Fabián Soberón - La Gaceta - Tucumán - 21 Jun 2015
La Comedia es una obra inagotable que combina poesía, filosofía, física (cosmología ptolomeica), arte, historia y teología. Dante propone tres mundos o reinos de ultratumba: el reino del Infierno, el del Purgatorio y el del Paraíso. No importa si los reinos existen. Lo crucial es que Dante se ha convertido en el inigualable soñador que nos dio este largo poema perfecto. ¿Qué otra suerte le espera al arte?
Cuerpos de tres cabezas, serpientes que son hombres, viseras de cristal, gigantes, demonios, Lucifer, el escarpado suelo, las estrellas, la luz más alta y Beatriz, la mujer hermosa e inolvidable que lo espera, que lo guía: todos conviven en esa fantástica invención literaria que es la Divina Comedia. Dante, el hombre de carne y hueso, inventa un personaje llamado Dante que viaja por los escenarios inhóspitos, horribles y bellos jamás pensados. Quizás el infierno sea una entelequia. Pero su existencia está justificada. Ha permitido que el gran Dante haya escrito esa “comedia única”, invaluable pieza que despliega en sus muchos versos dignos e inolvidables la vida de las sombras sufrientes y de un único cuerpo vivo.
Sólo una vez se nombra a Dante en el largo viaje: en el Canto XXX del Purgatorio, Beatriz le reprocha que quiera entrar al Paraíso. Dante dialoga con Virgilio, con los penitentes y los réprobos, con los esperanzados y con las almas angélicas. Pero él, Dante, le habla al lector y le confiesa sus visiones, su angustia, y le muestra el maravilloso mundo oscuro del infierno. Le habla sólo al lector y le muestra las alargadas sombras del Purgatorio y las innumerables luces del Paraíso: la rosa intacta y la luz mayor.
¿Qué otra cosa hizo Dante que viajar para volver a ver a Beatriz? ¿Acaso fue para tener, ante sus ojos, la esquiva imagen de Dios? ¿Fue para confirmar aquello que intuía como cierto? Quizás no importa. El viaje es maravilloso. El lector, cómplice ubicuo del poeta, puede leer infinitas veces la voz de Virgilio y la de su discípulo insuperable, los pasos de las sombras en el hielo, la tortura del fuego y la curiosa y escurridiza figura de Beatriz.
Lengua móvil
Pienso en la furiosa boca de Ugolino y en las veces infinitas en las que devora a sus hijos en la memoria, y en el dolor de las sombras que deambulan insólitas y ufanas por el suelo bermejo del infierno.
Pienso en la lengua múltiple de Dante y en la sofisticada lengua del traductor para darnos, quizás, la mejor versión en español de la Comedia.
¿Cómo hizo Jorge Aulicino, el traductor, para alcanzar esta “nueva” versión del poema? Está claro: Dante pergeñó una pieza hecha de muchos registros. En la magnífica Comedia conviven el toscano coloquial, la utópica lengua italiana, los latinismos, los cultismos, los préstamos. Aulicino traza una versión que recupera y dona en español esos múltiples registros.
Aulicino no se vale de la rima regular. Traduce en verso libre y con esa decisión se quita la obligación de la rima. Lejos de la coacción rítmica se permite el uso de los vocablos con procedencias diversas. En suma: trabaja con los distintos registros de la lengua. Respeta los latinismos (algo que no hizo Ángel Crespo), introduce coloquialismos (algo que no hizo Bartolomé Mitre) y deja que los versos se armen de ritmo y lirismo. El lirismo y las famosas comparaciones dantescas surgen en esta traducción del uso equilibrado de los distintos registros.
No hay una búsqueda de enaltecer la poesía. El lector que lea esta traducción no encontrará sólo poesía vertical. Podrá leer un poema extenso hecho de putas, arroyitos tristes, finados, embusteros, diminutivos (Anselmito, el hijo de Ugolino en el Canto XXXIII del Infierno), y latinismos. Es decir, podrá leer esa rica -riquísima- lengua móvil que es la Comedia.
¿Qué otra cosa puede pedir un lector?
LA DIVINA COMEDIA
DANTE (TRADUCCIÓN DE JORGE AULICINO)
(Edhasa - Buenos Aires)
© LA GACETA
Fabián Soberón
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