgnx6nvMwaumWNco5RSJDdenwS0nWw=s1609" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1609" data-original-width="1448" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhEqKi8QAHgClB8UiQ0qj7UpQCKdnxAv6msUrcPbOHqTf7x4hHYGY7j7kYA0UjUnbo7hP6PZeF1TNm7_9_PVQFzbluOw_V9sxdnnuwhW0rFkHrm91cuBgZA1iN3gQlZZ5PCI210HyEXQArAYCE8_7qQuEgnx6nvMwaumWNco5RSJDdenwS0nWw=s320" width="288" /></a></div><p>José Villa - <a href="http://www.opcitpoesia.com/tag/jorge-aulicino/" target="_blank">Op. Cit.</a> - Abril 12, 2021</p><p><i>A fines del 2020 Ediciones en Danza publicó la </i>Poesía reunida<i> de Jorge Aulicino, que completa a Estación Finlandia, la última reunión de la obra de uno de los poetas fundamentales de la poesía argentina contemporánea; también crítico literario y traductor de Dante, Pavese, Pasolini, Fortini y Wilcock, entre otros autores. En esta entrevista, Aulicino comenta aspectos del proceso general de su obra a la luz de esta nueva publicación y la significación de algunos de sus textos. </i></p><p><br /></p><p><b>–Creo que puede leerse este libro como una actualización de </b><i style="font-weight: bold;">Estación Finlandia</i> [2012]<b>. Principalmente por el modo en que está armado cronológicamente, desde el libro más reciente. Eso propone una lectura distinta…</b></p><p>–Es la actualización de la poesía reunida, sí, y la idea de ir desde el libro más reciente hacia atrás fue de Javier Cófreces, el editor. Me pareció bien. Presentamos el poeta hoy, y luego retrocedemos en su bibliografía, descendiendo de libro en libro hacia el comienzo… Creo que cualquier lector que se acerca a un autor prefiere conocer primero lo que está haciendo. En las obras reunidas de autores que conozco poco suelo ir primero a los últimos poemas, que son los más actuales. Son gustos, diría, más que criterios.</p><p><b>–¿En qué considerás que ha variado tu escritura desde tu último libro al primero? ¿Y cuál sería la principal similitud que encontrás?</b></p><p>–Estuve leyendo poemas de libros negados. Dos que no incluí ni en esta ni en la anterior poesía reunida. Son malos, llenos de emocionalismo, que es lo que me fastidia de la poesía en general, y son de una ideología muy pueril, efectista, sin saberlo. Pero reconocí una misma manera de hablar, un mismo fraseo y hasta muchas palabras que repito hoy. Eso se mantiene, según yo lo veo, en todos los libros: una modulación, un vocabulario y hasta un modo de pensar las imágenes. No el modo general de ver el mundo, y no algunas construcciones cancheras de la poesía de los sesenta, como “timbos universo”, cosas así, palabras ensambladas que unían los cósmico a lo cotidiano, lo social a la vida personal, emocional, del sujeto, una especie de universalismo whitmaniano o del tipo de Langston Hughes cuando escribió “yo también soy América”. Eso ya no me lo creo. Nadie tiene resuelto el problema de la trascendencia personal, nadie de verdad se transpone en los otros, se realiza en los otros. A mí en los primeros tiempos de esos libros negados me sonaba toda esa música, ese encantamiento whitmaniano, dicho en términos cotidianos porteños, pero en un par de años salí del encantamiento. La realidad es que una parte de nosotros puede ganar el altruismo suficiente como para hacer algo por los demás, pero el abismo de la realidad y la muerte se quedan con nosotros, son un asunto personal. Conviene entonces alejarse un poco emocionalmente, sin volverse aquella roca que “ya no siente”, que quería ser Rubén Darío para escapar de la muerte. Y ese fue mi proyecto.</p><p><b>–¿Qué definición o concepto de algún crítico o colega sobre tu poesía contribuyó a leerte mejor o de otro modo en tu propia obra?</b></p><p>–Tengo que reconocer que las primeras descripciones de mis poemas que me hicieron pensar en la escritura en general las hizo Santiago Kovadloff en el prólogo de <i>Poeta antiguo</i>, en 1980. Prólogo al que tituló “Poeta antiguo, poeta ambiguo”. Me hizo pensar en el tipo de ambigüedad que entraña la poesía, que no es una ambigüedad maliciosa, no es un escamoteo, es –o quiere ser– una mímesis: representar el mundo tal como el mundo se presenta, con dos, o tres… o mil posibilidades de entendimiento. En ese prólogo también Kovadloff señalaba otras cosas: que uno escribe para saber qué quiere decir, no para trasmitir lo que sabe de antemano, y que la oscuridad o ambigüedad de las cosas debe ser presentada, paradojalmente, con la mayor precisión. Ese fue el primer comentario que me sirvió, sin halagarme. También hubo uno de Darío Rojo en la contratapa de una plaqueta de las que editaba Eduardo Ainbinder en los 90. Era una breve descripción del recorrido de la mirada. Esta vez me agradó verme en ese personaje y su manera de mirar. Hubo otros, favorables, como los de Daniel Freidemberg, que relacionaba las ruinas y el descarte con el aprovechamiento medio caótico de frases, versos y obras pictóricas del más diverso origen, o el de Marcelo Cohen en la introducción de una antología que publicó José Luis Mangieri en el año 2000, en la que Cohen mencionaba planos –sociales, culturales, existenciales– que supuestamente yo atravesaba o en los que me movía, o un gran comentario que hizo Javier Adúriz en la revista Guaraguao, de Barcelona, sobre la velocidad de las imágenes en <i>Cierta dureza en la sintaxis</i>, o algunos de los últimos: por ejemplo, la introducción de Diego Colomba para <i>Mar de Chukotka</i>, en la que va bien lejos respecto de la simbología del blanco y el libro sin sujeto, o un comentario de Marcelo Leites sobre el poema “El río” y las máscaras del autor. En fin, le debo agradecimiento a varios, incluso a vos, que una vez hiciste una reseña sobre <i>Estación Finlandia</i> en la revista Ñ y me acuerdo decías que desde los primeros libros la poesía se iba como ramificando. Un comentario de los que más recuerdo fue oral y privado. Me lo hizo Irene Gruss hará unos cinco años, una mañana de verano muy calurosa en que fuimos a un programa de radio, situación ésta que me pareció irreal. “Basta, che, de basura”, me dijo, en alusión a mis repetidas referencias, en los poemas, a la basura y la contaminación. Era más que una cuestión de estilo. Sentí que me saturaba yo mismo de tanto basural.</p><p><b>–¿Cuál de tus libros es el más reconocido por los lectores. ¿Por qué creés que es así?</b></p><p>–En un ambiente donde los libros de poesía circulan tan poco es difícil saber cuál es el preferido, porque no sabemos siquiera si todos los libros, o varios al menos, fueron leídos por los mismos hipotéticos lectores… Sé cuáles gustaron más a las personas más cercanas. A mis amigos les gustaron <i>Paisaje con autor</i>, y luego <i>Cierta dureza en la sintaxis</i>, <i>Libro del engaño y del desengaño</i>, <i>El río</i> y <i>Mar de Chukotka</i>. Estos últimos son libros que contienen por lo menos un poema largo cortado en fragmentos, o concebido como fragmentos, seguido a veces de otras series. Incluso <i>Mar de Chukotka</i>, que tiene la convencional división en poemas, creo que es un solo poema. Esta construcción habla, no sé, de una poética fundada en el enfoque múltiple, roto, quizá. O de la ocurrencia y la libertad, pero no en el estilo surrealista, sino dando vueltas alrededor de lo mismo. Quizá gustan por esa variedad, por ese constante salto de rana que describió Adúriz, de imagen en imagen. Y cuando hablo de imagen también hablo de escenarios, de imágenes sensoriales.</p><p><b>–Tal vez coincidamos en que la poesía argentina alcanzó un punto de viraje a mediados de los ochenta. ¿En qué residiría ese cambio? ¿Cómo lo ves respecto de tu obra y de todas tus intervenciones como crítico literario y polemista (o publicista)?</b></p><p>–En los 80 los de mi generación se cansaron un poco del sentimentalismo y volvieron la mirada a la poesía norteamericana y el hermetismo italiano. Fue una necesidad de época, tal vez. Quizá lo ocurrido en el país nos llevó a cierto estoicismo, de forma y contenido. A un despojamiento. En los ochenta precisamente, en un diálogo con los lectores en la Feria del Libro, le oí por primera vez a Alberto Girri relacionar las palabras ornamento y sensiblería. En realidad dijo algo así como que el desahogo sentimental era puro ornamento. Me pareció entender entonces que cuando uno habla de despojamiento en la poesía no menciona solo la economía formal, sino también un contenido ético, filosófico. Una borradura de la emotividad, del autor en lo posible. Una impersonalidad como conducta.</p><p><b>–Elegí tres poemas tuyos que hoy a esta hora te representan. Mencionalos por favor y contanos algo acerca de los pormenores de su escritura, sea anécdota, procedimiento, experiencia…</b></p><p>–Para alguien que intenta borrarse del texto, elegir poemas que lo representen es como pedirle una confesión. Decirle algo así como “¿dónde estás vos, dónde están escondidos tus sentimientos?”. En esa línea confesional, uno de los primeros que me representaría podría ser aquel incluido en <i>La caída de los cuerpos</i> que se titula “La poesía era un bello país”. Pero hay otro anterior, en <i>Poeta antiguo</i>, que se llama “Cézanne”. Hay uno en el libro <i>El Cairo</i>, de 2015, que creo se puede poner en esa línea. Se llama “La firmeza de la soledad en los manubrios”. En dos casos el origen fue una escena real y concreta, y, en otro, una noticia. Escribí “La poesía era un bello país” después de mirar cáscaras y peladuras dando vueltas en el agua de la pileta y negándose a ser chupadas. Me atrapó la idea de que lo último, lo más exterior de nosotros, puede ser lo que más resiste. Era el tiempo de la dictadura y el alma no nos volvía al cuerpo, así que la resistencia era la de nuestra cáscara o forma humana. Levantarse e ir a trabajar como si nada. “Cézanne” fue directamente un comentario a una nota sobre la posibilidad de que Cézanne no pintara lo que sus ojos defectuosos –afectados por cataratas, seguramente– no le permitían ver. Dejó espacios en blanco en algunas pinturas, porque era fiel a lo que veía. El poema finaliza con una especie de alegato por un nuevo realismo, por así decirlo. Y el de la soledad de los manubrios lo originó una fila de motos estacionadas en una cuadra de Buenos Aires un día insoportable de verano en que todo parecía diluirse. Lo único cierto que podía escribir yo en una pared en ese momento era “Viva mi madre”. De los últimos, el poema titulado “Li Po”. Ahora, si hablamos de poemas que yo creo que representan mejor mi poética de un momento, o de una etapa que no sé si terminó, son dos: “Hacia el mal” y el mencionado “Cierta dureza en la sintaxis”. Son representaciones fragmentarias de la sociedad y de la historia. Así podríamos llamarlos.</p><p><b>–En un momento de tu trayectoria, te fuiste involucrando cada vez más con la traducción. Posiblemente, el hecho de estar mucho tiempo en otra lengua y en otro autor le da otro volumen a la imaginación poética propia. ¿Fue así en tu caso? ¿Cuál es tu poética o tu método respecto de la traducción?</b></p><p>–Hay quien dice que los poetas que traducen poesía convierten a todos a su estilo. Se decía que todos los poetas traducidos por Girri, por ejemplo, escribían como Girri. Leí muchas traducciones de Girri y no creo que su Robert Lowell escribiera como él. Tampoco William Carlos Williams. Es cierto que Girri tendía a prosificar, no buscaba ritmos o cadencias que reemplazaran las del original sino cierta grisura rítmica. Pero los poetas que tradujo tienen su propia personalidad en las traducciones. En mi caso, como en el de casi todos los autores traductores, empecé a traducir por afinidad. Pero no para reducir el original a mí mismo sino, como decís, para darle otro volumen, o más volumen a mi imaginación poética. Mi método no es otro que ajustarme todo lo que se pueda a la literalidad, lo cual equivale a decir que uno busca un imposible que es la literalidad absoluta, algo así como que al leer a Dante traducido uno crea que lo lee en italiano.</p><p><b>–Se han abierto con el tiempo ciertos modos de traducir: versión, reescritura, cover, desvío… ¿Hay actualmente como una tensión entre la traducción como arte y oficio y su literaturización (o ficcionalización)?</b></p><p>–Creo que una tensión de ese tipo se produce en cada traductor. Sería más fácil quizá entregarse a la libre interpretación o, mejor dicho, a acomodar el poema original en un poema nuevo, totalmente imaginado. Eso sería francamente reescritura. Pier Paolo Pasolini lo hizo en <i>Mímesis</i> (en la Argentina traducido por Diego Bentivegna), un poema inconcluso en el que parecía que iba a traducir la <i>Divina Comedia</i> a una situación nueva, propia, usando incluso muchas de las palabras originales. Yo hice algo así, extremo, en un poema en el que quise dialogar con Leónidas Lamborghini, que también titulé “Mímesis” y que empieza remedando un leit-motiv de Dante que es la pregunta al maestro. Sólo que aquí maestro y discípulo no están descendiendo a un nuevo círculo del infierno sino a una nueva combinación del Subte. Evocaba los molinetes de un recordado poema de Lamborghini, de aquella serie en la que cada poema comenzaba diciendo “Como el que”, del libro <i>Circus</i>, donde a su vez creo que la palabra elegida para el título evoca, conscientemente o no, a los <i>cerchi</i>, círculos, del Infierno.</p><p><b>–En el lenguaje poético hay una cuestión que ya parece superada, que es el uso del «vos» rioplatense… ¿Cómo ves esa historia en la poesía y en la traducción?</b></p><p>–En la traducción no está superada por una razón: el vos parece una marca de lugar muy fuerte. Es como poner pelotudo en lugar de imbécil, o algo así. Con las marcas locales hay una cuestión: cuando le tomamos la voz a un extranjero, todo el discurso podría naufragar si incluyera tanto “gilipollas” como “boludo de mierda”. Imaginate a Allen Ginsberg diciendo gilipollas o sudadera. O una novela con personajes checos diciendo “a tomar por culo”. Lo mismo sucede con una marca local argentina. No puedo creer que el poeta es italiano o norteamericano o ruso si dice “chupame un huevo”. Pero el voseo va cobrando estatus de lengua, ya no es modismo o localismo o lunfardismo. Vemos que los otros hablantes del castellano reciben el voseo como una variante de la lengua española, no como un localismo. De a poco lo fui usando. No podría hacerlo, claro, en una obra clásica, es decir, antigua, como la <i>Comedia</i>.</p><p><b>– Hay un artículo de Marcelo Leites (se puede consultar aquí) sobre <i>El río y otros poemas</i> en el que señala que tu poesía no es romántica («Aulicino puede ser muchas cosas, pero no es lírico y mucho menos romántico»). Podemos pensar esto en el contexto de que el Romanticismo sigue siendo algo así como un presente de fondo para la poesía. ¿Compartís esa apreciación (a partir de tu obra y de la poesía que se escribe hoy)?</b></p><p>–Tengo que recurrir de nuevo a aquel trabajo de Kovadloff: el poeta ya no se cree un centro emisor, sino un nómade en su poema. No tiene una firme certeza de sí mismo. Pero a esto le doy una vuelta de tuerca: el poeta no es un ser sin personalidad, puede tener la más fuente de las personalidades en su vida social, pero escribe a través de un personaje que no puede ver la totalidad, y por lo tanto busca una representación provisoria de las cosas. De allí ha venido el objetivismo y la poesía “sin sujeto”. Otra cosa: se comenzó a ver al romanticismo como énfasis del yo recién en las últimas décadas, lo cual en principio habría que rever. Tal vez Leites se refería a esta cuestión, que nos parece hoy central cuando hablamos de romanticismo. Pero el romanticismo es también aquella idea kantiana de lo sublime como monstruoso, porque se nos presenta como irregular, imperfecto, y a la vez superior a nosotros, trascendente. De allí que los románticos se sintieran mal y al mismo tiempo a gusto frente al mar tormentoso, en las montañas, bajo cielos nublados, en los bosques y frente a los abismos. La naturaleza que fascinaba al romanticismo, en el sentido de atraer y producir a la vez placer destructor, no era la armónica naturaleza del número áureo o “divina proporción” de los clásicos. En este punto el romanticismo, que era libertario en general, chocaba con el arte oficial de la revolución burguesa, que era un neoclasicismo de líneas precisas y desnudas. El tema enfrentaba, por ejemplo, a Goya con Jovellanos, siendo que Goya en muchos puntos comulgaba con la revolución francesa. Resumiendo, me parece que hay varias herencias del romanticismo, una de ellas es la de la lírica como el lugar donde se construye el yo de cada uno. Pero hete aquí que, cuando se escribe, ese yo deja de ser propio, comienza a estar sujeto a la lectura, a la interpretación, a las percepciones de otros, y pierde lo que acaso en la intimidad puede ser más perceptible, que es el rasgo inequívocamente singular, propio. Otra herencia es la de encontrar fascinante un mundo borrascoso e inacabado, inabarcable. En esta me anoto. En cuanto a la lírica como expresión del yo, creo que hay otra expresión actualmente, que es la búsqueda del todo a través de <i>flashes</i> o de los ojos de otros, o de documentos, o de máscaras, o de visiones fugaces o de viajes. Esos otros yo no se eligen por casualidad para expresar ideas propias. Se eligen para poner distancia, para relativizar. Por eso al último libro le puse <i>La lirica</i>. Ahí hay remembranzas propias, cartas apócrifas de personajes célebres, falsas biografías, cuestiones imaginarias. Sería una lírica paradojalmente de muchos sujetos que no construyen ninguno. En el fondo es una nueva manera de ser uno, porque es uno el que apela a todas esas intermediaciones, sólo para deshacer la idea de la unidad del yo. Lo venía haciendo en los libros anteriores, en <i>El río, Un poeta griego huye de Londres </i>y <i>Mar de Chukotka</i>, pero en realidad es un recurso antiguo, permanente, una especie de poesía dramática, con sus actores que monologan. El monólogo dramático es un género que siempre existió. Su invención se atribuye a Robert Browning, pero siempre hubo monólogos dramáticos en el teatro en verso. Lo que hacen los victorianos es el intento de que el monólogo dramático cuente el drama o la vida o el conflicto personal de un personaje en su propia voz, que siempre es inventada y que, como digo, al final es la de uno que no tiene ninguna específica.</p><p><b>–¿Reescribiste, corregiste, sacaste textos para la publicación de esta <i>Poesía reunida</i>?</b></p><p>–No saqué mucho, y también agregué. En la sección de <i>Vuelo bajo</i> agregué un poema que le gustaba mucho a Irene Gruss. Se lo dediqué <i>in memorian</i>, y retrospectivamente… Es un poema recuperado, porque <i>Vuelo bajo</i> es el único de <i>Estación Finlandia</i> y de la <i>Poesía reunida</i> que no reproduje completo. Algunos poemas los toqué un poco. Se trata mayormente de poemas del libro<i> El Cairo</i> que me parecían demasiado hablados. En algunos casos, suprimí versos. Hice prosa directa, sin cortes de versos, en algunos tramos de poemas largos, especialmente en uno dedicado a mi viejo, en el que puse como prosa lo que él me decía o yo simulo recordar. Esa forma de anotación en prosa, señalada en bastardilla, también la usé en algunos poemas de una sección de <i>Libro del engaño y del desengaño</i>, como en el poema “La clase”, precisamente como digresiones en prosa, notas intercaladas. No son, como verás, modificaciones sustanciales, sino destinadas a mejorar la comunicación. Porque hay un “comunicado” o un comunicable en cada poema. ¿O no?</p><p><b>– Me parece que sí, que lo hay.</b></p><p><b><br /></b></p><p><b>© </b><a href="http://www.opcitpoesia.com/" target="_blank">Op. Cit.</a></p><p>Foto: Gabriela Salomone</p>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-79058639198923582072021-02-04T18:49:00.003-03:002024-02-09T05:09:29.163-03:00Comentario / Poesía reunida 2020/1974<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtKWMATG79ydfvleygvGlAtfl000vJO4GU1oqT9oDZPW_0BneXyNJFdTgzW6-inVsb2Zj9MST3bdEb3v7oPdlZOLlsqdfXtOInbjjRCdUb1gP4E2tbUicDYJzjSbiNBx8n-JvoVw/s376/254poesia-reunida.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="352" data-original-width="376" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtKWMATG79ydfvleygvGlAtfl000vJO4GU1oqT9oDZPW_0BneXyNJFdTgzW6-inVsb2Zj9MST3bdEb3v7oPdlZOLlsqdfXtOInbjjRCdUb1gP4E2tbUicDYJzjSbiNBx8n-JvoVw/s320/254poesia-reunida.jpg" width="320" /></a></div>Anahí Mallol - <a href="https://www.revistaotraparte.com/literatura-argentina/poesia-reunida-2020-1974/" target="_blank">Otra Parte</a>, feb. 2021 -<p><br /></p><p> La poesía puede ser, entre otras cosas, un modo de dar testimonio, no sólo de una vida particular sino de toda una época: unas imágenes, unos contextos, los avatares de la vida del pensamiento y los mundos de sentido o las estructuras de sentimiento. Si la obra abarca casi cincuenta años de escritura y la posición de quien escribe no hace concesiones, ese testimonio puede ser feroz en su modo de dar con la verdad. Así este libro de Aulicino.</p><p>A lo largo de sus páginas se puede observar una poética que insiste en su cruce entre la alta cultura y lo cotidiano. Los legados de los escritores y los filósofos, que muchas veces toman la palabra para plantearse como monólogos dramáticos, las ideas que se aluden (y esto es tan amplio que puede ir desde Juan L. Ortiz a Platón, de Hegel a Hobsbawn, pasando por Balzac y Homero) van unidos a un pormenorizado dar cuenta de la sociedad industrial como paisaje del deterioro: los metales que se oxidan, las aguas que se contaminan, los cielos que se enrarecen, la materia en su desgaste y su rotura.</p><p>La mirada, siempre distanciada, evalúa, en cada caso, lo que hay y lo que queda, lo que puede todavía erigirse como posibilidad (no se puede decir promesa ni esperanza) y lo que se ha perdido. La lucidez de la visión hiere el ojo del intelecto. A medida que la época avanza, la mirada es más aguda y las posibilidades merman. Así, la caída del muro, el avance de lo tardío del capitalismo y la civilización globalizada hacen del poema ese lugar cada vez más difícil, donde el coqueteo juvenil con la nada se vuelve la certeza del hombre maduro que fuma en pipa, medita y escribe.</p><p>Esta lectura de los trayectos de la política y la filosofía es también una lectura de la literatura: el sujeto juega a probarse personalidades de distintos tiempos y estéticas, lee, reescribe, inventa; cuando arrima la figura histórica al presente, hace crítica literaria, filosófica y política, acierta.</p><p>Entonces vuelve el río como imagen. <i>El río y otros poemas</i> es central en el libro, en tanto las escrituras-reescrituras del río permiten leer, como corrientes, afluentes, sonidos y ecos, la historia del siglo XX (“El siglo no huele y está podrido / murió temprano”, dice, y también “ni el capitalismo ni el liberalismo nos cambiaron”), los estados emocionales asociados a sus momentos (“y de este modo la pasamos bomba mientras agonizan / todos los viejos propósitos”); también repasa la literatura y la poesía argentinas, para remansar en una poética de lo que queda: “y cambiar el nombre de las cosas, dijo / y ver que el nombre no hace falta, ni Pocitos ni La Boca /, excepto como memoria de lo creado”.</p><p>Lo creado, y lo legado, es lo que resiste a lo impetuoso de las corrientes, para decir la palabra que sea testimonio de lo vivido. Sobre el poema recae, entonces, esa tarea que es todo y es nada: el logro de la imagen que condensa una experiencia y nos dice como sujeto colectivo, en tanto lo vivido es como “flecos sueltos, como pedazos de una tela, / alas o restos de un pensamiento que vivió, / que estaba vivo como un pez, / que nos golpeaba”.</p><p><br /></p><p>Jorge Aulicino, <i>Poesía reunida 2020/1974</i>, <a href="https://www.edicionesendanza.com.ar/serie-notables/322-254poesia-reunida.html" target="_blank">Ediciones en Danza</a>, 2020, 871 págs.</p><p>Foto: Jorge Aulicino por José Manuel Campos en la portada del libro.</p>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-84286472726299882572021-02-04T18:21:00.005-03:002023-09-11T01:30:08.294-03:00 Entrevista / La blanca luminosidad de la nada<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDeJzKqgDDYiqvYqTdUBZHO9BUa0jKd0oCeyAVLobnFqAvPLch3XfRjkDHVe6A7Pb122H6_P6-gp7fPZcCmLXzvqSn8_9pRhidBhRVCr8bewV19qPl7bdo2rVtdnCqzRpMtqJOvA/s750/aulicino.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="750" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDeJzKqgDDYiqvYqTdUBZHO9BUa0jKd0oCeyAVLobnFqAvPLch3XfRjkDHVe6A7Pb122H6_P6-gp7fPZcCmLXzvqSn8_9pRhidBhRVCr8bewV19qPl7bdo2rVtdnCqzRpMtqJOvA/w400-h214/aulicino.jpg" width="400" /></a></div><br />Sobre <i>Mar de Chukotka</i> (2018), de Jorge Aulicino<p></p><p>por Augusto Munaro. <a href="https://www.vallejoandcompany.com/la-blanca-luminosidad-de-la-nada-sobre-mar-de-chukotka-2018-de-jorge-aulicino/" target="_blank">Vallejo & Co.</a> 16 de febrero de 2019</p><p><i>Mar de Chukotka </i>[<a href="http://www.deldock.com.ar/mar-de-chukotka/269/" target="_blank">Ediciones del Dock</a>, 2018], del poeta Jorge Aulicino, es uno de sus libros más ambiciosos y logrados. Altamente lirico, por momentos narrativo: conjetural. Lo hace a través de un ritmo arriesgado, pretendiendo una invocación de una gran epopeya y un poema lírico en simultáneo. Así, Aulicino vuelve a plantear estrategias que se explayan a través de criterios diferentes, explorando las infinitas relaciones de las palabras; articulando un proyecto poético cuyo centro, cuya indómita forma, se expande continuamente.</p><p style="text-align: center;">*</p><p><b>Augusto Munaro </b>[AM]: El aliento narrativo de <i>Mar de Chukotka,</i> es sólo la fachada, creo, de una historia que atraviesa un espacio y un tiempo muy amplio. Que está, claro, en continuo cambio expansivo. Formal y temáticamente hablando, Jorge, cuáles son los límites de <i>Mar de Chukotka</i>?</p><p><b>Jorge Aulicino </b>[JA]: No creo que haya un límite temático, excepto la memoria. Porque el tema de estos poemas es la nada, tan ilimitada como la materia. Asocié los poemas por su referencia, cercana o lejana, al color blanco, al desierto, al Ártico o a la idea de nada, tan unida a su vez a la idea de vacío, a la ausencia de materia y, con esto, ausencia de vida. Hay poemas explícitos en este sentido. Otros tal vez parezcan menos relacionados con el Mar Ártico, del cual el Mar de Chukotka es una entrada.</p><p>Siempre me llamó la atención la presencia del ser humano en esas latitudes, me refiero al humano de origen europeo, al explorador. Está claro que Alaska atrajo a miles de aventureros porque allá había oro, y también pieles. Pero en el Ártico no hay nada. Su conquista es innecesaria desde el punto de vista económico. En ese borde del Polo que es Chukotka hay aún caza de morsas y ballenas. Pero no es nada, económicamente hablando. La idea de un libro sobre el blanco, y por asociación, sobre el hielo y la nada, la tuve desde que leí las páginas que Melville le dedica al color blanco en los capítulos introductorios de <i>Moby Dick</i>. Por una razón extraña, también el libro de Mary Shelley sobre el doctor Frankenstein y su resucitado empieza por el final, en el Ártico. El blanco es para mí el color de la moderna frontera. Frontera de la civilización y frontera del lenguaje y la significación de cualquier tipo. Frontera entre lo vivo y lo muerto, entre el tiempo y el lugar en que ya no hay tiempo ni espacio, si tal lugar existe.</p><p>Es curioso asimismo que el blanco sea la suma de todos los colores, que los anula. En fin, estas ideas debían tener carácter narrativo para que las pudiera decir como epopeya. El poema a Ahab es el centro de la cuestión, ya que todo el libro surgió, como idea, de su obsesión por la ballena blanca. Mi impresión es que Ahab era consciente de que salía a la caza de nada. De hecho, lo dice. Las palabras que pongo en su boca son paráfrasis del texto de Melville.</p><p>[AM]: ¿Con qué otro libro de tu producción podríamos vincular, o emparentarlo, y por qué?</p><p>[JA]: Espero que con ningún otro, excepto por la forma, que es, en efecto, una narración. Como en otros libros, principalmente <i>Cierta dureza en la sintaxis</i>, se trata de un relato fragmentado y hasta caprichosamente fragmentado, podría decirse. Sin embargo, todo relato surge de una trama secreta. Muchas veces la podemos ver sin lupa, como en ciertas telas, otras veces parece menos evidente. Hay siempre, aún en la más evidente, algo menos visible como objetivo.</p><p>Yo creo que toda la trama de <i>La isla del tesoro</i> ―para recurrir a un ejemplo del siglo de oro de la narrativa― tiene como finalidad contar la escena en que Jim Hawkins va flotando en un chinchorro y ve aparecer a la Hispaniola a la vuelta de un recodo, navegando al garete con todas sus blancas velas desplegadas. Es un momento lírico, contado con la mayor sobriedad. Así como Poe observó que en su poema famosísimo el cuervo se menciona una vez sola en su carácter de emblema de la muerte y la imposibilidad absoluta, así en la narrativa suele haber momentos en que el cachalote del relato simbólico emerge y vuelve a sumergirse. Tal la escena de la Hispaniola. Esa es mi modesta aspiración. Que en la narrativa rota emerjan al menos algunas veces los fragmentos de un mundo que era todo de símbolos, como diría Baudelaire.</p><p>[AM]: ¿Qué dimensión le otorgás a la metáfora en este libro?</p><p>[JA]: Como te digo, el libro es en parte narración de aventuras en el Ártico, o en territorios desconocidos o devastados, y en parte referencia a un símbolo, evocado por diversos lentes o mitos. Quise hacer una invocación de una gran epopeya y un poema lírico al mismo tiempo. Eso es lo que se pretende. En uno de sus relatos menos frecuentado Conan Doyle le hace decir a un personaje: “Ya no quedan espacios en blanco en la Tierra”. Se entiende que habla de espacios por explorar. Eso, a comienzos del siglo XX. Cien años después, la Tierra nos parece un planeta integrado, totalmente conocido, cartografiado y bautizado en todos sus rincones y repliegues. La antigua aventura y la epopeya son el tema de la narración en este libro. Espero que el carácter simbólico del desierto y del blanco haya asomado su lomo, como el cachalote, de vez en cuando. En una página sí y en tres páginas no, digamos.</p><p><br /></p><p><b>El poeta Jorge Aulicino</b></p><p><b><br /></b></p><p>[AM]: ¿Te sigue, un poco, incomodando lo autorreferencial a la hora de escribir?, ¿debemos guardar una distancia prudencial de ella?, ¿por qué?</p><p>[JA]: Porque, si aspiramos a comprender, tenemos que vernos en un conjunto. No digo en una totalidad porque la totalidad no la conocemos. La poesía no es sólo un instrumento de comprensión, de conocimiento, pero también lo es. A diferencia de los modos de conocimiento de cualquiera otra índole, la poesía ocurre cuando el observador se estremece, cuando disfruta de una sensación de vértigo al ver de pronto que su paso desde la puerta de calle a la farmacia forma parte de un movimiento cósmico. Cosa que puede suceder en cualquier momento, me ha ocurrido al pasar por un acuario, por ejemplo, o en un bar en La Habana.</p><p>Los libros de poesía, creo yo, intentan reproducir esa sensación. Quieren provocarnos esa lejanía que a la vez es la más profunda cercanía con el ser humano. Como decía Paul Valery al criticar un pensamiento de Pascal: el “silencio eterno” del Universo no existe porque entre la atención en lo remoto y la atención en lo más íntimo hay finalmente una fusión extraña e inexplicable que los filósofos, la religión y la poesía exploran desde siempre.</p><p>[AM]: ¿Qué voz encarna los poemas de este libro?</p><p>[JA]: ¿Hay una voz encarnada? Espero que sí. Y espero que esa voz sea la mía puesto que finalmente el narrador objetivo soy yo. En la práctica, solo hay una voz narradora. No sucede como en otros libros en que escucho hablar a diversos personajes. Incluso cuando en <i>Mar de Chukotka</i> los personajes hablan en primera persona es la voz del narrador la que toman prestada. No son personajes encapsulados, emboscados en el relato ―como los que traté de oír en <i>La línea del coyote</i>―, sino más bien agonistas, máscaras, en el sentido clásico. En gran parte este es un poema dramático, sí. Podría decirse.</p><p>[AM]: Me gustaría puedas referirte a la sintaxis musical, derivativa que desarrollaste en este poemario.</p><p>[JA]: La sintaxis es menos “dura” que aquel libro que se llamaba <i>Cierta dureza en la sintaxis</i>. Tal vez por eso resulte más musical. Quizá la forma de narración es más directa, más legible, y eso me llevó a una prosa más rítmica. Pero realmente no estoy en condiciones de verlo.</p><p>[AM]: También sobre el sesgo coloquial que, por momentos, alcanza tu <i>Mar de Chukotka</i>.</p><p>[JA]: Está más aquí que en otros libros… Puede ser, no lo medí, pero siempre está, porque al seguir la respiración del texto para versificar ―me refiero a cortar los versos― se deriva hacia la charla, inevitablemente. El leguaje coloquial tiende a ser rítmico. Y en cuanto a vocabulario, tiende a la claridad, a los términos que pueden ser mejor comprendidos porque son de uso común. Hay vocación de claridad, aunque no quieras creerlo, en este libro.</p><p>[AM]: Por cierto, si cavilamos sobre tu lenguaje, que venís arrastrando a través de más de una veintena de libros: ¿qué sitio ocupa el pensamiento como motor en tus textos?, ¿ofrecen únicamente las bases de una coherencia lógica?</p><p>[JA]: La forma de pensamiento que desencadenan los poemas suele ser la de la paradoja. Si lo primero que viene a la mente es algo así como una idea parpadeante, una idea que dice y no dice cabalmente algo, y que, más bien, dice lo contrario al mismo tiempo o algo diverso al mismo tiempo, pues eso es un motor suficiente, es un impulso a escribir. En cuanto a la lógica, siempre me interesa que dé formas que lógicamente solicitan otras formas para sostenerse en ellas, o entre ellas, como en un tejido celular que nunca se hiciese completamente.</p><p>[AM]: ¿Toda pregunta acerca de la poesía deriva en una conjetura acerca del lenguaje?</p><p>[JA]: Deriva hacia la reflexión en el lenguaje, con el lenguaje, hacia los límites del lenguaje. No creo que los poetas sean custodios de la lengua. Son hacedores, tienen una práctica, que es la de poner el lenguaje en su punto de incandescencia. Toda poesía permite hacer conjeturas acerca del lenguaje, claro. Pero las conjeturas sobre el funcionamiento del lenguaje son más bien el tema de la lingüística en sentido general.</p><p>Los poetas sólo ponen en práctica el lenguaje, para dar cuenta del punto de realidad o de irrealidad que tiene la experiencia humana, lo comunicable y lo incomunicable de esa experiencia, la base o sustrato mítico. Y me refiero a toda la experiencia, la histórica, la científica, la luminosa. Una y otra vez la poesía lleva las más diversas cuestiones a lo sagrado, que es el territorio, como se sabe, de lo inexplicado. De lo que no se explica más que en su realidad, en su existencia. La poesía intenta producir el efecto de lo sagrado. Es sacra, en tanto lo logra, y por eso mismo, paradojalmente, es la realización más plena del logos.</p><p>[AM]: <i>Mar de Chukotka</i> es un poemario que atraviesa la política, la filosofía, ciertos mitos… En ese sentido es un libro ambicioso, que revela múltiples aspectos del mundo.</p><p>[JA]: Si, esa pretensión tal vez es pecado. Pecado de soberbia. Intenta unir bajo un mismo aspecto la multiplicad de historias que lo componen. Historias e ideas. Imágenes o anécdota, más que historias propiamente dichas. El aspecto que las involucra o intenta hacerlo es el del gran mito del hielo, la cesación del movimiento. Un fin del mundo que es, fíjate vos, el centro del Infierno en la <i>Divina Comedia</i>. El hielo viene después que el fuego, y el centro de la Tierra no es magma como suponemos hoy sino hielo en el libro de Dante.</p><p>[AM]: Hay también un diálogo abierto con poetas de todas las épocas: Apollinaire, tu querido Dante, bueno, Homero mismo… ¿William Carlos William continúa siendo, en cierto modo, una voz decisiva para vos? Es un autor que está muy presente en tu obra.</p><p>[JA]: Sí, continúa siendo Williams un autor que me interesa mucho. En este momento, en que estuve publicando en mi blog la traducción del <i>Paterson</i> por Silvia Camerotto, lo que más me interesa de Williams es la complejidad en que se metió el poeta de “no ideas sino en las cosas”. El procedimiento del <i>Paterson </i>es también dramático y fragmentario. Pretende narrar con distintas voces una ciudad como si fuera un hombre. Porque Paterson es el nombre de una ciudad, pero es también el apellido de un individuo. Williams se sintió compungido cuando supo que este modo de poetizar narrando y en forma de pastiche acababa de ser inaugurado por Eliot con <i>La tierra baldía</i>. “Ese hombre acaba de arruinar todo mi proyecto”, escribió entonces. Había empezado a narrar el <i>Paterson</i>, ya en los años veinte.</p><p>Lo productivo de este desencuentro fue que Williams rechazó en Eliot la erudición y lo que consideraba un abuso de lenguaje culto y citas de clásicos y reforzó su opción por el inglés coloquial y la mirada directa. Al punto de que el verso famoso “<i>no ideas but in things</i>” que había usado en un poema simple y directo la repite en el <i>Paterson</i>. Para él estaba claro que Paterson era una cosa, enorme, llena de cosas y de ideas en las cosas, pero cosa al fin.</p><p>[AM]: Además de la poesía, desde muy temprano ejerciste el periodismo, profesión que desarrollaste durante más de cuatro décadas. ¿Cómo convivían esos espacios, el de poeta y periodista?, ¿eran complementarios, o se entienden por separado?</p><p>[JA]: Siempre convivieron bien esos espacios. Mirá, de hecho, yo había aprendido los módulos del lenguaje lírico en la escuela secundaria, por mi cuenta, sin maestros. Me refiero a los años que van desde los catorce a los diez y siete. Sin otra mediación que los poetas de mi barrio, de Ciudadela, como Pancho Muñoz, como Norberto Corti, yo recibí también la influencia de algunos vanguardistas y algunos poetas porteños. Pero a los veinte, cuando empecé en el periodismo, todo eso no me sirvió de nada. Tuve que aprender a escribir en lenguaje directo, con palabras precisas, con estructuras simples: sujeto, verbo, predicado, oraciones principales y subordinadas. Tuve que aprender a poner en orden las cosas. La información y las ideas. Comunicar. Y eso lo aprendí leyendo fanáticamente a los periodistas de esa época, a Pablo Giussani, a Osiris Troiani, a Mariano Grondona, que tenía su estilo. Y tuve, en mi primer maestro, Salvador Marini, secretario de redacción de Nuestra Palabra, el periódico del Partido Comunista, las claves del oficio: “breve, preciso, contundente”, eran las palabras que para Marini definían la calidad de un texto periodístico.</p><p>Te voy a aclarar que aquella redacción del periódico del PC era una redacción profesional, y distaba mucho de ser una redacción que se limitara a glosar los documentos del Partido. Pero, la verdad, había magia en ese estilo también. En el estilo periodístico, quiero decir. Cuando descubría que un adjetivo iluminaba toda una situación o todo un personaje, yo sentía que la magia del lenguaje, la <i>poiesis</i>, la función de revelar, de hacer evidente, de hacer vivas y visibles las cosas, también se podía encontrar en la prosa periodística. Estaba enfrascado en narrar al estilo Hemingway o John Reed, y en tanto escribía poemas al estilo Tuñón, Prevert, Vallejo, como si esos mundos estuvieran incomunicados. Unos años después, empecé a ver que en la estructura de un poema, sobre todo de los poemas breves, esa utilización solvente del lenguaje periodístico introducía connotaciones, repercusiones, ecos, que tenían que ver con lo poético.</p><p>El periodismo me enseñó economía. Y me enseñó a narrar en la poesía con mayor eficacia. Así que empecé a sentir que esos mundos no estaban incomunicados. Los dos empezaron a convivir cómodamente. Había una decisión, por lo demás, que se fue formando en mí, y que era la de poner coto al sentimentalismo. Supongo que esto tuvo que ver con la época.</p><p>[AM]: Decís que el periodismo te enseñó economía. ¿Menos es más en poesía? Pienso, en el sencillismo de Baldomero Fernández Moreno, en ese decir sin ornamentos. ¿Te referís a una variante de ese despojamiento, o acaso a la escritura sin aspiraciones demasiadas “abstractas”?</p><p>[JA]: A las dos cosas. A un afán de materialidad, porque ―diría Wallace Stevens― la realidad es sólo el principio, pero es el principio. Y a la economía de ornamentos. Pero no necesariamente el modelo es el sencillismo. Creo que trabajo sobre ideas abstractas, pero esas ideas deben ser iluminadas en la realidad.</p><p>[AM]: ¿De qué modo?</p><p>[JA]: Muchas veces el poema, o lo que creo que puede serlo, se me aparece a partir de una abstracción. El comienzo es un concepto. Pero inmediatamente esa idea debe sugerirme un escenario, una imagen, unos personajes. Las ideas solas no me dan por resultado un poema. No me dan algo que yo pueda aceptar como poema. Entre esa abstracción y el mundo de las imágenes concretas, hay lazos que uno debe descubrir, al descubrir las imágenes que en su formulación verbal parecen relacionadas con tales ideas. A veces es al revés, el poema empieza por una fuerte imagen ―fuerte para mí― y luego se le entretejen, en la narración, en la exposición de esa imagen, ideas abstractas.</p><p>[AM]: ¿Creés que la crítica legitima a la verdadera poesía?, ¿cuál debería ser su rol en relación a la poesía?</p><p>[JA]: Creo que la buena crítica debe situar el libro en el contexto del autor y de los libros de su tiempo, porque su función no puede menos que ser didáctica. Siempre ha de ser una lectura, y una interpretación. En este sentido, legitima. Demuestra, cuando puede, que un libro funciona en su contexto, en tanto se pueda definir el contexto, que, a mi juicio, es una constelación transitoria de hechos literarios e históricos. Los cambios en el contexto significan, entonces, cambios en la lectura. Lo que permanece del contexto, permanece en el libro, si la lectura de estas sumas de factores es coherente.</p><p>A veces, en la lectura de las obras canónicas se pierde justamente lo que tienen de mítico y permanente. A simple vista, puede decirse que la<i> Divina Comedia</i>, por ejemplo, es un libro en el que Dante lidiaba con “los Berlusconi de su tiempo”, como creo que dijo Roberto Benigni, pero esto es convertir en permanente justo aquello que es lo más transitorio del libro. Como si al cambiar los nombres de los personajes, el libro siguiese vigente, y, además, se hiciese claro y legible. Esto es una tontería mayúscula, si bien se observa. ¿Alguien puede creer que el cambiar los nombres de los personajes hace vigente <i>Guerra y paz</i>, de Tolstoi? Esto es no entender que la política de un tiempo y de una época debe ser comprendida en sus términos, no en los actuales. Eso es como si la vigencia dependiese de lo histórico, lo que es una contradicción en los términos, o, peor, como si esos grandes autores hubiesen creado disfraces funcionales, mascaradas que, al cambiárseles la ropa y el escenario, funcionaran en todo momento y lugar. Yo leería, y de hecho leo, la <i>Comedia</i> tratando de entender quiénes eran los güelfos y los gibelinos, el rol del Papado y de los burgueses, pero entreveo, sigo, su hilo más hermético, más sagrado.</p><p>[AM]: Una pregunta difícil. Irene Gruss murió hace unos días. Más allá de tu larga amistad con ella. ¿Por qué deberíamos leerla, Jorge?, ¿qué hay en su poesía de imperecedero?</p><p>[JA]: No sabría decirte qué hay de imperecedero en la poesía en general, salvo la posibilidad de volver a leerla, de reescribirla al leerla de una época a otra. Hace poco alguien escribió que Irene era de la misma estirpe que Estela Figueroa, mujeres que hacen un intimismo áspero. Uno entra en un mundo cuando la lee. Es un mundo cerrado y abierto al mismo tiempo, por aquello que decíamos de que en la más distanciada visión y en la más rabiosa intimidad se encuentra uno con el mismo universo. Irene negaba explícitamente la auto conmiseración y el ombliguismo para hablar de ella misma, puesta en personaje o creada como personaje. Su poema de la mujer que confiesa que criaba su hijo con las persianas ciegas en los tiempos duros es un clásico, para mí, de la poesía argentina, a esta altura. Pero ella decía que ese fraseo desconfiado, a veces abrupto, era una partitura, como recordó Osvaldo Aguirre en un obituario. Su música entrecortada se correspondía con la noción de la respiración física que escribió en el libro <i>El asma</i>. ¿Cómo no volver a leer a alguien que nos cuenta y nos canta cómo es vivir con la mitad del aire que nos hace falta?</p><p><br /></p><p>Crédito de las fotos (izq.) <a href="http://www.deldock.com.ar/" target="_blank">Ed. del Dock</a> / (der.) Hernán Rojas </p>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-42743362653964699992020-12-08T21:33:00.013-03:002024-02-09T05:10:16.023-03:00Comentario / Ante el reflejo de la Luna<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF9JSqMF4MoccaaFVtlj-ltLinAxA5SJnzsWSmxCSumtm1-C0ItkaKjBrJie0LIFNOFp8zbhhMAjPRYN3LA-WkPFdwYN28uTBYXfQfabP44QnOsRDxR2eI53e0gnTF2UmLMV8d8w/s2048/jorge1.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1224" data-original-width="2048" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF9JSqMF4MoccaaFVtlj-ltLinAxA5SJnzsWSmxCSumtm1-C0ItkaKjBrJie0LIFNOFp8zbhhMAjPRYN3LA-WkPFdwYN28uTBYXfQfabP44QnOsRDxR2eI53e0gnTF2UmLMV8d8w/s320/jorge1.jpg" width="320" /></a></div><span style="font-family: inherit; font-size: 14pt; text-align: justify;">Sandro Barrella - </span><span style="font-size: 14pt; line-height: 107%; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Revista <a href="https://www.clarin.com/revista-enie/" target="_blank">Ñ</a> -</span></span><span style="font-family: inherit; font-size: 14pt; text-align: justify;">14.11.2020 -</span><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><o:p><span style="font-family: inherit;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;">En el poema “Li Po”, sobre el final,
Aulicino recorre de ida y vuelta la ruta incesante que comunica las ilusiones
de un interior que percibe y su expresión en un orden al que se llama mundo. <i>Fingió
una perenne borrachera y mezcló elixires, / jamás supo si estaba dentro o fuera
de sí, / en qué consistía la lírica.</i> La biografía del poeta chino consigna
tanto su afección al vino como el consumo de elixires que habrían de procurarle
longevidad. La leyenda nos habla de su muerte por agua, cuando quiso abrazar el
reflejo de la Luna sobre la superficie del río Yangzi. Lo mismo que a Narciso, pero
sin la vanidad, el ardid tendido por la apariencia lo llevó al reino de las
sombras definitivas. En cuanto a la lírica, o en qué consiste, el interrogante
sigue abierto. Eso al menos propone desde hace casi cincuenta años Aulicino,
con una obra en cuyo centro fulge insistente una mirada descreída de las
apropiaciones que el ojo, la mente, el entendimiento, hacen de lo real, y en la
que el yo no oficia de llave del poema, antes, multiplica la disolución de las
formas, y no impide la oclusión del sentido.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;"><span style="mso-spacerun: yes;"> "</span>Li Po" es uno de los poemas de <i>La
lírica</i>, libro inédito incluido en esta edición de la <i>Poesía reunida</i>
de Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949). Desde <i>Estación Finlandia</i> <i>-Poemas
reunidos, 1974-2011-</i>, pasaron nueve años y ocho nuevos libros. En cada uno
de ellos el poeta repone motivos, paisajes, tonos, una cierta idea de la voz
presentes a lo largo de su obra; en torno a la enunciación en sus poemas, surge
la noción de préstamo. El ejercicio consiste en ocultarse deliberadamente
detrás de una máscara en procura de que el artificio se haga evidente: <i>este
universo de voces que dicen sin parar Yo pero no/ encuentran ecos en sí mismos
ni en nada ni en nadie</i>. Puro desplazamiento parece encarnar ese “yo”, tanto
dentro como fuera del poema, como si el mundo no ofreciera ya ninguna
posibilidad de decir, esta boca es mía. De ahí que la primera persona se asuma
con el mismo recelo que aquello que ve, un universo fraguado para acabar en
ruinas, dentro del cual caben el mal, lo bello, la metafísica de las costumbres
y la música dura del lenguaje, hecha en este caso a partir de un desapego
constante hacia las retóricas sentimentales, siempre alerta a no ceder a la
presión del significado.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El largo camino del poeta desde su primer
libro, <i>Vuelo bajo</i> (1974), hasta aquí, incluye veintitrés títulos que
atraviesan los diferentes momentos, períodos y estéticas que se dieron dentro
de la poesía argentina de las últimas décadas. Si bien en los 70 formó parte del
taller autogestionado Mario Jorge De Lellis, y en los 80 y 90 integró el
Consejo de Redacción del Diario de Poesía, Aulicino no pertenece de lleno a
ninguna corriente, por más que comparta con lo que se llamó objetivismo algunos
de los elementos que postula, del mismo modo que puedan encontrarse en sus
poemas las huellas de González Tuñón, Girri o Giannuzzi. En cualquier caso, su
poesía es la persistente afirmación de las tensiones entre el mundo físico, la
Historia y el devenir de las criaturas que completan el cuadro, un vasto friso
al que podemos llamar civilización, bajo amenaza constante de desintegración: <i>Canta
una torcaza, algo, entre edificios urbanos, el humo/ sube en fríos nubarrones
entre estos </i>palazzi<i> que te recuerdan/ los amarillentos monobloques de la
República Democrática Alemana:/ un invierno fallido, una eternidad que no fue</i>.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;"> <i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">La caída de los cuerpos</span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"> </b></i>(1983),<b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i></b><i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Paisaje con autor</span></i>
(1988), en los 80; <i>Hombres en un restaurante</i> (1994), <i>Almas en
movimiento</i> (1995) y <i>La línea del coyote</i> (1999) en los 90; ya en este
siglo, <i>La luz checoslovaca</i> (2003) <i>Cierta dureza e la sintaxis</i>
(2008) o el reciente <i>La lírica</i>, son algunos de los puntos más altos en
el conjunto de esta poesía. Jorge Aulicino, que a la par de su obra viene
desarrollando un importante trabajo de traducción (recuérdese especialmente su
versión de la <i>Divina Comedia</i>), cree con Benjamin que todo documento de
cultura lo es también de barbarie, intuye en la acumulación una expresión
acabada de la época: deshechos, basura, escombros, una civilización devenida
puro detritus, acaso ya previsto por el dedo de Lenin desde el camión blindado
al señalar no el futuro, “sino su hueco”. Si algo resta aun, en ausencia de
nuevas épicas, es desmontar una y otra vez el mecanismo de la percepción y sus
certezas, como lo hizo en el lejano "Sudores
diurnos": <i>La fantasía propone jinetes blancos sobre una ladera seca./ La
realidad propone una pared azulejada./ El cuadro propone un ganso degollado./
Todo es cierto./ Los argonautas mueren de neumonía/ en una sala de terapia
intensiva/ pero hay serpientes marinas en sus sueños/ y ciruelas impresionistas
sobre sus mesas de luz</i>.</span></span></p><i>Poesía reunida</i>, <br />Jorge Aulicino<br />Ediciones en Danza, 2020<div><br />---<br />Foto: Hernán Rojas/Clarín</div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-41399486796017981312020-12-07T13:14:00.009-03:002024-02-09T05:11:01.179-03:00Comentario / La herencia vernácula<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl9ojE5-iC9tn9KlG27vlR3hAIcv3fu5TNmZRVVqiyX7OS0yGs5VjfTTW1DYh4QAdujtaNQNhBtJjGWn-S-VP1up55qhqfxYwxbscYnfsoIsIC9UAE9JDKBxewc-AVR-t-f53Cug/s573/254poesia-reunida.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="573" data-original-width="374" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl9ojE5-iC9tn9KlG27vlR3hAIcv3fu5TNmZRVVqiyX7OS0yGs5VjfTTW1DYh4QAdujtaNQNhBtJjGWn-S-VP1up55qhqfxYwxbscYnfsoIsIC9UAE9JDKBxewc-AVR-t-f53Cug/w261-h400/254poesia-reunida.jpg" width="261" /></a></div><br /><div>Juan Arabia - <a href="https://www.perfil.com/" target="_blank">Perfil</a> - 6.12.2020 -</div><div><br /></div><div>Este extenso volumen reúne toda la obra poética del Premio Nacional de Poesía 2015, Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949), hasta la fecha. Un poeta que, desde sus primeros libros, ha forjado un proyecto consecuente, radical en su forma, emergente (en tanto formación) y que a la vez recupera una específica tradición del género.</div><div><br /></div><div>A diferencia de Joaquín Giannuzzi, que seguramente ha influido en la tranquilidad y soltura de sus páginas, Aulicino es un poeta dialógico: conversa con Dante, Cavalcanti, Ezra Pound, Pavese y los trovadores occitanos, y con disímiles temporalidades como la dinastía Tang. Aunque conversa anclando su mástil a una poesía estrictamente local, en tanto forma, ritmo y escenarios, es decir, optando por la introducción de elementos vernáculos.</div><div><br /></div><div>Hay un elemento muy presente en toda la obra de Aulicino, una adhesión ideológica, que se hace evidente en sumo grado en su último libro, <i>La lírica</i> (2020), que se presenta en este tomo por primera vez: <i>más allá de ese límite pusieron unos abuelos sus palos godos (...) / se forjó una clase obrera descendiente del campesinado europeo.</i></div><div><br /></div><div>Ese sentimiento de clase, muy reconocible además en los poetas que admira y traduce (recordemos que Aulicino es traductor nada menos que de <i>La divina comedia</i>, monumental obra escrita en lengua vulgar), explica cierta reconciliación inicial que diluye las fronteras de la escisión en la historia de la literatura argentina (hablamos de civilización y barbarie, campo y ciudad): <i>Para mí, allí donde se ve el cielo de Buenos Aires se ve la pampa. / El cielo está lleno de pampa</i>.</div><div><br /></div><div>Al igual que Borges, Jorge Aulicino es capaz de situarse tanto en el centro como en la periferia, y anclar sus poemas en el barrio de Flores así como en las escaleras de la Dogana. Y lo hace a partir de una condensación elíptica y prudente, combinando los límites de una poesía hermética y a la vez experiencial: <i>Sentiste el mar y sus múltiples negocios, / la imposibilidad de enumerar ventas y pájaros;</i> o: <i>Los helechos que alzan sus hojas en la vereda del bar nocturno / no crecen desde ninguna de nuestras grietas.</i></div><div><br /></div><div>Aulicino ya había fijado su postura en diversas ocasiones, como en el diálogo que mantuvo con Arturo Carrera en el número uno de la revista 18 Whiskys, en 1990: “Está la ley de hacerse entender. Es la primera ley que respeto”.</div><div><br /></div><div>Y esto habla, con toda certeza, del proyecto inicial de Aulicino. Un poeta que, inmerso en la tradición que lo verifica (hijo de inmigrantes italianos), forja sus versos a partir de su herencia vernácula, y por tanto argentina, alejada de modas y eslóganes políticos.</div><div><br /></div><div>No existe otra política, y por tanto otra literatura, sino aquella que se hace vidente en las contradicciones fundamentales.</div><div><br /></div><div>Jorge Aulicino se ha alejado de ciertos elementos de la poesía social de los años sesenta (hoy representada en la “izquierda” latinoamericana en nombre de la reproducción de autores que imitan la poesía social de Juan Gelman), así como también de ciertas tendencias neobarrocas y neorrománticas, evidenciando por un lado una adherencia estética hacia el objetivismo, así como respaldando ideológicamente una tradición silenciada desde 1902 y condenada por la Ley de Residencia, cuyo objetivo era expulsar a los inmigrantes anarquistas de Argentina: <i>La Revolución no había ocurrido nunca. / Francia era la cuna del </i>art nouveau<i>, / que aquí se metamorfoseaba en gótico. / Gótico de la capital de la pampa. / Ese hilo de oscuros entramados se extiende por las fachadas desde el barrio norte a la Boca cuyas nieblas londinenses no huelen mejor que en Londres cuando el Támesis no había sido despojado del barro de siglos de fajina portuaria. Ese hilo que hila titanes, camafeos, borlas, búcaros sobre edificios y casas de escaleras anchas en Barracas, en Montserrat, en San Telmo (…), y hoy apretujados inquilinatos cuyas ventanas tapan cortinas verdosas</i>. </div><div><br /></div><div><i>Poesía reunida</i>, </div><div>Jorge Aulicino, </div><div>Ediciones en Danza, </div><div>Buenos Aires, 2020</div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-44511459013040919072020-10-18T22:19:00.035-03:002024-02-25T19:02:39.717-03:00Prólogo a "A Certain Roughness in Their Syntax"<p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghXi0NYI99fvr004sPn-oWkboIHLG3xwEvw3w4lsnYC2ezjBQuhD-P3QefVSUv7q4O2xBH4wftOypqg71bVrH5DjbqJGwGAVUX7vrioQFlnZepig0AmXCbMwkkPULxoS-_jAh6_g/s1350/Aulicino-Cover_RGB.jpg" style="clear: right; display: inline; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="1350" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghXi0NYI99fvr004sPn-oWkboIHLG3xwEvw3w4lsnYC2ezjBQuhD-P3QefVSUv7q4O2xBH4wftOypqg71bVrH5DjbqJGwGAVUX7vrioQFlnZepig0AmXCbMwkkPULxoS-_jAh6_g/w266-h400/Aulicino-Cover_RGB.jpg" width="266" /></a> <b style="text-indent: 36pt;"><i><span lang="es">(Cierta
dureza en la sintaxis)</span></i></b></p><p><b style="text-indent: 36pt;"><i><span lang="es">PRÓLOGO DE JUDITH FILC</span></i></b></p><br /><a href="https://www.blogger.com/#">Tupelo Press</a>, <br />North Adams, Massachusetts, <br />EE.UU., 2017<div><span style="font-family: "Times New Roman", serif; text-indent: 36pt;"> </span><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-style: italic;">Cuando se le
pregunta por qué escribe, Jorge Aulicino responde que comenzó a escribir poesía
porque estaba fascinado por los movimientos de las palabras en un poema;</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">allí,
"las palabras se comportaban de manera diferente."</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">Está particularmente interesado en las
imágenes, y </span>cree que las imágenes <span style="mso-bidi-font-style: italic;">poéticas
son "imágenes físicas”, es decir, imágenes visuales vistas con los ojos de
la mente.</span> (<span style="font-size: x-small;">1</span>)<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-bidi-font-style: italic;">El
objeto, dice, "está cargado de imaginación y espíritu, y no hay ningún
objeto que no esté cargado también de historia, de vida, de humanidad".</span>
<span style="mso-bidi-font-style: italic;">Cuando escribe un poema, trata de
"imaginarlo materialmente", incluso si el poema</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">finalmente se convierte en</span> una idea<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> abstracta, una meditación. (<span style="font-size: x-small;">2</span>)</span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-style: italic;">Su punto de partida,
dice,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">es
siempre lo que ve.</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">En el primer
poema del Libro Primero de <i>La línea del coyote</i></span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">(1999)</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">habla
de "las huellas de una excavadora bajo la lluvia / miradas al pasar frente a una ventana”, y</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">pregunta: "¿No
crees que la esencia de las cosas es el abandono de un dios?"</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">La pintura juega un papel clave en su
poesía, y muchos de sus poemas hablan de pintura y pintores - Caravaggio,
Bacon, Cézanne.</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">"Lo que me
atrae es el encuadre y la congelación; parando allí para ver cada detalle. Una
especie de obsesión por los detalles".</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">En "La </span>poesía era un<span style="mso-bidi-font-style: italic;">
bello </span>país<span style="mso-bidi-font-style: italic;">”, de <i>La caída de los
cuerpos</i></span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">(1983), </span>la
poesía <span style="mso-bidi-font-style: italic;">es</span> “<span style="mso-bidi-font-style: italic;">lo que queda en la pileta / girando
negándose resistiendo / cáscaras de un huevo peladuras de papas”.</span></span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Aulicino comenzó a escribir y publicar poesía a una edad temprana, junto con su carrera como periodista. Trabajó para una variedad de publicaciones durante casi cincuenta años, y se retiró recientemente. Cree que la escritura periodística tuvo una influencia positiva en su poesía; le enseñó a organizar información e ideas. Aprendió de su primer jefe que un buen texto periodístico debe ser "breve, preciso, contundente". "Había magia en ese estilo", dice Aulicino. "Sentí que la magia del lenguaje, la función de revelar, de hacer las cosas vivas y visibles, se podía encontrar en esa prosa". El periodismo, añade, "me enseñó economía. Y me enseñó a narrar más eficazmente en la poesía". Los mundos de la poesía y el periodismo se comunicaron y "coexistieron cómodamente". (<span style="font-size: x-small;">3</span>)</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">A</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">ulicino es uno de los poetas vivos más
reconocidos e influyentes de Argentina. En 2015 recibió el Premio Nacional de
Poesía de Argentina. Los críticos lo consideran parte de</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> la llamada generación de los</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;"> años 70. Los historiadores
literarios dividen</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">los movimientos poéticos </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">en Argentina desde la década de </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">1920 en categorías</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">de diez años</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">llamadas</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">“generaciones".</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">
</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Hasta ahora, han sido nueve generaciones de
poetas, comenzando con la vanguardia de la década de 1920,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">que representa </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">la
segunda ruptura con </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">la
tradición</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> después del </span><i style="mso-bidi-font-style: normal; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">modernismo</span></i><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">hispanoamericano en la década de 1890.</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">La </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">tercera </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">gran oportunidad </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">tuvo </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">lugar</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">en la década de 1960,
</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">con</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;"> la introducción de</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> la lengua de la cultura pop y el</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;"> periodismo en </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;">la poesía y la </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">centralidad</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">de</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">la participación</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">política</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">en la literatura y las artes. </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;">La</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; text-indent: 36pt;"> poesía argentina</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1; text-indent: 36pt;"> de los años 60 fue juguetona, profana,
abundante y fuertemente política.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Los poetas de la década de 1970 escribieron en
condiciones muy diferentes. Entre 1976 y 1983, los argentinos</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">fueron víctimas de</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">
una</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> sangrienta
dictadura. La represión era feroz, y la censura desenfrenada. Muchos poetas
sufrieron las consecuencias:</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">
</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">fueron asesinados,
desaparecieron o los forzaron al exilio. La escritura seguía siendo política,
pero se hizo dura, los poemas fueron breves, </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">y</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">su </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">lenguaje ascético, como en</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-style: italic; mso-themecolor: text1;">"Ed e subito</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-style: italic;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-style: italic; mso-themecolor: text1;">sera”</span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">, </span></i><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">un poema </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">de la tercera colección de</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> Aulicino,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><i><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">La </span></span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">caída </span><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">de los </span></span></i><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"><i>cuerpos</i> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">(cuyo título </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">es </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">una cita</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">de</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">un </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">poema </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">muy breve</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> de</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> Salvatore Quasimodo): "Y qué extraña es / la caída / de objetos /
en la luz / y qué extraña / la corrupción / de los objetos // (en la luz).</span><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">En su </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">poema</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> sobre
"Cézanne" </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">en el
mismo </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">libro, Aulicino</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">escribe:</span><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">Espacios en blanco en las últimas
telas de Cézanne<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">indican a los expertos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">que había llevado su teoría hasta el
último extremo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">(…)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">¿Por qué Cézanne no quiso pintar lo
que sus ojos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">-aún moviéndose con su cuerpo de
derecha a izquierda,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;">de izquierda a derecha- no podían
ver? (<span style="font-size: x-small;">4</span>)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Aquellos poetas, con su predilección por un
lenguaje sencillo pero cuidadosamente elaborado, y su</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">enfoque en el poder del silencio, </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">marcaron mi propia</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">
poesía.</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Descubrí la poesía de Aulicino
cuando tenía 20 años y había empezado a tomar la escritura de la poesía en
serio. El primer libro suyo que leí fue </span><i><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">La</span><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> </span></span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">caída </span><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">de los </span></span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">cuerpos</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">, </span></i><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">publicado en 1983, cuando la
dictadura estaba terminando.</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">
</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">También estaba
leyendo libros de otros poetas de esa generación, entre ellos,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Irene Gruss, Guillermo </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Boido</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">y </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Daniel </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Freidemberg. </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Cuando</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">empecé a</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> traducir
poesía</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> hispanoamericana al
inglés, con el objetivo de aumentar sus lectores fuera de América Latina,
Aulicino fue el primero en mi lista.</span><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-bidi-language: HE; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-hansi-theme-font: minor-bidi; mso-themecolor: text1;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Además de aportar su propia escritura, </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Aulicino</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> ha contribuido en gran medida a la difusión de
la poesía en todo el mundo de habla hispana de</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> dos</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> maneras diferentes. Administra un </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">blog de </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">poesía, </span><i><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Otra </span><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">iglesia</span></span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">es </span></span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">imposible</span></i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">,</span></i><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">desde</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;"> 2006. Este blog, que ha superado el millón de
visitas, ofrece a sus lectores poesía de todo el mundo. Además, ha traducido a
algunos de los más grandes poetas italianos al español, entre ellos Dante, Pavese,
</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Pasolini</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">, Annedda y Fortini.</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Su traducción de </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">la
<i>Divina Comedia</i> se</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">
agotó rápidamente</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">y recibió </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">grandes elogios de </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">la crítica.</span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; text-indent: 36pt;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-style: italic;">Aulicino define dos</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> <span style="mso-bidi-font-style: italic;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>etapas de su poesía.</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">En los </span>años<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> 1970</span> y<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> 1980, </span>sus
poemas <span style="mso-bidi-font-style: italic;">fueron </span>“<span style="mso-bidi-font-style: italic;">breves, ligados a circunstancias
específicas, a construcciones históricas, pero siempre como destellos, imágenes
incompletas.</span>” <span style="mso-bidi-font-style: italic;">Luego,</span> <span style="mso-bidi-font-style: italic;">en la década de 1990</span> comenzó a<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> escribir poemas largos, conectando los fragmentos</span> a través de
un proceso de<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> asociación imaginativa.</span>
La primera etapa incluye los siguientes libros: <i>Vuelo
bajo, Poeta antiguo, La caída de los cuerpos, Paisaje con autor, Hombres en un restaurante
</i>y<i> Almas en movimiento</i>. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La segunda comprende<i>
La línea del coyote, Las Vegas, La Nada, La luz checoslovaca, Hostias, Máquina
de faro, Ituzaingó, Primera Junta, Cierta dureza en la sintaxis, El capital,
Libro del engaño y el desengaño, El Cairo </i>y <i>Corredores</i> <i>en</i> <i>el
</i>parque.</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Cierta dureza en la sintaxis (A
Certain Roughness in Their Syntax)</span></i><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-style: italic;">, publicado originalmente en 2008, pertenece
a la segunda etapa.</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt; mso-themecolor: text1;">Es</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> un texto multicéntrico en el que diferentes
registros y voces líricas se mezclan e interactúan. </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">En una compleja red de imágenes </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">impactantes, Aulicino reflexiona sobre la
historia del mundo occidental y el ascenso y caída de sus imperios. Los poemas
retratan la sed de oro, la proliferación de la muerte, la inutilidad de la
conquista, la falta de preocupación por</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">los oprimidos</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">(aquellos a los
que ha llamado en otros lugares los "parias del imperio"). Troyas, Babilonias, Tebas, establos y mercados son incesantemente demolidos,</span><span style="font-family: inherit;"><span lang="EN-US" style="color: black; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"> dice</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">.</span></span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Los españoles
encontraron <span style="font-family: inherit;">“</span></span><span lang="EN-US" style="color: black; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Times; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: inherit;">no Eldorado. Solo las olas y la baba de los muertos”</span><span style="font-family: Times New Roman, serif;">. </span></span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">En el último poema,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Atila,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">el Huno</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> viaja a través de una ciudad actual en
un</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"> Porsche. Con profunda ironía,</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Aulicino
representa a un </span><i><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">conqueror</span></i><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"> </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">victorioso</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"> </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">que
en realidad es </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">un</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">fracaso. Nos enteramos
de que Atila somos todos nosotros, su rostro es "el del tunante, el del florista o el del héroe circunstancial del balompié."</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">El libro toma una dirección diferente, pero</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"> </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">relacionada, y
explora la interconexión entre el sujeto y el objeto. Las imágenes mezclan
seres humanos y cosas, infunden vida en la materia. Los semáforos son
"huesos de enormes crustáceos". Los edificios están "resignados
a su perplejidad". Según las grandes cosmogonías, "las rocas son los
huesos de gigantes." En una entrevista reciente, Aulicino se refirió a la
presencia del bestiario medieval en el libro: </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>"Aquellos
animales ordinarios dotados de propiedades extrañas (...), o los seres que son
una fusión de dos o tres animales, me dieron la impresión de que representan
nuestro zoológico humano actual; estamos hechos de funciones y partes que son
totalmente inútiles para la economía y para la historia. Y también estamos
hechos de historia".</span><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Times; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span style="font-family: inherit;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Creo que la fuerza motriz de este libro es la investigación sobre el
lenguaje y el significado en una variedad de dimensiones. Uno es el efecto de
la colonización en el lenguaje, la relación entre el poder y el significado;
los colonizadores "buscaron la claridad descolorida de las
cosas".<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Otra dimensión es la
degradación del lenguaje que acompaña el declive de nuestra civilización (los
edificios cambian "</span><span lang="EN-US" style="mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">hacia el color gastado de las mismas palabras... sonidos fantasmales.")</span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">. También están las consecuencias de la guerra:
la "sintaxis congelada de la pólvora". Y otra, la dimensión más importante,
creo, es la producción de significado en el arte. La pregunta formulada
ansiosamente en el primer poema: "¿De qué hablás? ¿De qué hablás?"
regresa a lo largo del libro con diferentes apariencias.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En el Poema 10 el protagonista se pregunta "</span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">cómo decir con sintaxis de varias manos lo que ha captado el cuadro, o lo que ha el cuadro construido." Ezra, el artista, pinta con un pincel seco "el color vivo de lo que estaba
vivo." Bertolt "sabía de qué se trataba", pero esa certeza se ha
perdido. </span></span><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times New Roman",serif; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Times; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-style: italic;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin
embargo, hay aún más que eso. La historia mundial y la historia nacional se
mezclan con la biografía del poeta: sus abuelos inmigrantes, su barrio de la
infancia, los acontecimientos radicalmente transformadores que ocurrieron
durante su vida. </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">Hay,
entonces, una combinación de lo social y lo personal, la reflexión y la emoción
que se apoya en una red de imágenes aparentemente caóticas. La rápida sucesión
de asociaciones (lo que Aulicino ha llamado "un flujo de la mente”), y las
conexiones inesperadas creadas por estas imágenes, infaliblemente moverán, perturbarán
o sacudirán al escritor: cuerpos esparcidos en el campo de batalla; una choza
hosca bajo una noche tormentosa; plantas viciosas subiendo los últimos
acantilados; el nómada rodeado </span><span lang="es" style="color: black; line-height: 150%; mso-ansi-language: #000A; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">del halcón y el
grifo, parcas y uvas. </span><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">El
resultado es un estudio profundamente empático de la humanidad.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sin duda se puede afirmar que <i>Cierta
dureza en la sintaxis</i> es una obra importante de uno de los mejores y más
influyentes poetas de Argentina.</span><span lang="EN-US" style="color: black; font-family: "Times",serif; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="es" style="mso-ansi-language: #000A;">[Judith Filc]</span></p>
<div style="mso-element: footnote-list;"><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1" style="mso-element: footnote;">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="es" style="font-size: 10pt; mso-ansi-language: #000A;">1 De una entrevista con
Daniel Gigena. Para <i>La Nación</i>, 14 de diciembre de 2015,</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;"><o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2" style="mso-element: footnote;">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="es" style="font-size: 10pt; mso-ansi-language: #000A;">2 De una entrevista con
Augusto Munaro. Para <i>Los Andes,</i> 27 de marzo de 2010.</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;"><o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3" style="mso-element: footnote;">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="es" style="font-size: 10pt; mso-ansi-language: #000A;">3 De una entrevista con
Augusto Munaro. Para<i> Gramma</i> XXI (47), 2010.</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;"><o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4" style="mso-element: footnote;">
<p class="MsoListParagraph"><span lang="es" style="font-size: 10pt; mso-ansi-language: #000A;"><span style="font-family: Times New Roman, serif;">4 </span>Las citas de los poemas son mi propia traducción. <i>Estación</i></span><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;"> Finlandia. Poemas reunidos 1974-2011</span></i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;">,
Buenos Aires: Bajo la Luna, 2012.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraph"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;"><br /></span></p><p class="MsoListParagraph"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif;">Traducción: JA</span></p><p class="MsoListParagraph"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif;"><br /></span></p><p class="MsoListParagraph"><span style="font-family: Times New Roman, serif;">---</span></p><p class="MsoListParagraph"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><b><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">A Certain Roughness in Their Syntax</span></i></b><b><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">: Translator’s Introduction<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">When asked why he writes, Jorge Aulicino answers
that he started writing poetry because he was fascinated by the movements of
words in a poem; there, “words behaved differently.” He is particularly
interested in images, and believes that poetic images are “physical images,” (<span style="font-size: x-small;">1</span>) that is, visual images
seen with the eyes of the mind. The object, he says, “is charged with
imagination and spirit, and there is no object that is not charged also with
history, with life, with humanity.” When
he writes a poem, he tries to “imagine it materially,” even if the poem will
finally become an abstract idea, a meditation. (<span style="font-size: x-small;">2</span>)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">His point of departure, he says, is always what he
sees. In the first poem of Book First of </span><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">La línea del coyote</span></i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"> [The Line of the Coyote] (1999) he talks about “the traces of an
excavator in the rain / seen in passing out the window,” and asks, “Don’t you
think that the essence of things is abandonment by a god?” That is why painting
plays a key role in his poetry, and many of his poems talk about painting and
painters – Caravaggio, Bacon, Cézanne. “What appeals to me is the framing and
freezing; stopping there to see every detail. A kind of obsession for details.”
In “La poesía era un bello país” [Poetry was a beautiful country], from </span><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">La caída de los cuerpos</span></i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"> [Falling Bodies] (1983), poetry is “what water
doesn’t take away what stays in the sink / spinning refusing resisting / shell
from an egg potato peelings.”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="background: white; font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">Aulicino started
writing and publishing poetry at a young age, along with his career as a
journalist. He worked for a variety of publications for almost fifty years, and
retired recently. He believes that journalistic writing had a positive
influence on his poetry; it taught him to organize information and ideas. He
learned from his first boss that a good journalistic text ought to be “brief,
precise, potent.” </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">There was magic in that style, says Aulicino. “I felt that the magic of
language, the function of revealing, of making things alive and visible, could
be found in that prose.” Journalism, he adds, “taught me economy. And it taught
me to narrate more effectively in poetry.” The worlds of poetry and journalism
were communicated and “coexisted comfortably.” (<span style="font-size: x-small;">3</span>)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">Aulicino is one of Argentina’s most
renowned and influential living poets. In 2015 he received Argentina’s National
Poetry Award. Critics consider him part of the so-called 1970s generation. Literary
historians divide poetry movements in Argentina since the 1920s into ten-year
categories called “generations.” So far, there have been nine generations of
poets, starting with the 1920s avant-garde, which represents the second break
with tradition after Spanish-American <i>Modernismo</i> in the 1890s. The third
big break took place in the 1960s, with the introduction of the language of pop
culture and journalism into poetry and the centrality of political engagement in
literature and the arts. Argentine 1960s poetry was playful, profane, abundant,
and strongly political. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">The poets of the 1970s were writing
under very different conditions. Between 1976 and 1983, Argentines were the
victims of a bloody dictatorship. Repression was fierce, and censorship
rampant. Many poets suffered the consequences; they were killed, disappeared,
or forced into exile. Writing was still political, but it became stark; poems
were brief, and their language ascetic, as in “<i>Ed e subito sera</i>,” a poem
from Aulicino’s third collection, <i>La caída de los cuerpos</i> (whose title is
a quote from a very brief poem by Salvatore Quasimodo): “And how strange is /
the fall / of objects / in the light / And how strange / the corruption / of
the objects // (in the light).”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">Emphasis was placed on what was not
said. In his poem on “Cézanne” in the same book, Aulicino writes:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">Blank spaces in Cézanne’s last paintings<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">tell the experts<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">that he had pushed his theory to the
extreme.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">(…)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">Why didn’t Cézanne want to paint
what his eyes,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">even when moving with his body from
right to left,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">from left to right, could not see? (<span style="font-size: x-small;">4</span>)<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-left: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;"> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">These poets, with their predilection
for simple but carefully crafted language and their focus on the power of silence,
marked my own poetry. I discovered Aulicino when I was 20 years old and had
started taking poetry writing seriously. The first book of his I read was <i>La
caída de los cuerpos</i>, published in 1983, when the dictatorship was ending. I
was also reading books by other poets of that generation, among them, Irene
Gruss, Guillermo Boido, and Daniel Freidemberg. When I started translating
Spanish-American poetry into English, with the aim of increasing its readership
outside Latin America, Aulicino was first on my list.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">Besides his own writing, Aulicino
has greatly contributed to the dissemination of poetry in the entire Spanish-speaking
world in two different ways. He administers a poetry blog, <i>Otra iglesia es
imposible</i>, since 2006. This blog, which has exceeded the million visits,
offers its readers poetry from all over the world. In addition, he has
translated some of the greatest Italian poets into Spanish, among them, Dante,
Pavese, Passolini, Annedda, and Forti. His translation of <i>The Divine Comedy</i>
quickly sold out and received high praise from the critics.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">Aulicino defines two stages in his poetry. In the 1970s
and 1980s, his poems were “brief, tied to specific circumstances, to historical
constructions, but always as flashes, incomplete images.” Then in the 1990s he
started writing longer poems, connecting the fragments through a process of
association. </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">The first stage includes the following books: <i>Vuelo
bajo</i> [Flying Low], <i>Poeta antiguo</i> [Ancient Poet], <i>La caída de los
cuerpos</i> [Falling Bodies], <i>Paisaje con autor</i> [Landscape with Author],
<i>Hombres en un restaurante</i> [Men in a Restaurant], and <i>Almas en
movimiento</i> [Souls in Motion]. The second comprises <i>La línea del coyote</i>
[The Line of the Coyote], <i>Las Vegas</i>, <i>La Nada</i> [Nothingness], <i>La
luz checoslovaca</i> [Czech Light], <i>Hostias</i> [Hosts], <i>Máquina de faro</i>
[Lighthouse Machine], <i>Ituzaingó</i>, <i>Primera Junta</i>, <i>A Certain
Roughness in Their Syntax</i>, <i>El capital</i> [Capital], <i>Libro del engaño
y el desengaño</i> [The Book of Deceit and Disappointment], <i>El Cairo</i>
[Cairo] and <i>Corredores en el parque</i> [Runners in the Park]. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 36pt;"><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">A Certain Roughness in Their Syntax</span></i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">, originally published in 2008, belongs to the
second stage.</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;"> It</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"> is a multilayered, multi-centered text where
different registers and lyrical voices mingle and interact. </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">In a complex web of striking images,
Aulicino reflects on the history of the Western world and the rise and fall of
its empires. The poems portray the thirst for gold, the proliferation of death,
the uselessness of conquest, the lack of concern for the downtrodden (those he
has called elsewhere the "pariahs of the empire"). “</span><span lang="EN-US" style="font-family: Times, serif; line-height: 150%;">troys, babylons, thebes, stables and markets /</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="EN-US" style="font-family: Times, serif; line-height: 150%;">are incessantly built and demolished,” he writes. </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">The Spaniards found "no Eldorado.
Only the waves and the dribble of the dead." In the last poem, Attila the
Hun travels through a present-day city in a Porsche. With profound irony,
Aulicino depicts a victorious conqueror who is actually a failure ("his
quest are scenes of a poorly copied film"). Then we learn that Attila is
all of us – his face "is that of the murderer in the papers, the rogue,
the florist, or the incidental soccer hero."</span><span lang="EN-US" style="font-family: Times, serif; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"> </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">The book also takes a different yet
related direction; it explores the interconnection between subject and object.
Images blend human beings and things, instill life in matter. The stoplights
are "bones of huge, steeped crustaceans." Buildings are
"resigned to their perplexity." According to the great cosmogonies,
"rocks are the bones of giants, / or men trickled from their open veins, /
or the sea and the rivers are the remnants of their dissolution." In a
recent interview, Aulicino referred to the presence of the medieval bestiary in
the book: </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">"Those ordinary animals endowed with
strange properties (...), or the beings that are a fusion of two or three
animals, gave me the impression that they represent our current human zoo; we
are made of functions and parts that are utterly useless to the economy and to
history. And we are also made of history."</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;"> </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">I
believe that the driving force of <i>A Certain Roughness…</i> is an inquiry
into language and meaning in a variety of dimensions. One is the effect of
colonization on language, the relationship between power and meaning; the
colonizers "sought the faded clarity of things." Another dimension is the degradation of
language that accompanies the decline of our civilization (buildings shift
"toward the worn-out color of the words themselves – ghostly
sounds"). There are also the consequences of war – the "frozen syntax
of gunpowder." And yet another, the most important dimension, I believe,
is the production of meaning in art. The question anxiously asked in the first
poem, "What are you talking about? What are you talking about?"
returns throughout the book under different guises. In Poem 10 the protagonist wonders "</span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 150%;">how to say: / how to say with the
syntax of several hands / what was grasped by the painting, or what the
painting / has built." Ezra the artist paints with a dry brush "the
vivid color of what was alive." Bertolt "knew what it was
about," but that certainty has been lost. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;"> Yet
there is even more to it than that. World history and national history mingle
with the poet’s biography – his immigrant grandparents, his childhood
neighborhood, the radically transforming events that occurred during his
lifetime. </span><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">There is, then, a combination of the social and
the personal, reflection and emotion that is supported by a web of apparently
chaotic images. The quick succession of associations (what Aulicino has called
“a flow of the mind”) and the unexpected connections created by these images
will infallibly move, disturb, or shake the reader: bodies strewn in the battle
field; a sullen shack under a stormy night; vicious plants climbing the last
cliffs; the nomad “</span><span lang="EN-US" style="font-family: Times, serif; line-height: 150%;">surrounded by hawk and hippogriff,
parcae and grapes.” <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-layout-grid-align: none; mso-pagination: none; tab-stops: 28.0pt 56.0pt 84.0pt 112.0pt 140.0pt 168.0pt 196.0pt 224.0pt 252.0pt 280.0pt 308.0pt 336.0pt; text-autospace: none;"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; mso-bidi-theme-font: minor-bidi;">The
result is a deeply empathetic study of humankind. It can be certainly claimed
that <i>A Certain Roughness in Their Syntax</i> is a major work by one of
Argentina's best and most influential poets.</span><span lang="EN-US" style="font-family: Times, serif; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraph"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;">
</span></p><div><!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<div id="ftn1">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;">1 From an interview with Daniel Gigena for <i>La Nación</i> daily, December
14<sup>th</sup>, 2015,<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn2">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;">2 From an interview with Augusto Munaro for <i>Los Andes</i> daily,
March 27, 2010.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn3">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;">3 From an interview with Augusto Munaro for<i> Gramma</i> XXI(47),
2010.<o:p></o:p></span></p>
</div>
<div id="ftn4">
<p class="MsoFootnoteText"><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; mso-ascii-theme-font: minor-bidi; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-hansi-theme-font: minor-bidi;">4 The quotes from the poems are my own translations from <i>Estación
Finlandia. Poemas reunidos 1974-2011</i>, Buenos Aires: Bajo la luna, 2012.<o:p></o:p></span></p>
</div>
</div>
</div>
</div></div>Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-8875621288436110222020-06-21T00:42:00.002-03:002024-02-09T05:12:01.026-03:00Comentario / La potencia del anacronismo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixrpT18MNyPYEnOGgM5_8Nde2hNdPhe1b-9Zt6ENzLIhyphenhyphen2qiQ58eny0JfLLqF6W7rMV1jQe4Jpmdjx1pOYGUBCE7Pw34NKKWTHK0IwUoBzWi7g9rTF6r-YJUt0lyIcikObso8UhA/s1600/un_poeta_griego_portada_1591382907.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="335" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixrpT18MNyPYEnOGgM5_8Nde2hNdPhe1b-9Zt6ENzLIhyphenhyphen2qiQ58eny0JfLLqF6W7rMV1jQe4Jpmdjx1pOYGUBCE7Pw34NKKWTHK0IwUoBzWi7g9rTF6r-YJUt0lyIcikObso8UhA/s400/un_poeta_griego_portada_1591382907.jpg" width="267" /></a></div>
<br />Carlos Schilling - <a href="https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/potencia-del-anacronismo-resena-de-un-poeta-griego-huye-de-londres#_=_">La Voz</a> -7 de junio de 2020 -<br />
<br />
<br />
La historia puede ser un depósito de materiales para la literatura, como lo demuestran las obras de Marguerite Yourcenar, W.G. Sebald o Robert Browning. Con <i>Un poeta griego huye de Londres</i>, Jorge Aulicino se suma a esa estirpe, aunque lo hace a través de la potencia del anacronismo. Aquello que Lautremont proponía como encuentros fortuitos en el espacio, Aulicino lo traslada al tiempo. El resultado es un raro montaje entre pasado y presente, una coincidencia de la que no surge una verdad atemporal sino un extrañamiento irónico.<br />
<br />
El escepticismo que domina gran parte de los poemas proyecta su sombra en todas las direcciones . “...para nosotros no hay otro mundo/ que el de las cosas que junto a los caminos se hacen oscuras”. Pero esa visión no impide que varios textos presenten situaciones en las que se atisba una revelación (que nunca se produce o que no modifica nada): “Es como un trueno tu voz que tiene una sola nota” (le dice un poeta ruso a un viejo lavarropas).<br />
<br />
Ya desde los títulos, muchos de los cuales incluyen nombres famosos, como Dickens, Byron o Bolívar, Aulicino insinúa su voluntad de exponer a estos personajes a la prueba del tiempo e intentar un balance transhistórico que, por lo general, da un saldo negativo. En ese punto, es significativo que la figura de Friedrich Hölderlin sea convocada dos veces (una en el último poema). Su pregunta “¿por qué poetas en tiempos de penuria?” es “traducida” brutalmente como “¿puede haber poesía en Alemania?” La respuesta, tal vez, figura en el poema anterior: “Todas nuestras cosas son una maldición y un don”.<br />
<br />
<i>Un poeta griego huye de Londres</i>,<br />
Jorge Aulicino,<br />
Griselda García Editora.<br />
Buenos Aires, 2019</div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-85555833232738774202020-04-06T17:50:00.002-03:002024-02-09T05:12:30.092-03:00Comentario / Cesare Pavese sigue entre nosotros<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS3GgaoUsZkl1hg4hNMx6oLXBN-7OTMpnsGA76IEMPLfgQg8cr5zZLMySQjgxQgOnilTYvoRaxHO6O1YTM7XYhMzS5ZTI7sE89xiZXrw1ZqWNMO-TEQ245rWPXOOIr-DMc005ZRQ/s1600/2755064w740.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="493" data-original-width="740" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS3GgaoUsZkl1hg4hNMx6oLXBN-7OTMpnsGA76IEMPLfgQg8cr5zZLMySQjgxQgOnilTYvoRaxHO6O1YTM7XYhMzS5ZTI7sE89xiZXrw1ZqWNMO-TEQ245rWPXOOIr-DMc005ZRQ/s400/2755064w740.jpg" width="400" /></a></div>
<br />Alejandro Patat - <a href="https://www.lanacion.com.ar/opinion/cesare-pavese-sigue-nosotros-nid2165111">La Nación</a>, Buenos Aires, 26 de agosto de 2018 -<br />
<br />
La figura del italiano Cesare Pavese es un mito en nuestro país. Respecto de América Latina, Carlos Fuentes lo cita en su ensayo sobre la novela del continente por la influencia que sus libros ejercieron en la generación del boom y lo evoca, además, como modelo de intelectual comprometido. El caso del autor de <i>La luna y las fogatas</i> se parece al de Gramsci: la suerte de sus poemas y novelas sigue siendo mucho mayor entre nosotros que en la propia Italia, donde quedaron relegados a la historia de la literatura como un gran capítulo acabado, sin discípulos.<br />
<br />
Cesare Pavese nació el 9 de septiembre del 1908 en Santo Stefano Belbo, un pequeño pueblo del Piamonte, donde pasó todos los veranos de su infancia. Su padre murió cuando él tenía cinco años y toda su adolescencia quedó signada por la abrumadora presencia de mujeres en su familia. La amistad con Tullio Pinelli, una especie de figura paterna esencial en su vida (el único al que le escribió una carta antes de su suicidio en 1950), dio lugar al entrañable personaje Nuto de sus relatos. Pinelli, compañero fiel de caminatas por las colinas, fue además quien selló el lazo de Pavese con el paisaje piamontés y con la Italia rural. Por el otro, Augusto Monti, su profesor de literatura del secundario en Turín, lo inició en los clásicos italianos, pero, sobre todo, lo marcó en sus elecciones políticas, que lo llevarían a militar en las filas del antifascismo. Después llegaron los años de la universidad y el descubrimiento de la literatura norteamericana.<br />
<br />
<i>Trabajar cansa</i> (1936) -que tradujo recientemente, junto a <i>Vendrá la muerte y tendrá tus ojos</i>, Jorge Alucino, confirmando el valor del escritor italiano entre nosotros- fue el primero de sus poemarios, fruto de las convicciones literarias del joven Pavese. En él se va definiendo una de las poéticas más originales del siglo XX italiano. La colección se destaca por la conjunción entre vocación poética y técnica narrativa. Cada poesía contiene una historia centrada en un personaje, que le permite al poeta "narrar" el mundo desde un punto de vista ajeno al yo lírico. Pone entonces la voz en manos de los aldeanos que pueblan las colinas piamontesas o del hombre y de la mujer de Turín, la única ciudad italiana donde se respiraba algo de aire libre en los años del fascismo. Le interesaba componer historias que no fueran regionales ni regionalistas, sino universales. Para ello, se nutrió de los paisajes que lo rodeaban. Las colinas lo conducen a lo primigenio y lo atávico para develar la cosmovisión milenaria del universo campesino.<br />
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Con el tiempo, sus novelas y cuentos se adentrarán en los bailes, las fogatas, el ritmo circular de las estaciones. Turín, en cambio, le abre las puertas de la modernidad, entre espectáculos de cine y conciertos de jazz. A versos como <i>Luna tierna y helada sobre los campos en el alba asesina el grano. // A los aldeanos que miran / les lloran los ojos. Por este año, al regreso del sol, si regresa / hojitas quemadas serán todo el grano</i> se contrapone lo urbano: <i>Cada calle se abre de par en par como una puerta / pero ninguno la traspasa</i>.<br />
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En este primer poemario, además, Pavese intuye la preponderancia de la infancia y la adolescencia en esa fallida "novela de formación" que es la vida misma. Pero no las concibe en clave iluminista o romántica. El escritor empieza a ver en la infancia -con la complicidad de sus intensas lecturas psicoanalíticas y de escritores norteamericanos como William Faulkner- el único momento genuino de la existencia, en que las cosas se advierten por primera y única vez, y la adolescencia como caja de resonancia de esas emociones.<br />
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En 1938, Pavese entró en la editorial Einaudi, que elaboraba un plan pedagógico para los italianos en abierta oposición al régimen fascista. A partir de entonces y hasta su muerte, su perfil de escritor se confundió con su tarea de traductor y editor. Los estudios lo encaminaron de la estética a la ética. En las reuniones de la editorial participaba un círculo privilegiado de intelectuales, entre otros Norberto Bobbio, Natalia Ginzburg y Elio Vittorini. A Pavese le tocó ocuparse de una de las colecciones narrativas más importantes de Italia y de estudiar textos de religión y antropología. Serán justamente estos últimos, junto con la lectura de Ernesto De Martino, los que le hicieron descubrir las discusiones contemporáneas en torno del mito y del símbolo. Temas centrales de su segundo y último libro de poemas, <i>Vendrá la muerte y tendrá tus ojos</i>, publicado póstumamente en 1951, son la desilusión amorosa y la inminencia de la muerte. El paisaje se encarna en la mujer: colina y cuerpo son la misma cosa y remiten a un solo origen, que no es individual, sino colectivo. <i>No hay palabra que pueda poseerte / o contener. Recibes, como la tierra los golpes / de ellos haces vida, aliento / que acaricia, silencio</i>. Hay un abandono de lo narrativo, una recuperación de la voz lírica, pero sin ninguna concesión a los poetas herméticos o a Eugenio Montale, que comienza a dominar la escena poética. Pavese sigue firme en su camino personal, que consiste en escarbar la realidad material del entorno.<br />
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La publicación de nuevas traducciones de Pavese en nuestro país no es fortuita, sino que obedece a una especie de rito editorial que permanece intacto. Graciela Caram, estudiosa de la Universidad de Cuyo, emprendió una importante investigación que quedaba pendiente: rastrear la influencia de Pavese en los escritores argentinos. Los resultados son notables. No se trata solo de un conjunto de temas o motivos que trazarían un hilo rojo de su obra en la narrativa y la poesía argentina. En El concepto de ficción, Juan José Saer adjudica a la influencia de Pavese el estilo "visual" de las novelas de Antonio Di Benedetto, el autor de <i>Zama</i>. En Ricardo Piglia, la sensibilidad de Pavese es explícita en otro sentido. Baste pensar en sus <i>Diarios de Emilo Renzi</i> y en <i>El oficio de vivir</i>, los diarios de Pavese, para comprender cómo para el escritor argentino autobiografía y reflexión sobre el quehacer literario se alimentan recíprocamente. En Piglia, como en Pavese, el diario del escritor no es simple hoja de ruta de emociones y sensaciones, sino laboratorio de ideas, conceptos y lecturas.<br />
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Caram sostiene que la alianza intelectual de Ernesto Sabato entre oficio del escritor y compromiso ético tiene su fuente en Pavese, que sufrió la condena del fascismo y el "confinamiento" político en Calabria por orden de Benito Mussolini. Y hasta el mismísimo Abbadón, el personaje de Sabato, debe rasgos de su infancia a las reflexiones del piamontés.<br />
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¿Y qué decir de <i>El arte de narrar</i>, del propio Saer, en que la poesía evoca a cada instante las formas juveniles del escritor italiano? No resulta difícil asociar la recreación del mundo santafesino de Saer a las narraciones de Pavese, con aquellas colinas piamontesas en las que unos pocos personajes, que regresan en la red de sus novelas y poesías, van encarnando modos de ver el mundo. Lugares que no son expresión de un regionalismo provinciano, sino geografía metafórica. Casi podría decirse que así como los libros de Pavese terminan en la fogata como rito en que paisaje y hombre condensan antropológicamente una identidad milenaria, circular y repetitiva, los libros de Saer culminan en el asado, rito argentino en el que, como en el universo del italiano, confluyen campo y ciudad.<br />
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La traducción en la Argentina del escritor italiano tiene un extenso linaje. Sin contar sus novelas y cuentos, en la memoria de varias generaciones destellan los ensayos sobre poesía norteamericana, traducidos por Hugo Gola y Rodolfo Alonso en 1957. Este último, además, tradujo por primera vez en la década del 60 los dos poemarios de Pavese. La traducción de Aulicino, intensa y atenta a tonos y sonoridades, continúa esa tradición, que es un capítulo mismo de la cultura argentina.<br />
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Foto: La cabeza tallada de Cesare Pavese en su pueblo natal, Santo Stefano Belbo, en el Piamonte. <a href="https://www.lanacion.com.ar/opinion/cesare-pavese-sigue-nosotros-nid2165111">Shutterstock/La Nación</a></div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-80982110266769518872020-04-03T20:19:00.003-03:002024-02-09T01:23:11.957-03:00Comentario / La ironía como escolio<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><span style="font-family: inherit;">Liliana Díaz Mindurry</span><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9n4FuB_R3DPkGqQzzXyP1lR9uz1e0ASkAnOVG1gnUQNoX-c7qmwbdKoWgsJRR4hWpieFSgDC-nsUfM_TC9Nz_5g7CwdCI6lQDi23FeMNcNuk4EQFL8tTtZPW6vc3TvmVYg_jmig/s1600/invita+presentacion+libro.JPG" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: inherit;"><img border="0" data-original-height="1244" data-original-width="778" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9n4FuB_R3DPkGqQzzXyP1lR9uz1e0ASkAnOVG1gnUQNoX-c7qmwbdKoWgsJRR4hWpieFSgDC-nsUfM_TC9Nz_5g7CwdCI6lQDi23FeMNcNuk4EQFL8tTtZPW6vc3TvmVYg_jmig/s400/invita+presentacion+libro.JPG" width="250" /></span></a><span style="font-family: inherit;">en <a href="http://www.ruinascirculares.com/catalogo/catalogo.php?id=32">Ruinas Circulares</a></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
<span style="font-family: inherit;">Comentario a tantas tablas memoriales, emparejadas, torres, atalayas del camino imperial, según el epígrafe de Segalen, esa mirada nueva sobre lo escrito en cualquier siglo y en cualquier cultura, pero a través de la sutileza, la burla (que no deja de ser melancolía). Ya sea la discusión bizantina que nos ocupó tantos siglos, la nueva interpretación del Muro por el demonio, la multiplicación absurda, o el masón Mozart con su heroico y católico Réquiem, los bíceps y los pelos bestiales de San Miguel Arcángel, la historia que hegelianamente excluye conos de sombra, el pobre papa Celestino colocado por Dante en la antesala del infierno (ni siquiera era digno de él) y reinvindicado luego, el mismo Dante en el exilio y viendo cercana su muerte y mirando sus antiguas revelaciones (ni Eneas ni Pablo), el personaje de Hemingway notando su podredumbre avanzar y filosofando con “Ginebra”, la enigmática superficialidad de nuestros días y esos colectivos como caramelos en vidrieras heladas, violencia de hoteles de clase media alta, lo necesario del exilio de Rimbaud, el sarcasmo de Zeus ante los resultados de la piedad de Prometeo, la aporía de la liebre que no adelanta a la tortuga en la mirada de un Sherlock escéptico de nuestro tiempo.</span><br />
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
<span style="font-family: inherit;">Pero además de eso, sensaciones dolorosas como la de una pintura que no puede atrapar la rugosidad de una colcha (aunque busque alcanzar lo desapercibido), o las palabras que sólo pueden decir lo indeterminado, y tal vez ni eso. El lugar de la escritura: los versículos que se llaman unos a otros.</span><br />
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
<span style="font-family: inherit;">Desencanto, preocupación por el poder impersonal de las miradas de otros libros, mitos, interpretaciones, <i>El camino Imperial- Escolios</i>, de Jorge Aulicino, desnuda la naturaleza intrínseca de lo literario, equívoco, no-ser que se exhibe ante cualquier pretendido ser. Nada menos que la fuerza negativa de la escritura y el carácter desinstalador, que amenaza al centro de pretendidos poderes políticos de todos los tiempos, convenciones, estructuras, donde el mismo arte es sometido al proceso de los buenos poetas. Los que pueden ver también la diáfana/ pureza con que las cosas se despliegan/ a la orilla de los ojos,/ en el orillo, /en el dobladillo.Y por sobre todo el poder sacral de la poesía que es también paradójico: la contaminación donde acaba / ¿o empieza?/ lo sagrado.</span><br />
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
<span style="font-family: inherit;">Jorge Aulicino,</span><br />
<span style="font-family: inherit;"><i>El camino imperial - escolios</i>,</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Ediciones Ruinas Circulares,</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Buenos Aires, 2012</span></div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-57721293719971189732020-01-29T21:16:00.002-03:002024-02-09T02:07:03.172-03:00Entrevista / El engaño, el desengaño<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfZQ-wNj8WS3FItC0zW_x-pnMAiUCNgsjB3BCfB77qbYEejhhQXRQIp33inXuaiKOXPO4Uai194JYsXkyTVP5s3b0KrbgmQYq646jzGg_9X9En1YF9-mEmofyM40cWwDZcFf4Qww/s1600/565dc1efd35a4_645x429.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="429" data-original-width="645" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfZQ-wNj8WS3FItC0zW_x-pnMAiUCNgsjB3BCfB77qbYEejhhQXRQIp33inXuaiKOXPO4Uai194JYsXkyTVP5s3b0KrbgmQYq646jzGg_9X9En1YF9-mEmofyM40cWwDZcFf4Qww/s400/565dc1efd35a4_645x429.jpg" width="400" /></a></div>
Pablo E. Chacón - <a href="http://www.telam.com.ar/notas/201512/128768-jorge-alucino-premio-nacional-de-poesia.html?fbclid=IwAR0L3qv4O1mI8E948ePheKxEpP_Tzo5RmDLV-sSLVx8Movg9hq49h2m4oXI">Télam</a><br />
01/12/2015 PREMIO NACIONAL DE POESÍA<br />
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<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">En el<i> Libro del engaño y del desengaño </i>el poeta y traductor Jorge Aulicino, reciente ganador con este libro del Premio Nacional de Poesía, explora su pasado estético y político a la luz de una nueva retórica poética en la cual si todo lo sólido se desvanece en el aire, ese aire que respiramos lejos está del aire incorruptible del que supo hablar su colega francés René Daumal.</span><br />
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En el <i>Libro del engaño y del desengaño</i> el poeta y traductor Jorge Aulicino, reciente ganador con este libro del Premio Nacional de Poesía, explora su pasado estético y político a la luz de una nueva retórica poética en la cual si todo lo sólido se desvanece en el aire, ese aire que respiramos lejos está del aire incorruptible del que supo hablar su colega francés René Daumal.<br />
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Aulicino dirigió la revista de cultura Ñ; fue miembro del consejo de directores de Diario de Poesía y ha publicado en la editorial Edhasa una monumental traducción de la<i> Divina Comedia</i>. Es autor de <i>En la línea del coyote, La nada, Hombres en un restaurante, Estación Finlandia, La luz checoslovaca</i>, entre muchos otros libros.<br />
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Esta es la conversación que sostuvo con Télam.<br />
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<b>T: Premio Nacional de Poesía. ¿Cuál fue tu impresión cuando te enteraste? ¿De qué libro se trataba?</b><br />
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JA : Me puso contento, se trata de un jurado plural estética y políticamente. Eso hay que señalarlo. El libro premiado es <i>Libro del engaño y del desengaño</i>, dividido en cuatro secciones, una de las cuales es un solo poema fragmentado. Ese poema habla de mi experiencia de los años setenta, aunque de modo quizá sólo reconocible para quienes la vivimos, o los hijos de quienes la vivimos. Para quien no, será novela, una novela rota. Pero hay algo más atrás, o más históricamente destacable, que es lo que vino después en el mundo, resumido en la caída del Muro de Berlín. Aunque era un final cantado, no dejó de ser tremendo para muchos; el desmoronamiento del mundo socialista fue tremendo. Y se produjo del día a la noche. En aquellos 90, cuando le preguntaron a David Bowie qué impresión había tenido como testigo de la demolición del muro, Bowie dijo: “Fue como ver el cadáver mutilado de un viejo amigo”. Signo de la opresión, para otros era barda o contención. Una historia terminaba allí, y por supuesto allí había un cadáver, como al final de toda historia. Y creo que por eso mi poema sobre el engaño y el desengaño fue un poema en fragmentos. Fragmentos de un muro, de una experiencia de 30 años para mí.<br />
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<b>T: Para un poeta de tu trayectoria, ¿qué implica hacerte acreedor de este galardón?</b><br />
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A: El reconocimiento a un trabajo largo, no solo a ese libro. Siempre vi los premios nacionales como reconocimiento, justo o injusto, a un trabajo, a lo que se llama una obra, implícito en el premio a un libro en particular.<br />
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<b>T: ¿Qué otros poemas agrupaste en el libro premiado, imagino que trabajado a un costado mientras traducías la <i>Divina Comedia</i>?</b><br />
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A: Además del poema del engaño y del desengaño el libro tiene unas traducciones muy libres de antiguos poemas chinos hechas desde otros idiomas, el inglés, el francés, el italiano incluso; otra parte que es la de los “epílogos” o agregados a algún tipo de final, a distintos tipos de finales (personales, épicos, quiero decir); y por último una sección llamada ”El árbol de Baudelaire” de poemas largos y anchos, por así llamarlos: extensos y de versos prosaicos. Hablan del sentido de lo urbano para Baudelaire y para un testigo tieso de esta ciudad: a diferencia del testigo de Baudelaire, que era el <i>flaneur</i>, el caminador sin rumbo en una ciudad inabarcable y anónima, este observador mío se queda quieto, mira por la ventana del bar, quisiera ser un viejo clavo en la pared de un bar o tener un viejo clavo para dejar alguna marca en el tiempo, en la pátina de grasa de las paredes. Sí, escribí los poemas de este libro y de uno anterior, incluido en <i>Estación Finlandia</i>, mientras traducía la <i>Comedia</i>. La oscuridad de las ilustraciones de Doré a la <i>Comedia</i>, y la oscuridad del infierno, su teatro de sombras, rondan esos libros.<br />
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<b>T: Como sea, ¿pesó (o pesa) la voz del Dante en la construcción de ese libro y los que vinieron y vendrán después?</b><br />
<br />
A: Sí, por dos o por muchas razones: empecé a ver la <i>Comedia</i> como un ingenioso dispositivo hace muchos años, pero recién ahora me doy cuenta de que Dante describe en el infierno una ciudad. Entonces, esto tan elemental, dicho incluso en el libro cuando entra Dante con Virgilio a “la ciudad de Dite” (Dite era uno de los nombres de Lucifer, pues era a su vez uno de los modos de llamar a Plutón) todavía no era tan claro para mí. El infierno tiene una estructura urbana, con compartimentos que podríamos llamar barrios, incluso, edificios tomados, callejones, y con lugares comparables a plazas. Eso viene del carácter urbano del cristianismo, claro. Desde Cristo, el centro de la muerte y la expectativa de una nueva vida es una ciudad, Jerusalén. Es por eso creo yo que Dante pone al Purgatorio en las antípodas de Jerusalén geográficamente, y al infierno en el centro del planeta. Reconocer esta estructura en un sitio que a simple vista es el caos y la destrucción es para mí decisivo en cuanto a la comprensión de la <i>Comedia</i>. Y esto no puede dejar de tener una importancia enorme para cualquiera que haga literatura si esta literatura abarca la forma más actual de la ciudad, de la sociedad, de la organización humana. Es imposible que no pretenda abarcarla, por lo demás. Imposible también no ver en el lenguaje de Dante y en la disposición de vecindario de su infierno, donde realmente los personajes son vecinos (del autor y entre ellos), una figura eterna de las ciudades y las sociedades. Una arqueología del inframundo. Es como descubrir en una ciudad sus propias ruinas y el motor que la lleva a la aniquilación.<br />
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<span style="background-color: white; color: #666666; font-family: "times new roman" , "times" , "freeserif" , serif; font-size: 16px;">© Herederos de Pablo E. Chacón/Télam</span><br />
<span style="background-color: white; color: #666666; font-family: "times new roman" , "times" , "freeserif" , serif; font-size: 16px;"><br /></span>
<span style="background-color: white; color: #666666; font-family: "times new roman" , "times" , "freeserif" , serif; font-size: 16px;">Foto: s/d</span></div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-46064597060457952152019-12-22T21:34:00.006-03:002023-09-22T16:38:47.251-03:00Texto completo / Corredores en el parque<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMXsLeIxsHUUIfivwF5jw4gTULeM4IICX2rrcWKMo57sj2BtD6heZr4UO2UUf3MZxPZ6HFCizUATUeynWh5yvj80mW7EXBE7eL_JC29TJpwyJoxt7rjJp4MsB7FwTOZwnLevJrRw/s1600/jorge-aulicino-corredores-en-el-parque-D_NQ_NP_960797-MLA29372662517_022019-F.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="846" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMXsLeIxsHUUIfivwF5jw4gTULeM4IICX2rrcWKMo57sj2BtD6heZr4UO2UUf3MZxPZ6HFCizUATUeynWh5yvj80mW7EXBE7eL_JC29TJpwyJoxt7rjJp4MsB7FwTOZwnLevJrRw/s320/jorge-aulicino-corredores-en-el-parque-D_NQ_NP_960797-MLA29372662517_022019-F.jpg" width="225" /></a></div>
(Texto completo.<br />
Publicado en 2016 por <a href="http://www.barnacle.com.ar/?fbclid=IwAR0m_za7zc6MXoreTcvCH6I1N8rOiOpCGmNOQNHFsZWAZ6OLVZLgyMvRDl4">Barnacle</a>)<br />
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<b>Textos de la contratapa</b><br />
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<i>Una y otra vez la poesía de Jorge Aulicino se metaboliza en potencia spinoziana. Acá, en estos versos donde, sobre el final de una poema, un hombre con un remo llega para golpear una puerta, volvemos a escuchar los ritmos fantásticos de esa obra maestra de la poesía argentina que fue </i>Paisaje con autor<i>. </i><i>Leyéndolos, uno no puede dejar de habitar el poema: estamos, por un momento, sentados en ese auto que mira a la gente correr por el parque.</i> Fabián Casas<br />
<br />
<i>Jorge Aulicino (Premio Nacional de Poesía 2015) ha escrito este libro recurriendo a un lenguaje que no desmiente el brillo en su parquedad y economía, llevando a cabo hazanas notorias, hasta el punto de hacer que todo parezca posible, de más noble carácter, del lado de arriba de la tierra. Lo que por aprensión no resiste el pulso acaso puede ser recordado: </i>La poesía no es lo sorpresivo sino lo extremadamente /próximo<i>. </i>Alberto Cisnero<br />
<br />
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<div style="text-align: left;">
<b>I. Corredores en el parque</b></div>
<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><br /></div><br />
<b>Cuando los del FBI pasan corriendo a través de las cocinas</b><br />
<br />
Cuando los del FBI pasan corriendo a través de las cocinas<br />
chinas o de los grandes restaurantes,<br />
en tanto los malos les arrojan carritos y sartenes para<br />
entorpecer su paso, pienso en los grandes procesos,<br />
en los admirables procesos químicos que interrumpen,<br />
las fabulosas obras de la fritura y de las especias<br />
el punto maestro de la salsa.<br />
<br />
El correr con traje de calle a los balazos<br />
inventando tretas contra el contrabando de mestizos<br />
y pactando con carteles y muriendo sobre el pavimento<br />
sólo nos sume en auténtica melancolía inactiva;<br />
pese a los cual los muchachones con traje que desatan<br />
una balacera en el restaurante y luego<br />
corren con trajes y zapatos negros como<br />
futbolistas en ropa de civil, nos despiertan una ternura<br />
ligeramente londoniana; por la inocencia final<br />
del que no es otra cosa que la acción,<br />
y por la volatilidad del traje, que es una prenda cómoda,<br />
contra lo que suele creerse.<br />
<br />
<br />
<b>Mujeres que cuentan su experiencia</b><br />
<br />
Mujeres que cuentan su experiencia,<br />
el alto tejado ajeno, el regreso<br />
a la casa paterna,<br />
el dentista, los chicos ensortijados, altos ya.<br />
El trabajo alienante las has hecho sentir la distancia<br />
-que en realidad existe- entre lo que se recuerda<br />
y lo que se ve: bolsas negras<br />
para devolver a la tierra<br />
la ropa y el tocador de la madre muerta;<br />
cartas que no se sabía que existían, el dentista,<br />
el plomero, el trastorno de hoy, el auto finalmente<br />
parado en el costado de una calle,<br />
y mirar enfrente a los que corren en el parque.<br />
<br />
<br />
<b>No importa que ya no oiga el crujido de las naves</b><br />
<br />
No importa que ya no oiga el crujido de las naves<br />
en Bristol, una serenata nocturna, un eco<br />
de cierta eternidad:<br />
he aprendido sobre balandras,<br />
asaltos a cielo abierto, golpes de mar<br />
que nos quitan el alma,<br />
y a diferenciar el bergantín de la goleta.<br />
¿Lo ves, capitán? Más<br />
cerca de las máquinas el hombre se hace lobo.<br />
<br />
Enfoca el bauprés hacia el combate.<br />
La tripulación está contigo<br />
porque en verdad no está con nadie.<br />
<br />
Pronto llegará la revolución del pistón.<br />
Nuestros cielos de oro serán piezas de museo.<br />
Nos buscarán en el fondo del mar<br />
y el hueso de tu hombro señalará<br />
campos de marsopas, a lo más.<br />
<br />
<br />
<b>Fumad la pipa con el dulce tabaco de oriente</b><br />
<br />
Fumad la pipa con el dulce tabaco de oriente<br />
ahumado y el del occidente, rubio y encrespado:<br />
nada más puede daros consuelo, capitán:<br />
allá las naves alineadas: a tu lado el turbante de aquel<br />
primer oficial; lejos el arpa y la dinamita del Eire;<br />
lejos la cruel desesperación de las sentinas;<br />
lejos, lejos, remeros<br />
llevando la chalupa hacia la playa ahíta de coral,<br />
de cuerpos, de latas:<br />
la sucia hermandad de la lluvia y la basura.<br />
<br />
¡Ah tardes de ebonita! Luego, la luna<br />
alzada por caballos de nieve muerta.<br />
Y la danza de la odalisca,<br />
y el santuario de Jorge o de Ganesha.<br />
Fumad, dragón ajobachado, sulfuroso<br />
imperio en ruinas, torres.<br />
<br />
<br />
<b>Visto desde cierto ángulo es como si el musgo interesara </b><br />
<b><br /></b>
Visto desde cierto ángulo es como si el musgo interesara<br />
y no la guerra, cuando en realidad llenos de musgo<br />
la cara, los botines, la tropa avanzó por el bosque<br />
/camuflada...<br />
<br />
Pero aquello lateral, lo sabés...<br />
<br />
El tintineo de una cafetera, el color en la vena de un viejo,<br />
briznas sobre el aeroparque...<br />
Lo indescriptible en la mañana saturada y en el vacío aire.<br />
Un hombre con un remo ha llamado a la puerta.<br />
<br />
<br />
<br />
<b>Detrás de los pinos de artificio un cementerio</b><br />
<br />
<i>Fila tras fila con estricta impunidad</i><br />
<i> Las lápidas abandonan sus nombres a los elementos</i><br />
Allen Tate<br />
<br />
Detrás de los pinos de artificio un cementerio<br />
es, dramática, curiosa, irónica y tristemente el<br />
único testimonio vivo de una civilización.<br />
A rachas el sol irrumpe a través de una luz gris caliente,<br />
camino a las playas atlánticas de la República.<br />
¿Quedan los nombres de esas lápidas expuestos a qué?<br />
Contemplan más bien, no exentos de sabiduría,<br />
la lucha circunstancial entre la indiferencia marmórea<br />
del turismo y el lejano campanazo de la muerte.<br />
<br />
<br />
<b>Luego de haber introducido el realismo en la enología</b><br />
<br />
Luego de haber introducido el realismo en la enología,<br />
patrulló durante años la costa de la inacción;<br />
pues cuando se sabe la dificultad de la metáfora,<br />el modo en que los colegas quisieron definir ese sabor de fondo<br />
-lo mismo que mirar el cielo cada día desde la cocina-,<br />
uno entra en catatonía, el teléfono suena sin cesar,<br />
el goteo en las profundas tuberías es el único consuelo.<br />
<br />
<br />
<b>En la casa aún vacía de mi hija</b><br />
<br />
En la casa aún vacía de mi hija<br />
ni muy nueva ni antigua<br />
de techos altos y muchas habitaciones<br />
la pintura no está bien<br />
y hay detalles de mal gusto<br />
como ciertos círculos de colores<br />
adheridos a algunos vidrios<br />
o la estufa de leños falsos;<br />
pero es enorme y silenciosa,<br />
se oyen los pájaros en el níspero,<br />
el laurel, el limonero, las tejas<br />
Mi hija aprecia esa riqueza<br />
inestimable, ese<br />
monte interior, salvaje<br />
y protector,<br />
ese jardín en el que despertó la especie.<br />
<br />
Y el gato joven con su leve maullido que asomó<br />
en una ventana de la galería alta,<br />
y la conventual luz<br />
y la eternidad sin muebles<br />
Sólo un ligero gesto de angustia muestra<br />
por los detalles<br />
de una no natural decadencia,<br />
siempre en torno de las epifanías<br />
<br />
Hablamos en el auto de cómo quitar las calcomanías<br />
con agua caliente y esponja de plástico<br />
<br />
<br />
<b>Superman, huérfano del cosmos</b><br />
<br />
Superman, huérfano del cosmos,<br />
tu tierra es tu enemiga, la poción mortal,<br />
el talón de Aquiles que el demonio del caos<br />
ha puesto como baldón sobre el débil reportero<br />
y el muchacho que vuela como poesía futurista<br />
sobre los rascacielos, los bosques y el polo.<br />
Rocas de una identidad que te persigue<br />
y que estoicamente soportás, tu origen:<br />
el universo hecho de subdivisiones y brutales alejamientos.<br />
<br />
<br />
<b>Así como los merovingios decayeron y degeneraron</b><br />
<br />
Así como los merovingios decayeron y degeneraron<br />
en bebedores, idiotas de ambición, menores,<br />
así la tarde ha pasado de un raro castaño general<br />
a un gris vidrioso y caliente atravesado por insectos<br />
que dan vueltas alrededor de dos luces ahí no más,<br />
en un balcón cuyos bordes están herrumbrados,<br />
y recién me doy cuenta.<br />
<br />
<br />
<b>Vi que el golfo de Adén ardía</b><br />
<br />
.<i>..los dioses huyeron disfrazados de animales:</i><br />
<i> «Mercurio de ibis, Apolo de grulla, ave tracia, y Diana de gata».</i><br />
Robert Graves, citando a Higinio, <i>La diosa blanca</i><br />
<br />
<br />
"Vi que el golfo de Adén ardía<br />
y entonces comprendí que la belleza del mundo es infinita<br />
y la llevamos por túneles y cavernas<br />
hasta el Hades para que de nuevo arda;<br />
<br />
y la belleza del mundo es el candor con que llegamos<br />
a ver<br />
el golfo arder;<br />
<br />
y aún en las torres de petróleo está el candor<br />
pues son reales y el color trepa por ellas;<br />
y aún en el horizonte pétreo está la belleza<br />
pues esa mancha gris-punzó-verde brillante<br />
dice que es bello el desierto, el fin,<br />
el golfo, la cloaca, el cielo".<br />
<br />
Bello el anochecer que cae sobre las plantas<br />
y los ardientes colores en las pantallas de las pc.<br />
La materialidad realista, por irreal, es el perfil<br />
del joven dios convertido en ave tracia.<br />
<br />
<br />
<b>Las palabras muerte o angustia de las que provienen los versos</b><br />
<br />
Las palabras muerte o angustia de las que provienen los<br />
/versos<br />
no concurren a ellos, no los hacen mejores. Y de ellos están tan lejos<br />
como esa casa pintada por Dora Carrington<br />
al pie de una montaña entre los árboles mágicos.<br />
<br />
No por allí hay entrada.<br />
Es sólo la llegada.<br />
<br />
Luego, dirás blandiendo el adjetivo imprevisto,<br />
la asociación, el nexo imaginativo,<br />
que las olas rompen junto a la prisión marina<br />
desde la que el convicto tiene, al menos, la visión lunar.<br />
<br />
<br />
<b>Buscando en lo barato su sabor rudo pero cierto</b><br />
<br />
Buscando en lo barato su sabor rudo pero cierto,<br />
en las albóndigas, en la papa hervida<br />
con su cáscara, te sorprendió muchas veces el gusto incluso<br />
por la sub-producción industrial:<br />
el tabaco hecho de sobrantes,<br />
grasa y carne arrancados a los huesos,<br />
molidos y aplanados en comida rápida.<br />
Pero no cejás:<br />
el gusto de la comida no imperial,<br />
con su vulgar adobo,<br />
el romero y no las hierbas finas,<br />
la brutal carne brutalmente asada.<br />
Y el tabaco ése, a dos pesos, fuerte al fin,<br />
como el fondo de una bodega.<br />
Y la soledad brutal,<br />
con crepúsculos sobre las sartenes.<br />
<br />
<br />
<b>Ahora, las cosas que no son fundamentales para mí</b><br />
<br />
Ahora, las cosas que no son fundamentales para mí<br />
forman una difusa legión, como ciertas veces<br />
las sombras en el día.<br />
Son, entonces, las cosas realmente importantes<br />
y casi siempre inaccesibles.<br />
<br />
Ahora, llueve sobre el río: no hay nada más inútil<br />
/que esta lluvia sobre el agua.<br />
Tal vez nada más fascinante, por otro lado.<br />
<br />
Papá se achicó con los años.<br />
Aunque no podía contener su ira natural<br />
y tampoco descuidaba su pelo ni su cara,<br />
hablaba a veces en italiano<br />
/y se mostraba atento a muchas cosas<br />
que para él antes no eran nada.<br />
<br />
<br />
<b>Sobre una muestra de fotos de George Friedman no se piensa</b><br />
<br />
Sobre una muestra de fotos de George Friedman no se<br />
/piensa<br />
demasiado en creer su imagen de una ciudad que parcialmente duerme<br />
/y despierta con nosotros.<br />
Recuerdo y quiero imaginar,<br />
mientras de noche estoy despierto,<br />
que estoy en medio de todo: calles como pasadizos<br />
y oscuras calles vulgares amarillas a la luz de farol;<br />
vías en reposo, tanques de hidrógeno en los hospitales<br />
bajo una luna fría, y avenidas casi vacías y,<br />
sobre todo, vida oscura en los techos, en las alcantarillas.<br />
<br />
Pienso en millones de luces de esta ciudad miradas<br />
desde un avión, ciudades como esta y miles de luces<br />
y demonios que corren como grandes sombras sobre las<br />
/ciudades<br />
vistas desde un avión,<br />
y me digo que uno vive en el fondo de eso,<br />
rodeado de ruidos nocturnos y de insectos, y sabiendo<br />
que a la mañana la manga invernal de un saco<br />
a cuadros en un bar le interesará más<br />
que las galaxias y sus sombras;<br />
esto porque luces de ignotas colinas se mueven<br />
en el borde sufrido de la manga de ese saco<br />
/sobre el que caen<br />
algunas migas, mientras el hombre<br />
se pierde en la deglución.<br />
<br />
-El saco recupera la intimidad, la calle se amortigua,<br />
mudo gesticula el televisor-.<br />
<br />
<br />
<b>Pongamos que oyeras todos los sonidos como un ciego prodigioso</b><br />
<br />
Pongamos que oyeras todos los sonidos como un ciego<br />
/prodigioso,<br />
como Daredevil, el superhéroe inválido: no serían las voces<br />
sino del dolor, de la ambición, de la villanía, del crimen, de<br />
los despachos y de los galpones,<br />
de las construcciones y los entierros: no serían las voces<br />
ni los sonidos -taladros, sirenas, disparos- de una<br />
civilización que se extingue.<br />
<br />
Te bastan voces y los sonidos del pasillo. Son los mismos.<br />
El don sería oír los pasos de una lagartija en tu cuarto.<br />
Podrías decir entonces que oís el corazón del universo,<br />
su din-don, su campana, su mecanismo racional o carnívoro.<br />
Pero lo que sube al cielo es de la obra, la marcha,<br />
/la estridente sinfonía<br />
en un vacío donde no ululan los vientos<br />
ni cazan murciélagos.<br />
<br />
<br />
<b>La muerte que te embiste con reflejos de plata</b><br />
(<i>a un soldado español caído en el combate del 3 de febrero de 1813</i>)<br />
<br />
La muerte que te embiste con reflejos de plata<br />
y acero se nutrió de tus olivos y lleva su color.<br />
Pero son de ella la soledad de estos ríos,<br />
los ríos que no cambian aunque Heráclito soñó<br />
/lo contrario.<br />
La soledad de los ríos y las reses, el opaco lomo del agua,<br />
el temblor untuoso y socavado entre los pastos ,<br />
un temblor, una sombra gótica en cualquier bajío,<br />
la microscópica amenaza: insectos negros<br />
armados como torres.<br />
<br />
Su acero fulge en aras de un horizonte sin Borbones,<br />
aun con los colores de su escudo.<br />
Qué inextricables sin embargo, para vos, sus motivos,<br />
<br />
este desierto duro y tenue, los sauces,<br />
la canción de la pampa llena de entrelíneas,<br />
la paz hosca del ladrillo,<br />
la cal de sus siestas, que sella todo.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<b>II. El mar de Galilea</b><br />
<br />
<br />
<br />
1<br />
<br />
La cara resplandeciente con que dijiste “nadie”<br />
hace por un momento que la imaginación se tranquilice<br />
ante un vacío acogedor, un vacío de los signos,<br />
un cielo en el que las constelaciones suenan<br />
como la música cóncava de un órgano<br />
pero sin resonancias afectivas.<br />
<br />
El maestro ha dicho “nadie”, en cuanto al quién de la<br />
/Creación, y<br />
ese nadie se convierte en Nadie, un radiante e infinito<br />
/hueco.<br />
De ese modo, querido maestro Ateo, con tu voz muchachil<br />
has encendido de nuevo la Presencia, has activado las<br />
mayúsculas, los entes, las geografías,<br />
los trasgos, los humores, los elementos (cuatro),<br />
los elementos del clima también, los elementos periódicos,<br />
y el carbono, la respiración de las plantas, el alelí abatido<br />
por la lluvia y no sé cuántos jardines, Maestro. Has lavado el<br />
misterio de Dios. Y en tu “nadie” suena el Nadie de todas<br />
las iglesias góticas y romanas.<br />
<br />
Me has hecho dormir tranquilo, protegido por Nadie,<br />
en el sordo rechinar nocturno, ese silbido urbano, la cabeza<br />
sobre la presta almohada que recuerda aún<br />
el ululante desierto, el salar, los palos despintados.<br />
<br />
<br />
2<br />
<br />
Los residuos de fierro de la historia, unas manchas en la<br />
/sábana,<br />
los pasos en los techos, los palacios de azufre y de hielo<br />
en los que se encierran los santos inocentes, los que aun<br />
trazan letras en el aire, escriben un código, descifran una<br />
puerta, sienten en sus propios alvéolos silbar caliente o frío<br />
el aire del infierno -“la tiniebla eterna, hielo y fuego”-.<br />
<br />
¡Alaska, mi corazón, mi edén, mi exilio!<br />
<br />
O la página no escrita del Sahara.<br />
El orín empero enturbiando<br />
las paredes cristalinas de la fe,<br />
de las noches de abrigo,<br />
de los úteros nutricios, el regreso,<br />
la vieja bahía que al fin viste en sueños<br />
-en la que entraban plácidos navíos, flotaban algas,<br />
las noches eran caminos a la luna por sobre el agua-.<br />
<br />
No guardianes: sólo especuladores no rendidos,<br />
sentados sobre el suelo o en cuclillas, como<br />
veteranos de los manicomios, políticos sin tropa,<br />
generales con el saco al revés.<br />
<br />
<br />
3<br />
<br />
No vengas con la camisa cosida de lanzazos árabes<br />
a persuadirme de que el heroísmo pulula en los viejos<br />
/salterios,<br />
en los negocios de muebles viejos, en orinales.<br />
<br />
Del heroísmo estoy seguro: lleno el ojal<br />
de tomillo, poblado el oído de dianas y cuernos.<br />
<br />
Soy diáfano como monaguillo, como aceitunado paladín.<br />
Llamo fama a la fama, gloria a la gloria, Dios a Dios,<br />
pero cuando se descubre, el objeto es mito.<br />
El otro mundo que yace por aquí<br />
en subsuelos, destila sangre. Cazo vampiros yo también.<br />
Todos ellos traen signos.<br />
<br />
Y volamos como ellos en sueños<br />
hacia lugares donde vimos<br />
barcos de verdad, arena “de verdad”, pedrusco<br />
-su sonido oímos, de juego: piedra contra piedra-.<br />
Las imágenes están cribadas de signos.<br />
<br />
<br />
4<br />
<br />
En la criba, avizoras.<br />
Te quedaste dormido en el parque.<br />
Y como aire áspero han pasado fantasmas<br />
de los maratonistas muertos.<br />
Gotean, desde los árboles, arpías.<br />
Antes de tocar tierra, se elevan.<br />
<br />
Vi una hoja seca en el orinal.<br />
<br />
(Encontraréis al diablo donde haya herbarios y mecheros.<br />
Es el olor acre de las transformaciones.<br />
Los laboratorios huelen a eso, a formol, a carne seca,<br />
al montón de mantas del encierro.)<br />
<br />
<br />
5<br />
<br />
Pasaste días bajo la manta con la misma ropa,<br />
conocés el olor de esa protectora y siempre a tiempo<br />
/detenida descomposición.<br />
<br />
Esto son unas estancias, los lugares nuestros,<br />
la propia propiedad donde andamos en pijamas,<br />
así esté en decadencia: la cafetera trajinada sobre la mesa,<br />
papeles, el amontonado confort de la guarida.<br />
<br />
¿Cómo lo llamarías? ¿Patria?<br />
<br />
<br />
6<br />
<br />
Sí, la decadencia es tránsito, pero se ordena.<br />
Plácido es mirar los objetos cargados de sí,<br />
transformados por el uso, y por el uso mismo<br />
lentamente descartados.<br />
<br />
Morirán.<br />
También la patria.<br />
<br />
Si la pensáis, pensad esos cielos oscuros<br />
que solían ser la patria.<br />
Surcados por moradas nubes que son Morada.<br />
Pensad en el trabajo exacto del radar.<br />
y en el navío en la borrasca.<br />
<br />
En los extremos patrios pensad.<br />
Polos que están en vuestros latidos:<br />
el hielo y el desierto, el cactus, el pingüino muerto.<br />
<br />
Os acompañan sitios y animales, claro.<br />
Os acompaña el gato, el matadero,<br />
ese olor a afrecho que es igual al olor de la manta.<br />
El vaciadero y la gallina.<br />
El empedrado y la casa de atrás.<br />
<br />
<br />
7<br />
<br />
Los bárbaros habitaron los sitios que se abandonaron o<br />
/cayeron.<br />
Godos, alanos, oscuros de piel clara.<br />
Nítido no era su pensamiento, pero sí estructurado.<br />
No traían nuevas, no portaban herrajes ni retórica,<br />
contra su oscuridad combatieron.<br />
<br />
El vampiro los siguió; el buitre y el pirata.<br />
Miraron la cruz con santo miedo.<br />
Con el mismo miedo que inspiró en el rancho.<br />
<br />
Bárbaros y romanos, cristianos e impuros,<br />
andamos ahora por las mismas cloacas.<br />
Las ciudades provocaron horror, luces y traspatios.<br />
Entendemos vagamente que hay un mapa<br />
que Aquél diseño sobre la tierra: una red<br />
de ciudades y subsuelos. ¿Pero quién es Aquél?<br />
¿Él? ¿Su mano izquierda?<br />
<br />
Ya sabés a qué hay olor aquí.<br />
Y sabés que hay fantasmas entre los canteros.<br />
<br />
<br />
8<br />
<br />
En el inquieto lodazal de la casa andan los fantasmas.<br />
Te gusta cierta luz sobre el pantano.<br />
Tampoco sabrías decir si son fantasmas.<br />
Lo seguro es que hay un mundo tras la línea de olor acre.<br />
Es mundo toda frontera, todo límite.<br />
La línea de fortines, las tierras de nadie,<br />
los últimos gallineros, la enconada luz del poniente en<br />
/sangre.<br />
<br />
<br />
9<br />
<br />
Lavadoras, paredes y puentes que se descascaran.<br />
Eran viejos al nacer, en esas fotos viejas.<br />
Puentes grandiosos habrán sido bajo el sol;<br />
lo son sobre estas paredes, en las fotos;<br />
son sucios y lo eran.<br />
Habría suciedad y ajetreo cerca de ellos.<br />
¡Eran ya puentes de anticuario, daguerrotipos,<br />
hace cien años! Conjuros del mar.<br />
<br />
(La máquina de lavar se puso a andar sola.<br />
El mecanismo es eficiente.<br />
Se siente el calor de la secadora.<br />
Todo está más o menos ordenado.<br />
Hay humedad. Te dan un ticket.)<br />
<br />
<br />
10<br />
<br />
¿De qué mar hablás, si aquí no hay mar?<br />
Ibas, bajo el sol, a las nueve de la mañana,<br />
rumbo a una laguna artificial<br />
en el privado bosque de un antiguo colegio.<br />
Es este tu recuerdo: nunca nada fue tan matinal.<br />
Pescaban anguilas.<br />
¿Con quién fuiste?<br />
El cura apareció en la orilla, alguien parlamentó con él.<br />
Vos mirabas desde cierta distancia,<br />
sentado sobre el muelle de madera.<br />
¡Qué fresco sol sobre el agua, el árbol, la sotana!<br />
El cura autorizó la pesca y se fue sonriendo.<br />
Le dijo a tu amigo que no repararían el agujero<br />
en el alambrado por el que habíamos llegado,<br />
siempre que no viniéramos más de dos o tres.<br />
Los domingos. El día de guardar.<br />
<br />
Tarde entendiste lo que entendió el cura,<br />
que aquella pesca era una pesca mística.<br />
Que era comulgar y estar en misa.<br />
Y que el hecho se repetiría como un rito<br />
en tu memoria. Como Galilea. Tu Galilea.<br />
<br />
<br />
11<br />
<br />
Una vez más querrías sentir aquel olor<br />
de la cama revuelta y del encierro,<br />
tan viejo, tan tenue, tan humano.<br />
Pero no es posible: como barcazas se alejan<br />
aquellas escenas, y los olores son otros,<br />
otro el encierro, otra la cama.<br />
<br />
La verdad está en el flash, te dijo el fotógrafo.<br />
La luz que arroja es lo único que se crea en la escena,<br />
dijo sin ironía, sin retórica, ni intentar la más honesta<br />
comparación. La luz del flash es allí la única cosa nueva.<br />
Y en rigor lo único que podés crear.<br />
<br />
<br />
12<br />
<br />
A la pesca de la anguila en lo que se diga.<br />
A la pesca de lo que se desliza frío y patinando.<br />
A la pesca en lo que se dice y no en lo que se calla,<br />
porque en lo que se calla está lo que se dice.<br />
A la pesca del dragón que viene de la anguila.<br />
<br />
A la pesca del contradictor.<br />
A la pesca del fuego en el agua.<br />
<br />
La tierra, el fuego, el agua y el aire<br />
estaban en aquella laguna que acaso no existió,<br />
aquella mañana, luego de un viaje en bicicleta por<br />
aquel andurrial, entre edificios fabriles silenciosos,<br />
un sábado, un domingo, más allá de una feria.<br />
más allá de una ruta, una avenida, un parterre,<br />
más allá de las casas con techos de tejas.<br />
Primero el ruido y la luz de la compra-venta,<br />
luego el silencio oscuro y duro de la fábrica.<br />
Más allá estaba la laguna, los cuatro elementos,<br />
la pesca mística, el flash, el silencio verdadero.<br />
<br />
<br />
13<br />
<br />
Porque después de la luz está el silencio<br />
y aureolados o cribados por la luz<br />
se presentan los objetos.<br />
<br />
Pero en lo que murmuraba el corredor ensangrentado<br />
había asimismo algo de sentido:<br />
<br />
no creas en la palabra “atisbo” ni en la palabra “rancho”.<br />
Las palabras correctas son chabola y rastro.<br />
<br />
<br />
14<br />
<br />
Está la historia de los yelmos y de las espadas,<br />
y está la historia del embozo y de la intriga.<br />
Preferías una a la otra.<br />
Hoy te das cuenta que van juntas<br />
y en unas y otras actúan los mismos.<br />
Sólo que el músculo es feroz, mientras la intriga<br />
cortesana hiere las mucosas<br />
como el olor del cardo o de otra maleza dura;<br />
y el espía calla, fuma, no usa el músculo sino la capa,<br />
pero es incoloro, y desliza suave la mano, el código.<br />
<br />
<br />
15<br />
<br />
Razón no tenían los surrealistas pero estaban cerca.<br />
La poesía no es lo sorpresivo sino lo extrañamente<br />
próximo,<br />
“vinculante”.<br />
Un ministerio más allá de las palabras que se mueven.<br />
Un objeto.<br />
<br />
En su minuciosa busca Fijman cuántas carillas llenó,<br />
con el membrete del manicomio y caligrafía excelente.<br />
Sólo obtuvo caminar a cinco centímetros del piso<br />
sin que se diera cuenta nadie.<br />
<br />
<br />
16<br />
<br />
El objeto de poder de Eleguá es el garabato.<br />
El instrumento de labranza pero también lo informe<br />
/o disperso.<br />
Elegúa afronta los caminos, cualesquiera sean.<br />
Entra en ellos con la azada y baila sobre el asfalto.<br />
Está en la luz roja de los semáforos,<br />
en el alquitrán y la pizarra.<br />
El objeto de poder de Eleguá es el garabato.<br />
<br />
Llueve, en tanto. Vampiros<br />
y lobizones corren por el parque.<br />
Del otro lado, el otro mundo, el underground, el Hades,<br />
la paralela realidad es en muchos aspectos un comic.<br />
Centralmente, corre una línea amarilla o blanca.<br />
<br />
<br />
17<br />
<br />
La consistencia de la musa<br />
es la de los fantasmas corredores<br />
en el parque; la musa pierde la consistencia<br />
al ritmo de la disolución de los fantasmas;<br />
la musa necesita los cuerpos;<br />
necesita desafiar la continencia<br />
y la pertinencia de los cuerpos<br />
y encender ciudades en ellos como un mapa aéreo.<br />
La musa necesita el recorrido eléctrico<br />
de los pensamientos, la inmaterialidad<br />
que hará materiales las incorpóreas trasmisiones;<br />
aquello que se da del uno al otro;<br />
aquello que produce breve convulsión, la catatonia<br />
pasajera: “<i>Canta, oh Musa, la cólera del Pélida</i><br />
<i>Aquiles</i>” que sembró males llevado por Amor;<br />
esto es, trasmisión de La musa, la única que canta:<br />
sin empuñar el instrumento canta en él,<br />
legitima las transacciones, aun las comerciales;<br />
pone arrobo en la tez,<br />
cristaliza el negocio, facilita la circulación de los humores.<br />
Ahora pierde consistencia,<br />
se han blindado las ciudades, no las asedian.<br />
Corre por un parque entre plátanos, pinos, fresno y sauce.<br />
Ejercita el lento circular de lo inmaterial,<br />
como río, entre hombres que querrían ser inmortales<br />
sólo para correr y tomar jugo de naranja.<br />
<br />
<br />
18<br />
<br />
¿Se arrojarán sobre el espejismo?<br />
Ya no. Ya no, pues desarrollaron múltiples facultades,<br />
usinas de células cerebrales;<br />
todo lo cual les permite ver con mayor claridad<br />
/el color de las veredas;<br />
con precisión quirúrgica lo que es real.<br />
<br />
El espejismo, Galilea, no los confundirá ya más.<br />
No somos héroes, se repiten al apartar de sí la sábana,<br />
el cubrecama, redescubrir cada mañana sus piernas;<br />
ir a los subterráneos y garajes; poner en marcha todo,<br />
absolutamente todo lo real: oficinas, televisores,<br />
deflectores, vínculos neuronales.<br />
Se han cerrado y creen que para siempre.<br />
Viven en lo indivisible de sí. Aman casi sus pantorrillas<br />
/tensas, recién nacidas en la cama.<br />
<br />
No advierten, no pretenden advertir,<br />
la claridad de los signos.<br />
La remota claridad de los cuerpos perdidos, la<br />
impenetrabilidad auténtica<br />
del desierto y las ciudades amuralladas:<br />
el lugar donde por Él agitaron hojas<br />
de palma abriendo el otro mundo a su vaivén.<br />
Derribando el Templo,<br />
que era entonces la “verdadera realidad”.<br />
<br />
<br />
19<br />
<br />
<i> -Che paese è questo?</i><br />
<i> -Un paese di merda.</i><br />
<i> I compagni</i>, Mario Monicelli<br />
<br />
Pero estamos a la altura, tíos, amigos,<br />
ex camaradas.<br />
Todo es consistencia, y de tan sólidos, irreales<br />
los cuerpos.<br />
Achuras al mediodía,<br />
sopas de noche,<br />
comida industrial,<br />
alimentos solubles:<br />
da lo mismo; es materia en mutación,<br />
es sangre o fibra.<br />
Permítase una sola trasgresión a la ciudad: la feria.<br />
Permítase una sola surgente del color y del desorden.<br />
El resto ha de ser gris, fantasmal, lejano.<br />
Con lejanos atletas<br />
en los parques lejanos, y un movimiento suave<br />
de las hojas.<br />
Con comida emitida –en luz azul filas de paquetes, códigos de barras-.<br />
Más advertid la materialidad de las cloacas, de los túneles.<br />
La materialidad del hospital,<br />
la violencia con que llega el subte.<br />
Y cuán lejos estáis, los que cuidáis vuestro cuerpo,<br />
su integridad,<br />
de la materia, del otro mundo y de este.<br />
En rigor no sois fantasmas.<br />
Temed, más bien, al vampiro neurótico<br />
y todo lo que ocultan los parques.<br />
<br />
<br />
20<br />
<br />
Una vez más querrías sentir aquel olor<br />
de la cama revuelta y del encierro.<br />
El olor de esa protectora y siempre retenida<br />
descomposición. Era una mujer a tu lado.<br />
Años de enfermedad y de auténtico glamour.<br />
Un mundo de otro siglo y de persianas descascaradas.<br />
Un mundo que no era el de aquí. Que te perdonaban.<br />
Te lo permitían porque ibas a tu empleo,<br />
reconocías los rostros,<br />
a todos tratabas con educación.<br />
Te dieron amor, ¿por qué negarlo?<br />
Ellos también, a su manera.<br />Rostros de la calle, de la oficina.<br />
Pero vos no estabas aquí. Eras poco consistente.<br />
En tu cuarto habitaba un olor a polvo de los Cárpatos.<br />
Y tal vez la certeza de que húmedos pasadizos<br />
conectaban con tu ropero. Y más: otra dimensión,<br />
el cielo sexto o quinto de la cuántica; el borboteo<br />
del crisol alquímico, un país de sangre que olía a tu cama.<br />
<br />
Corran, corran, corran. Nadie recuerde<br />
la agonía de lo indistinto.<br />Corran, salven la idea intacta<br />
que tienen de ustedes mismos.<br />
Cuerpos sin desván. Cuerpos irreales y perdidos.<br />
Cuerpos sin cloacas. Cuerpos cuyo huevo jamás fue roto.<br />
<br />
<br />
21<br />
<br />
Por herencia –pues una te pedirán-<br />
dejarás el paraíso de la cocina, el amor aun por los objetos<br />
/viles.<br />
El vislumbre al sesgo de unas fotos en la lavandería.<br />
Y todas las palabras con que pueden decirse esos objetos.<br />
<br />
Tuviste autos y pipas y una jabalina.<br />
Amaste los lugares que ellos no aman<br />
-cada calle en la que viviste, cada paso dado por ellas,<br />
el traspatio de una iglesia, un techo hundido, la lona<br />
y ese balde de material plástico rebosante de jabón<br />
que viste esta mañana en alguna vereda-.<br />
Te gustan las cosas… Oh clérigo objetivista.<br />
Ni porque son ni porque no son nosotros.<br />
Sólo porque no supuran, de hinojos ante sí no se postran.<br />
<br />
<br />
22<br />
<br />
Mirá qué gótico el parque ha devenido.<br />
En él no caben dudas. Sólo sombras lo rondan.<br />
Sobre él se alza una ventana cuya luz se encendió en 1971.<br />
Otra donde titila un candil de 1796.<br />
<br />
¿Cómo explicarás tus tratos con el Mal?<br />
<br />
No te importa si es el precio por pasar la línea.<br />
Por reunirte con los fantasmas y sus sangrientas batallas<br />
o sus vidas apacibles. Seres que quisiste. Una figura,<br />
tormentosa en vida, que ahora mueve una rueca.<br />
<br />
Cielos anaranjados entre los árboles en invierno.<br />
Un camino jalonado de colmillos.<br />
Un palacio oscuro en la colina. Graznidos.<br />
Todas estupideces leídas en los libros.<br />
<br />
23<br />
<br />
El tacto de la lana, de la madera, de la carne.<br />
El calor de la hornalla, el frío en las rendijas.<br />
Arañas. Libros comidos por los ácaros.<br />
Una lanza de tacuara que tuviste en la mano.<br />
Un guiso. Una ciudadela asediada. Una guerra.<br />
Tabaco y porcelana. Cementerios y vitrales.<br />
Aquella granizada que rompió un ángel de yeso.<br />
La calle Sarandí. El Emporio de la Loza.<br />
El hombre cuyos escasos pelos estaban en desorden<br />
Los chalecos. El dedo amarillo de un fumador.<br />
Tal el aleph que contemplaste en verdad.<br />
En el que de verdad todavía respirás.<br />
<br />
<br />
24<br />
<br />
Aquél mar, qué raro, vuelve en invierno a tu mente.<br />
Es un mar en un desierto.<br />
Y sobre él andan falanges armadas y beduinos.<br />
<br />
El Mysterium Cosmographicum: la mente sostenida<br />
por arquitrabes y movida por juegos de roldanas.<br />
Gótica y compleja. Justa y científica.<br />
<br />
Una tarde caminaste por un parque<br />
entre estatuas comidas de orín.<br />
<br />
Una mañana pescaste en una laguna<br />
en medio de un bosque.<br />
<br />
Son cosas para siempre. Ciertas pero manipuladas<br />
por los fantasmas de tu propia química cerebral.<br />
El cerebro, un sótano lleno de plantas pálidas,<br />
de construcciones de vidrio, de objetos de porcelana<br />
que evocan paseos por un parque. La pesca<br />
desde un puente. Una merienda en el césped.<br />
<br />
Y las paredes están recorridas por cables,<br />
y hay en las paredes interruptores, enchufes<br />
y palancas. La cal de las paredes ha caído. Colonias<br />
de hongos avanzan entonando el Himno Nacional.<br />
<br />
La bandera azul y blanca te recuerda una tarde fría<br />
/en Ciudadela,<br />
provincia de Buenos Aires, la Argentina.<br />
<br />
<br />
<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBQgaTkmvcQeKyh1Afjh89uSSUzzzicNwka6fvqkFw4VYXotfLYDy7k5e04xxZiQrBKPbMU0SDR-z-bdNIsppSp2rI8rAxYXFOwuIRGz24F_dkAwkn68Qa2mLfzaA5Wqob5SIVug/s1600/10345566_1432875600327068_4952126016228300805_n.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="120" data-original-width="75" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBQgaTkmvcQeKyh1Afjh89uSSUzzzicNwka6fvqkFw4VYXotfLYDy7k5e04xxZiQrBKPbMU0SDR-z-bdNIsppSp2rI8rAxYXFOwuIRGz24F_dkAwkn68Qa2mLfzaA5Wqob5SIVug/s1600/10345566_1432875600327068_4952126016228300805_n.jpg" /></a>©<a href="http://www.barnacle.com.ar/?fbclid=IwAR0m_za7zc6MXoreTcvCH6I1N8rOiOpCGmNOQNHFsZWAZ6OLVZLgyMvRDl4"> Barnacle</a>, Buenos Aires, julio de 2016<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-73730268524680462522019-09-06T23:43:00.006-03:002024-02-09T05:13:24.494-03:00Comentario / Libro del engaño y del desengaño<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<a href="http://semanal.jornada.com.mx/2017/01/27/libro-del-engano-y-del-desengano-1720.html"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://semanal.jornada.com.mx/2017/01/27/libro-del-engano-y-del-desengano-1720.html"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxb9M2QvI3iafsHyAMWJmQiVZwrFinOQm-6xIftOREhqy-iVWbsayJZ7IV4D1eykwUcXnviaFQkgOWR7LWdnsjkakp--2u5eu02m-259YHxvXwld6s3qre4GBKxGSyZONZwHGZtKV0VGFaRh9thNRHJkovW2AbgCAotegRaPE6WWIS1rUVT7snbg/s325/libro-del-engano.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="325" data-original-width="200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxb9M2QvI3iafsHyAMWJmQiVZwrFinOQm-6xIftOREhqy-iVWbsayJZ7IV4D1eykwUcXnviaFQkgOWR7LWdnsjkakp--2u5eu02m-259YHxvXwld6s3qre4GBKxGSyZONZwHGZtKV0VGFaRh9thNRHJkovW2AbgCAotegRaPE6WWIS1rUVT7snbg/s320/libro-del-engano.jpg" width="197" /></a></div><br />La Jornada Semanal - México, 27 / 1 / 2017 -<br />
<br />
Este es uno de los catorce títulos que, hasta la fecha, integran la obra poética de este autor argentino, también traductor al español nada menos que de Dante –su versión de la <i>Comedia </i>apareció apenas en 2015–, así como de Pasolini, Pavese, Fortini y Anedda, entre otros. Con más de tres décadas de labor periodística, así como de editor en publicaciones culturales, Aulicino nutre su poesía de un amplio bagaje compuesto, por decirlo así, de una lectura doble: la diversa y abundantísima en los libros, y la no menos intensa y numerosa fuera de ellos, como puede leerse en este <i>Libro del engaño y del desengaño</i>, breve sólo en cuanto a sus dimensiones materiales.<br />
<br />
[Jorge Aulicino<i>, Libro del engaño y del desengaño</i>, <a href="https://www.edicionessinnombre.com/2017/01/libro-del-engano-y-del-desengano/" target="_blank">Ediciones sin Nombre</a>, México, 2016]<br />
<div>
<br /></div>
</div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-52194205001464280202019-06-30T23:39:00.002-03:002024-02-09T05:13:57.701-03:00Comentario / El límite más lejano<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #444444; margin-bottom: 1em; margin-top: 1em;">
<div class="separator" style="clear: both; font-family: "gentium basic", georgia, "times new roman", times, serif; font-size: 20px; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQo7MsasexZ44O8IR90cHANtX9HEuy6egh3XD_LjssJj1Q-rDA5pnF7RiC5nqA_CnLnABuM6v6yNyd-9bwRF7ymKHW1i4_-qUbNmiqQ9n10xsElUQo3qzvTWmAsJVqNWU2hy0DQg/s1600/t_mardechu_j_aulicino.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1077" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQo7MsasexZ44O8IR90cHANtX9HEuy6egh3XD_LjssJj1Q-rDA5pnF7RiC5nqA_CnLnABuM6v6yNyd-9bwRF7ymKHW1i4_-qUbNmiqQ9n10xsElUQo3qzvTWmAsJVqNWU2hy0DQg/s320/t_mardechu_j_aulicino.jpg" width="215" /></a></div>
<span style="font-family: inherit;">Alberto Cisnero - </span><a href="http://www.opcitpoesia.com/?p=7007&fbclid=IwAR3M4xYkdkyknsy_YJwjVH83wElnMUqOz-oknK4dYJeb5d5VflvfyDx68es" style="font-family: inherit;">Op. Cit.</a><span style="font-family: inherit;">, junio 30, 2019 -</span></div>
<div style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #444444; margin-bottom: 1em; margin-top: 1em;">
<span style="font-family: inherit;"><em style="box-sizing: border-box;">Dos temas que recorren el libro: El blanco (o lo blanco) y el mar</em></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><em style="box-sizing: border-box;"><br style="box-sizing: border-box;" />1 – Lo blanco. </em></span><br />
<span style="font-family: inherit;">Ya es bien sabido que un poema significa aquello que uno desea que signifique. Lo esencial de <em style="box-sizing: border-box;">Mar de Chukotka </em>es la constante reducción del lenguaje, donde cada palabra es una respuesta y, a la vez, supone la integración de la poesía con el campo visual, con un horizonte tenso, en el cual el espacio en blanco no es ya una superficie a ser ocupada, sino un valor dinámico donde han de disponerse una serie de signos ajenos a toda intención sentimental, o de mera búsqueda de percepción y forma; logra generar un hueco para que el lector pueda transitar, leyendo, el gesto de una ausencia, la representación de la luz, el vacío o el infinito. Leemos que <em style="box-sizing: border-box;">“La más absoluta cercanía con las cosas,/ algo como una fusión,/ les otorgaba/ la lejanía de la luz y del hielo”</em>.<br style="box-sizing: border-box;" />Melville nos indicó en relación al blanco, en su inevitable capítulo cuarenta y dos de <em style="box-sizing: border-box;">Moby Dick</em>, que <em style="box-sizing: border-box;">“la cualidad elusiva que causa el concepto de blancor, cuando está separado de asociaciones más amables, y unido a cualquier objeto terrible en sí mismo, eleva el terror a sus límites más lejanos”</em>.</span></div>
<div style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #444444; margin-bottom: 1em; margin-top: 1em;">
<span style="font-family: inherit;"><em style="box-sizing: border-box;">2 – El mar.</em><br style="box-sizing: border-box;" />En ese espacio perfecto y absoluto, al igual que en los recuerdos, no hemos de encontrar más que restos dispuestos en una gran habitación cuyas puertas y ventanas están cerradas por dentro. Dos versos han tenido el efecto de hacerme recuperar dos lecturas de antaño acerca del mar; nos dice el autor en uno de ellos: <em style="box-sizing: border-box;">“la sangre es el único sonido”, </em>y en otro pasaje del libro que nos ocupa: <em style="box-sizing: border-box;">“Me has seguido sin que te ofreciera nada/ excepto una moneda clavada al mástil/ y un rito”. </em>Tenemos ahí, entonces, a un mutilado capitán Ajab, que quiere vengarse de la ballena blanca. Al final la encuentra y la ballena lo hunde y el mar se cierra sobre él. Y, simétricamente, en la otra lectura revelada, en <em style="box-sizing: border-box;">Infierno, </em>Canto XXVI, de la <em style="box-sizing: border-box;">Comedia</em>, asistimos al fin de un embaucador y navegante, en estos términos: <em style="box-sizing: border-box;">“… nació un torbellino de la nueva tierra/ y golpeó de nuestro leño el primer canto./ Tres veces lo hizo girar con toda el agua:/ a la cuarta, levantar la popa en alto/ y, como alguien quiso, abajo irse la proa;/ hasta que el mar se cerró sobre nosotros”</em>.<br style="box-sizing: border-box;" />Un poema no tiene por qué hacer aparecer una verdad cognitiva o blanquear algo que falta o nos falta (a todos); se puede ser literato sin practicar el énfasis. Ya en <em style="box-sizing: border-box;">La línea del coyote </em>(1999) se interrogaba al desocupado lector: <em style="box-sizing: border-box;">“¿Puede ser firme el terreno cuando el crepúsculo/ está lleno de flecos inestables y abierto vacío?”</em>. También podríamos demorarnos en las innúmeras metáforas marinas que involucran al acto de escribir, puesto que en ambas actividades están en juego el cuerpo y la imaginación. No lo haremos sino mediante las propias palabras de Jorge Aulicino: <em style="box-sizing: border-box;">“Ningún indicio de movimiento representaba otra cosa/ que no fuera la dinámica de la sombra y la luz”</em>, <em style="box-sizing: border-box;">“como el fin y el comienzo/ en los que todo se escribe/ y todo se borra”</em>.</span></div>
<div style="background-color: white; box-sizing: border-box; margin-bottom: 1em; margin-top: 1em;">
<span style="color: #444444;"><i>Mar de Chukotka</i></span><br />
<span style="color: #444444;">Jorge Aulicino</span><br />
<span style="color: #444444;">Buenos Aires</span><br />
<span style="color: #444444;">Ediciones del Dock</span><br />
<span style="color: #444444;">2018</span></div>
</div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-65984109164871933192019-06-08T20:22:00.002-03:002024-02-09T05:14:24.490-03:00Entrevista / Poesía on line<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifhwc7_exJ1KMyZu7-HV_WeDUtgUmzzvQMUbYt8S2rv86FIAI7a9Kd_oFBYMSAizFUDfClD2NBf67yKfzVcwAo2wQtWfhNFwodVu1AuzZJFwTy64DKRH0ApscdKAZzfFXT7O2x_Q/s1600/pipa-y-gato.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="608" data-original-width="1080" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifhwc7_exJ1KMyZu7-HV_WeDUtgUmzzvQMUbYt8S2rv86FIAI7a9Kd_oFBYMSAizFUDfClD2NBf67yKfzVcwAo2wQtWfhNFwodVu1AuzZJFwTy64DKRH0ApscdKAZzfFXT7O2x_Q/s400/pipa-y-gato.jpg" width="400" /></a></div><a href="https://ardea.unvm.edu.ar/entrevistas/poesia-on-line/">Carina Sedevich</a> - <a href="https://ardea.unvm.edu.ar/entrevistas/poesia-on-line/">Ardea </a>(Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, Argentina) -<br />
<br />
<br />
Recibió el Premio Nacional de Poesía 2015. Tradujo los tres libros de la Comedia de Dante Alighieri. Fue director de la Revista Ñ durante siete años. Tiene una mirada ecléctica e integradora acerca de la poesía argentina contemporánea y administra desde hace una década un blog muy frecuentado por quienes leen poesía en internet.<br />
<br />
<b>-Otra Iglesia es Imposible se presenta como “museo de poesía antigua y contemporánea” y doy fe de que así puede leerse. ¿Qué sentido tiene para vos la difusión de poesía?</b><br />
-Desde hace diez años hago una entrada por día al blog, religiosamente. Me parece un buen modo de hacer difusión de la actualidad y al mismo tiempo armar una desprolija antología de poesía universal, con centro en la Argentina, inevitablemente. Lo que se publica, lo que se publicó. Es, me parece, una manera de mostrar la biblioteca y lo que sigue ocurriendo.<br />
<br />
<b>-¿Cómo elegís los poemas que incluís en Otra Iglesia es Imposible?</b><br />
<b>-</b>Elijo en base a la actualidad, lo que se publica, lo que se traduce.<b> Y ta</b>mbién lo que ya no se publica, o se publica poco y nada. Los maestros para empezar. Pero siempre es una lectura. Soy bastante ecléctico y quiero dar cuenta incluso de poesía como la que nunca escribiría, pero algún límite tengo.<br />
<br />
<b>-Como muchos escritores, solés estar bastante activo en facebook. ¿Qué te atrae de esa red?</b><br />
-En facebook entré con el propósito de poner un link a ese blog cada día. Después, agregué cosas, inventé personajes para opinar un poco a la bartola, usé el facebook como lo que creo que es, un medio informal. Donde se cometen todo tipo de atrocidades informativas, pero donde también se establece justamente una red de opiniones y de intercambio de información.<br />
<br />
<b>-¿Creés que actualmente la posibilidad de difusión de lo escrito influye en los poetas a la hora de escribir? Me refiero a las elecciones formales, temáticas, estilísticas. Tal vez algunos al escribir tengan presente, de modo más o menos consciente, que van a ser leídos en blogs o en redes antes que en libros.</b><br />
-Da la impresión de que la poesía tiene su púbico en las redes sociales y esto puede provocar cierto estímulo. Quiero decir a escribir midiendo la cantidad de likes que se pueden cosechar. De todos modos creo que el hecho de que la poesía vaya de blogs a redes, y viceversa, o directamente de la computadora a la red, es un fenómeno interesante. Nunca la máquina de escribir fue al mismo tiempo el medio de difusión. Se escribe on line, prácticamente. Eso puede tener algo de bueno.<br />
<br />
-¿<b>Por qué te dedicaste al periodismo?</b><br />
-Fue una decisión inspirada también por mi padre, del que seguía sus consejos finalmente en medio de casi violentas discusiones. No iba a ganarme la vida como poeta, así que tenía que tener un oficio. Elegí el periodismo. Y me gustó. Cuando me preguntan por mi oficio digo periodista. Pero en las biografías literarias no pongo esa palabra, aunque consigno en qué medios de prensa trabajé.<br />
<br />
-<b>Un personaje de Sábato dice en una de sus novelas algo así como que el alma del hombre puede conocerse leyendo los avisos clasificados y la sección policial de los diarios. ¿Qué recordás de tu época de cronista de policiales? ¿Descubriste algo en particular acerca de la condición humana?</b><br />
-Claro que sí. No el alma del hombre, pero sí lo extraño del mundo. En general el periodismo me enseñó a colocarme en una especie de extrañamiento. Eso fue una revolución para mí. De todos modos recuerdo que no quise nunca entrar a una morgue. No me daba para tanto. Pero aclaro que fui periodista de policiales ocasionalmente. Mi rubro fue la información general, lo que hoy se llama “Sociedad” en los diarios y abarcaba desde temas municipales hasta la ciencia. Luego, el espectáculo y la cultura.<br />
<br />
<b>-Decís que el periodismo te enseñó a colocarte en una especie de extrañamiento frente al mundo. ¿Te parece que la poesía es también, en algún punto, una forma de mirar el mundo desde el extrañamiento?</b><br />
-Es el único punto de vista posible para la poesía. La poesía es, diría, cuando sucede ese extrañamiento. Sin él, no hay poesía escrita tampoco. Los poemas son el intento de reproducir el extrañamiento. Esa frase de Thomas Merton, la imagen cotidiana del hombre es su enemiga, debería ser uno de los diez ítems de un decálogo.<br />
<br />
-<b>En Wikipedia se lee que fuiste redactor en jefe de la revista Misterios. ¿Cómo fue que te encontraste trabajando sobre cuestiones paranormales?</b><br />
-Era una revista de la editorial Atlántida que no salió mucho tiempo. Trataba todos los fenómenos raros. Me parece que su problema fue que quiso hacerlo en formato de lujo y con cierta seriedad. En esa época se vendían mucho las revistas sobre astrología y fenómenos paranormales en papel barato. Eran los primeros años 90. La revista duró quizá menos de un año, no me acuerdo. A mí me gustó mucho la experiencia, desde investigar sobre los zombis verdaderos, los de vudú, hasta fraguar un horóscopo. Y un completo horóscopo, que incluía, me acuerdo, qué comidas gustan más a cada signo del zodiaco, piedras preciosas, clima, cosas así, que las inventé por asociación y cierto conocimiento mínimo del carácter atribuido a los signos.<br />
<br />
-<b>Hace un par de años Hugo Padeletti dijo en una entrevista: “No enseño poesía porque creo que poeta se nace. Gran parte de la mala poesía que se ha estado escribiendo últimamente se debe a los talleres de poesía.” ¿Coincidís en algún punto con esta afirmación?</b><br />
-No totalmente, hay talleres que modelan poetas a imagen y semejanza del maestro, y otros que fueron útiles a muchos nuevos poetas, como el de Irene Gruss, por ejemplo.<br />
<br />
<b>-Si un poeta joven te pidiera consejo sobre cursar o no una carrera en escritura creativa, ¿qué le dirías?</b><br />
-Le diría que de todo se puede aprender, de cada experiencia, de cada discusión, de los recursos expresivos que nos proponen, pero también le diría que todavía funciona aquello de “lo que natura no da, Salamanca no presta”.<br />
<br />
-<b>A propósito del Premio Nacional de Poesía que recibiste en 2015, dijiste que <i>El libro del engaño y del desengaño,</i> por el cual te lo concedieron, no es tu preferido. ¿Cuál de tus libros te gusta más y por qué?</b><br />
-No es mi preferido porque lo encuentro algo confesional, no por la forma. Me gusta mucho la última parte de ese libro. Mi preferido es <i>Cierta dureza en la sintaxis</i>. Creo que allí logré, no lo sé con seguridad, tal vez me equivoque, que viva el mundo antiguo, que los souvenirs del mundo de la guerra de la Independencia, de la Segunda Guerra y de la Guerra Fría tengan alguna vida, además de nuestra reciente guerra sucia, y mi vida, de alguna manera metida por allí.<br />
<br />
<b>-En una entrevista afirmás que la temática de tu poesía es política, aunque no escribís sobre política. ¿Qué opinás de la poesía que se basa en algún tipo de militancia?</b><br />
-Que para panfletos están los panfletos, y que la emoción de la denuncia solo la viven el autor y los que comparten sus ideas políticas.<br />
<br />
-<b>Con motivo de la aparición de tu traducción de <i>La Divina Comedia</i>, mencionaste que traducís con el objetivo de “poner la obra en términos propios”, y que estos términos se corresponden con el lugar y el momento histórico del traductor. No obstante esta convicción, ¿en ningún momento te ha ocurrido leer traducciones contemporáneas en las cuales el uso del “vos” te sonara forzado?</b><br />
-Me suena forzado porque el vos sigue siendo, para nuestra desgracia, una marca local muy fuerte. Una cosa es la sintaxis, el vocabulario incluso, la respiración de nuestro idioma argentino y otra es que un poeta lituano hable de vos. Todavía lo veo así. El uso de marcas locales muy fuertes me saca de un personaje, de un texto que sé fue escrito originariamente en otra latitud. Los argentinos no resolvimos la cuestión del voseo. Propendemos al tú cuando hablamos con chilenos o colombianos, nos pesa el vos todavía. Esto tal vez vaya cambiando. Tal vez nos parezca cada vez más natural y les parezca también a los otros hablantes del castellano, en todas sus variantes.<br />
<br />
<b>-¿Qué encontrás en los poemas que considerás buenos? ¿Qué tienen los poemas para vos inolvidables?</b><br />
-Un impacto físico global, que activa emoción e inteligencia. Todo el sistema nervioso. A veces ese impacto lo encontramos sólo en algunas partes de un poema. A veces actúa retroactivamente, sobre todo cuando pensamos en obras extensas o en toda la obra de un poeta. Para sentir que la Comedia, toda entera, es un poema, tardé más de treinta años.<br />
<br />
<b>-¿Podrías describir el proceso de tu escritura poética? ¿Ha cambiado a lo largo del tiempo? </b><br />
-No, no ha cambiado mucho. Básicamente es salir de caza. Tengo un tema, tengo una situación, tengo olores, imágenes físicas, músicas o palabras que disparan la necesidad de armar algo. Pero qué va a suceder al empezar a escribir, eso no lo sé. Todo está en la primera línea. Es el llamado del cazador. A veces la partida se pierde. La ocasión se diluye. Y con todo esto no quiero decir que mi método sea la asociación libre. Las asociaciones no sé cómo suceden, pero sé que no son libres, sino necesarias.<br />
<br />
-<b>Si tuvieras que elegir unos versos tuyos por los cuales ser recordado, ¿cuáles serían? </b><br />
-Honestamente, no lo sé. Me gustaría que fuera algo como una imagen, tan física y certera, tan fantástica al mismo tiempo, como aquella de Quevedo: “Vencida de la edad sentí mi espada”, pero no encuentro ninguna a esa altura.<br />
<br />
Universidad Nacional de Villa María<br />
Secretaría de Comunicación Institucional<br />
Catamarca 1042, Villa María, Córdoba, Argentina<br />
__<br />
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<b>Carina Sedevich</b> es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Villa María. Estudió Semiótica en el Centro Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Es autora de catorce libros de poesía. Su obra poética ha sido publicada en Argentina, España y Brasil y traducida al portugués, al italiano y al mallorquín. Es maestra en Ceremonial y Protocolo y profesora de Yoga y de Meditación. Coordina Ardea | Revista de arte, ciencia y cultura desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM.</div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36675862.post-52277131034849360842019-06-05T19:33:00.001-03:002023-09-11T01:38:41.060-03:00Comentario / “Máquina de faro”: Ocasiones y epifanías<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLYSw7RQ6B5GiZgAXEU8yVBqtbaUBT4SJMOv2SvcNCYjsxUcNgP7e_N8JmaYn2zCAasYbTelalDQc_QclqAWH17iBxkHhxC_PbFO6DkNLkGXroOAE1JhNMtHm9fb0EVzMMLIkfyw/s1600/01_-_aulicino_-_maquina_de_faro.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="990" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLYSw7RQ6B5GiZgAXEU8yVBqtbaUBT4SJMOv2SvcNCYjsxUcNgP7e_N8JmaYn2zCAasYbTelalDQc_QclqAWH17iBxkHhxC_PbFO6DkNLkGXroOAE1JhNMtHm9fb0EVzMMLIkfyw/s400/01_-_aulicino_-_maquina_de_faro.jpg" width="246" /></a>por <a href="https://www.facebook.com/angel.faretta">Ángel Faretta</a>, 2006<br />
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Los poemas se basan en una serie de momentos –de “ocasiones”-, una traducción al uso secular de la epifanía católica tan puesta en evidencia por el primer Joyce.<br />
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Pero estas epifanías son llevadas hasta la palabra escrita por una doble conciencia poética, la del fragmento, casi como una instantánea –hay cierto Hopper en “El sereno del garaje nocturno” por ejemplo-, así como a la condensación casi aforística del “diario en público”: “Los que saben hablar no tienen tu oficio”.<br />
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Este binarismo o doble vínculo se refleja también en un uso casi simétrico -pero que funciona armónicamente- de términos que deberían excluirse entre sí según ciertas poéticas fijas y estancadas en sus propios troqueles de “clasicismo” y de “novedad”. Por un lado tenemos aquellas voces ya canonizadas como tales por la poesía o por su traducción castellana de otros idiomas. Por el otro, un empleo de cierta expresión de territorialidad que no condesciende a ser reducida ni encarcelada al brete de localismo.<br />
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Este doble vínculo permite que el uso del voceo argentino o más bien porteño haga su aparición en algunos de estos poemas sin exhibirse como prueba, lance funambulesco, ni menos todavía como experimento mecánico.<br />
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Así tenemos que voces como “dinteles elevados” “tártaras o abisinias”, “avanzadilla”, “la sombra del milano”, pueden convivir con “aguas de azotea”, “el pique” o “la fonda en que almorzás”.<br />
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Pero también la referencia al marco y paisaje puede a la distancia de pocos versos pasar de la “riba” a “la luz eléctrica”. Así como el empleo de expresiones también binarias- como en “las cañerías que cantan la dicha suprema”- pueden más abajo y en dos versos sucesivos rematar con los términos “macaneos” y “habladurías”, que dicen y no dicen lo mismo; como si la poética del tango y algunas de las expresiones de Heidegger –“los existenciarios” en este caso- se unieran epigramáticamente.<br />
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La voz que une y enlaza los diferentes poemas es la de quien llevara nota sintética de un Apocalipsis que acabara de suceder -“y que el ángel liberará el sello”. Por eso los antiguos dioses y el “nuevo” Dios monoteísta pugnan en esta voz porque no se está seguro de quién ha vencido. Así “oscuro hijo de Leo” o “tu mano de Atenea”, pasando por el más neutral “un dios amable”, pugnan con “el plan de Dios” o “en diálogo lacónico con Dios”.<br />
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¿La aparición por dos veces del nombre de Abdías es referencia a ese libro -el más breve de los proféticos que compone el Antiguo Testamento y de tan sólo veintiún versículos- como metáfora del tono de calmo Apocalipsis de los poemas o como cifra de una voluntad de estilo prieto y lacónico que las distintas piezas nos muestran?<br />
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© Ángel Faretta<br />
2006<br />
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Jorge Aulicino<i>,</i><br />
<i>Máquina de faro</i>,<br />
Ediciones del Dock,<br />
Buenos Aires, 2006</div>
Jorge Aulicinohttp://www.blogger.com/profile/10831889036773548089noreply@blogger.com0