“Dios separó la luz de las tinieblas
y llamó Día a la luz y Noche a la penumbra
y yo soy un escultor a quien príncipes y Papas
confundieron con un topo sucio
agazapado bajo la bóveda de la Capilla Sixtina.”
El poema hace referencia al magistral pintor y escultor renacentista italiano Michelangelo Buonarroti, encargado por Julio II en 1508 para pintar la bóveda de la Capilla Sixtina y que le demandó al maestro cuatro años en terminarla. La pintura al fresco contiene temáticas del Génesis. Sin ser devoto de alguna corriente en particular y lejano del pensamiento mágico que a lo largo de la historia acompañó el desarrollo de la mayoría de las creencias, el autor evidencia un marcado interés por la religiosidad. En nuestras conversaciones dice al respecto:
“...yo no soy ateo; tampoco, agnóstico ni lo que se llama un hombre de fe. Tengo la certeza de que la materia está animada, por dioses o por alguna inteligencia, tal vez no tan certera como la creíamos... Algo en el mundo religioso me atrae y me perturba. Pero aun así no hablo de misterio de la divinidad. En cambio, me interesa el enigma porque no ha sido develado, porque no lo conozco ni lo poseo. Los profesionales del esoterismo se creen dueños del misterio y se mueven como si fueran sacerdotes de cualquiera de las religiones que conocemos: son intermediarios con Dios. Franquean el sendero. No me siento dueño, en cambio, del enigma.”
La poesía de asunto religioso, que no debe confundirse necesariamente con poesía religiosa, se halla bajo la potestad del copioso conocimiento del autor sobre los acontecimientos históricos universales. Lo expresa de este modo también en las conversaciones:
Tengo una visión de la historia en la que intervienen factores espirituales o religiosos. En un poema de "La nada" le hice decir a un relator romano: ‘¿Para qué las Galias? ¿Para mejorar los abastecimientos? ¿Para qué Bizancio o la corona del germano?’ En otras palabras: Roma no necesitaba expandirse sin cesar para su desarrollo material. La verdad es que la superpoblación de un estado tan vasto retrasó el desarrollo tecnológico en varias áreas del imperio. Cuántos más hombres hicieran falta para cultivar, mejor... Sobraba mano de obra... Roma era esclavista y esto la limitaba tecnológicamte. Sin embargo, la aspiración de gloria jugó un papel en el mantenimiento y la expansión del imperio. Egipto usó la masa humana conquistada para levantar pirámides admirables a pulso. No sé. Se menosprecian las razones inmateriales que influyeron en hechos históricos decisivos y en el desarrollo de las civilizaciones como hoy las conocemos. Las pirámides siguen siendo misteriosas... pero no las hicieron los extraterrestres, las hizo la mano de obra innecesaria, y las hizo porque las creencias religiosas eran tan sólidas como esas piedras.
Aulicino no sólo se vale de la descripción o de la narración para abordar la temática religiosa. También recurre a la ironía para describir su vínculo con Dios, en un tono insuflado de coloquialismo:
Señor has sellado mi boca, mis oídos y mi tacto
pero te rogaría me dejes andar en medias
por mi rústico piso de baldosas,
y me dejes en paz amar la tierra
y las tormentas y los fiambres.
El recurso de la ironía en el poeta no contradice de modo alguno esa intensa necesidad de aprehender lo religioso, sino que la reafirma en la medida en que implica una aguda confrontación entre la experiencia interna de vincularse con lo divino y las apariencias de verdad sacrosanta de parte de los hombres que detentan el poder de las instituciones de fe.
Silvia Beatriz Amarante y Alejandro Elissagaray, "Estudio premilinar", Intersticios, conversaciones con Jorge Aulicino, Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2010
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