Eduardo Ainbinder - Perfil, Cultura - 7 de noviembre, 2008 Hay cierta unanimidad en la crítica que a partir de su libro La Caída de los cuerpos, (1983) hubo un punto de inflexión, un antes y un después en la poética de Jorge Aulicino. Y que además ese salto cualitativo se afianzó definitivamente en Paisaje con autor . Pero es a partir de la aparición del poema “Himnos Corsarios” en un libro posterior, (1994), donde se me antoja se produce el otro antes y después en su poesía, o por llamarlo de otro modo, el momento en que empieza a notarse la necesidad de abandonar el limitado sector del ángulo nor-noroeste de su escritorio, como ironizaba Bustos Domecq en una de sus crónicas, en favor de incluir en su mobiliario una mesa de trabajo más grande, dónde el poeta pueda desplegar por ejemplo, el trazado de una batalla o de varias, y enumerar la cantidad de elementos, de detalles, que se arremolinan en torno a los cuadros violentos de esas batallas. En “El insomnio de los soldados”, ot
JORGE AULICINO: LIBROS ON LINE/ REFERENCIAS CRITICAS / ENTREVISTAS / OBRA TRADUCIDA