Ir al contenido principal

Comentario / El infierno tan temido


Claudio Morandi - Revista Ñ - 22.2.2012

"Traduttore, traditore” reza el proverbio italiano lleno de gran sabiduría y verdad. Siempre nos preguntamos si es posible traducir la poesía de un idioma a otro sin perder buena parte del valor poético del original. Si lo específico de la poesía consiste en el lenguaje poético y no en el contenido, en la “disimilitud lingüística” que lo diferencia de la “lengua de la tribu”, podríamos entonces afirmar que cada traducción, por comprometida y seria que sea, será una operación cultural de valor como mucho didáctico, práctico, útil, pero muy difícilmente bello, “literatura y no poesía”, recordando a Croce. ¿Cuántos de nosotros, sin embargo, hemos podido acercarnos a las grandes obras maestras de la literatura europea sólo a través de la traducción? En mi adolescencia, ignorante todavía de la importancia del conocimiento de las lenguas modernas y amante sólo de las antiguas, pude aproximarme a las obras de Shakespeare, de Cervantes o Goethe únicamente gracias a buenas traducciones al italiano. El sabor que me dejaban aquellas traducciones en la boca era la percepción de la grandeza y al mismo tiempo el deseo de conocer con qué palabras reales el poeta o el escritor habrían expresado esa riqueza de imágenes, esos personajes tan vivos. Desde entonces, comprendí la verdadera importancia de una traducción, de la capacidad de suscitar el deseo de conocer el original y de descubrirlo.

Siempre me he preguntado si lo que acabo de expresar más arriba también era aplicable a Dante, es decir a la Divina Comedia. En todas las oportunidades que se intentó trasladar esa obra maestra a otro lenguaje, pienso en el cine, por ejemplo, el resultado fue lastimoso. Intenté leer algunas traducciones de la misma obra a otro idioma y mi juicio no fue muy distinto. La polisemia del lenguaje dantesco, su “multilingüismo” como lo definió Gianfranco Contini, las referencias constantes y fecundas a la historia de Italia y Europa en la Edad Media, con su filosofía, su ciencia, sus debates y contrastes, constituyen obstáculos difíciles de superar para quien se empeñe en proponer una traducción a un público tan lejano, no sólo desde el punto de vista lingüístico, sino del cultural en general. ¿Sólo queda entonces la renuncia? Hay que evitar, creo, “sacralizar” excesivamente la Comedia que Dante mismo definió como Divina. Un mensaje tan empapado de sentimientos humanos, tan denso de pasiones, desde las más vergonzosas a las más sublimes, el poeta sin duda habría querido que fuera comprendido por todos. El mismo poeta florentino que nos advierte que su obra podrá ser leída e interpretada en múltiples niveles (¿un anticipo del posmodernismo literario?), no desdeña que el lector ingenuo, sin la sofisticación de estudios filológicos e históricos, pueda disfrutar su poesía. Si el “divin poeta” eligió el “vulgar” antes que el latín para la obra que él mismo consideró más importante, suscitando las amargas críticas de los hombres de letras académicos de su tiempo, no se debió sólo a que entendía su alcance expresivo y su futuro desarrollo como lengua nacional de los poetas, sino porque aspiraba a un vasto público de no “literatos”, inteligentes y curiosos, las nuevas generaciones del poder económico y político que estaban madurando, un público al cual estaba vedado el “pan blanco” de la cultura latina, pero que podía comer del “pan negro” de la vulgar, como lo expresa el propio Dante en su Banquete. Si el propio poeta se aventura en un largo fragmento poético en lengua provenzal, en el “Purgatorio”, casi parece autorizarnos a trasladar su poesía a otro lenguaje moderno.

Aspectos de la sensibilidad poética

Cuando llegó a mis manos la traducción del “Infierno” de Jorge Aulicino, pese a conocer la seriedad y la sensibilidad del autor, espontáneamente y con mucho prejuicio pensé en otro intento seguramente fallido. Sin embargo, enseguida me impactaron dos cosas: el texto original en la página opuesta y los dibujos de Carlos Alonso. Me venció la curiosidad, empecé a leer casi con los ojos disociados, uno en la traducción y el otro en el original y a descubrir una afinidad sorprendente, una capacidad para representar las imágenes, los sentimientos, con una intensidad y una fidelidad que me asombraban. Las expresiones populares, de la jerga del lenguaje argentino a las que recurre Aulicino, eran a menudo el “calco” de las expresiones dantescas similares, cuando no encontraba incluso, para mi gran sorpresa, las mismas palabras. Entonces pensé que sólo un poeta puede traducir a otro poeta, no es cuestión de conocer las palabras o de interpretar el pensamiento del autor, hace falta algo más, una “sensibilidad”, una “empatía”, una correspondencia profunda que sólo los artistas pueden poseer. Me vino a la mente de manera espontánea la operación que llevó a cabo [Salvatore] Quasimodo en la traducción de los grandes líricos griegos. El poeta siciliano no venía de una tradición y una preparación cultural clásica, era autodidacta, pero su traducción sin embargo era poesía pura, en sus palabras de poeta italiano se sentía la resonancia de las palabras de Alceo, de Safo y de tantos otros líricos. Lo mismo sentí leyendo la poesía de Aulicino; era Dante hablando otra lengua que seguramente nunca habría despreciado.

Acostumbrado a explicar la Divina Comedia a los alumnos y a considerar todos los aspectos culturales a los que hace referencia, extrañé el aparato histórico-crítico que comúnmente acompaña el texto original y las notas al final de cada canto me parecieron pobres de contenido explicativo. No obstante, me di cuenta de que eso era un condicionamiento académico mío, una limitación mía, como si la verdadera poesía se apreciara sólo a través de la comprensión de todas las referencias a las que alude y no tuviese fuerza suficiente como para autoafirmarse con toda su perentoriedad. La traducción de Aulicino acompañada por los dibujos expresionistas de Alonso cumple perfectamente su función de acercar el público de cualquier nivel a la obra de Dante y dar una eficaz clave de su lectura.



Claudio Morandi es doctor en Letras por la Universidad del Sacro Cuore di Milano.
Traducción: Cristina Sardoy


Ilustración: Dante Alighieri por Carlos Alonso, La Divina Comedia. Infierno, versión de Jorge Aulicino, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2011

Comentarios

Anónimo dijo…
El comentario de Morandi lo honra, Aulicino, y a los que seguimos su trayectoria, nos complace. ¡Bravo! Celia Clara.

Entradas más populares de este blog

Almas en movimiento

(Texto completo. Publicado en 1995 por Libros de Tierra Firme) Sabe Júpiter que no es posible ni verosímil que la material corporal, la cual es combinable, divisible, manejable, contráctil, formable, móvil y consistente bajo el dominio imperio y virtud del alma, sea aniquilable ni en punto alguno o átomo destruible... Giordano Bruno, “La expulsión de la bestia triunfante” 1. Habitaciones para turistas Química blanca En el alba rancia, en la mañana, en la luz que amansa, sin embargo llegan sonidos incongruentes, como rugidos, relinchos, quejidos, y se diría abajo hay campo, un roquedal, el mar, el patio de un cuartel. El hombre parido de la noche intranquila al día no se molesta en mirar por la ventana: encontrará, sabe, la calle, los árboles de siempre. Recita en voz baja, canta, se baña. Filtrados por las cañerías, los conductos de aire, sintetizados con otros más lejanos de trenes y gallinas, estos ruidos sonarán a qué en otros cuartos. Ha

Entrevista / La idiosincrasia del idioma

Martín Bentancor -  La Diaria, Uruguay  - 15 de septiembre de 2023 - Cuando joven, Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949) se formó como poeta –signifique esto lo que signifique– en el Taller Literario Mario Jorge de Lellis, espacio al que también asistían otros escritores en ciernes como Irene Gruss, Marcelo Cohen y Daniel Freidemberg. Cuando joven, también, se propuso entender lo que decían los poetas italianos en su propio idioma, iniciándose así su derrotero como traductor que, con los años, lo llevó a verter al español a Cesare Pavese, Eugenio Montale, Pier Paolo Pasolini y Luciano Erba, entre otros, además de publicar, en 2015, su impresionante versión en tres tomos de la Divina Comedia. Como periodista, durante décadas fue un animal de redacciones en agencias, revistas, diarios y suplementos, y en 2015 recibió el Premio Nacional de Poesía. Desde hace 17 años administra el blog Otra iglesia es imposible, que se actualiza a diario con poemas de autores que conforman una lista kilométr

Texto Completo / Cierta dureza en la sintaxis

Cierta dureza en la sintaxis (Texto completo publicado en 2008 por Selecciones de Amadeo Mandarino) 1 Cierta dureza en la sintaxis indicaba la poca versatilidad  de aquellos cadáveres; el betún cuarteado de las botas  y ese decir desligado del verbo; verbos auxiliares,  modos verbales elegantemente suspendidos, elididos,  en la sabia equitación de una vieja práctica. ¿De qué hablás, de qué hablás? Pero si fue ayer... Fue ayer... Estabas frente al lago de ese río:  qué lejana esa costa, qué neblinosa y mañanera.  Lo tenías todo, no te habías arrastrado en la escoria  de las batallas perdidas antes de empezadas, no andabas en el orín de estos muertos... Lo comprendo, no era el Danubio, era el Paraná que marea porque viene del cielo cerebral, pero aun así... ¿Se justifica la alegre inacción, el pensamiento venteado? Abeja: la más pequeña de las aves, nace de la carne del buey. Araña: gusano que se alimenta del aire. Calandria: la que  canta la enfermedad y puede curarla. Perdiz: ave embus