Ir al contenido principal

Comentario / Ante el reflejo de la Luna

Sandro Barrella - Revista Ñ -14.11.2020 -

 

En el poema “Li Po”, sobre el final, Aulicino recorre de ida y vuelta la ruta incesante que comunica las ilusiones de un interior que percibe y su expresión en un orden al que se llama mundo. Fingió una perenne borrachera y mezcló elixires, / jamás supo si estaba dentro o fuera de sí, / en qué consistía la lírica. La biografía del poeta chino consigna tanto su afección al vino como el consumo de elixires que habrían de procurarle longevidad. La leyenda nos habla de su muerte por agua, cuando quiso abrazar el reflejo de la Luna sobre la superficie del río Yangzi. Lo mismo que a Narciso, pero sin la vanidad, el ardid tendido por la apariencia lo llevó al reino de las sombras definitivas. En cuanto a la lírica, o en qué consiste, el interrogante sigue abierto. Eso al menos propone desde hace casi cincuenta años Aulicino, con una obra en cuyo centro fulge insistente una mirada descreída de las apropiaciones que el ojo, la mente, el entendimiento, hacen de lo real, y en la que el yo no oficia de llave del poema, antes, multiplica la disolución de las formas, y no impide la oclusión del sentido.

    "Li Po" es uno de los poemas de La lírica, libro inédito incluido en esta edición de la Poesía reunida de Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949). Desde Estación Finlandia -Poemas reunidos, 1974-2011-, pasaron nueve años y ocho nuevos libros. En cada uno de ellos el poeta repone motivos, paisajes, tonos, una cierta idea de la voz presentes a lo largo de su obra; en torno a la enunciación en sus poemas, surge la noción de préstamo. El ejercicio consiste en ocultarse deliberadamente detrás de una máscara en procura de que el artificio se haga evidente: este universo de voces que dicen sin parar Yo pero no/ encuentran ecos en sí mismos ni en nada ni en nadie. Puro desplazamiento parece encarnar ese “yo”, tanto dentro como fuera del poema, como si el mundo no ofreciera ya ninguna posibilidad de decir, esta boca es mía. De ahí que la primera persona se asuma con el mismo recelo que aquello que ve, un universo fraguado para acabar en ruinas, dentro del cual caben el mal, lo bello, la metafísica de las costumbres y la música dura del lenguaje, hecha en este caso a partir de un desapego constante hacia las retóricas sentimentales, siempre alerta a no ceder a la presión del significado.

    El largo camino del poeta desde su primer libro, Vuelo bajo (1974), hasta aquí, incluye veintitrés títulos que atraviesan los diferentes momentos, períodos y estéticas que se dieron dentro de la poesía argentina de las últimas décadas. Si bien en los 70 formó parte del taller autogestionado Mario Jorge De Lellis, y en los 80 y 90 integró el Consejo de Redacción del Diario de Poesía, Aulicino no pertenece de lleno a ninguna corriente, por más que comparta con lo que se llamó objetivismo algunos de los elementos que postula, del mismo modo que puedan encontrarse en sus poemas las huellas de González Tuñón, Girri o Giannuzzi. En cualquier caso, su poesía es la persistente afirmación de las tensiones entre el mundo físico, la Historia y el devenir de las criaturas que completan el cuadro, un vasto friso al que podemos llamar civilización, bajo amenaza constante de desintegración: Canta una torcaza, algo, entre edificios urbanos, el humo/ sube en fríos nubarrones entre estos palazzi que te recuerdan/ los amarillentos monobloques de la República Democrática Alemana:/ un invierno fallido, una eternidad que no fue.

   La caída de los cuerpos (1983), Paisaje con autor (1988), en los 80; Hombres en un restaurante (1994), Almas en movimiento (1995) y La línea del coyote (1999) en los 90; ya en este siglo, La luz checoslovaca (2003) Cierta dureza e la sintaxis (2008) o el reciente La lírica, son algunos de los puntos más altos en el conjunto de esta poesía. Jorge Aulicino, que a la par de su obra viene desarrollando un importante trabajo de traducción (recuérdese especialmente su versión de la Divina Comedia), cree con Benjamin que todo documento de cultura lo es también de barbarie, intuye en la acumulación una expresión acabada de la época: deshechos, basura, escombros, una civilización devenida puro detritus, acaso ya previsto por el dedo de Lenin desde el camión blindado al señalar no el futuro, “sino su hueco”. Si algo resta aun, en ausencia de nuevas épicas, es desmontar una y otra vez el mecanismo de la percepción y sus certezas, como lo hizo en el lejano "Sudores diurnos": La fantasía propone jinetes blancos sobre una ladera seca./ La realidad propone una pared azulejada./ El cuadro propone un ganso degollado./ Todo es cierto./ Los argonautas mueren de neumonía/ en una sala de terapia intensiva/ pero hay serpientes marinas en sus sueños/ y ciruelas impresionistas sobre sus mesas de luz.

Poesía reunida,
Jorge Aulicino
Ediciones en Danza, 2020

---
Foto: Hernán Rojas/Clarín

Comentarios

Recomenzar dijo…
me gusta lo que he leido muy bueno saludos desde Miami

Entradas más populares de este blog

Almas en movimiento

(Texto completo. Publicado en 1995 por Libros de Tierra Firme) Sabe Júpiter que no es posible ni verosímil que la material corporal, la cual es combinable, divisible, manejable, contráctil, formable, móvil y consistente bajo el dominio imperio y virtud del alma, sea aniquilable ni en punto alguno o átomo destruible... Giordano Bruno, “La expulsión de la bestia triunfante” 1. Habitaciones para turistas Química blanca En el alba rancia, en la mañana, en la luz que amansa, sin embargo llegan sonidos incongruentes, como rugidos, relinchos, quejidos, y se diría abajo hay campo, un roquedal, el mar, el patio de un cuartel. El hombre parido de la noche intranquila al día no se molesta en mirar por la ventana: encontrará, sabe, la calle, los árboles de siempre. Recita en voz baja, canta, se baña. Filtrados por las cañerías, los conductos de aire, sintetizados con otros más lejanos de trenes y gallinas, estos ruidos sonarán a qué en otros cuartos. Ha

Entrevista / La idiosincrasia del idioma

Martín Bentancor -  La Diaria, Uruguay  - 15 de septiembre de 2023 - Cuando joven, Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949) se formó como poeta –signifique esto lo que signifique– en el Taller Literario Mario Jorge de Lellis, espacio al que también asistían otros escritores en ciernes como Irene Gruss, Marcelo Cohen y Daniel Freidemberg. Cuando joven, también, se propuso entender lo que decían los poetas italianos en su propio idioma, iniciándose así su derrotero como traductor que, con los años, lo llevó a verter al español a Cesare Pavese, Eugenio Montale, Pier Paolo Pasolini y Luciano Erba, entre otros, además de publicar, en 2015, su impresionante versión en tres tomos de la Divina Comedia. Como periodista, durante décadas fue un animal de redacciones en agencias, revistas, diarios y suplementos, y en 2015 recibió el Premio Nacional de Poesía. Desde hace 17 años administra el blog Otra iglesia es imposible, que se actualiza a diario con poemas de autores que conforman una lista kilométr

Texto Completo / Cierta dureza en la sintaxis

Cierta dureza en la sintaxis (Texto completo publicado en 2008 por Selecciones de Amadeo Mandarino) 1 Cierta dureza en la sintaxis indicaba la poca versatilidad  de aquellos cadáveres; el betún cuarteado de las botas  y ese decir desligado del verbo; verbos auxiliares,  modos verbales elegantemente suspendidos, elididos,  en la sabia equitación de una vieja práctica. ¿De qué hablás, de qué hablás? Pero si fue ayer... Fue ayer... Estabas frente al lago de ese río:  qué lejana esa costa, qué neblinosa y mañanera.  Lo tenías todo, no te habías arrastrado en la escoria  de las batallas perdidas antes de empezadas, no andabas en el orín de estos muertos... Lo comprendo, no era el Danubio, era el Paraná que marea porque viene del cielo cerebral, pero aun así... ¿Se justifica la alegre inacción, el pensamiento venteado? Abeja: la más pequeña de las aves, nace de la carne del buey. Araña: gusano que se alimenta del aire. Calandria: la que  canta la enfermedad y puede curarla. Perdiz: ave embus