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Entrevista / "La poesía debería ser política"

Pablo E. Chacón. Télam
11.7.2012

El escritor, traductor y periodista Jorge Aulicino, en "Estación Finlandia. Poemas reunidos 1974-2011", revisa su producción lírica a la luz de la experiencia política clave del siglo XX, la revolución bolchevique de 1917, y de su actual lectura de la poesía italiana, sobre todo de Pier Paolo Pasolini, de Cesare Pavese y de otros poetas no muy difundidos aún en la Argentina.
El libro, publicado por las ediciones Bajo la Luna, muestra a un poeta en la plenitud de sus recursos, haciéndose preguntas, además, que atraviesan el viento de la historia más que el encierro de la comarca o del “barrio”.
Aulicino nació en Buenos Aires en 1949. Integró, en los 70, el grupo y taller literario Mario Jorge De Lellis y fue parte del comité de redacción de Diario de Poesía en los 80. Desde 2006 administra el blog de poesía en castellano y poesía traducida Otra Iglesia es Imposible.
Publicó, entre otros libros, “Vuelo bajo”, “Poeta antiguo”, “La caída de los cuerpos”, “Paisaje con autor”, “Hombres en un restaurante”, “Almas en movimiento”, “La línea del coyote”, “Las Vegas”, “La Nada”, “La luz checoslovaca”, “Hostias”, “Cierta dureza en la sintaxis”, “Memoria de Garbeld”, “Libro del engaño y desengaño” y “Máquina de faro”. Además, de la traducción del “Infierno” del Dante.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam:

- ¿Por qué “Estación Finlandia”?
- El episodio de San Petersburgo es algo más que símbolo: es el comienzo real de la revolución. Como te acordarás, al bajar del tren en la Estación Finlandia, Lenin deja desairado al Gobierno Provisional, dice un discurso reclamando todo el poder para los soviets y ordena que lo lleven al instituto Smolny, donde funcionaba el estado mayor del Partido Bolchevique. Hay un poema del libro dedicado enteramente a esto.
No ignoro la onda retro-naif que abarca incluso la historia soviética y ha hecho souvenirs y otros objetos de la ex URSS, pero me parece que hay que hablar un poco en serio de esta revolución que fue finalmente una aventura y se llevó setenta años de la vida contemporánea.
Asombra la velocidad con que todo se transforma. El funcionario comunista de ayer es el mafioso de hoy. Creo que el poema habla de la velocidad extraña de la historia en este momento.
Si la Bastilla cae cada cinco minutos y la dimensión desconocida se hace presente cada tres minutos, cesa el efecto de los hechos, ¿no? La historia paradojalmente se detiene en una especie de calesita inmoral. Me parece que en este sentido la poesía debería ser política.

- En el libro también hay algunos poemas inéditos. ¿Forman parte de un nuevo proyecto?
- Hay dos libros inéditos que publiqué en internet. Eran libros “caídos” de la historia. Habían quedado relegados en los 90, cuando empecé a escribir una serie de poemas largos, digamos una épica. Los dos libros tienen títulos de la geografía de Buenos Aires: la calle Ituzaingó y Primera Junta.
Los titulé así porque me parecieron libros de postales. Son libros de episodios, como los anteriores, y me pareció correcto marcar en el título una ubicación espacial. No tengo nada contra la poesía barrial, pero esto es lo contrario: topografía. “Estación Finlandia” incluye además un libro totalmente inédito que es el que contiene el poema que da título a toda la colección.
Y respondiendo a la última parte de la pregunta, no tengo proyectos claros en este momento.

- Cuatro poetas que te interesen en este momento y las razones.
- Estoy leyendo poesía italiana, que me interesa mucho y estoy haciendo una antología. Me interesan Franco Fortini y Attilio Bertolucci, el padre del cineasta, mucho mejor poeta el padre que cineasta el hijo.
Creo que la poesía italiana del siglo pasado tiene sorpresas tremendas que exceden la famosa tríada Montale-Ungaretti-Quasimodo. Me interesa la relación que establece con la política desde Pavese. Y está la presencia fundamental de Pasolini, una obra en verso tan importante como la que hizo en cine, y que hace de la actualidad una reflexión, rápida y clásica. Y ya nombré cuatro.

- ¿Cómo se articula la administración de un blog de poesía (donde muchas de las traducciones son tuyas) con tu propia poesía?
- La poesía es en gran parte lectura y traducción, y esa es la actividad principal de mi blog. Tardé 40 años en traducir a Dante. La traducción a lo mejor es mala, pero es realmente la obra de una vida, si es que una vida tiene algún valor. Y lo traduje para ver la estructura de cielo-infierno que anida en toda la poesía, en toda la literatura, excepto algunos contados casos de literatura religiosa china como el I Ching.
Quizá en toda la literatura china el infierno esté ausente. La idea de infierno es terriblemente occidental. Ese infierno portátil y desplegable de Alighieri está en nosotros. Le tememos y lo usamos. Empecé a leer el libro de las alucinaciones de Xul Solar, motivadas por los signos del I Ching. No tienen nada que ver.
Esto no es una crítica, sino que digo la sorpresa que causan los textos de Xul en relación con el código que supuestamente los desató. No tienen vínculo alguno con el Libro de las Mutaciones. El primer texto, la primera visión, que recuerda al Libro Rojo de (Carl Gustav) Jung, es la Divina Comedia: ante-infierno, infierno, purgatorio y paraíso.

- ¿Qué pensás de Mark Strand (poeta canadiense de reciente publicación en la Argentina)?
-Me parece de la estirpe de los poetas italianos que te mencioné: la palabra actual con una vibración permanente.

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