por Pablo Moreno
1-¿Dónde se encuentra el germen de tu creación? /// Quizás, si es por el origen: ¿cómo te involucraste, cómo caíste? Y si es por el método: imagen, contenido, experiencia, sonido, ¿qué gatilla el poema?
Prefiero responder sobre el “germen” en el sentido de nacimiento de un poema, aunque no es muy seguro. Una idea me parece a veces la ocasión de un poema. Otras veces el germen es una preocupación por escribir: uno se sienta a escribir y ve qué pasa. Otras veces es el esbozo de un comentario a un texto leído. Sin duda siempre el germen está en la percepción de que el lenguaje puede tener un nuevo giro, encontrar relaciones inesperadas pero necesarias (regidas por su propia necesidad): uno ve esa posibilidad antes de escribir, la ve completa o apenas dibujada y espera el momento adecuado para producir la torsión. A veces se presenta en la primera línea. A veces toda una descripción o la enunciación simple de un pensamiento implican ese desvío y constituyen todo el poema. Tal vez este desafío es también el germen en el sentido del origen, la explicación de cómo me involucré.
2- Las influencias son necesarias e inevitables, a veces hasta deseables pero ¿cómo logras liberarse de ellas? ¿Se es más libre cuando se han sacudido las influencias?
¿Por qué habría que librarse de ellas? No sé si se es más libre. Si lo que uno repite es vocabulario, sintaxis, modos, como prolongaciones de las obras que ha leído, parece preferible librarse de ellas. ¿Pero es eso? Emular, continuar, prolongar, las obras de otros –las que han establecido lenguajes- no sería indeseable en sí mismo. Creo que uno se libera de las influencias solo porque falla, porque no puede continuar coordenadas que no conoce a fondo, ya que no es el otro, no habita en la mente del otro, no es visitado exactamente por las mismas palabras y las mismas imágenes. La obra sería una descomposición de las influencias, y luego el trabajo sobre ella. Trabajar en lo echado a perder, diría el libro, I Ching.
3- ¿Crees que la poesía actual hecha en Argentina es comparable a aquella de los años vanguardistas construida en torno a la revista Martín Fierro, y sus grupos de Florida y Boedo?
El único punto en común me parece que es la repetición de polos de tensión, que hoy son distintos. Veo la cuestión así: en los años veinte, tanto Boedo como Florida rompieron con el modernismo y fueron fuerzas polares. Entre ellas había fluidos contactos, nombres que representaban esos contactos: Olivari, Tuñón. Pero había asimismo núcleos duros en ambos polos. Lo que se suele olvidar es que en las postrimerías del modernismo existió una corriente mal llamada sencillismo que a mi juicio fue decisiva para el surgimiento de Boedo y Florida. Y poetas como Héctor Pedro Blomberg, que influyó en los años veinte. Lo que ocurre ahora no me parece una repetición programática de aquello, no veo un neovanguardismo enfrentado a un neorrealismo. Pero hubo polos de tensión en los ochenta y creo que deben de existir hoy. No los tengo muy claros. En los ochenta convivieron impulsos barrocos con impulsos conceptistas, más allá incluso de la consagrada polarización neobarroco-objetivismo. Esta tensión no abarcaba todo. Lo que dejaba atrás era el llamado coloquialismo. Pero esa generación descubría antecesores en la generación anterior, trazó incluso una genealogía que iba más lejos. Se compartieron aspectos de esa genealogía: Juan L. Ortiz o Alberto Girri. Por estos dos nombres, por ejemplo, pasaban los afanes de varios poetas cuyos comentarios sobre esos autores no eran coincidentes. Sería simplista trazar una línea que una a los objetivistas con distintos aspectos de la poesía de los sesenta, y, más atrás, con los boedistas. El caso es que si se remonta el curso del objetivismo, se encuentra uno con estaciones en los cincuenta –César Fenández Moreno, Joaquín Giannuzzi- y en los cuarenta: Girri. Habría que manejarse con líneas más tenues. Y ver incluso fuerzas extra polares: un tradicionalismo lírico, formal y conceptual, que llega a Enrique Banchs, pasando por voces de los cincuenta y de los cuarenta también.
4- ¿Qué te parecen los mecanismos alternativos de difusión de las obras poéticas? Que han sido alabados en igual medida que criticados.
¿Hablamos de internet? Me parece un medio muy apto para difundir poesía. Impone otra lectura. Un remedo, una idea de fragmentarismo y transitoriedad. De brillo y oscuridad. De bolsillo lleno de tornillos y piezas sueltas.
5- ¿Cuál es el pacto que estableces con el lector? ¿Es populista hacerse entender? ¿El virtuosismo es soberbia?
Hacerse entender es lo deseable. Pero está bien aquello de Nicanor Parra: cada poeta tiene su propio diccionario. El poeta debería detenerse no cuando cree advertir que no lo entenderán, sino cuando le parece vano lo que escribe. Cuando simplemente siente que empieza a sobrarle lenguaje. Esa frenada es la mejor poesía. Trato de explicarme mejor: puede que uno no entienda racionalmente lo que ha escrito, pero que advierta que allí está el reverso irracional de lo que piensa y dice. Si da un paso más, hará sobrante. Allí debe pararse. Con este criterio podemos entender sin duda uno de los Cantos de Pound o una poesía más simple. Pound puede fallar, muchos de sus cantos parecen, además, incoherentes. Pero no lo son. Puede haber muchas frases, con conexiones no visibles, pero no suelen sobrar cosas. El poema podría funcionar más abreviado, pero los versos que añade, de un modo que parece azaroso, no están de más. Podrían no estar, pero no sobran. Hay un poder en ellos que los hace a la vez prescindibles pero pertinentes. En cambio en un poema perfectamente legible pueden verse, algunas veces, desastres irreparables. El virtuosismo consiste en la eficacia. No hay antagonismo, para mí, entre esto y la voluntad de hacerse entender, de trasmitir. En cuanto al populismo, me parece una palabra extrapolada de la política. En el sentido de producir efectos que puedan remitir al mundo llamado popular, por ejemplo en el lenguaje de Evaristo Carriego, a mí no me molesta. Creo que en esos casos es casi la sustancia del poema, porque –siguiendo con el ejemplo- frases tales como “y lo peor de todo sin necesidad” me suenan a amorosa parodia. Pero, ¿qué es hoy poesía popular? ¿”La zanjita” de Juan Desiderio? Allí yo veo la misma querible parodia de los poemas de Carriego, llevada a zonas más densas, a la marginalidad. Virtuosos eran en cambio los poetas del lunfardo. La poesía lunfarda es virtuosismo por la inversa, como observó Aduriz. Y cualquier slang no cribado por el observador, cualquier poema en slang, sería virtuosismo al revés.
6-¿Crees que el poeta, como tal, tiene un compromiso social particular, o más bien se trata de una sensibilidad más expuesta a los males de la sociedad?
El sentimiento de injusticia es simplemente imposible de ser soslayado. Pero otra cosa es el canto “de denuncia” directo que surgiría de creer que la misión del poeta es crear conciencia sobre la injusticia social. Eso es arrojar luz sobre la luz, porque nadie ignora la injusticia social, principalmente no la ignoran los que la sufren más. Cómo reaccionan ante ella, es otra cuestión. Pretender sentirse sin deudas con la conciencia me parece realmente psicopático. Mirada política: eso sí me interesa en la poesía. Y querría agregar algo: leí una nota en el New York Times que me hizo considerar la cuestión desde otro punto de vista, y me sentí involucrado personalmente. El fotógrafo Andrew Moore se dedicó a fotografiar la decadencia industrial de Detroit, sus fábricas, casas, oficinas, abandonadas. Detroit, como sabrás, ya no es el infierno industrial que fue, y la naturaleza invade de nuevo hasta la pomposa, imperial, estación de trenes. Moore muestra imágenes posapocalípticas, tremendas, mudas, estéticas. Es un vacío arrollador, pero vivo. Ahora bien, la gente de Detroit se sintió molesta. “No somos eso”, dijeron. Se quejaron por el daño que esas imágenes hacen a la ciudad, que, en efecto, no es “sólo eso”, según tengo entendido. Esto me hizo ver la cuestión de la responsabilidad social desde el otro ángulo. El espíritu del capitalismo está hablando allí. Habla el capitalismo cuando dice “no es sólo eso”. Aunque también habla el capitalismo en las imágenes de Moore. Moore no se sintió cómodo, yo tampoco. Moore reivindicó su libertad, aunque reconoció la tensión entre dos formas, si se quiere, de entender la responsabilidad social. Yo también. A pesar de que creo que estamos en las ruinas de la Historia hasta el cuello.
7- Hay varios lugares comunes: toda poesía es política, el subjetivo es político, etc. ¿Cómo, según tú, se articularía lo político en literatura, desde el retrato. ¿Desde la queja? ¿Desde la disección de la realidad?
Si, toda poesía es política, lo subjetivo es político, etc. Que es como decir: todo reclama un orden. Pero la poesía se articula precisamente desarticulando. La queja, desde ya, me produce horror estético. Y de la disección digamos que tiene el mismo carácter narcisista de la poesía social. ¿Quién puede considerarse con la lucidez necesaria para empuñar el bisturí? Por otra parte, no quiero recibir lecciones simples de la poesía. No quiero que me diga lo sabido. La poesía debería trasmitirnos la complejidad con certeza física.
8- ¿Cuál fue el último libro de poesía que leíste?
Leo varios libros a la vez. Por nombrar una obra que empiezo a leer a fondo: la de Jorge Leónidas Escudero. La de los objetivistas norteamericanos, dispersa. Leí a fondo y mal traduje la Divina Comedia. Leo a Franco Fortini. Leo las “Estelas” de Víctor Segalen, con traducción de Federico Gorbea, que acaba de publicar Activo Puente, como para hablar de novedades.
9- ¿Cómo te sitúas en el dilema arte premeditado versus arte no premeditado; mapa del poema versus escritura sobre la carne caliente del asunto?
Escribo sobre “la carne caliente del asunto”, con una idea. El artificio premeditado, o al menos intuido en su forma general, a veces sirve. Pero hablo de una idea muy general, tanto como decir que un poema será largo o corto y que empieza en una ventana, en unos colectivos que vi a las siete de la tarde, en una escena, en unas palabras, en unos conceptos.
10- Según tu criterio, ¿qué poeta vivo que habría que releer en la actualidad?
La pregunta parece referir a alguien a quien regresar. En mi caso, releo todo lo que me interesa y está a mi alcance. Y las mejores obras de maestros vivos son para mí la de Hugo Padeletti y Juana Bignozzi. Pero mejor diría que, hablando en general, hay que leer, no releer, la poesía en italiano de Rodolfo Wilcock. Hay que conseguirla, en primer lugar. Y eventualmente traducirla toda. No se ha hecho eso todavía. Y aunque parezca increíble, no existe la poesía completa de Raúl González Tuñón. Ni se reedita a Raúl Gustavo Aguirre, ni, desde hace años, al propio César Fernández Moreno. La obra completa de Girri es ya muy difícil de conseguir, no sé si todavía circula la que editó Corregidor. Toda la poesía llamada neorromántica de los cuarenta es inhallable. Y hablando de extranjeros, el Paterson, de William Carlos Williams, no lo he visto traducido en la Argentina. En fin, creo que habría que tener a disposición muchos autores vivos o muertos, argentinos o no, que no están en el mercado. Carlos Drummond de Andrade, por ejemplo, Manuel Bandeira. Ese es un déficit terrible del mercado que los blogs llenan a medias. Las editoriales independientes no suelen tener recursos para cubrirlo. El trabajo de la Universidad del Litoral me parece muy saludable en el plano de los poetas argentinos: ha editado las obras completas de Carlos Mastronardi, de Ortiz, de Padeletti, de Juan Manuel Inchauspe. Hace un par de años, la editorial Argonauta reunió la obra de Ricardo Zelarayán. Son hechos aislados y titánicos. La traducción de “Hojas de hierba” de Walt Whitman por Pablo Ingberg, que sacó Losada, es para mí un gran acontecimiento, como la traducción de los poemas completos de Shakespeare por Andrés Ehrenhaus en Paradiso. Pero no hay en la Argentina bibliografía suficiente ni para empezar a entender la poesía del siglo pasado, sin ir más lejos. Y sin ir más lejos, la de América latina. El poeta es un lector arcaico en la Argentina. Un coleccionista de antiguas ediciones.
* Septiembre del 2011
https://sites.google.com/site/10preguntaspara1poeta/jorge-aulicino
1-¿Dónde se encuentra el germen de tu creación? /// Quizás, si es por el origen: ¿cómo te involucraste, cómo caíste? Y si es por el método: imagen, contenido, experiencia, sonido, ¿qué gatilla el poema?
Prefiero responder sobre el “germen” en el sentido de nacimiento de un poema, aunque no es muy seguro. Una idea me parece a veces la ocasión de un poema. Otras veces el germen es una preocupación por escribir: uno se sienta a escribir y ve qué pasa. Otras veces es el esbozo de un comentario a un texto leído. Sin duda siempre el germen está en la percepción de que el lenguaje puede tener un nuevo giro, encontrar relaciones inesperadas pero necesarias (regidas por su propia necesidad): uno ve esa posibilidad antes de escribir, la ve completa o apenas dibujada y espera el momento adecuado para producir la torsión. A veces se presenta en la primera línea. A veces toda una descripción o la enunciación simple de un pensamiento implican ese desvío y constituyen todo el poema. Tal vez este desafío es también el germen en el sentido del origen, la explicación de cómo me involucré.
2- Las influencias son necesarias e inevitables, a veces hasta deseables pero ¿cómo logras liberarse de ellas? ¿Se es más libre cuando se han sacudido las influencias?
¿Por qué habría que librarse de ellas? No sé si se es más libre. Si lo que uno repite es vocabulario, sintaxis, modos, como prolongaciones de las obras que ha leído, parece preferible librarse de ellas. ¿Pero es eso? Emular, continuar, prolongar, las obras de otros –las que han establecido lenguajes- no sería indeseable en sí mismo. Creo que uno se libera de las influencias solo porque falla, porque no puede continuar coordenadas que no conoce a fondo, ya que no es el otro, no habita en la mente del otro, no es visitado exactamente por las mismas palabras y las mismas imágenes. La obra sería una descomposición de las influencias, y luego el trabajo sobre ella. Trabajar en lo echado a perder, diría el libro, I Ching.
3- ¿Crees que la poesía actual hecha en Argentina es comparable a aquella de los años vanguardistas construida en torno a la revista Martín Fierro, y sus grupos de Florida y Boedo?
El único punto en común me parece que es la repetición de polos de tensión, que hoy son distintos. Veo la cuestión así: en los años veinte, tanto Boedo como Florida rompieron con el modernismo y fueron fuerzas polares. Entre ellas había fluidos contactos, nombres que representaban esos contactos: Olivari, Tuñón. Pero había asimismo núcleos duros en ambos polos. Lo que se suele olvidar es que en las postrimerías del modernismo existió una corriente mal llamada sencillismo que a mi juicio fue decisiva para el surgimiento de Boedo y Florida. Y poetas como Héctor Pedro Blomberg, que influyó en los años veinte. Lo que ocurre ahora no me parece una repetición programática de aquello, no veo un neovanguardismo enfrentado a un neorrealismo. Pero hubo polos de tensión en los ochenta y creo que deben de existir hoy. No los tengo muy claros. En los ochenta convivieron impulsos barrocos con impulsos conceptistas, más allá incluso de la consagrada polarización neobarroco-objetivismo. Esta tensión no abarcaba todo. Lo que dejaba atrás era el llamado coloquialismo. Pero esa generación descubría antecesores en la generación anterior, trazó incluso una genealogía que iba más lejos. Se compartieron aspectos de esa genealogía: Juan L. Ortiz o Alberto Girri. Por estos dos nombres, por ejemplo, pasaban los afanes de varios poetas cuyos comentarios sobre esos autores no eran coincidentes. Sería simplista trazar una línea que una a los objetivistas con distintos aspectos de la poesía de los sesenta, y, más atrás, con los boedistas. El caso es que si se remonta el curso del objetivismo, se encuentra uno con estaciones en los cincuenta –César Fenández Moreno, Joaquín Giannuzzi- y en los cuarenta: Girri. Habría que manejarse con líneas más tenues. Y ver incluso fuerzas extra polares: un tradicionalismo lírico, formal y conceptual, que llega a Enrique Banchs, pasando por voces de los cincuenta y de los cuarenta también.
4- ¿Qué te parecen los mecanismos alternativos de difusión de las obras poéticas? Que han sido alabados en igual medida que criticados.
¿Hablamos de internet? Me parece un medio muy apto para difundir poesía. Impone otra lectura. Un remedo, una idea de fragmentarismo y transitoriedad. De brillo y oscuridad. De bolsillo lleno de tornillos y piezas sueltas.
5- ¿Cuál es el pacto que estableces con el lector? ¿Es populista hacerse entender? ¿El virtuosismo es soberbia?
Hacerse entender es lo deseable. Pero está bien aquello de Nicanor Parra: cada poeta tiene su propio diccionario. El poeta debería detenerse no cuando cree advertir que no lo entenderán, sino cuando le parece vano lo que escribe. Cuando simplemente siente que empieza a sobrarle lenguaje. Esa frenada es la mejor poesía. Trato de explicarme mejor: puede que uno no entienda racionalmente lo que ha escrito, pero que advierta que allí está el reverso irracional de lo que piensa y dice. Si da un paso más, hará sobrante. Allí debe pararse. Con este criterio podemos entender sin duda uno de los Cantos de Pound o una poesía más simple. Pound puede fallar, muchos de sus cantos parecen, además, incoherentes. Pero no lo son. Puede haber muchas frases, con conexiones no visibles, pero no suelen sobrar cosas. El poema podría funcionar más abreviado, pero los versos que añade, de un modo que parece azaroso, no están de más. Podrían no estar, pero no sobran. Hay un poder en ellos que los hace a la vez prescindibles pero pertinentes. En cambio en un poema perfectamente legible pueden verse, algunas veces, desastres irreparables. El virtuosismo consiste en la eficacia. No hay antagonismo, para mí, entre esto y la voluntad de hacerse entender, de trasmitir. En cuanto al populismo, me parece una palabra extrapolada de la política. En el sentido de producir efectos que puedan remitir al mundo llamado popular, por ejemplo en el lenguaje de Evaristo Carriego, a mí no me molesta. Creo que en esos casos es casi la sustancia del poema, porque –siguiendo con el ejemplo- frases tales como “y lo peor de todo sin necesidad” me suenan a amorosa parodia. Pero, ¿qué es hoy poesía popular? ¿”La zanjita” de Juan Desiderio? Allí yo veo la misma querible parodia de los poemas de Carriego, llevada a zonas más densas, a la marginalidad. Virtuosos eran en cambio los poetas del lunfardo. La poesía lunfarda es virtuosismo por la inversa, como observó Aduriz. Y cualquier slang no cribado por el observador, cualquier poema en slang, sería virtuosismo al revés.
6-¿Crees que el poeta, como tal, tiene un compromiso social particular, o más bien se trata de una sensibilidad más expuesta a los males de la sociedad?
El sentimiento de injusticia es simplemente imposible de ser soslayado. Pero otra cosa es el canto “de denuncia” directo que surgiría de creer que la misión del poeta es crear conciencia sobre la injusticia social. Eso es arrojar luz sobre la luz, porque nadie ignora la injusticia social, principalmente no la ignoran los que la sufren más. Cómo reaccionan ante ella, es otra cuestión. Pretender sentirse sin deudas con la conciencia me parece realmente psicopático. Mirada política: eso sí me interesa en la poesía. Y querría agregar algo: leí una nota en el New York Times que me hizo considerar la cuestión desde otro punto de vista, y me sentí involucrado personalmente. El fotógrafo Andrew Moore se dedicó a fotografiar la decadencia industrial de Detroit, sus fábricas, casas, oficinas, abandonadas. Detroit, como sabrás, ya no es el infierno industrial que fue, y la naturaleza invade de nuevo hasta la pomposa, imperial, estación de trenes. Moore muestra imágenes posapocalípticas, tremendas, mudas, estéticas. Es un vacío arrollador, pero vivo. Ahora bien, la gente de Detroit se sintió molesta. “No somos eso”, dijeron. Se quejaron por el daño que esas imágenes hacen a la ciudad, que, en efecto, no es “sólo eso”, según tengo entendido. Esto me hizo ver la cuestión de la responsabilidad social desde el otro ángulo. El espíritu del capitalismo está hablando allí. Habla el capitalismo cuando dice “no es sólo eso”. Aunque también habla el capitalismo en las imágenes de Moore. Moore no se sintió cómodo, yo tampoco. Moore reivindicó su libertad, aunque reconoció la tensión entre dos formas, si se quiere, de entender la responsabilidad social. Yo también. A pesar de que creo que estamos en las ruinas de la Historia hasta el cuello.
7- Hay varios lugares comunes: toda poesía es política, el subjetivo es político, etc. ¿Cómo, según tú, se articularía lo político en literatura, desde el retrato. ¿Desde la queja? ¿Desde la disección de la realidad?
Si, toda poesía es política, lo subjetivo es político, etc. Que es como decir: todo reclama un orden. Pero la poesía se articula precisamente desarticulando. La queja, desde ya, me produce horror estético. Y de la disección digamos que tiene el mismo carácter narcisista de la poesía social. ¿Quién puede considerarse con la lucidez necesaria para empuñar el bisturí? Por otra parte, no quiero recibir lecciones simples de la poesía. No quiero que me diga lo sabido. La poesía debería trasmitirnos la complejidad con certeza física.
8- ¿Cuál fue el último libro de poesía que leíste?
Leo varios libros a la vez. Por nombrar una obra que empiezo a leer a fondo: la de Jorge Leónidas Escudero. La de los objetivistas norteamericanos, dispersa. Leí a fondo y mal traduje la Divina Comedia. Leo a Franco Fortini. Leo las “Estelas” de Víctor Segalen, con traducción de Federico Gorbea, que acaba de publicar Activo Puente, como para hablar de novedades.
9- ¿Cómo te sitúas en el dilema arte premeditado versus arte no premeditado; mapa del poema versus escritura sobre la carne caliente del asunto?
Escribo sobre “la carne caliente del asunto”, con una idea. El artificio premeditado, o al menos intuido en su forma general, a veces sirve. Pero hablo de una idea muy general, tanto como decir que un poema será largo o corto y que empieza en una ventana, en unos colectivos que vi a las siete de la tarde, en una escena, en unas palabras, en unos conceptos.
10- Según tu criterio, ¿qué poeta vivo que habría que releer en la actualidad?
La pregunta parece referir a alguien a quien regresar. En mi caso, releo todo lo que me interesa y está a mi alcance. Y las mejores obras de maestros vivos son para mí la de Hugo Padeletti y Juana Bignozzi. Pero mejor diría que, hablando en general, hay que leer, no releer, la poesía en italiano de Rodolfo Wilcock. Hay que conseguirla, en primer lugar. Y eventualmente traducirla toda. No se ha hecho eso todavía. Y aunque parezca increíble, no existe la poesía completa de Raúl González Tuñón. Ni se reedita a Raúl Gustavo Aguirre, ni, desde hace años, al propio César Fernández Moreno. La obra completa de Girri es ya muy difícil de conseguir, no sé si todavía circula la que editó Corregidor. Toda la poesía llamada neorromántica de los cuarenta es inhallable. Y hablando de extranjeros, el Paterson, de William Carlos Williams, no lo he visto traducido en la Argentina. En fin, creo que habría que tener a disposición muchos autores vivos o muertos, argentinos o no, que no están en el mercado. Carlos Drummond de Andrade, por ejemplo, Manuel Bandeira. Ese es un déficit terrible del mercado que los blogs llenan a medias. Las editoriales independientes no suelen tener recursos para cubrirlo. El trabajo de la Universidad del Litoral me parece muy saludable en el plano de los poetas argentinos: ha editado las obras completas de Carlos Mastronardi, de Ortiz, de Padeletti, de Juan Manuel Inchauspe. Hace un par de años, la editorial Argonauta reunió la obra de Ricardo Zelarayán. Son hechos aislados y titánicos. La traducción de “Hojas de hierba” de Walt Whitman por Pablo Ingberg, que sacó Losada, es para mí un gran acontecimiento, como la traducción de los poemas completos de Shakespeare por Andrés Ehrenhaus en Paradiso. Pero no hay en la Argentina bibliografía suficiente ni para empezar a entender la poesía del siglo pasado, sin ir más lejos. Y sin ir más lejos, la de América latina. El poeta es un lector arcaico en la Argentina. Un coleccionista de antiguas ediciones.
* Septiembre del 2011
https://sites.google.com/site/10preguntaspara1poeta/jorge-aulicino
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