Mercedes Álvarez, Perfil, 20.4.2018 -
Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949), es uno de los mejores poetas contemporáneos y tradujo del italiano, además, a dos verdaderos elefantes de las letras: Dante y Pavese.
“Todo lector es un traductor”, dice Jorge Aulicino. Y así empieza a hablar de la La divina comedia, que tradujo para Edhasa hace algunos años y que ahora revisa para una nueva edición. “Yo no soy bilingüe en italiano; el italiano es una segunda lengua, por eso me veo obligado a traducir. Además, las ediciones que había de la Divina Comedia corresponden a una época. No hay que ser un gran filólogo para darse cuenta. La de [Bartolomé] Mitre es del siglo XIX, la de [Ángel] Crespo es de mediados del siglo XX. Y cada época intenta una traducción distinta. Luego hay una de Juan de la Pezuela, también del siglo XIX, pero en un lenguaje muy español”. La Comedia es un texto de gran dificultad de traducción, y en este sentido, Aulicino apunta: “El italiano que usa es un italiano muy antiguo que todavía era toscano. El Paraíso es lo que más complicaciones trae, porque apela a un recurso que está en los tres libros, pero se hace más denso, que es la alusión. No menciona las cosas directamente por su nombre. Dice por ejemplo: “los hijos de Latona”, que son Apolo y Diana, pero no los menciona. Este recurso es abrumador, y casi es una decodificación del texto lo que hay que hacer. O decodificás, y escribís en castellano de manera más directa, o tratás de mantener la alusión hasta donde se pueda. Yo elegí un camino medio. Miré mucho la traducción de [Luis] Martínez de Merlo, la última que hicieron los españoles, que es muy buena, pero para mi gusto demasiado explicativa”.
¿Cómo traducir la Comedia: en prosa o en verso? “En prosa”, dice Aulicino, “se corre el riesgo de explicar, de traducir explicando. El otro motivo es recrear algún tipo de ritmo, no la tercera rima, pero es necesario que haya algún ritmo. Me interesa poner el acento en el lenguaje, antes que en cualquier otra cosa. Por eso elegí el verso semilibre. A veces se va del endecasílabo, porque me parece que se pierde mucho si esto se respeta, como hace Mitre, por ejemplo. Dante está trabajando con una lengua nueva literariamente, una lengua que no se escribía aunque se hablara. Maneja de manera tal la resonancia de cada palabra que es casi mágico”.
Combinar la tarea de traductor con la de poeta es algo que ha hecho siempre. “Son distintas instancias del lenguaje”, apunta. Aulicino parte siempre de una idea, o de un título. “Idea en un sentido muy vago, algo muy general”. Ocurre con su último libro: Corredores en el parque. “Tengo una obsesión por la gente que corre en la ciudad. Hay una escena en la película Los Cazafantasmas, donde los fantasmas invaden la ciudad y pasa un maratonista fantasma corriendo. Es muy pueril, pero me hizo asociar los fantasmas con los corredores en el parque de noche. Y así surgió el libro”.
La última publicación de Aulicino es su traducción de Cesare Pavese para Ediciones del Dock: Trabajar cansa/Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. “La traducción de [Rodolfo] Alonso tiene sesenta años. Yo la leí cuando tenía veinte años, y era la única que había. Tiempo después lo leí en italiano. No es mala la traducción de Alonso, pero el problema es que no le da mucha importancia a conseguir el estilo coloquial que tiene Pavese”. La fascinación de Aulicino con Pavese empezó con la primera lectura en español, y se afirmó con la posterior lectura en italiano: “Pavese abrió un camino. Más en la generación anterior a la mía. [Ricardo] Piglia o [Juan José] Saer siempre citaban a Pavese”. Esta nueva traducción empezó hace diez años, en el mismo bar donde estamos sentados hoy haciendo esta entrevista.
© Mercedes Alvarez/Perfil
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Foto de Malena Q.
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