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Dos poemas traducidos al italiano por Silvia Rosa



Roja

a Romina e Mariana Aulicino

In questo pomeriggio di domenica non puoi sperare niente dal cielo.
Le strade di Abasto trasudano un odore acido
nella calura del forno untuoso di dicembre.
Rosse nel piccolo teatro si svestono tre donne.
Due bambine al bordo del palcoscenico ululano piano
dietro a delle piccole maschere di lupo.
Tutti i boschi che hai visto, i boschi impiantati
lungo la costa argentina, i boschi ricoperti di neve
veri della Sassonia non custodiscono che racconti
che non si possono raccontare se non in modo diverso.
Qui, nell’afoso teatro, fra le case grette
di Abasto, le bambine emettono il piccolo ululo di quei racconti,
e le donne sbocciano con l’aiuto di un lupo che ha raccontato loro
la storia delle donne in fiore, mentre come ciambelle
e molliche saltano nelle sue fauci. Ah loro ormai non credono
nell’educazione paterna né credono nella cattiveria del lupo,
uno stupido che mastica e racconta favole. Ma c’è un violino:
il focoso violino della nonna racconta la fiaba magica vera.
Non scopriremo di che nostalgia parla. Ma dice della nostalgia
di un lupo che è lupo ed è nonna. E che non ha bisogno di parole.
Al bordo di un buio palcoscenico, in una città che puzza,
le donne avverano il sogno banale dell’innocenza spogliate
e vestite sempre di rosso, come boccioli corrotti,
con lingerie volgare da sexy shop. E ancora così ululano debolmente,
come bambine con maschere di lupo, nella sottomissione
a un lupo che non è feroce, bensì idiota


Adesso, le cose che non sono fondamentali per me

Adesso, le cose che non sono fondamentali per me
formano una vasta schiera, come a volte le ombre del giorno.
Sono, dunque, le cose davvero importanti e quasi sempre inaccessibili.
Ora, piove sul fiume: non c’è niente di più inutile di questa pioggia sull’acqua.
Forse niente di più affascinante, d’altronde.

Papà si è consumato con gli anni. Anche se non poteva reprimere la sua collera innata                        
e neanche trascurava i suoi capelli né la sua faccia, parlava a volte in italiano
e si mostrava attento a molte cose che per lui prima non erano niente.


Jorge Aulicino
Traduzioni di Silvia Rosa

*

ROJA

a Romina y Mariana Aulicino

Esta tarde de domingo no podés esperar nada del cielo. 
Las calles del Abasto rezuman olor agrio 
con el calor de horno grasiento de diciembre. 
Rojas en el pequeño teatro se desnudan tres mujeres. 
Dos nenas en el borde del escenario aúllan débilmente 
tras unas pequeñas máscaras de lobo. 
Todos los bosques que viste, los bosques implantados 
en la costa argentina, los bosques nevados 
de Sajonia verdaderos no amparan sino cuentos 
que no se pueden contar sino de otra manera. 
Aquí, en el caluroso teatro, entre casas sórdidas 
del Abasto, las nenas emiten el pequeño aullido de esos cuentos,
y las mujeres florecen al amparo de un lobo que les ha contando 
el cuento de mujeres florecidas, mientras come rosquitas 
y las migas saltan de entre sus dientes. Ah ellas ya no creen 
en la cultura paterna ni creen en la maldad del lobo, 
un tilingo que mastica y cuenta cuentos. Pero hay un violín: 
el cálido violín de la abuela cuenta el cuento mágico verdadero. 
No sabremos de qué nostalgia habla. Pero dice de alguna nostalgia 
de un lobo que es lobo y es abuela. Y que no necesita palabras. 
En el borde de un oscuro escenario, en una ciudad que hiede, 
las mujeres realizan el sueño banal de la inocencia desnudas 
y vestidas siempre de rojo, como capullos bastardos, 
con vulgar lingerie de sex-shop. Y aún así aúllan débilmente, 
como nenas con máscaras de lobos, en el sometimiento 
a un lobo que no es feroz, sino un idiota.

(De "El Cairo", 2015)

AHORA, LAS COSAS QUE NO SON FUNDAMENTALES PARA MÍ

Ahora, las cosas que no son fundamentales para mí
forman una difusa legión, como ciertas veces las sombras en el día.
Son, entonces, las cosas realmente importantes y casi siempre inaccesibles.
Ahora, llueve sobre el río: no hay nada más inútil que esta lluvia sobre al agua.
Tal vez nada más fascinante, por otro lado.

Papá se achicó con los años. Aunque no podía contener su ira natural
y tampoco descuidaba su pelo ni su cara, hablaba a veces en italiano
y se mostraba atento a muchas cosas que para él antes no eran nada.

(Inédito)

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Foto: Jorge Aulicino y Silvia Rosa, Buenos Aires, 2014

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